miércoles, 30 de abril de 2008

LA PARADOJA DE LA GLOBALIZACIÓN.

La Paradoja de la Globalización.
Ulrich Beck

El mundo se ha convertido en un lugar peligrosamente desigual, también para los ricos de las metrópolis occidentales. El último informe del Banco Mundial sobre la situación financiera de los países en desarrollo parece un manifiesto de protesta de la organización de ayuda a la infancia Terre des Hommes: la caída de los precios en los mercados mundiales de materias primas, el proteccionismo comercial y el estancamiento coyuntural en los países industriales, pero, sobre todo, el descenso del turismo mundial tras el 11 de septiembre de 2001, han agudizado dramáticamente la miseria en las zonas pobres del mundo. Sólo para pagar los intereses de la deuda, el Sur transfiere al Norte 200.000 millones de dólares anuales. Las desigualdades globales aumentan: entre 1960 y 2000, el 20 por ciento más rico de la población mundial pasó de disponer del 70 por ciento de la renta global a disfrutar del 90 por ciento, mientras que la cuota del 20 por ciento más pobre cayó del 2,3 al 1 por ciento. En tanto que 1.200 millones de personas tienen que sobrevivir con menos de un dólar diario, la ayuda al desarrollo descendió otro 20 por ciento desde 1990.
La globalización, se afirma en un manifiesto del movimiento antiglobalización, "es el último nombre en la historia del crimen para referirse a la acumulación de privilegios y riquezas y la democratización de la miseria y la desesperanza". En contra de esto debemos movilizar la "internacional de la esperanza". En este sentido, la propia globalización engendra, ciertamente, su propia oposición, variopinta e increíblemente contradictoria: anarquistas, sindicalistas, neona-cionalistas, ecologistas, parados, incendiarios de centros de refugiados, pequeños empresarios, profesores, sacerdotes, obispos católicos, el Papa, comunistas, fascistas, feministas, ultraortodoxos y fundamentalistas islámicos. En cualquier caso, todos ellos actúan según este lema: a la globalización hay que combatirla con... ¡globalización! O, en palabras de Richard Falk: resistencia contra la globalización desde arriba a través de la globalización desde abajo.

Esta paradoja de la antiglobalización -el hecho de que sólo se pueda practicar y justificar la resistencia contra la globalización estableciendo como objetivo otra globalización, una globalización buena y genuina- se manifiesta de muchas maneras. Quienes se manifiestan en la calle contra la globalización no son "enemigos de la globalización": ¡qué mareo de palabras! Son adversarios de los defensores de la globalización que pretenden imponer otras normas globales en el espacio de poder global, frente a otros adversarios de los defensores de la globalización. De este modo, ambos grupos de adversarios se superan recíprocamente con sus objetivos globales y, con la fusta de la resistencia, jalean incesantemente el avance del proceso de globalización.

Todos los "adversarios de la globalización" no sólo comparten con sus "adversarios" los medios globales de comunicación, ampliando de ese modo las posibilidades de aplicar esos medios a los fines de los movimientos transnacionales de protesta y las posibilidades organizativas de tales movimientos. También operan sobre la base de los mercados globales, la división global del trabajo y los derechos globales. Sólo esto hace factible su omnipresencia actual y potencial, que trasciende cualquier frontera. También piensan y actúan con arreglo a categorías globales, sobre las que, gracias a sus acciones, llaman la atención de la opinión pública global. Su lucha tiene como finalidad la domesticación de los mercados financieros. También defienden tratados y organizaciones de alcance mundial que vigilen a estos mercados.

Las corrientes migratorias no se pueden ni entender ni regular nacionalmente. Ambas cosas presuponen una visión cosmopolita. Y, por último, la pobreza globalizada sólo puede combatirse globalmente.

Consideremos el caso de los derechos sindicales: el derecho de organizar sindicalmente los derechos laborales, que muchas veces no es más que papel mojado, no está todavía globalizado, ni mucho menos. A diferencia de lo que ocurre con las normas de comercio de la Organización Mundial del Comercio (OMC), no se sancionan las violaciones de las convenciones en vigor sobre derechos sindicales de la ONU, ni las de la prohibición del trabajo infantil. Por eso, en EE UU muchos activistas participan en campañas contra la explotación desmedida de las fábricas textiles de México, Nicaragua e Indonesia, ( Maquilas ) donde las costureras producen vaqueros de marcas caras por un par de céntimos a la hora, si bien cualquier intento de autoorganización es reprimido mediante la violencia policial. Esta relación directa de la cultura de protesta de las metrópolis con los sindicatos de los países en desarrollo da su pujanza global al movimiento de quienes se oponen a los defensores de la globalización. Habría que hacer lo posible por entender esta extraña ley: la resistencia a la aceleración de la globalización acelera más esa globalización.

Si bien es cierto que la globalización se acaba imponiendo con el poder de sus enemigos, eso no quiere decir que todo dé lo mismo. Lo que impulsa la globalización no es la libertad global del capital, sino la falta de libertad global de las víctimas de la globalización. La resistencia frente a la agenda neoliberal de la globalización impone una agenda cosmopolita de globalización. Todas las crisis, los conflictos, los descalabros de la globalización tienen uno y el mismo efecto: refuerzan la apelación a un régimen cosmopolita, abren (pretendiéndolo o no) el espacio a una ordenación del poder y del derecho.

Este círculo, en el que los conflictos y crisis de la globalización globalicen a ésta, puede documentarse de múltiples formas. Como los adversarios de los defensores de la globalización organizan sus cumbres transnacionalmente, las contramedidas policiales tienen que transnacionalizarse a su vez. Las policías nacionales tienen que saltar sobre su sombra nacional y desnacionalizarse, transnacionalizarse ellas mismas. Es decir, la protesta supranacional exige una policía supranacional, un sistema acorde de información supranacional, regulaciones jurídicas supranacionales, etcétera.

Este hermanamiento paradójico de contrarios es lo que hace avanzar el régimen cosmopolita. Los grupos de protesta ecologistas Urgewald y Greenpeace, así como ATTAC y las ONG que combaten el hambre en el mundo, exigen la condonación de la deuda de las naciones más pobres y un cambio de rumbo drástico en la política sobre el clima. Pero eso mismo es lo que demanda, por ejemplo, el canciller federal alemán, en coincidencia con otros jefes de Gobierno. La brecha entre la política verbal y la política real es extrema. Se lleva a efecto poco o nada en absoluto de lo que se promete y publica a bombo y platillo en los comunicados de las cumbres. Pero lo único que quiere decir eso es que las organizaciones no gubernamentales son la mejor conciencia del Gobierno... quizá incluso fueran el mejor Gobierno.

O pensemos en la evasión fiscal: paraísos fiscales como las Islas Caimán británicas, las Antillas Holandesas o Liechtenstein se convierten a ojos vista en un agujero negro de la economía mundial en el que, según cálculos del Fondo Monetario Internacional, fortunas privadas acumulan depósitos por valor de más de cinco billones de dólares fiscalmente opacos. Sólo la Hacienda alemana pierde de ese modo un mínimo de 10.000 millones de euros anuales.

Sin embargo, todas las iniciativas para acabar con estos paraísos fiscales han fracasado porque los Gobiernos no reúnen las fuerzas para tocar este privilegio de los ricos. Los antiglobalización aguijonean en la calle a los Gobiernos para que se liberen del sueño que les autoconfina al ámbito nacional y neoliberal y, hombro con hombro con las organizaciones no gubernamentales, realicen los intereses que les son más propios.

Sin duda, hay y seguirá habiendo contramovimientos reaccionarios reforzados y poderosos que traten de llevar a su molino el agua de las protestas contra la globalización, con el fin de alcanzar así influencia en los ámbitos políticos. De hecho, ya hoy se perfilan combinaciones perversas de una política de mercados mundiales abiertos y de xenofobia propagada por los Estados. Hacia fuera, hacia los mercados mundiales, el comportamiento es adaptativo; hacia dentro, autoritario. Para los que ganan con la globalización lo que procede es el neoliberalismo; para los que pierden con ella, se atiza el miedo al extranjero y se dispensa, dosificado, el veneno de la reetnificación. Pero incluso en esto se evidencia que un fascismo modernizado, en caso de que fuera posible, tampoco podría sustraerse al imperativo de la inmanencia oposicional.

Este "tanto lo uno como lo otro" se personifica en la figura del especulador profesional George Soros, que encarna en una misma persona tanto el capital asilvestrado como el movimiento radical de oposición. Es a la vez especulador de primera fila y su crítico más radical. Por un lado, con sus apuestas especulativas pone a países enteros a la defensiva; por otro, proclama alto y claro que los mercados financieros albergan el peligro de un desarrollo autodestructivo. Como principio dominante, este "tanto lo uno como lo otro" tiene algo de totalitario: sustrae el suelo al "anti" del movimiento antiglobalización en la medida en que supera y anula el principio de oposición.

¿Quiere esto decir que queda excluida una red europea de movimientos de antiglobalización, quizá incluso un partido europeo antiglobalización? No, pero éstos tendrían que aportar el valor y la energía para romper la ilusión del falso "anti" proteccionista del movimiento antiglobalización y luchar por una Europa cosmopolita abierta al mundo, que afirme la alteridad de los otros.

Globalización: transnacionalización de la economía.
NOTA.- El objetivo es netamente de carácter Académico.
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lunes, 28 de abril de 2008

GLOBALIZACION Y ESTADO DE BIENESTAR.

Globalización y Estado de Bienestar.
"Los 30 años de gloria del capitalismo".

Juan Torres López


Como es bien sabido, en los últimos dos o tres decenios se han producido cambios muy profundos en nuestras sociedades que han propiciado una nueva y quizá más profunda fase de internacionalización de las relaciones económicas y sociales.No es la primera vez en la historia en que la dimensión internacional alcanza un protagonismo tan relevante y, de hecho, lo que muchos historiadores afirman es que, en realidad, vivimos una segunda globalización. Pero sí es verdad que el vertiginoso y revolucionario avance de las nuevas tecnologías de la información ha creado un nuevo tipo de sociedad, la sociedad en red o de redes, en la que muchos de sus aspectos más determinantes del bienestar humano (para bien o para mal) se desenvuelven a escala global o planetaria.
Casi al mismo tiempo que se ha gestado esto último se ha ido produciendo también una crisis evidente (si no la práctica desaparición) de lo que hemos conocido como Estado de Bienestar.Es muy pertinente, por lo tanto, preguntarse sobre la interrelación entre ambos fenómenos sociales, si pueden reforzarse uno con otro, en qué condiciones, o si, por el contrario, son verdaderamente incompatibles.Pero para entender los efectos que la fase globalizadora en la que estamos ha tenido sobre el Estado del Bienestar es imprescindible ponerse de acuerdo sobre su naturaleza respectiva porque no todos estamos entendiendo lo mismo cuando hablamos de las mismas cosas. Creo que es fácil aceptar que cuando hablamos del Estado de Bienestar nos referimos al sistema social que se consolidó, principalmente en Europa, a partir de la II Guerra Mundial y que comúnmente se asocia con los años gloriosos del capitalismo de los años cincuenta y sesenta.
Pero hay que tener muy en cuenta que el Estado de Bienestar fue el resultado concreto de unas circunstancias sociales, políticas y económicas muy singulares y de una correlación de fuerzas entre las clases sociales muy especial.
Por un lado, el Estado del Bienestar fue posible gracias:
*- al crecimiento intensivo que favorecía grandes incrementos de la productividad y una expansión continuada de la demanda,
*- a la constante y amplia intervención del sector público en la economía,
*- al pleno empleo y a una división internacional del trabajo y
*- de las tareas productivas que garantizaba el predominio de las economías del norte desarrollado, principalmente, sobre sus antiguos territorios coloniales.
Y a todo eso coadyuvó, al mismo tiempo, la enorme capacidad de creación de consenso que proporcionaba la llamada cultura del más y la aparición, desde el principio muy ligada a los grandes poderes económicos, de las grandes industrias culturales y de manipulación de las conciencias.
Por otro lado, el Estado del Bienestar fue (para muchos, de modo principal) el resultado de un pulso entre clases sociales que en aquellos momentos históricos no tenía un ganador claro.
Ese pulso sin ganador seguro se tradujo inicialmente en un pacto (en muchas ocasiones explícito) sobre la distribución de la renta que expresaba, al mismo tiempo, el equilibrio de clases existente entonces (que impedía que se produjese un claro predominio del capital sobre el trabajo, o viceversa) y la necesidad de ofrecer un modelo relativamente aceptable para las clases trabajadoras frente al referente alternativo que en aquel momento representaban la Unión Soviética y sus países afines.
En esas condiciones, teniendo en cuenta que se orientaba sobre todo a lograr un cierto equilibrio de clases sociales, y aunque la economía tendiese constantemente, como ha sucedido siempre en el capitalismo, a su internacionalización, el Estado del Bienestar no podía ser fundamentalmente sino una experiencia nacional, es decir, fraguada en el interior de los respectivos ámbitos estatales.
La globalización neoliberal.
Por otra parte, la globalización en la que nos encontramos no es simplemente un cambio de escala, que lo es, ni el resultado de un gran revolución tecnológica, que lo es, ni un cambio de proyecto civilizatorio, que lo es, ni siquiera el resultado de una transformación radical en el modo de funcionar, organizar o regular la vida económica y social, que lo es.
La fase globalizatoria que vivimos en la actualidad es todo ello pero también, y sobre todo, es la consecuencia de un cambio radical en la correlación de fuerzas, es el resultado del pulso al que hice referencia anteriormente ganado ahora resueltamente por el capital frente a los trabajadores de todo el mundo. Y esto es lo que de verdad explica que, a medida que la globalización se ha ido consolidando, el Estado del Bienestar haya ido entrando en una crisis profunda y definitiva. Veamos esto con algo más de detalle.
Las razones que se pueden argumentan para explicar, justificar o racionalizar el declive del Estado del Bienestar en la globalización de nuestra época son muy diversas y todas seguramente cargadas de razón... si no se contextualizan adecuadamente.
Se trata, por ejemplo, de argumentos como los siguientes:
*- La falta de capacidad de maniobra de los gobiernos para llevar a cabo las políticas redistributivas que permitieran los pactos o equilibrios de rentas que son intrínsecos y consustanciales al Estado del Bienestar. Entre otras razones, porque si las llevan a cabo, estableciendo cargas impositivas que no privilegien al capital, éste se deslocaliza, desplazándose a territorios más favorables desde este punto de vista gracias a las nuevas condiciones de movilidad que proporciona el no-orden institucional del actual marco de relaciones económicas internacionales.
*- La ausencia de esos mecanismos o instrumentos redistributivos (principalmente fiscales) a escala global que permitieran compensar o complementar la acción de los gobiernos nacionales en este campo.
*- El predominio de políticas deflacionistas que deprimen la actividad económica, y que necesariamente implican reducir el potencial de crecimiento de las economías limitando, en consecuencia, las posibilidades de creación de empleos.
*- La generalización de mercados de trabajo que, en lugar de ser la fuente de la socialización en el bienestar (garantizado salarios de suficiencia, acceso a los derechos sociales universales, la creación de amplias redes familiares y sociales,... como en la etapa fordista) son precarios, origen de grandes desigualdades e incluso de un nuevo tipo de grave exclusión social.
*- La imposibilidad, en las anteriores condiciones, de originar o generar el consenso en el espacio de la mercancía (del empleo y del consumo) para pasar a convertir en mercancía la generación del consenso en el espacio del ocio o no trabajo.
*- Una renuncia efectiva al Estado, a la política y a la consideración del espacio colectivo (que es el propio del bienestar cuando las personas se reconocen como seres sociales más que como simples individuos) como ejes de la acción social, para convertir al mercado en su centro omnipresente.
Por otro lado, la regulación socioeconómica desde la ética y la lógica del mercado que sostiene la globalización en la que nos encontramos ha producido una economía global que es imagen vicaria del mercado: imperfecta, asimétrica, desigualadora, útil solamente para optimizar la rentabilización de los intercambios pero completamente ajena a la equidad o simplemente a la problemática distributiva.
Finalmente, el orden institucional que finalmente acompaña a este estado de cosas que caracterizan a la globalización de nuestras días es la negación estricta de sí mismo porque no es un auténtico orden global (como ocurre paradigmáticamente en el campo financiero) sino una arquitectura que no se rige sino por la búsqueda constante del beneficio con independencia de su precio o de las condiciones en que se produzca (lo que explica, por ejemplo, los acusado problemas de sostenibilidad que la acompañan).
En todas estas condiciones, lo que viene creando la globalización son sociedades fragmentadas, desiguales y compuestas de individuos ensimismados que renuncian implícita o explícitamente, consciente o inconscientemente, a su pertenencia a grupos o a la clase, es decir, al otro como puente hacia su socialización. Unas sociedades en las que, efectivamente (y como suele ser opinión mayoritaria) es materialmente imposible que sobreviva el Estado del Bienestar.
Ahora bien, lo que sucede es que esta incompatibilidad no se da entre globalización y bienestar de modo genérico sino entre proyectos históricos concretos de ambos.
Es fundamental tener en cuenta que la globalización en la que nos encontramos, como ocurriera con otras fases globalizadoras, no es la globalización. En realidad, es su modalidad neoliberal, tan inevitablemente caduca como históricamente lo es cualquier otra.Y lo está ocurriendo, y afectando gravemente al bienestar, es que la globalización neoliberal es radicalmente imperfecta.
No es verdad que esté implicando una globalización de todas las relaciones sociales, como falsamente se quiere hacer creer. Por el contrario, son demasiados los ámbitos que expresamente están quedando fuera de la dimensión global que podrían alcanzar para lograr mejores condiciones de vida y bienestar para el conjunto de la humanidad. De hecho, son muy pocos los ámbitos socioeconómicos que en nuestros días se encuentran globalizados perfecta y literalmente hablando. Quizá solamente el dinero y las finanzas. Ni siquiera el comercio, porque los países ricos imponen costosísimas y barreras a los más pobres. Tampoco el trabajo, pues se mantienen fronteras obviamente contrarias a la liturgia liberalizadora con la que se nos adoctrina día a día. Y la globalización de la cultura, de los valores o las pautas de consumo o estilos de vida son, una clara expresión uniformadora más que la del mosaico en que debiera reflejarse la diversidad global de nuestro planeta.
En definitiva, el Estado del Bienestar es incompatible con la globalización pero solo en la versión neoliberal de ésta última y lo que eso indica no es que haya que renunciar a la globalización o mucho menos al bienestar sino que hay que hacer que éste sea su eje. En lugar de renunciar y dejar de hablar de bienestar lo tendríamos que erigir en el centro de la globalización para así avanzar hacia lo que me parece que satisface mejor que la agenda actual a las aspiraciones humanas más auténticas: la sociedad mundial del Bienestar Global.
Juan Torres López es Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga (España).
Publicado originalmente en la revista Temas para el Debate. Reproducido únicamente con fines educativos. 29 de abril del 2008.

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EL IMPACTO DE LA CRISIS GLOBAL EN AMERICA LATINA.

Cómo puede impactar en la región la crisis financiera internacional.

Por: Eduardo Lucita (LA ARENA)
Fecha publicación: 25/04/2008. ARGENPRESS, info…..

¿Cuál será la extensión y la profundidad de la actual crisis internacional? ¿Alcanzará a la economía real?
¿La economía estadounidense se desacelerará o por el contrario irá a una recesión? y sobre todo ¿Qué puede pasar en la región latinoamericana?
Estas y otras preguntas cruzan la preocupación de economistas y analistas de distintas corrientes teóricas y tendencias políticas. Atrás han quedado ya los debates acerca de si el ciclo expansivo (2003-2007) de la economía norteamericana concluiría en un aterrizaje suave o duro. Ya nadie duda que será esto último y que tendrá implicancias para la economía global por el solo hecho de que, al menos hasta ahora, el 60% del crecimiento de la economía mundial se explicaba por el consumo de los EEUU, un país que consume más de lo que produce y la brecha la cubre con importaciones.
Las tesis del desacople.
En los últimos tiempos y al compás de la profundización de la crisis distintas voces se han alzado pregonando las tesis del desacople. Esto es, la posibilidad de que países y regiones completas tendrían forma de aislarse del impacto global. Se aduce para esto que la crisis quedará encapsulada en el sector financiero; que la economía china tiene el suficiente vigor como para compensar la caída estadounidense y que varios países de América latina, entre ellos Argentina, han logrado una suerte de blindaje, resultado del abultado nivel de reservas y de los superávit comercial y financiero alcanzados, por lo que quedarían al margen.
Sin embargo estas tesis han comenzado a debilitarse a poco de conocerse las recientes estimaciones del FMI acerca del costo de la crisis. Sus cálculos -aunque el FMI es una institución muy desprestigiada y poco confiable- arrojan cómputos del orden de los 945 mil millones de dólares, casi ¡un millón de millones¡ La cifra adquiere relevancia no sólo por su colosal magnitud, sino porque hasta no hace mucho tiempo atrás se estimaba este costo en la mitad de esa cifra. Hasta el momento el costo orilla los 600 mil, y esta semana se ha conocido que el Banco de Inglaterra decidiría un salvataje histórico de 100.000 millones de dólares, que podría llegar al doble. No parece aventurado ni muy alarmista esperar nuevas turbulencias y nuevos salvatajes.
No sólo es la magnitud de la crisis sino que ella se ha desatado en el centro neurálgico del capitalismo mundial -EE.UU e Inglaterra- y de allí se irradia al mundo.
La vía financiera.
Ya nadie duda de que el impacto será global y que, a pesar de la enorme masa monetaria arrojada para inyectar liquidez en los mercados, su primera manifestación será, ya los es, el encarecimiento del crédito y las dificultades crecientes para conseguir financiamiento. Esto es particularmente significativo para los países más endeudados de la región, Brasil entre ellos, y sobre todo nuestro país.
Como ya lo anticipara esta columna, la deuda argentina, por las condiciones de los bonos del canje y la capitalización de intereses, crece automáticamente. Lo hizo en más de 14.000 millones de dólares en 2007 y se deberá conseguir financiamiento para el bienio 2008-2009 del orden de los 18.000 (6.000 para el año en curso y 12.000 para el próximo). Aquí la crisis se hará sentir por el mayor costo de financiamiento.
La vía comercial.
Pero en una economía globalizada e interdependiente no sólo cuentan las transacciones financieras, también los flujos comerciales. Las importaciones de los países están relacionadas a su crecimiento económico, pero si este crecimiento se deteriora o ingresa en recesión las importaciones tienden a debilitarse. Así el intercambio comercial es también una vía de transmisión de la crisis en curso.
Es indudable que en América latina los países que se verán más afectados son aquellos cuyas exportaciones son muy dependientes de los EEUU: en primer lugar México, pues más del 70% de sus exportaciones van al mercado americano, luego Brasil y Colombia. Los países que tienen industrias 'maquiladoras', México, El Salvador y Honduras, sufrirán las consecuencias. También aquellos que tienen firmados tratados de libre comercio con el país del norte, Chile entre otros. Este es el impacto directo de una contracción del déficit comercial norteamericano por menores importaciones. Argentina será uno de los menos afectados por esta vía, sólo el 7% de nuestras exportaciones van hacia este mercado. Según un estudio del prestigioso Center For Economic And Policy Research (CEPR) de los EEUU este porcentual es solo un 1,6% del PBI, lo cual implicaría que si el déficit comercial del país del norte se achica del actual 5,2% hasta un 1%, la caída de las exportaciones sería del 1,1% y el PBI se vería disminuido en solo un 0,4%.
Pero hay también un impacto por vía indirecta. Esto es, qué pasa con los países que exportan fuertemente a EE.UU (Chile 12%; Brasil 18%) y a los que su vez Argentina les exporta por montos significativos (7% y 20% respectivamente).
Siguiendo el citado informe del CEPR una fuerte contracción del déficit norteamericano significará para Chile una pérdida de exportaciones del orden del 2,9% y una caída de su PBI del 1,2%. Para Brasil estos cálculos arrojan 2,8% y 0,4% respectivamente. No parecen ser demasiados significativos para nuestra economía.
China.
Argentina no puede dejar de tener en cuenta a China, que consume el 9% de nuestras exportaciones. El caso chino es distinto por su magnitud pero también por su evolución. Es el país más dependiente del mercado estadounidense, pero esto está cambiando. Las exportaciones han sido importantes para el crecimiento de su economía, pero nunca fueron decisivas. En el período 2005-2007 aportaron 2 ó 3 puntos al PBI, pero la demanda interna (consumo + inversión) lo hizo entre 8 y 9 puntos.
Según el informe del Banco Mundial correspondiente al cuarto trimestre del 2007 la economía china creció un 11,2%, la contribución de las exportaciones a ese crecimiento fue de sólo 0,4% mientras que el consumo más las inversiones aportaron 10,8%. Continuando con su análisis el BM señala que las importaciones están creciendo más que las importaciones y que por primera vez en siete años el consumo es un porcentaje mayor del PBI que la inversión.La importancia de esto radica en que si bien se espera una desaceleración de la economía china ésta seguiría creciendo en el 2008 al 9 ó 10%, pero si la mayor parte de este crecimiento está solventado por el mercado interno, y especialmente por el consumo, el aporte de China al sostenimiento de la demanda global del sistema sería mayor que antes de la crisis.
Por lo que puede inferirse que la demanda de materias primas en volumen continuará, aunque sus precios puedan caer un 20 % por el componente especulativo existente.
En síntesis, Argentina se verá afectada, pero ni tanto, ni tan poco. Las exportaciones seguirán su curso ascendente, aunque el superávit comercial tenderá a disminuir y crecerán las dificultades financieras. Algo que ya conocemos aunque, claro está, la economía no es una ciencia exacta.
Eduardo Lucita es integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda).

miércoles, 23 de abril de 2008

¿ "LA FE EN LA VUELTA DEL ESTADO" ?

De la fe en el mercado a la fe en el Estado

Incluso los neoliberales más radicales suplican ahora el intervencionismo del Estado en economía y mendigan las donaciones de los contribuyentes. Eso sí, cuando había beneficios, los consideraban diabólicos

ULRICH BECK
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*- Primer acto de la obra La sociedad del riesgo global: Chernóbil.
*- Segundo acto: la amenaza de la catástrofe climática.
*- Tercer acto: el 11-S.
*- Y en el cuarto acto se abre el telón: los riesgos financieros globales.
Entran en escena los neoliberales del núcleo duro, quienes ante el peligro se han convertido de repente desde la fe en el mercado a la fe en el Estado. Ahora rezan, mendigan y suplican para ganarse la misericordia de aquellas intervenciones del Estado y de las donaciones multimillonarias de los contribuyentes que, mientras brotaban los beneficios, consideraban obra del diablo. Qué exquisita sería esa comedia de los conversos que se interpreta hoy en la escena mundial si no tuviera el resabio amargo de la realidad. Porque no son los trabajadores, ni los socialdemócratas o los comunistas, ni los pobres o los beneficiarios de las ayudas sociales quienes reclaman la intervención del Estado para salvar a la economía de sí misma: son los jefes de bancos y los altos directivos de la economía mundial.
Esta crisis es la historia del fracaso de un mercado que ocultó los riesgos del crédito inmobiliario
Por el interés común, al Estado sólo le queda intervenir y proponer una regulación supranacional
Para empezar, tenemos a John Lipsky, uno de los dirigentes del Fondo Monetario Internacional y reconocido fundamentalista del libre mercado, quien de pronto exhorta con una llamada alarmista a los gobiernos de los Estados miembros a hacer exactamente lo contrario de lo que ha predicado hasta ahora, esto es, evitar un derrumbe de la economía mundial con programas de gasto masivos. Como es sabido, el optimismo es inherente al mundo de los negocios. Cuando incluso él habla de que los políticos tendrían que "pensar lo impensable" y prepararse para ello, queda claro lo grave de la situación.

El fantasma de lo "impensable", que ahora es una amenaza en todas
partes, debe por supuesto despertar el recuerdo de las crisis mundiales de los siglos pasados, y salvar a los bancos del abismo. Entra en escena Josef Ackermann, jefe del Deutsche Bank, quien confiesa que él tampoco cree ya en las fuerzas salvadoras del mercado. Al mismo tiempo, se retracta de su abjuración y afirma que no tiene dudas sobre la estabilidad del sistema financiero. Eso suena tranquilizador. ¿O no? Si el distinguido economista fuera sincero, tendría que admitir dos cosas: que la historia de esta crisis es una historia del fracaso del mercado, y que en todas partes gobierna el desconcierto, o más bien la brillante ignorancia.

El mercado ha fracasado porque los riesgos incalculables del crédito inmobiliario y de otros préstamos se ocultaron intencionadamente, con la esperanza de que su diversificació n y ocultación acabaría reduciéndolos. Sin embargo, ahora se demuestra que esta estrategia de minimización se ha transformado en lo opuesto: en una estrategia de maximización y extensión de riesgos cuyo alcance es incalculable. De repente, el virus del riesgo se encuentra en todas partes, o por lo menos su expectativa. Como en un baño ácido, el miedo disuelve la confianza, lo cual potencia los riesgos y provoca, en una reacción en cadena, un autobloqueo del sistema financiero. Nadie tiene mejores certidumbres. Pero de pronto, ahora se sabe en todas partes que ya nada funciona sin el Estado.

¿En realidad qué significa riesgo? No hay que confundir riesgo con catástrofe. Riesgo significa la anticipación de la catástrofe. Los riesgos prefiguran una situación global, que (todavía) no se da. Mientras que cada catástrofe tiene lugar en un espacio, un tiempo y una sociedad determinados, la anticipación de la catástrofe no conoce ninguna delimitación de esta índole. Pero al mismo tiempo, puede convertirse en lo que desencadena la catástrofe, siempre en el caso de los riesgos financieros globales.

Es cierto que los riesgos y las crisis económicas son tan antiguos como los propios mercados. Y, por lo menos desde la crisis económica mundial de 1929, sabemos que los colapsos financieros pueden derrocar sistemas políticos, como la República de Weimar en Alemania. Pero lo que resulta más sorprendente es que las instituciones de Bretton-Woods fundadas después de la Segunda Guerra Mundial, que fueron pensadas como respuesta política a los riesgos económicos globales (y cuyo funcionamiento fue una de las claves para que se implantara el Estado del bienestar en Europa) hayan sido disueltas sistemáticamente desde los años 70 del siglo pasado y reemplazadas por sucesivas soluciones ad hoc. Desde entonces estamos confrontados con la situación paradójica de que los mercados están más liberalizados y globalizados que antes, pero las instituciones globales, que controlan su actuación, tienen que aceptar drásticas pérdidas de poder.

Como se ha demostrado con la "crisis asiática", además de la "crisis rusa" y la "crisis argentina", y ahora también con los primeros síntomas de la "crisis americana", los primeros afectados por las catástrofes financieras son las clases medias. Olas de bancarrotas y de desempleo han sacudido estas regiones. Los inversores occidentales y los comentaristas en general observan las "crisis financieras" solamente bajo la perspectiva de las posibles amenazas para los mercados financieros. Pero las crisis financieras globales no pueden "encasillarse" dentro del subsistema económico, como tampoco las crisis ecológicas globales, ya que tienden más bien a generar convulsiones sociales y a desencadenar riesgos o colapsos políticos. Una reacción en cadena de estas características durante la "crisis asiática" desestabilizó a Estados enteros, a la vez que provocó desbordamientos violentos contra minorías convertidas en cabezas de turco.

Y lo que era todavía impensable hace pocos años se perfila ahora como una posibilidad real: la ley de hierro de la globalización del libre mercado amenaza con desintegrarse, y su ideología con colapsarse. En todo el mundo, no sólo en Sudamérica sino también en el mundo árabe y cada vez más en Europa e incluso en Norteamérica los políticos dan pasos en contra de la globalización. Se ha redescubierto el proteccionismo. Algunos reclaman nuevas instituciones supranacionales para controlar los flujos financieros globales, mientras otros abogan por sistemas de seguros supranacionales o por una renovación de las instituciones y regímenes internacionales. La consecuencia es que la era de la ideología del libre mercado es un recuerdo marchito y que lo opuesto se ha hecho realidad: la politización de la economía global de libre mercado.

Existen sorprendentes paralelismos entre la catástrofe nuclear de Chernóbil, la crisis financiera asiática y la amenaza de colapso de la economía financiera. Frente a los riesgos globales, los métodos tradicionales de control y contención resultan ineficaces. Y a la vez, se pone de manifiesto el potencial destructivo en lo social y político de los riesgos que entraña el mercado global. Millones de desempleados y pobres no pueden ser compensados financieramente. Caen gobiernos y hay amenazas de guerra civil. Cuando los riesgos son percibidos, la cuestión de la responsabilidad adquiere relevancia pública.

Muchos problemas, como por ejemplo la regulación del mercado de divisas, así como el hacer frente a los riesgos ecológicos, no se pueden resolver sin una acción colectiva en la que participen muchos países y grupos. Ni la más liberal de todas las economías funciona sin coordenadas macroeconómicas.

Las élites económicas nacionales y globales (los dueños de los bancos, los ministros de finanzas, los directivos de las grandes empresas y las organizaciones económicas mundiales) no deberían sorprenderse de que la opinión pública reaccione con una mezcla de cólera, incomprensión y malicia. Pero el convencimiento certero de que, en una crisis, el Estado al final acabará salvándoles, permite a los bancos y a las empresas financieras hacer negocios en los tiempos de bonanza sin una excesiva conciencia de los riesgos.

No tiene que ver con la envidia social el recordar que los exitosos banqueros ganan al año importes millonarios de dos cifras, y los exitosos jefes de firmas de capital riesgo y de fondos especulativos incluso mucho más. En los tiempos que corren, los banqueros actúan como los abogados defensores del libre mercado. Si el castillo de naipes de la especulación amenaza con desmoronarse, los bancos centrales y los contribuyentes deben salvarlo. Al Estado sólo le queda hacer por el interés común lo que siempre le reprocharon quienes ahora lo reclaman: poner fin al fracaso del mercado mediante una regulación supranacional.

Ulrich Beck es sociólogo y profesor de la Universidad de Múnich y la London School of Economics. Traducción: Martí Sampons.

lunes, 21 de abril de 2008

¿ QUE SIGNIFICA SER DE IZQUIERDA HOY ?.


¿QUÉ SIGNIFICA SER DE IZQUIERDA HOY?

A fines del siglo XVIII se acuñó el término “izquierda” en referencia a la asamblea de la revolución francesa, donde los representantes de las ideas republicanas y democráticas solían ocupar los asientos ubicados justo al lado izquierdo de la sala. La derecha, por el contrario, era el área que ocupaban los monárquicos y quienes se oponían a que las cosas cambiaran.
Desde entonces se considera que la opción política de izquierda es aquella que privilegia el progreso, el cambio o la renovación del orden existente Sin embargo, los múltiples cambios globales que se experimentaron durante los últimos treinta años, han llevado a lo que se reconoce como una “crisis” de la opción de izquierda: la lucha social se convirtió en lucha partidista y la lógica electoral se impuso para dar a la contienda política la forma de un enorme mercado, donde mediante el voto los ciudadanos eligen de entre las opciones posibles, sin tener control ni capacidad de decidir sobre los actos de quienes han sido elegidos. Es por eso que se habla también de una crisis de representación: ¿a quién representan los políticos sino a sí mismos o, en el mejor de los casos, a los intereses de su grupo inmediato de referencia?
En México, esta crisis –que es mundial- se agrega a la que hemos analizado en el documento previamente enviado, la de las organizaciones de la sociedad civil.
Para intentar iluminar el camino algunos miembros del consejo del MCD se reunieron con destacados representantes de eso que tradicionalmente se ha llamado “izquierda” para reflexionar sobre la pregunta que encabeza este escrito.
De la larga reflexión hemos rescatado algunas ideas que pueden ser útiles y facilitar el trabajo de la asamblea nacional. Este proceso continuará. Antes de la asamblea tendremos una sesión adicional cuyos resultados enviaremos para aportar entre todos nuevos temas de reflexión.
¿Reforma o revolución?
La izquierda actual continúa enfrentándose al viejo dilema que tanto preocupó a sus antecesores en los siglos XIX y XX. Entonces la izquierda fue definida como la expresión del movimiento obrero, como una fuerza revolucionaria. Para Arnoldo Martínez Verdugo, el debate actual aún oscila entre estos dos momentos, aunque se han perdido de vista. La izquierda, tal y como se ha comportado en México en los últimos años –a tono con diversas experiencias europeas y estadunidenses- ha optado por mantenerse en el momento de la reforma. Es decir, ha orientado su acción, su estrategia y su análisis hacia la modificación paulatina del orden existente. Gracias a ello se han logrado modificaciones como la construcción de un sistema de partidos medianamente sólido y la institucionalización de algunos derechos. Sin embargo, es posible pensar también que el momento de la reforma haya pasado y que haya que incursionar nuevamente en aquel otro polo original: el de la revolución.Desarticulación entre los diversos sujetos sociales
Treinta años de políticas neoliberales han dejado un saldo bastante negro en lo que respecta a la existencia de sujetos sociales: el desmantelamiento de sujetos colectivos ha sido una constante que se ha percibido con particular claridad en los últimos quince años. La cooptación, la creciente acción en torno a reivindicaciones puntuales, sectoriales y específicas (sobre todo económicas), la pérdida de capacidad de negociación son algunos de los resultados de la aplicación del modelo económico, político y cultural que se ha llamado neoliberalismo. En México, como en otros países, a la disminución del aparato y las responsabilidades del Estado se agrega el aumento de la capacidad del mercado de determinar las decisiones de orden social y político, el desmantelamiento de sujetos sociales y de los derechos humanos, ciudadanías poco integradas, democracias débiles.
Además, se ha experimentado una desarticulación entre sujetos que en el pasado produjeron frentes amplios e iniciativas comunes. Esta situación se ve agravada por lo que algunos han llamado “crisis de paradigmas”, una gran incertidumbre a propósito del rumbo a seguir y la vivencia cotidiana que promueve la competencia y las visiones de corto plazo (que tienen una de sus manifestaciones en el bombardeo constante de información que no puede ser adecuadamente analizada). La globalización va más allá de lo económico y lo político, se ha convertido en una cultura hegemónica. Esta situación hace fundamental un trabajo de reconstrucción de las capacidades y la autonomía de los sujetos sociales, el estado democrático de derecho, el estado social, la exigibilidad de los derechos humanos y la promoción de la autogestión. La desarticulación parece ser uno de los más importantes obstáculos a vencer. Pero para ello deben construirse puntos de confluencia, un proyecto alternativo que recupere y englobe los diversos proyectos particulares de organizaciones sociales y civiles.
El papel del Estado nacional.
Para Carlos San Juan, uno de los invitados a presentar sus reflexiones sobre la izquierda, existen nuevos y grandes retos que es necesario afrontar. En el centro de estos se encuentra el Estado nacional, que ha sido rebasado en muchos aspectos por los diversos procesos de globalización. Por ello, la izquierda debe reformularse para idear:· Un proyecto de Estado- nación fuerte, capaz de resistir al modelo de globalización hegemónico.
· Un pacto social incluyente que incorpore a actores tradicionalmente marginados. · Mecanismos de profundización de la democracia. Puesto que la sociedad civil se define en su relación con el Estado, es necesario que ésta se construya vías para ampliar los canales de participación y de toma de decisiones de carácter público. En este aspecto cabe destacar la importancia de los derechos económicos, sociales y culturales (DESC), que en la tradición de izquierda pueden encontrar modos para hacerlos exigibles. · Formas de recuperación de la vieja tradición de izquierda de promover la construcción del espacio público.
Igualdad, libertad, diversidad y pluralidad.
El mayor de los errores de la izquierda del siglo XX fue quizá el ignorar las dimensiones de la libertad y la de la diversidad, privilegiando la de la igualdad. En el siglo XXI, los derechos humanos no pueden seguir siendo concebidos tan solo como derechos de igualdad y libertad formales. El nuevo reto parece consistir en definir también contenidos mínimos que garanticen el respeto a las minorías y la aceptación de la pluralidad como sinónimo de riqueza, antes que como una mal soportada “tolerancia”.

Orientación a la derecha en las votaciones y escasa militancia.
Los sectores de izquierda de diversos países han padecido un severo impacto en sus proyectos políticos. Se ha producido un divorcio entre los gobiernos de izquierda y sus proyectos (por ello, han sido en muchos sitios esos gobiernos quienes implementaron las reformas neoliberales). A la par, se ha producido un resurgimiento de los partidos de derecha. Esta situación, frecuente tanto en América como en Europa, hace necesaria que el trabajo de la izquierda sea coordinado en varios países y que éste se sustente en una visión unificada para enfrentar problemas similares y lidiar con corporaciones trasnacionales y organismos intergubernamentales. Por otra parte, los partidos se han escindido de los movimientos sociales y de las organizaciones de base; eso se ha agravado por una suerte de “crisis de militancia”. Tanto en los partidos como en las organizaciones sociales y civiles ha escaseado la militancia y la capacidad de incorporar a nuevos sectores: no se han elaborado nuevos discursos que resulten atractivos y convincentes, especialmente para la población más joven. Hoy, no logramos cambiar la visión que prevalece en donde los problemas sociales son vistos tan solo como asuntos individuales. Los derechos humanos: identidad de la izquierda
Hoy, la izquierda parece situarse bajo la bandera de los derechos humanos.. En este sentido, los derechos económicos, sociales y culturales constituyen una nueva forma de reconocimiento de la izquierda precisamente porque su respeto y realización garantiza contenidos que permitan el ejercicio real de todos los derechos. La identidad de izquierda se determina por su oposición a la discriminación por motivos de raza, sexo, nivel económico, preferencia sexual, etc. Sin embargo, el “discurso oficial” ha expropiado muchos de los conceptos en que la izquierda basaba su acción:
*- derechos humanos,
*- democracia,
*- lucha contra la pobreza,
*- solidaridad, desigualdad.
Pero esto no es una razón para abandonarlos. Por el contrario, afirma Antonio Villalba, otro de nuestros invitados, la izquierda debe inmiscuirse en estos temas y reivindicarlos para sostener una postura alternativa que no abandone estos asuntos.
Los derechos humanos nos remiten también a la dimensión ética del actuar político; esta debe ser recuperada para devolver a la izquierda su carácter de generadora de alternativas plausibles y su capacidad de construir una hegemonía social y cultural distinta a la imperante. ************

EPITAFIO DEL CAPITALISMO GLOBAL.

Epitafio del capitalismo global


Murió el 14 de marzo del 2008

Alfredo Jalife-Rahme

Martin Wolf, editor de economía de The Financial Times, portavoz del neoliberalismo global, decreta la fecha de las exequias de la desregulada globalización financiera neofeudal cuando Ben Shalom Bernanke rescató de su quiebra al quinto banco estadunidense, Bear Stearns: “Recuerden el viernes 14 de marzo de 2008: fue el día en que el sueño del capitalismo del libre mercado global feneció” (25/3/08).
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Fulmina que “con su decisión para rescatar Bear Stearns, la Reserva Federal (Fed), la institución responsable de la política monetaria en EU, principal protagonista del capitalismo de libre mercado, declaró que su era había concluido”. Agrega como último clavo en el féretro del putrefacto capitalismo neoliberal, las declaraciones de Joseph Ackermann, jerarca de Deutsche Bank, el principal banco de Alemania: “No creo más en el poder autocurativo de los mercados. La desregulación alcanzó sus límites”.

Cualquiera que haya leído el libro agotado El lado oscuro de la globalización: post-globalización y balcanización, Ed. Cadmo & Europa (que recopila textos a partir de 1997) y nuestras contribuciones a Bajo la Lupa desde hace ocho años, no se asombrará de la coincidencia de opiniones entre Wolf, Ackermann y quien esto escribe, sobre la crisis terminal del modelo neoliberal, que, desde el punto de vista estructural y no ideológico, diagnosticamos desde hace más de 10 años.

Siempre comentamos que lo único que faltaba era el sacerdote que oficiaría las exequias cuya identidad ya se sabe: Ben Shalom Bernanke, quien heredó el mayor cataclismo financiero de la historia de la humanidad creado por su antecesor, el locuaz Alan Greenspan.

La “desilusión” de Wolf, combinada con una notable honestidad intelectual, se acopla a la medida de su infantilismo ideológico, quien llegó “a soñar (sic) que la desregulación financiera” del mercado de riesgo (securitisation) conseguiría apartar a los gobiernos de su intervención”.

En realidad, el desregulado neoliberalismo neofeudal que practica la banca israelí-anglosajona, siempre epitomizó la “privatización de las ganancias y la socialización de las pérdidas” en forma parasitaria. A diferentes niveles y dimensiones, pero a final de cuentas no existe diferencia alguna entre los megafraudes de los hermanos Martin y Alejandro Werner Wainfeld en la Secretaría de Hacienda, totalmente controlada por la banca israelí-anglosajona, ni del tuxpeño Roberto Hernández Ramírez, con los felones de la banca privada de Wall Street.

Sin contar los revolventes riesgos inherentes a la “desregulación” del modelo neoliberal, es decir, su “contabilidad invisible” (off-balance sheet) y sus “paraísos fiscales” (off-shore), ambos diseñados para piratas, Wolf pone el dedo en la llaga sobre la “ineficiencia” del modelo neoliberal rescatado por los bancos centrales del G7: “un casino desregulado y subsidiado que no asigna los recursos correctamente”.

No es el ridículo “fin de la historia” fukuyamesco, pero sí el “fin de la histeria” bursátil del desregulado neoliberalismo neofeudal.

Los límites de la desregulación.

El gran poeta californiano Robert Frost, citado por el economista de Harvard Kenneth Rogoff y el mismo Wolf, describió los peligros tanto de la “ruina financiera”, que asemejó al “fuego”, como de la “inflación”, que comparó al “hielo”, que se abaten sobre los humanos. Wolf admite que “son tiempos peligrosos, pero también históricos” y pone en tela de juicio “las pasadas tres décadas”, en momentos en que “EU ha mostrado los límites de la desregulación”. Quizá lo ignoren los economistas, ya no se diga los ignaros financieros, pero en siquiatría la desregulación equivale a la locura.

Las “implicaciones serán globales, extensas y de largo plazo”, sentencia Wolf. En Hong Kong, desde las antípodas de Wall Street, Chan Akya fustiga a los “nuevos brahmanes” (Asia Times, 29/3/08), la nueva casta de banqueros que son rescatados de sus quiebras con el dinero de los contribuyentes, lo cual ha llevado a la “desaparición” (sic) del sistema anglosajón: “la Fed consiguió en un par de meses lo que tomó siete décadas a la Unión Soviética, es decir, destruir el capitalismo global de mercado del sistema anglosajón”.

Califica a los gobernadores de los bancos centrales del G7 (nota: extensivo a sus caricaturas grotescas de Iberoamérica) como “totalmente corruptos, además de ser terriblemente incompetentes”.

Se mofa de la “inflexibilidad de la política monetaria” del Banco Central Europeo que “alegremente rescata cada banco que se le arroja a sus pies”. Desmonta impecablemente el fracaso de los rescates bancarios de Japón y del “socialismo (sic) de mercado” de Suecia, que ha sido imitado en forma insensata por la Fed.
El dramaturgo conservador e “historiador de las ideas” de Oxford, David Selbourne, resalta la “crisis profunda” de Gran Bretaña y su retroceso que compara a “la mitad del siglo XVII”, cuando se gestó la Revolución de Cromwell y la población se encontraba “loca de libertad” (como ahora): “con las economías occidentales ampliamente supeditadas al consumismo, que se ha vuelto la medida del progreso nacional, las democracias liberales han tropezado hacia la oscuridad” (The Spectator, 26/3/08).

Hace un año apuntamos en nuestro libro premonitorio Fin de una era: turbulencias en la globalización (Ed. Libros del Zorzal, Buenos Aires, 07): “Los bancos centrales del G-7 prefieren una crisis financiera global a tener que sacrificar el modelo capitalista. La gestión de las múltiples burbujas greenspanianas llevó a una megaburbuja teratológica que es preferible dejar estallar antes de que arrase con todos los jugadores. No es poca cosa, se trata del estallido del sistema de flotación impuesto unilateralmente por Nixon en 1971, que se sumó a la desregulada globalización financiera feudal de 1991. Habrá que ver cómo se repone el sistema capitalista de su orgía especulativa, que pone en riesgo su propia existencia y la supervivencia del género humano. Se muere una burbujeante era financiera de 35 años”. ¿No que no?
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domingo, 20 de abril de 2008

EL NUEVO ESTADO DEL MUNDO.

El Nuevo Estado del Mundo.

Ignacio Ramonet

Le Monde Diplomatique


Trágicos fogonazos del conflicto más antiguo del planeta, las recientes hostilidades en Gaza y el Líbano atestiguan a su manera, cinco años después de los atentados del 11 de septiembre, las características del nuevo estado del mundo.
Trágicos fogonazos del conflicto más antiguo del planeta. las recientes hostilidades en Gaza y el Líbano atestiguan a su manera. cinco años después de los atentados del 11 de septiembre. las características del nuevo estado del mundo. A la ONU le cuesta poner en pie la fuerza de interposición en el Líbano, mientras la política de "guerra contra el terrorismo" de Washington y sus aliados no hace más que exacerbar los conflictos; Irán desafía al Consejo de Seguridad, invitándolo a "negociaciones serias" y emergen nuevos actores, sobre todo en Asia. La injusticia social, la pobreza, las migraciones, el comercio, el medio ambiente se vuelven más apremiantes y el curso de la mundialización parece dar un vuelco.
A modo de esbozo cartográfico que ayude a ubicarse en los laberintos de la actualidad, se presentan aquí, en cuatro observaciones generales y diez breves consideraciones, algunos modestos elementos de orientación sobre el nuevo estado del mundo.
Observaciones generales.
Primera: El principal fenómeno de nuestra época, la mundialización económica, no parece haber incidido directamente en estos enfrentamientos en Medio Oriente. Ni para desencadenados, ni para fomentados, ni para apaciguarlos.
Lo que confirmaría dos postulados: el carácter arcaico de esta guerra en la que se mezclan, como en el siglo XIX, conflictos territoriales, crispaciones nacionalistas y I pasiones religiosas; además, el error de la ideología liberal de creer que el mero aumento de los intercambios es generador de paz.
Segunda: El hecho de que una vez más Medio Oriente concite la atención de los medios de comunicación no debe hacer olvidar la importancia estratégica de Asia, donde se juega en gran parte el destino del siglo XXI, teniendo en cuenta el creciente peso de dos gigantes, India y China. No hay que subestimar el peligro de enfrentamientos entre China y Taiwán; Corea del Norte y Japón; India y Pakistán.
Tampoco debe subestimarse al África Subsahariana donde, como en una olla a presión, se acumulan problemas de todo tipo (entre ellos el de la miseria extrema y los migrantes clandestinos), que acabarán explotándoles en la cara a los países ricos.
Tercera: La guerra nuclear vuelve a convertirse en una de las dos mayores amenazas que pesan sobre el mundo (la otra es la catástrofe ecológica). Israel, a quien durante los recientes combates le costó imponerse claramente por medios militares convencionales, posee armas atómicas pero, al igual que otros dos Estados nucleares rivales, Pakistán e India, no adhirió al Tratado de No Proliferación Nuclear.
No lejos de este escenario, tres potencias económicas se encuentran militarmente comprometidas y sufren desengaños: Estados Unidos, Reino Unido y Rusia. Las dos primeras en Irak y Afganistán, la tercera en Chechenia. Por añadidura, la más importante alianza militar, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de la que Francia (a su vez potencia atómica) es miembro, combate también en Afganistán.
Aunque existan en otras partes peligros de conflicto nuclear –en la península de Corea y el Estrecho de Taiwán – la zona que se extiende desde las fronteras occidentales de India hasta el Canal de Suez concentra el arsenal más devastador de todos los tiempos. Con excepción de China, todas las grandes potencias se encuentran allí militarmente activas. Una simple chispa puede producir la deflagración.
Por eso, el manejo de las crisis que allí se suceden requiere una experiencia diplomática cuya clave sólo posee Naciones Unidas. Pero, tal como acaba de demostrarse en el Líbano, la ONU, en su actual configuración, sigue siendo a la vez indispensable y desesperadamente impotente frente a los grandes conflictos contemporáneos. En cuanto a la Unión Europea (DE), con su larga historia de desastres bélicos, sería el mejor de los mediadores... si no siguiera siendo un enano político.
Cuarta: Para comprender las estrategias hoy utilizadas, es preciso distinguir claramente los tres tableros en los cuales se juega nuestro futuro:

a) el militar, en el que dominan los Estados–Naciones condicionados por el factor territorial y los ciclos electorales breves (lo que los torna poco aptos para abordar los problemas a largo plazo y planetarios).
Aquí la supremacía de Estados Unidos es total, así como su voluntad de imponer un mundo unipolar;
b) el económico y comercial, en el que funcionan las lógicas de la mundialización definidas por el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización Mundial del Comercio (OMC). Aquí imperan las empresas privadas Y los intereses financieros, en una multiplicación de intercambios que deja entrever la perspectiva de un mundo multipolar;
c) el ecológico y social, en el que se acumulan los problemas en tres niveles. El del medio ambiente (cambio c1imático, efecto invernadero, contaminación, deforestación, agua potable, biodiversidad). El de la necesidad de nuevas reglas internacionales (para luchar contra la injusticia del orden mundial que alimenta las tensiones internacionales; para manejar las migraciones, la utilización de organismos genéticamente modificados, la propiedad intelectual, la investigación genética, la evasion fiscal, la delincuencia moderna). Y el del destino de las poblaciones de la Tierra (el continente africano, pandemias, miseria, fractura digital, megalópolis, hambre, educación, trabajo, catástrofes naturales). Aquí predominan los pobres, los desórdenes, el desamparo y el caos.
Entre estos tres tableros, las articulaciones son aleatorias. A menudo evidentes, a veces inexistentes, en algunos casos enigmáticas.
Consideraciones breves.
Además de estas observaciones generales, cabe deducir del reciente conflicto en Medio Oriente algunas prudentes consideraciones.
Primera: Este nuevo estallido aporta una confirmación de carácter geopolítico: desde la Guerra del Golfo en 1991, esta región–polvorín ocupa efectivamente el epicentro del actual "foco perturbador mundial". Desde 1914 y hasta el final de la Guerra Fría, este foco se ubicaba en Europa. Actualmente abarca un área geográfica donde el Islam es la religión dominante y donde se sitúan, de Pakistán a Egipto, la mayoría de los grandes enfrentamientos contemporáneos: Cachemira, Afganistán, Chechenia, Cáucaso, Kurdistán, Irak, Líbano, Palestina, Somalia, Darfur...
Esta zona acumula también fuertes tensiones internacionales: diferendo entre Pakistán e India a propósito de Cachemira; amenazas a Irán, sospechoso de querer desarrollar armas atómicas; presiones de Rusia en Transcaucasia; temor de Turquía a propósito del Kurdistán iraquí; numerosos litigios por el control del agua dulce; codicia generada por la existencia, en el corazón de un vasto triángulo formado por el Golfo, Irán y el Mar Negro, de las principales reservas de hidrocarburos.
Segunda: Si bien es indiscutible que Israel tiene derecho a defenderse, la desmesura de los castigos infligidos a los civiles palestinos y libaneses sólo refleja, paradójicamente, una suerte de loca impotencia. Esto por una simple razón, que los mismos estadounidenses comienzan a entender y que el ex–presidente William Clinton expresa de esta manera: "No podemos matar a todos nuestros enemigos". Los de Israel en la región abundan.
En una guerra asimétrica, la superioridad militar aplastante no garantiza en absoluto la victoria. Estados Unidos repite su amarga experiencia. "Temo que Irak se convierta en nuestro peor desastre desde Vietnam", señala la ex–secretaria de Estado Madeleine Albright
Recurrir a un militarismo excesivo y perimido no acerca la solución política, mientras no se logre la paz, única garantía de la seguridad de Israel. Y la paz depende siempre de las negociaciones con el enemigo.
Tercera: El frente mediático resulta más decisivo que nunca. Pero el contexto de la información se metamorfoseó. El bombardeo israelí a centrales eléctricas, telefónicas y canales de televisión (Al–Manar TV, particularmente) para volver ciego, sordo y mudo el sistema de comunicación del adversario, resultó ineficaz.
Los teléfonos celulares, las cámaras miniatura y los blogs de combatientes o testigos oculares permiten actualmente una difusión global casi instantánea de imágenes de denuncia. Los bombardeos, por intensos que sean, no pueden destruir las redes de Internet, concebida para resistir ataques nucleares. Tampoco aquí los israelíes parecen haber aprendido la lección de los desengaños estadounidenses en Irak tras la difusión de las imágenes de Abu Ghraib y otros testimonios aterradores. Ni la de la caída de la imagen de Estados Unidos a los ojos de la opinión pública mundial.
Cuarta: En esta región, la democracia –que Washington asegura querer instaurar en todas partes – no constituye en absoluto un escudo contra los ataques de Israel, un Estado también democrático... A pesar de que los palestinos, únicos ciudadanos árabes de Medio Oriente –junto con los libaneses– que votaron democráticamente, en enero de 2006, eligiendo a Hamas, le tomaron la palabra, la administración Bush cerró los ojos y dejó que masacraran a (malos) demócratas y encarcelaran a sus representantes electos en Gaza.
Impuesto para "combatir el terrorismo", el castigo a Gaza y al Líbano producirá indudablemente el efecto contrario. ''Una operación que asesina a cinco insurgentes es contraproducente si sus efectos colaterales generan el reclutamiento de cincuenta nuevos rebeldes", recuerda William Pfaff.
Excesos que terminan creando lo que Mao Tse–Tung denominaba: "El mar donde nadan los combatientes de la guerrilla".
Al igual que en Palestina y el Líbano, en el conjunto del "foco perturbador" el islamismo radical está en expansión. Bajo sus diversos componentes, y a pesar de todas las reservas que puede inspirar, constituye la principal fuerza política que se opone por las armas a la dominación imperial de Estados Unidos.
En tanto ideología mesiánica para cuyo éxito futuro los militantes están dispuestos a sacrificar su vida, el islamismo radical ocupa en parte (aun cuando esta comparación pueda resultar chocante), el lugar que el anarquismo o el comunismo, por ejemplo, ocuparon en los siglos XIX y XX. Cuando en otras zonas la violencia política retrocede, en Afganistán, donde los talibanes están de regreso y las fuerzas de la OTAN a la defensiva; en Somalia, Irak, Palestina y el Líbano la corriente salafista avanza con viento a favor.
Quinta: El poder de las organizaciones no estatales no deja de incrementarse. Particularmente, el de las organizaciones no gubernamentales de carácter humanitario, ecológico, social o jurídico, a veces instrumentadas y no siempre desinteresadas. Pero en el seno del foco perturbador pululan especialmente las organizaciones no estatales armadas, que desempeñan un papel determinante en los múltiples antagonismos. Tal como atestiguan el audaz ataque del brazo armado de Hamas en Gaza, perpetrado el 25 de junio pasado, y el de las milicias de Hezbollah en el Líbano, el 12 de julio pasado, que generaron las respuestas de Israel.
Para tener en cuenta: en alguna parte en esta zona se encuentra el cuartel general del "enemigo público número uno" de Estados Unidos, la organización islamita armada Al–Qaeda, dirigida por Osama Ben Laden, que reivindicó los atentados del 11 de septiembre de 2001. Y contra la cual Washington desató la actual "guerra infinita contra el terrorismo internacional".
Sexta: Los acontecimientos del 11 de septiembre nos hicieron ingresar efectivamente en una nueva era, ya que el presidente estadounidense George W. Bush y su entorno estimaron que el terror colectivo causado por esta tragedia les daba finalmente carta blanca para poner en práctica viejos delirios geopolíticos.
Recordemos tres de ellos: reivindicación del papel "imperial" de Estados Unidos en la conducción de los asuntos mundiales; asimilación de toda lucha de resistencia nacional (como la de Hamas y Hezbollah) al "terrorismo"; y prioridad acordada a la vigilancia generalizada de los ciudadanos a costa de sus libertades.
En nombre de este cuerpo de doctrina, se autorizó a la CIA y otros servicios de inteligencia a "liquidar" sospechosos o secuestrarlos en cualquier parte para llevarlos a prisiones secretas. Sin tener en cuenta las Convenciones de Ginebra y fuera de todo marco jurídico, se creó la cárcel de Guantánamo para encerrar y maltratar allí a personas sospechadas de vínculos con AI–Qaeda.
Sobre la base de mentiras (en realidad, para apoderarse del petróleo), una coalición angloestadounidense invadió Irak, que no estaba en absoluto implicado en los atentados del 11 de septiembre y no poseía ningún "arma de destrucción masiva". En un impulso wilsoniano, Washington se declaró dispuesto a rediseñar el "Gran MediO Oriente". Nada menos.
Se sabe lo que produjeron estas absurdas ambiciones. El mundo es hoy más peligroso. Y no es improbable un nuevo megaatentado. En cuanto a la temible máquina militar, está atascada en Irak, atrapada en una guerra asimétrica perdida, reducida a cometer o encubrir ella también atrocidades (detención de civiles, masacres, torturas sistemáticas) , que pretendía haber desterrado desde el naufragio de Vietnam.
El fracaso político es todavía más pasmoso. Gracias a las intervenciones estadounidenses, Irán, principal enemigo regional de Estados Unidos, se encontró liberado de sus rivales fronterizos: el régimen de los talibanes en Afganistán, el de Saddam Hussein en Irak. Y Teherán hoy se arma para defenderse.
Por otra parte, mientras Washington se concentraba en esta región, en América Latina, su propio patio trasero, sus viejos adversarios aprovechaban para tomar democráticamente el poder, en Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, Panamá, República Dominicana, Bolivia... Una marea rosa o roja inédita que, por añadidura, vino naturalmente a fortalecer a Cuba y a Fidel Castro.
En el curso de estos años, Bush creyó poder reducir los problemas del mundo sólo al terrorismo y tratar al terrorismo, sólo mediante la represión militar. Se equivocó. y pisoteó tantos principios, violó tantos derechos que Noam Chomsky llegó á hablar de "la administración más peligrosa de la historia estadounidense", sin dudar en calificar a su país de "principal Estado terrorista" del planeta.

Séptima:
La guerra de Irak es muy cara. En 2005, los gastos militares de Estados Unidos alcanzaron los 500.000 millones de dólares, el equivalente a los del resto del mundo. Una cifra enorme. Sobre todo porque, como consecuencia de la mundialización, su sistema económico no se basa sólo en su capacidad manufacturera, sino en el consumo. Estados Unidos actúa como una bomba succionadora de finanzas, que importa capitales al ritmo de 700.000 a 800.000 millones de dólares por año. Capitales que financian el consumo de bienes importados.
Semejante succión del dinero mundial disponible crea una situación insostenible. El déficit comercial estadounidense incide en las finanzas internacionales al riesgo de generar una baja del dólar, una suba de las tasas de interés, una caída de las bolsas y una recesión mundial. Este problema, invisible, es uno de los principales de hoy.
Octava: Estimado en alrededor de 700.000 millones de dólares, el déficit estadounidense saca provecho de los países con mano de obra barata. A la cabeza de los cuales está China, pero también otros países emergentes (India, Corea del Sur, Taiwán, Brasil, México), cuya expansión económica comienza a preocupar a las potencias dominantes. Más aun cuando los precios de las materias primas (entre ellos, el del petróleo), se disparan en beneficio de Rusia, Kazajstán, Venezuela, China, Argelia.
La competencia de las empresas de estos países se vuelve más amenazadora. Ya existen unas 25 multinacionales globales en los Estados del Sur, y pronto serán un centenar. Las espectaculares ofertas de compra, como la de la China National Offshore Oil por la petrolera estadounidense Unocal, que fue rechazada, o la de la india Mittal Steel, por la siderúrgica europea Arcelor, que fue aceptada, se multiplican .
En consecuencia, se puede apostar a que la mundialización se acerca al final de un ciclo. Con su impulso actual, podría amenazar el dominio de las viejas potencias de siempre. Ya no cabe descartar un nuevo período de proteccionismo.
Novena: Los combates entre Israel y el Líbano dieron lugar al desplazamiento forzado de aproximadamente 1,2 millón de personas (900.000 libaneses y 300.000 israelíes). Semejantes desplazamientos a causa de la guerra siguen siendo puntuales. En cambio, las migraciones internacionales de mano de obra son estructurales y afectan a 175 millones de personas. Esto porque, a causa de las ganancias de productividad, el crecimiento económico, cuando existe, puede crear riqueza pero no suficiente empleo. Incluso China, que posee una tasa de crecimiento de más del 9%, crea aproximadamente 10 millones de empleos por año, es decir, dos veces menos que el número de personas que ingresan a su mercado laboral.
Los demás deben resignarse a la pobreza, o emigrar. Pero clandestinamente. Porque "la economía de mercado, señala el historiador Eric Hobsbawm, favorece la libre circulación de todos los medios de producción. Con excepción de la mano de obra, que sigue en gran medida bajo el control del Estado". Cohortes de personas, a menudo jóvenes y que gozan de buena salud, tratan de ingresar arriesgando sus vidas (tal como se vio en Melilla; como se ve en Canarias) en los escasos islotes de prosperidad del planeta. Más de 20 millones lograron hacerlo a Estados Unidos donde, al igual que en Europa, la cuestión de los indocumentado se trata actualmente en términos de seguridad nacional. Sin embargo, la bomba de la inmigración ilegal todavía no estalló.
Este gran drama humano pondrá a prueba a todas las sociedades desarrolladas.
Décima: El 14 de julio de 2006, la aviación israelí bombardeó los depósitos de combustible de la central eléctrica de Jiyé, al sur de Beirut. Alrededor de 15.000 toneladas de fuel–oil se derramaron en el mar. A comienzos de agosto, la marea negra afectaba un tercio de las playas libanesas, alcanzaba las costas sirias y amenazaba Chipre, Siria, Turquía, Grecia... e Israel.
Esta catástrofe ecológica, "efecto colateral" de las hostilidades, recuerda que los problemas ligados al medio ambiente se volverán altamente estratégicos. En la Cumbre del G8 en Gleneagle, en julio de 2005, la lucha contra el recalentamiento del planeta ya era uno de los temas de la reunión. Con algunos grados más en promedio, la Tierra ya no seria el mismo planeta. La elevación del nivel de los mares generaría catástrofes inéditas. Se imponen correcciones drásticas. Entretanto, se acerca el instante en que ya no podrán extraerse suficientes hidrocarburos –cuyo consumo agrava el efecto invernadero– para satisfacer la demanda.
En este breve panorama del nuevo estado del mundo, estas cuestiones –alerta sobre el clima y el fin de la era del petróleo– se anuncian para la humanidad como dos de los mayores desafíos a enfrentar.
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sábado, 19 de abril de 2008

LA CORRUPCION AL ASALTO DE LOS ESTADOS.


Como las mafias gangrenan la economía mundial.

Michel Chossudovsky.

Le Monde

REUNIDOS recientemente en Ginebra, siete jueces europeos hicieron un llamamiento apelando a la cooperación entre los Gobiernos para intentar contener una amenaza mortal para las democracias. En una gigantesca asociación, la delincuencia organizada, apoyada por los poderes políticos y las multinacionales de las finanzas y los negocios, penetra progresivamente todos los sectores de la economía mundial, imponiendo sus sistemas de corrupción mientras se juega la legalidad de los Estados. Los que se dejan gangrenar poco a poco.
En la era de la mundialización de los mercados, permanece desconocido el papel de la delincuencia organizada en la marcha de la economía. La opinión pública, alimentada por los estereotipos hollywoodenses y por el periodismo sensacionalista, asocia estrechamente la actividad criminal al hundimiento del orden público. Mientras que las fechorías de la pequeña delincuencia se convierten en vedettes, los verdaderos roles políticos y económicos así como la influencia de las organizaciones criminales internacionales apenas se revelan a la opinión pública.
Las sangrientas confrontaciones entre bandas de malhechores rivales en las calles de Chicago pertenecen a”la belle époque" de los años 30. En el período de posguerra, los sindicatos del crimen ganaron progresivamente respetabilidad, implicándose cada vez más en empresas ordinarias. Desde entonces, la delincuencia organizada se imbrica firmemente en el sistema económico. La apertura de los mercados, la decadencia del Estado benefactor, las privatizaciones, la desregulación de las finanzas y el comercio internacional, etc., tienden a favorecer el crecimiento de las actividades ilícitas así como la internacionalización de una economía criminal competidora.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), las rentas mundiales anuales de las organizaciones criminales transnacionales (OCT.) son aproximadamente de 1.000 mil millones de dólares, un importe equivalente al producto nacional bruto (PNB) combinado de los países de escasa renta (según la clasificación del Banco Mundial) y de sus 3 mil millones de habitantes. Esta estimación tiene en cuenta tanto el producto del tráfico de drogas, de las ventas ilícitas de armas, del contrabando de materiales nucleares, etc., como los beneficios de las actividades controladas por las mafias (prostitución, juegos, mercados negros de divisas...). En cambio, no mide la importancia de las continuas inversiones efectuadas por las organizaciones criminales en la toma de control de asuntos legítimos, no tampoco la soberanía que ejercen sobre los medios de producción en numerosos sectores de la economía legal. Además, nuevas relaciones se establecieron entre las tríadas chinas, los yakuzas japoneses y las mafias europeas y americanas. Más que replegarse hacia sus actividades tradicionales y protegerlas, estas organizaciones se asociaron "en un espíritu de cooperación mundial" orientado hacia "la apertura de nuevos mercados" en actividades tanto legales como criminales . Según un observador, "los resultados de la delincuencia organizada superan los de la mayoría de las 500 principales empresas mundiales clasificadas por el estudio de Fortune (...) con organizaciones que se asemejan más a General Motors que a la Mafia siciliana tradicional ". Según el testimonio, citado por la agencia Reuter, del director del Federal Bureau of Investigation (FBI), Mr. Jim Moody, delante de una sub - comisión del Congreso de los Estados Unidos, las organizaciones criminales rusas "cooperan con las otras mafias extranjeras, incluidas las mafias italianas y colombianas (...), la transición hacia el capitalismo [ de la Antigua Unión Soviética ] ofreció nuevas ocasiones que fueron rápidamente explotadas".
En paralelo, las organizaciones criminales colaboran con las empresas legales, invirtiendo en una variedad de actividades legítimas que les garantizan no sólo una cobertura para el blanqueo de dinero sino también un medio seguro de acumular capital fuera del ámbito de las actividades criminales. Estas inversiones se efectúan esencialmente en bienes inmuebles de lujo, la industria del ocio, la edición y los medios de comunicación, los servicios financieros, etc, y también en los servicios públicos, la industria y la agricultura. Durante el auge especulativo de los años 80, los yakuzas japoneses invirtieron en masa en la construcción y el desarrollo urbano, financiando sus actividades por medio de los jusen (estas sociedades de préstamos inmobiliarios recientemente caídas en quiebra con el hundimiento del precio de los terrenos en Tokio). La Mafia italiana invierte tanto en bienes inmuebles urbanos como en tierras agrícolas. En Tailandia, se reciclaron y se canalizaron algunos miles de millones de dólares procedentes del tráfico de heroína del "triángulo de oro" en el financiamiento de la industria textil de Bangkok por hermandades de empresas y sociedades secretas. Las tríadas chinas orientan también fondos hacia la industria cinematográfica de Hongkong. Invierten también en empresas industriales asociadas de riesgos compartidos (empresas conjuntas) en las provincias chinas de Guangdong y Fujian así como en la zona económica especial, la zona franca, de Shenzhen. Se estima su volumen de negocios mundial en 200 mil millones de dólares, lo que representa más de 40% del PNB chino . Los productos de la actividad criminal se depositan en la red bancaria. A su vez, los bancos comerciales utilizan estos depósitos para financiar sus actividades de préstamo e inversión en la economía tanto legal como criminal. El dinero sucio se canaliza también hacia inversiones respetables en los mercados financieros; algunas organizaciones criminales tienen una participación de la deuda pública en forma de obligaciones y bonos del Tesoro. En muchos países, las organizaciones criminales se convirtieron en los acreedores del Estado y ejercen, por su acción en los mercados, una influencia sobre la política macroeconómica de los Gobiernos. Sobre los lugares bolsa, invierten también en los mercados especulativos de productos derivados y materias primas. Las mafias efectuaron inversiones significativas en los bancos industriales y de negocios, que controlan en parte, las sociedades de corretaje y los grandes gabinetes jurídicos. Para blanquear el dinero sucio, la delincuencia organizada utiliza algunas de los más grandes bancos americanos así como las sociedades de inversión o las especializadas en las ventas de oro y divisas.
Los discretos servicios de los paraísos fiscales .
Aunque numerosos asuntos de blanqueo bancario estén definidos claramente, las inculpaciones se limitan siempre a los empleados subalternos. Muy rara vez se prosiguió a algunos bancos. En 1994, por ejemplo, un juicio del tribunal de Houston, en Texas, condenó al banco internacional American Express a una multa de 7 millones de dólares y a 25 millones de dólares de penalidades por aparecer mezclado en un asunto de blanqueo de dinero sucio. "El asunto American Express acabó en la inculpación de dos directores del banco de Beverly Hills (California), culpables de blanquear fondos a partir de cuentas American Express, controladas por depósitos anónimos que resultaban de sociedades-pantalla establecidas en las Islas Caimán." Para llegar a un arreglo del asunto, los agentes federales debieron renunciar perseguir a American Express. Decidimos que no era cierto que el banco estuviera implicado en la actividad criminal, comentó al ayudante del fiscal, el Sr. David Novak, eso sólo se refería a un departamento “. Es en los paraísos fiscales donde los sindicatos del crimen están en contacto con los más grandes bancos comerciales del mundo, allí sus filiales locales especializadas en del private banking ofrecen un servicio discreto y personalizado a la gestión de cuentas de gran rendimiento fiscal." Algunas empresas legales utilizan estas posibilidades de fuga al igual que las organizaciones criminales. Los progresos de las técnicas bancarias y de telecomunicaciones ofrecen amplias posibilidades para hacer circular rápidamente y desaparecer los beneficios de las transacciones ilícitas. El dinero puede fácilmente circular por transferencia electrónica entre la sociedad matriz y su filial registrada como una sociedad-pantalla en un paraíso fiscal. Miles de millones de dólares procedentes de los establecimientos gestores de fondos institucionales (incluidos los fondos de pensiones, el ahorro de las mutualidades y los fondos de tesorería) circulan así, pasando a su vez sobre cuentas registradas en Luxemburgo, en las islas Anglonormandas, las Islas Caimán, etc. A consecuencia de la evasión fiscal, la acumulación, en los paraísos fiscales, de enormes reservas de capitales perteneciendo a grandes sociedades son responsables del aumento del déficit presupuestario en algunos países occidentales. La amplitud del fenómeno es impresionante. Existe aproximadamente cincuenta y cinco paraísos fiscales en las principales regiones del mundo. Solamente, las Islas Caimán constituyen el quinto centro bancario mundial con más bancos y sociedades registradas que de habitantes. De los capitales, considerables, procedentes de actividades legales y criminales, también se depositan en las Bahamas, en las Islas Vírgenes británicas, en las Bermudas y en Saint- Martin - para no decir lugares del Pacífico y el Océano Índico, como Vanuatu, las Islas Cook e Isla Mauricio.
El banco industrial y de negocios americano Merrill Lynch estima como mínimo en 3.000 mil millones de dólares la fortuna privada administrada desde los paraísos fiscales, lo que representa un 15% del PNB mundial. Pero, dado que se depositó la mayor parte en cuentas cubiertas por un secreto bancario riguroso, la masa real de los capitales sería sensiblemente más importante. Suiza sigue siendo el paraíso preferido, con más de un 40% del total sobre las cuentas numeradas abiertas en los bancos a los no residentes. ya que los paraísos bancarios no se limitan a las numerosas Repúblicas de pacotilla de las islas tropicales: las mismas facilidades se establecen bien y se protegen en Europa Occidental - en Luxemburgo, en Suiza, en las islas Anglonormandas , Dublín, Mónaco, Madeira, Gibraltar, Malta...
Los paraísos fiscales constituyen una prolongación del sistema bancario occidental, hoy accesibles por un terminal de ordenador, o incluso por la mediación de una tarjeta Visa automática, en cualquier parte del mundo. Con la desregulación, forman íntegramente parte del mercado financiero mundial. Los asuntos legales e ilegales se imbrican cada vez más, introduciendo un cambio fundamental en las estructuras del capitalismo de posguerra. Las mafias invierten en los asuntos legales y, contrariamente, éstos canalizan recursos financieros hacia la economía criminal, a través de la toma de control de bancos o empresas comerciales implicadas en el blanqueo de dinero sucio o que tienen relaciones con las organizaciones criminales. Los bancos afirman que se efectúan estas transacciones de buena fe y que sus dirigentes ignoran el origen de los fondos depositados. La divisa es no plantear ninguna pregunta, el secreto bancario y el anonimato de las transacciones, garantizando al mismo tiempo los intereses de la delincuencia organizada, protegiendo a la institución bancaria de las investigaciones públicas e inculpaciones. No sólo los grandes bancos aceptan blanquear el dinero, a cambio de pesadas comisiones, sino que conceden también créditos a elevados tipos de interés a las mafias criminales, en detrimento de las inversiones productivas industriales o agrícolas.
Existe una estrecha relación entre la deuda mundial, el comercio ilícito y el blanqueo de dinero sucio. Desde la crisis de la deuda a principios de los años 80, el precio de las materias primas se hundió, implicando una reducción dramática de las rentas de los países en desarrollo. Bajo el efecto de las medidas de austeridad dictadas por los acreedores internacionales, se despide a funcionarios, empresas nacionales son liquidadas, las inversiones públicas congeladas, y los créditos a los agricultores e industriales se ven reducidos.
Con el desempleo que se arrastra y la reducción de los salarios, la economía legal entró en crisis.
En muchos países, se desarrolló una economía subterránea alternativa, terreno fértil para las mafias criminales. Con un mercado nacional y exportaciones que se hundían simultáneamente, se creó un vacío en el sistema económico donde la producción ilícita se convirtió en el sector de actividad dominante y la principal fuente de divisas. Según un informe de las Naciones Unidas, "la intrusión de los sindicatos del crimen fue facilitada por los programas de ajuste estructural que los países endeudados se han visto obligados a aceptar para tener acceso a los préstamos del Fondo Monetario Internacional ". En Bolivia, la "nueva política económica" preconizada por el FMI y aplicada en 1985 contribuyó al hundimiento de las exportaciones de mineral de estaño y al despido masivo de mineros por el consorcio minero de Estado Comibol. Las indemnizaciones de despido pagadas a los trabajadores se volvieron a invertir en la compra de tierras en las zonas de producción de coca, provocando un importante aumento del comercio de narcóticos.
Del mismo modo, el programa de ajuste estructural y de "estabilización económica" aplicado en Perú por el Presidente Alberto Fujimori causó devastaciones. El "Fujichoc" de 1990 (que incluía una multiplicación por treinta del precio del petróleo de la noche a la mañana) implicó la destrucción de la producción agrícola legal (café, maíz y tabaco) y un desarrollo rápido de los cultivos de coca en la región de la cumbre Huallaga.
Sin embargo, el crecimiento del comercio ilícito no se limita a América Latina ni al triángulo ni a la creciente asiática de la droga. En África, la supresión de las barreras comerciales y el dumping de los excedentes de cereales europeos y americanos en los mercados locales implicaron la dramática decadencia de las producciones agrícolas alimenticias. Se minó la autosuficiencia alimentaria y varios países, aplastados bajo el peso de la deuda exterior, se volvieron hacia el cultivo del cannabis. En Marruecos, millares de campesinos se pusieron a cultival mariguana. Esta última da lugar a intercambios exteriores ilícitos de un valor equivalente a la totalidad de las exportaciones agrícolas marroquíes legales. En varios países de África, las mafias de la droga también triunfaron con avances significativos en la política local.

Penetración criminal en Europa del Este.
Desde el principio de los años 90, se sometió a los países del antiguo bloque soviético, a su vez, a una dura medicina económica por parte de sus acreedores exteriores, con consecuencias devastadoras. La pobreza y la desorganización de la producción favorecieron el desarrollo de la economía criminal. En Ucrania, por ejemplo, el FMI patrocinó, en octubre de 1994, reformas macroéconomiques que contribuyeron a precipitar una crisis profunda de la agricultura alimenticia. Y el Observatorio geopolítico de las drogas confirma que con la caída de la producción de trigo el cultivo del opio se desarrolló rápidamente. Con la decadencia de la agricultura local, el cultivo de la amapola y los laboratorios de heroína, controlados por la mafia italiana del Santa Corona UNITA, hicieron también su aparición en la antigua Yugoslavia .
Las privatizaciones y los programas de reestructuración de la deuda exigidos por los acreedores exteriores hicieron pasar un gran número de bancos de Estado Latino - americanos y de Europa del Este bajo el control de bancos industriales y de negocios occidentales y japoneses. En Hungría, por ejemplo, el Banco internacional centra - europea (CIB) se ha comprado por un consorcio de bancos extranjeros que incluían el Banco comercial de Italia, el banco alemán Bayerischer Verein, el Banco de crédito a largo plazo de Japón, el banco Sakura y la Sociedad general. El CIB tiene toda libertad de intervenir en el sector jugoso del blanqueo de dinero, sin intervención del Gobierno y sin tener que doblarse a la normativa y al control de los cambios. En 1992, en Luxemburgo, un asunto judicial confirmó que el cartel de Cali había utilizado el CIB para transferencias de capitales. Según la brigada húngara antidroga, "con los problemas económicos de este país y sus necesidades de liquidez, no se puede exigir del Gobierno que observe de más cerca el origen de los fondos depositados en sus bancos ".
En Bolivia y Perú, las reformas del sistema bancario bajo la tutela del FMI facilitaron la libre circulación de divisas. Lo que, según un observador, "consiguió nada menos que la legalización del blanqueo por el sistema financiero peruano ". Por añadidura, varios bancos privados nacionales, de los que zse sospechaba previamente haber estado implicados en actividades de blanqueo de dinero sucio, pasaron bajo el control de capitales extranjeros: por ejemplo, es el caso de Interbanc, un banco de Estado peruano adquirido en 1994 por Darby Overseas, un consorcio domiciliado en las Islas Caimán. Según el Financial Times, Darby "contemplaba invertir en el sector de los bancos industriales y de negocios peruanos, a un tipos de riesgo elevado, a espera del plan Brady de reestructuración de la deuda (...) Darby había sido creado hacía un año [ en 1994 ] por Mr. Brady [ antiguo secretario al tesoro de Presidente George Bush ], su ayudante principal, Mr. Hollis McLoughlin, y Mr. Daniel Marx, antiguo Subsecretario a las finanzas en Argentina (...) el principal responsable de Interbanc es el Sr. Carlos Pastor, antiguo Ministro de Economía de Perú a principios de los años 80 ".
Los programas de privatización en Europa del Este y en la Antigua Unión Soviética implicaron la venta de bancos del Estado, servicios públicos, el sector energético, de tierras perteneciendo a la colectividad, de empresas industriales y comerciales - incluidos los del complejo industrial militar. Bajo la tutela de las instituciones de Bretton Woods, el producto de estas ventas se destinó al servicio de la deuda contraída ante los acreedores occidentales, sus grandes bancos comerciales. Los programas de privatización facilitaron incuestionablemente la transferencia de una fracción significativa de la propiedad pública a la delincuencia organizada. No es sorprendente que las mafias rusas, que constituyen la nueva clase de poseedores, hayan sido los entusiastas partidarios del neoliberalismo así como el apoyo político a las reformas económicas del Presidente Boris Yeltsin. Se cuentan en total a más de 1.300 organizaciones criminales en la Federación rusa . Según un reciente estudio publicado por la Academia de Ciencias de Rusia, la delincuencia organizada controla un 40% de la economía, la mitad del parque inmobiliario comercial de Moscú, los dos tercios de las instituciones comerciales, lo que representa en total 35.000 empresas, 400 bancos y 150 empresas estatales. Se implica una rama de la mafia rusa en la venta de material de tipo militar, espacial y nuclear, incluidos misiles teledirigidos, del plutonio para armas nucleares y del armamento convencional. No solamente los sindicatos del crimen rusos tienen en sus cuentas a políticos y altos funcionarios, ya que tienen también sus propios representantes en la Duma.
Este nuevo medio ambiente de las finanzas internacionales forma un terreno fértil para la criminalización de la vida política. Están desplegándose potentes grupos de presión vinculados a la delincuencia organizada y que actúan de manera clandestina. En resumen,, los sindicatos del crimen ejercen su influencia sobre las políticas económicas de los Estados. En los nuevos países de economía de mercado, y también en la Unión Europea, en Norteamérica y Japón, donde existe una corrupción rampante, personalidades políticas y gubernamentales tejen vínculos de lealtad con la delincuencia organizada. La naturaleza del Estado como asi las estructuras sociales están transformándose.
En la Unión Europea, esta situación dista mucho de limitarse a Italia, donde Cosa Nostra tiene divididas las cumbres del Estado. En varios países de América Latina, los carteles de la droga invirtieron en el aparato de Estado e integraron los partidos políticos existentes. El reciente escándalo relativo al Partido liberal de Colombia reveló que la campaña para la elección del Presidente Ernesto Samper se habría beneficiado de contribuciones financieras sustanciales del cartel de Cali. Del mismo modo, los asesinatos políticos en México, en 1994, incluido el cuestionamiento del antiguo Presidente, el Sr. Carlos Salinas, y de su hermano Raul, en prisión por asesinato, pusieron en evidencia el papel de los carteles mexicanos de la droga en la conducta del Partido revolucionario institucional (PRI)En Venezuela, las mafias narco habrían utilizado el más grande banco comercial del país, la Banca Latino, para blanquear los beneficios del tráfico de drogas. Antes de su espectacular quiebra en 1994, implicando con ella diecinueve otros bancos venezolanos, la familia del Sr. la Banca latino era controlada por Pedro Tinoco, que estaba también a la cabeza del banco central bajo el Gobierno del Presidente Carlos Andres Pérez, acusado de corrupción. El Sr. Pedro Tinoco fue el principal arquitecto del programa de ajuste estructural establecido en 1988. según las notas de un observador, "los carteles de la droga actuaban en simbiosis con las estructuras económicas y políticas..." .
L ' HUNDIMIENTO de la actividad económica legal, industrial y agrícola precipitó un gran número de países en desarrollo en la camisa de fuerza de la deuda y el ajuste estructural.' Ha habido países donde el servicio de la deuda excede el total de los ingresos por exportaciones legales. En algunas circunstancias, las rentas extraídas del comercio ilícito obtienen una fuente alternativa de divisas que permite a los Gobiernos endeudados cumplir el servicio de la deuda. Es el caso de las "narcodemocracias" de América Latina, donde los narcodollars, una vez blanqueados y reciclados en el sistema bancario, podrán servir a los Gobiernos para cumplir sus obligaciones para los acreedores exteriores. La comunidad internacional acepta la adquisición de empresas estatales por la delincuencia organizada, gracias a los programas de privatización, tácitamente financiera como mal menor: permite a los Gobiernos reembolsar sus deudas. La multiplicación de los tráficos ilícitos (el tráfico de drogas sólo es uno entre tanto otros) permite transferir sumas enormes en favor de los acreedores privados y oficiales. Hay una lógica en esta reestructuración ya que, recientemente, los acreedores favorecen un sistema basado en la libre circulación de dinero. Siempre que el servicio de la deuda esté reembolsado, los acreedores apenas hacen distinción entre "dinero propio" y "dinero sucio". En estas circunstancias, según los términos del informe de las Naciones Unidas, "el refuerzo a nivel internacional de los servicios encargados de hacer respetar las leyes so'lo representa un paliativo." A falta de un progreso simultáneo del desarrollo económico y social, la delincuencia organizada y estructurada, a una escala global, persistirá".
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