miércoles, 26 de agosto de 2009

PARAGUAY: PARTICIPACION Y REPRESENTACION. Democracia de Participación Popular Directa.

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República desde hace cerca de 200 años, registra una aplastante mayoría de formas autoritarias de poder, practicando asistencialismo, paternalismo y represión de los mínimos signos de pensamiento crítico, victoriosas en la aplicación de una estrategia de adiestramiento contrario a la horizontalidad en las relaciones sociales.
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En respuesta a la derecha, Lugo afirma que en un sistema democrático legítimo, el pronunciamiento popular, con sus movilizaciones y reivindicaciones de justicia social, es lo más representativo de los intereses de esa mayoría de la población siempre olvidada.
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PARAGUAY: PARTICIPACION Y REPRESENTACION.

Miércoles 18 de agosto del 2009.



Especial para ARGENPRESS.info

El debate ideológico, ausente desde años al interior de los partidos y de las organizaciones políticas paraguayas, amenaza asomar en torno a la definición de la democracia y la práctica parlamentaria que, en opinión del Presidente Fernando Lugo, tiene que “dejar de ser burguesa”, para dar lugar a la participación popular directa.

La ausencia de discusión teórica y de intercambios de ideas, reemplazadas por métodos verticalistas de conducción, de obediencia monacal, militar, caracteriza la actividad de todo el abanico político y sindical nacional, lo cual ha generando un grave déficit de cuadros de relevo en la dirección, sostenida desde décadas por los mismos caudillos.

La historia del país, República desde hace cerca de 200 años, registra una aplastante mayoría de formas autoritarias de poder, practicando asistencialismo, paternalismo y represión de los mínimos signos de pensamiento crítico, victoriosas en la aplicación de una estrategia de adiestramiento contrario a la horizontalidad en las relaciones sociales. La oposición, a caballo del partido mediático, corporatista, unificado ferozmente contra el mandatario, entiende que la representación parlamentaria garantiza la democracia y que el pueblo “tiene que ejercer el poder sólo mediante el sufragio”, desconociendo que el 60 por ciento de la población mostró su desacuerdo justamente con el voto.

En torno al sábado 15, primer año de su gobierno, Lugo efectuó unas inesperadas declaraciones de subido tono que, además de reconciliarse con sus prometedores discursos iniciales, tienen el mérito de arrancar una polémica nacional, inexistente desde 1947, cuando el Partido Colorado asaltó el poder y lo mantuvo 61 años.

En encuentros con campesinos y con pobladores que recibieron viviendas comunitarias, el Jefe de Estado retornó a sus conversaciones de la campaña electoral, cosa fácil de comprender en cualquier intento por mantener prestigio, pero lo hizo con un lenguaje nuevo, condenatorio de las ideas y métodos que menoscaban la participación del pueblo.

“En las grandes decisiones del Estado”, es necesario que la población se pronuncie, dado que el voto no es el fin de la democracia sino el principio, respetando el pluralismo y las diferencias ideológicas para construir un sistema de calidad, diferente a ese “maquillaje”, de exclusión social que predomina desde décadas en el país.

El mandatario eligió tres escenarios proclives pero con situaciones sociales conflictivas, para explicar las razones por las cuales decidió no firmar un “Compromiso Democrático” que le propuso el Presidente del Congreso, Miguel Carrizosa, del Partido Patria Querida, expresión política de una parte del gran empresariado.El proyecto fue apoyado por toda la oposición, más el propio Vicepresidente Federico Franco, del Partido Liberal, principal fuerza política electoral de la Alianza Patriótica para el Cambio, con la cual ganó Lugo el 20 de abril del año pasado.Acompañaron al mandatario las fuerzas parlamentarias menores, aunque algunas con reticencias, salvo el Partido Tekojojá, liderado por el Senador Sixto Pereira, quien reiteró su coincidencia con el Presidente al afirmar éste que “hay que construir entre todos una democracia con rostro humano, y no la que nos venden desde hace 20 años”, alusión a las dos décadas de una transición que se ha traducido en simple transacción.

En respuesta a la derecha, Lugo afirma que en un sistema democrático legítimo, el pronunciamiento popular, con sus movilizaciones y reivindicaciones de justicia social, es lo más representativo de los intereses de esa mayoría de la población siempre olvidada.

Este Presidente
“no le teme a las diferencias ideológicas, ni tampoco a quienes fundieron el país”, ha recalcado en los últimos días, con particular énfasis, “porque somos los paraguayos quienes tenemos que decidir qué clase de país queremos, qué tipo de Estado queremos y qué democracia queremos y tenemos que construir”.

La oposición, en cólera, y explotando al máximo los grandes órganos de comunicación, ha lanzado una fuerte ofensiva, recurriendo a un lenguaje de muy mal gusto, con epítetos insultantes contra Lugo, quien estaría quebrantando
las bases de la República, para sumarse a la “corriente chavista, y perpetuarse en el poder”, dicen a coro.

El pensamiento conservador paraguayo, que hegemonizó la política desde 1946, ahora está muy asustado y entonces reacciona mal ante la menor inserción de la izquierda, a la que siempre criminaliza, sostiene la politóloga Milda Rivarola, quien rechazó la jefatura del Ministerio de Relaciones Exteriores, que le propuso Lugo en su primer gabinete.

A su juicio, “la democracia participativa es una forma superior de la democracia representativa, a la que la incluye, o sea que no son excluyentes”, en mecanismos de acción ciudadana que se suman a la parlamentaria, mediante las figuras de derecho de revocación de mandato, el plebiscito y la audiencia pública, entre otros.

En la polémica, las organizaciones de izquierda, una vez más, están a la zaga, mientras que el Jefe de Estado, sin pertenecer a ningún partido, y con el apoyo de unos pocos colaboradores y “la confianza que me da el pueblo”, decidió enfrentar a la oposición que, aún resquebrajada y acéfala, se aglutina para resistir a los cambios.

Una penosa endebles política se verifica en ambos campos, porque la derecha compite solamente interesada en los beneficios materiales del poder, mientras la izquierda es víctima del personalismo y la disputa de parcelitas de mando de sus dirigentes, como lo demuestra la división reinante, ratificada en las marchas convocadas últimamente.

Con su escasa participación, los campesinos y los trabajadores sindicalizados, estarían dando señales de agotamiento,
al tiempo de señalar a los dirigentes que urge rectificar métodos y conceptos de la acción política de los sectores de cuño progresista, los cuales quizás deberían aprovechar el desafío de debate ideológico lanzado por Lugo.
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2 comentarios:

pedro soto dijo...

Estimado Sr. Fernández, no deja de soprenderme la coincidencia entre los problemas políticos y económicos que enfrentan las naciones latinoamericanas, pese a las especificidades de cada nación. Las reacciones emocionales e irracionales, son iguales en prácticamente todas partes. El conservadurismo de las oligarquías y gran parte de las clasess medias es notorio a lo largo y ancho del continente. Entre muchas de sus expresiones, dignas de investigación, cometo la que usted menciona: el atribuir a todo presidente o candidato o líder de izquierda una vinculación con el Chavismo.Lo cual no es necesariamente así. Acá en México se han hecho ese tipo de acusaciones sin fundamento al líder progresista Andrés Manuel López Obrador. Habrá que ver por qué se le atribuye tanta importancia al presidente Chávez y su supuesto liderazgo ragional. Le saludo desde México. Pedro A. Soto Márquez

pedro soto dijo...

En cuanto a la aprticipación popular en los procesos democráticos coincido con la idea de una democracia particiativa en donde la mayor proporción de la mayoría de la población participe en procesos electorales, pero también en la toma de decisiones de los asuntos públicos nacionales.
Saludos,
Pedro Soto Márquez
Sociólogo
México D.F.