miércoles, 2 de diciembre de 2009

JOSE MARIA ARGUEDAS. Hoy se cumple 40 años de su trágica muerte.

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Arguedas nació en la localidad andina de Andahuaylas en 1911 y a lo largo de 58 años forjó una sólida obra que rompió con el costumbrismo e incluso trascendió al indigenismo, para darle gran entidad literaria a las historias de los hombres andinos.
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Poco antes de suicidarse, Arguedas había entregado el primer capítulo de "El zorro de arriba y el zorro de abajo" para que fuera publicado en la revista Amaru, que dirigía el poeta Emilio Adolfo Westphalen.
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Arequipa. 1964. Como estudiante de Letras en la Universidad Nacional de San Agustín, asistí al Encuentro Nacional de Novelistas que se realizó en el Teatro Municipal y tuve el privilegio de conocer directamente al Maestro José María Arguedas, y sus famosas polémicas con otros Maestros como Sebastián Salazar Bondy, Ciro Alegría y la histórica visita del Maestro de la Poesía y Premio Nóbel Pablo Neruda.
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Se cumplen 40 años de la trágica muerte del escritor José María Arguedas.

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Todas las Sangres.- Todas las Sangres representa la novela más ambiciosa de José María Arguedas. Aunque se entrelacen muchas historias parece que el tema de fondo es reconstruir los cambios en las subjetividades como consecuencia de una serie de procesos tales como: la penetración del capitalismo, la crisis de la autoridad gamonal, el crecimiento de la población campesina y las migraciones entre la sierra y la costa.
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Biografía.-
(Andahuaylas, 1911 - Lima, 1969).
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Escritor y etnólogo peruano, renovador de la literatura de inspiración indigenista y uno de los más destacados narradores peruanos del siglo XX.
Sus padres fueron el abogado cuzqueño Víctor Manuel Arguedas Arellano, que se desempeñaba como juez en diversos pueblos de la región, y Victoria Altamirano Navarro. En 1917 su padre se casó en segundas nupcias (la madre había muerto tres años antes), y la familia se trasladó al pueblo de Puquio y luego a San Juan de Lucanas. Al poco tiempo el padre fue cesado como juez por razones políticas y hubo de trabajar como abogado itinerante, dejando a su hijo al cuidado de la madrastra y el hijo de ésta, quienes le daban tratamiento de sirviente.
En 1921 se escapó con su hermano Arístides de la opresión del hermanastro. Se refugiaron en la hacienda Viseca, donde vivieron dos años en contacto con los indios, hablando su idioma y aprendiendo sus costumbres, hasta que en 1923 los recogió su padre, quien los llevó en peregrinaje por diversos pueblos y ciudades de la sierra, para finalmente establecerse en Abancay.
Después de realizar sus estudios secundarios en Ica, Huancayo y Lima, ingresó en 1931 a la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima para estudiar Literatura. Entre 1932 y 1937 trabajó como auxiliar de la Administración Central de Correos de Lima, pero perdió el puesto al ser apresado por participar en una manifestación estudiantil a favor de la República Española.
Después de permanecer alrededor de un año en la prisión El Sexto, fue nombrado profesor de castellano y geografía en Sicuani, en el departamento de Cuzco, cargo en que descubrió su vocación de etnólogo. En octubre de 1941 fue agregado al Ministerio de Educación para colaborar en la reforma de los planes de estudios secundarios. Tras representar al profesorado peruano en el Congreso Indigenista Interamericano de Patzcuaro (1942), reasumió su labor de profesor de castellano en los colegios nacionales Alfonso Ugarte, Nuestra Señora de Guadalupe y Mariano Melgar de Lima, hasta que en 1949 fue cesado por considerársele comunista.
La producción intelectual de Arguedas es bastante amplia y comprende, además de obras de ficción, trabajos, ensayos y artículos sobre el idioma quechua, la mitología prehispánica, el folclore y la educación popular, entre otros aspectos de la cultura peruana. La circunstancia especial de haberse educado dentro de dos tradiciones culturales, la occidental y la indígena, unido a una delicada sensibilidad, le permitieron comprender y describir como ningún otro intelectual peruano la compleja realidad del indio nativo, con la que se identificó de una manera desgarradora.
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SU PRODUCCIÓN INTELECTUAL.

Su primer libro reúne tres cuentos con el título de Agua (1935), que describen aspectos de la vida en una aldea de los Andes peruanos. En estos relatos se advierte el primer problema al que se tuvo que enfrentar en su narrativa, que es el de encontrar un lenguaje que permitiera que sus personajes indígenas (monolingües quechuas) se pudieran expresar en idioma español sin que sonara falso. Ello se resolvería de manera adecuada con el empleo de un "lenguaje inventado": sobre una base léxica fundamentalmente española, injerta el ritmo sintáctico del quechua.
En Agua los conflictos sociales y culturales del mundo andino se observan a través de los ojos de un niño. El mundo indígena aparece como depositario de valores de solidaridad y ternura, en oposición a la violencia del mundo de los blancos.
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En Yawar fiesta, de 1941, Arguedas plantea un problema de desposesión de tierras que sufren los habitantes de una comunidad. Con esta obra el autor cambia algunas de las reglas de juego de la novela indigenista, al subrayar la dignidad del nativo que ha sabido preservar sus tradiciones a pesar del desprecio de los sectores de poder. Este aspecto triunfal es, de por sí, inusual dentro del canon indigenista, y da la posibilidad de entender el mundo andino como un cuerpo unitario, regido por sus propias leyes, enfrentado al modelo occidentalizado imperante en la costa del Perú.
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En Los ríos profundos, de 1958, propone la dimensión autobiográfica como clave interpretativa. En esta obra se nos muestra la formación de su protagonista, Ernesto (que recobra el nombre del niño protagonista de algunos de los relatos de Agua), a través de una serie de pruebas decisivas. Su encuentro con la ciudad de Cuzco, la vida en un colegio, su participación en la revuelta de las mujeres indígenas por la sal y el descubrimiento angustioso del sexo son algunas de las etapas a través de las cuales Ernesto define su visión del mundo. El mundo de los indios asume cada vez más connotaciones míticas, erigiéndose como un antídoto contra la brutalidad que tienen las relaciones humanas entre los blancos.
La novela siguiente, El Sexto, publicada en 1961, representa un paréntesis con respecto al ciclo andino. "El Sexto" es el nombre de la prisión de Lima donde el escritor fue encarcelado en 1937-1938 por la dictadura de Benavides. El infierno carcelario es también una metáfora de la violencia que domina toda la sociedad peruana.
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Con Todas las sangres, de 1964, Arguedas reanudó, sobre bases más amplias, la representación del mundo andino. Del relato autobiográfico se pasa a un cuadro general que comprende las transformaciones económicas, sociales y culturales que suceden en la sierra peruana. A través de la historia de una familia de grandes latifundistas, el autor afronta las consecuencias del proceso de modernización que avanza sobre un mundo todavía feudal.
Todas las sangres es un proyecto narrativo de largo aliento y mucho más ambicioso, pues pretende sopesar todos los modelos que se presentan como alternativos para construir y configurar la sociedad peruana. A ello obedece su estructura coral, en la cual se enfrentan el proyecto capitalista, el orden feudal y un boceto de capitalismo nacional. Pero el autor invalida cada uno de ellos, proponiendo como legítimo un modelo social comunitario que no desdeña, empero, la modernización. Todas las sangres eleva el problema indígena a problema nacional, e incluso le brinda un tinte universal, en la medida en que el conflicto expresado en la novela corresponde ya en ese momento al llamado Tercer Mundo.
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La última novela de Arguedas, El zorro de arriba y el zorro de abajo, que se publicó póstuma en 1971, quedó inacabada por el suicidio del escritor. Los capítulos que consiguió escribir están ambientados en Chimbote, un puerto pesquero del norte, que sufre un desarrollo impetuoso y caótico. El autor alterna la representación dramática de los costes humanos de este crecimiento, especialmente la pérdida de identidad cultural de los indios trasplantados a la ciudad, con apuntes de diario, de los cuales emerge la decisión, cada vez más inexorable, de suicidarse.
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Lima, miércoles 2 de diciembre del 2009.

Lima (Peru.com).- (EFE).-
Hace cuarenta años, un 2 de diciembre de 1969, el escritor peruano José María Arguedas murió tras dispararse un tiro en la cabeza: cerró de esa manera el trágico destino de un hombre escindido entre la cultura occidental y una sensibilidad netamente andina.

A pesar de ser autor de una de las obras más importantes de la literatura peruana, Arguedas sucumbió ante la depresión y, el 28 de noviembre de 1969, se disparó con una pequeña pistola que lo llevó a la muerte cuatro días después.

Nada pudieron contra sus fantasmas la admiración de los intelectuales, ni el cariño de los modestos hombres andinos, a los que defendió a capa y espada contra el abuso y la postergación de siglos, y cuyas costumbres estudió a fondo como etnólogo.

Muchos aseguran que tuvo una vida marcada con fuego durante sus primeros años, cuando sufrió el maltrato de su madrastra y fue destinado a criarse junto a los sirvientes indios, con los que llegó a identificarse plenamente.

Lo cierto es que fue un hombre sensible en extremo y que cualquier crítica lo llevaba a cuestionar el valor de su obra.

Es célebre un debate sobre su novela "Todas las sangres", en el que sociólogos y antropólogos lo criticaron por no haber reflejado "a plenitud" el mundo andino, olvidando que se trataba de una obra literaria.

Arguedas nació en la localidad andina de Andahuaylas en 1911 y a lo largo de 58 años forjó una sólida obra que rompió con el costumbrismo e incluso trascendió al indigenismo, para darle gran entidad literaria a las historias de los hombres andinos.

Salieron así de su pluma libros capitales como "La agonía de Rasu Ñiti", "Los ríos profundos" y "Todas las sangres", así como "El zorro de arriba y el zorro de abajo", su testamento literario publicado dos años después de su muerte y que trató de reflejar el impacto de la migración andina en la costa.

Con estudios de Literatura en la Universidad de San Marcos de Lima y una especialización en Etnología, también visitó Francia y España, donde rastreó las raíces de la cultura andina en las comunidades de la provincia de Zamora.

Tras obtener numerosos galardones, como el Premio Nacional de Fomento a la Cultura, Arguedas fue nombrado en 1963 director de la Casa de la Cultura Peruana y luego del Museo Nacional de Historia.

Afectado ya desde años antes por una profunda depresión, que le impidió escribir durante un quinquenio y le llevó a un primer divorcio, Arguedas se casó en 1965 con la chilena Sybila Arredondo, quien años después estuvo presa en Perú acusada de presuntos vínculos con Sendero Luminoso y solo volvió a su país en el 2002.

Poco antes de suicidarse, Arguedas había entregado el primer capítulo de "El zorro de arriba y el zorro de abajo" para que fuera publicado en la revista Amaru, que dirigía el poeta Emilio Adolfo Westphalen.

En ese capítulo, el escritor narraba cómo iba desarrollando la novela y los conflictos personales que afrontaba, entre ellos su deseo de suicidarse utilizando una pistola, tal como finalmente sucedió.

En un testimonio ofrecido a inicios de este año, el pintor Fernando de Szyszlo, uno de sus mejores amigos, admitió que Arguedas fue "una persona que padeció de los nervios" y que "siempre se sintió un extranjero en Lima".

"Creíamos que eso (sus comentarios sobre el suicidio) era literatura y al poco tiempo se pegó un balazo en el baño de la Universidad de La Cantuta, y él no murió instantáneamente", lamentó Szyszlo.

El psicoanalista Santiago Stucchi Portocarrero, estudioso de su obra, considera que Arguedas pudo ser víctima de una "propensión biológica" a la depresión y dice que, aunque no se puede tener certezas, cabe preguntarse en qué medida esta dolencia psíquica contribuyó a forjar su obra.

Más allá de esto, este difusor del arte y la música andina es admirado por reconocidos colegas suyos como Mario Vargas Llosa, quien llegó a dedicarle a su obra el libro de ensayos "La utopía arcaica".

También Alfredo Bryce Echenique colocó a sus obras entre los libros de su vida, junto a los de sus compatriotas César Vallejo, el francés Stendhal y el español Miguel de Cervantes.

Y es que con el paso de los años, la obra de Arguedas cobra mayor relieve en un país que ha profundizado el mestizaje entre su raíz andina y occidental, acercándose al sueño de este escritor trágico que supo ser "muy nacional" sin aislarse del mundo, según destacó el crítico literario Ricardo González-Vigil.

David Blanco Bonilla (EFE) .
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