domingo, 31 de enero de 2010

TRIBUNA: Derechos Humanos y Diàlogo Transcultural.

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Las culturas tradicionales no son un sustitutivo de los derechos humanos; son un contexto cultural en el que los derechos humanos tienen que ser establecidos, integrados, promovidos y protegidos. Los derechos humanos deben plantearse de una manera que tenga pleno sentido y sea relevante en distintos contextos culturales. En vez de limitar los derechos humanos a su encaje en una determinada cultura ¿por qué no recurrir a los valores de las culturas tradicionales para reforzar la aplicación y la relevancia de los derechos humanos universales?
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Derechos humanos y diálogo transcultural.

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TRIBUNA: Ramin Jahanbegloo.

Ramin Jahanbegloo 13/01/2010


Es bien conocida la historia de los ciegos que, unos a otros, describían a un elefante. Uno de ellos le toca la trompa y dice que el elefante es como una serpiente. Otro toca una pata y describe al elefante como una columna. Un tercero pone ambas manos en un costado del elefante y concluye que es más bien como una pared. Ya se trate de un cuento originalmente hindú, persa o budista, el caso es que esta enseñanza ha sido utilizada a menudo para ilustrar que lo que todos vemos en nuestras diferentes culturas es sólo parte de la totalidad, por lo que necesitamos escuchar y aprender para poder cruzar con seguridad el río de la vida.
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La pauta legal adoptada por la ONU es un consenso básico de la comunidad internacional
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Nuestra verdadera opción, por lo tanto, será la de aproximarnos a las diferentes tradiciones religiosas y culturas autóctonas y reconocerlas como colaboradoras en la promoción de un mayor respeto de los derechos humanos y de su observancia.
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Las culturas tradicionales no son un sustitutivo de los derechos humanos; son un contexto cultural en el que los derechos humanos tienen que ser establecidos, integrados, promovidos y protegidos. Los derechos humanos deben plantearse de una manera que tenga pleno sentido y sea relevante en distintos contextos culturales. En vez de limitar los derechos humanos a su encaje en una determinada cultura ¿por qué no recurrir a los valores de las culturas tradicionales para reforzar la aplicación y la relevancia de los derechos humanos universales?

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Hay una necesidad cada vez mayor de resaltar los valores comunes y básicos que comparten todas las culturas: el valor de la vida, el orden social y la protección contra la arbitrariedad. Esos valores básicos están plasmados en los derechos humanos. Las culturas tradicionales deberían ser consideradas y reconocidas como colaboradoras en la promoción de un mayor respeto de los derechos humanos y de su observancia. El reconocimiento y el aprecio de contextos culturales particulares contribuiría a facilitar, más que a limitar, el respeto y la observancia de los derechos humanos. Los derechos humanos universales no imponen un patrón cultural sino el estándar legal de la mínima protección necesaria para la dignidad humana.

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En cuanto pauta legal adoptada por las Naciones Unidas, los derechos humanos universales representan un consenso, arduamente conseguido, de la comunidad internacional, no el imperialismo cultural de alguna región en particular o de un conjunto de tradiciones. Los derechos humanos relacionados con la diversidad y la integridad cultural abarcan una amplia gama de protecciones, incluyendo:
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*- el derecho a la participación cultural;
*- el derecho a disfrutar del arte;
*- a la conservación, desarrollo y difusión de la cultura;
*- a la protección del patrimonio cultural;
*- a la libertad para la actividad creativa;
*- a la protección de las personas pertenecientes a minorías étnicas, religiosas o lingüísticas;
*- a la libertad de reunión y asociación;
*- el derecho a la educación, a la libertad de pensamiento, conciencia y religión, a la libertad de opinión y de expresión;
*- y el principio de no discriminación.
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Todo ser humano tiene derecho a la cultura, incluido el derecho al disfrute y desarrollo de la vida e identidad culturales. Los derechos culturales, sin embargo, no son ilimitados. Existen limitaciones legítimas y sustanciales a prácticas culturales, incluso a tradiciones bien afianzadas. Por ejemplo, ninguna cultura puede hoy día reclamar legítimamente el derecho a practicar la esclavitud.

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Algunos creen, equivocadamente, que los derechos humanos son relativos en lugar de universales en lo que concierne a la cultura. Este relativismo supondría una peligrosa amenaza para la efectividad del derecho internacional y para el sistema internacional de derechos humanos. La reclamación de la aceptación y la práctica del relativismo cultural no es creíble. El relativismo cultural se utiliza como plataforma para obtener ventajas políticas o económicas, y no como un compromiso con los altos valores éticos y los ideales que la protección de los derechos humanos supone.
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El concepto de derechos no tiene sentido a menos que los derechos sean universales, pero los derechos no pueden alcanzar su universalidad sin un cierto anclaje cultural. Los derechos evolucionan a medida que evolucionan las culturas. No son entidades fijas. El debate entre universalismo y relativismo no tiene sentido. Los ideales universales de los derechos humanos y las particularidades y sensibilidades culturales pueden reconciliarse. Los estándares universales deberían ser el mínimo moral, mientras que las particularidades culturales ofrecerían diferentes marcos para favorecer o impedir la labor de los derechos humanos. Las culturas no pueden quedar excluidas, porque no hay discurso o práctica de los derechos humanos que exista en un vacío cultural. Una aplicación universal de los derechos humanos sin referencia a las particularidades culturales y a los derechos autóctonos disminuiría la fuerza ética de los derechos humanos.
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Sería un error sostener que los derechos humanos son una idea occidental. En realidad son la capacidad moral de la humanidad para proteger, bajo el imperio de la ley, las condiciones necesarias para la dignidad humana. Es decir, que si hay un conjunto normativo universal de principios espirituales en el que pueda hoy basarse el discurso sobre los derechos humanos, es preciso que éste trascienda las penúltimas distorsiones y las reales crueldades que comparten todas y cada una de las tradiciones religiosas del mundo. Requerir que cada particular marco espiritual sea normativo para los derechos humanos exige distinguir entre religión organizada y espiritualidad.
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Este debate, que en cierto sentido subyace tras todos los otros, es probablemente el nudo gordiano de los derechos humanos. Hoy quizá más que nunca antes, los símbolos y creencias religiosos están siendo manipulados para promover el odio, la intolerancia y la violencia. Tal vez sea esa manipulación de parte de las ideologías religiosas por el control de la violencia lo que ha dado crédito al debate sobre el "choque de culturas" que divide al mundo mediante fronteras religiosas. Es decir, la política del miedo ha superado desde hace tiempo los principios espirituales y la ética humanitaria de la religión.
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Si el miedo es hoy un factor obvio entre los extremistas religiosos, lo es de modo aún más sutil e insidioso en las ideologías religiosas que recurren al miedo como fundamento de la política. Pero son muchos los que hoy se dan cuenta de que la alternativa al miedo no es el valor sino la no violencia. Que las ideologías religiosas hayan originado posiciones fanáticas no es razón para que debamos optar por oposiciones fanáticas. La violencia no es la solución; es el problema.
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Al aceptar el Premio Nobel de la Paz, el doctor Martin Luther King Jr. proclamó una "fe audaz" en que "en todas partes la gente pueda tener tres comidas al día para su cuerpo, educación y cultura para su mente y dignidad, igualdad y libertad para su espíritu". Tanto si somos religiosos como laicos, tanto si somos hindúes como budistas, cristianos, judíos o musulmanes, adoptar esa "fe audaz" en los derechos humanos nos ayuda a enfrentarnos a las difíciles decisiones éticas que han de tomarse en nuestro tiempo.
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A medida que el mundo se hace más pequeño con la llegada de la globalización, la sola idea de los derechos humanos universales nos sirve para promover los diálogos transculturales. El diálogo transcultural no aspira simplemente a tender puentes entre los enormes conjuntos de culturas que se expresan bajo denominaciones tales como Occidente y Oriente. Aspira a tender puentes donde quiera que un fuerte sentimiento de "nosotros" y "ellos" surge más allá de las fronteras. Aunque la mayoría de nosotros estamos convencidos de que el progreso moral de la humanidad va en la dirección de la promoción de los derechos humanos, deberíamos insistir en que éstos no deben entenderse como un fenómeno ya cumplido. Ni que pertenece a nuestro pasado. Es una opción para nuestro futuro plural.
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Ramin Jahanbegloo, filósofo iraní, es catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad de Toronto. Traducción de Juan Ramón Azaola.
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sábado, 30 de enero de 2010

FEMINISMO, CAPITALISMO, GLOBALIZACION Y VIDA COTIDIANA. "La mercantilización de la vida íntima. La casa y el Trabajo".

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La socióloga plantea las cuatro alternativas políticas referidas al cuidado : la tradicional, la postmoderna, la moderna-fría y la moderna-cálida. Las dos primeras son las propias del neoliberalismo : si es posible que la mujer se ocupe del cuidado mientras el hombre se dedica cada vez más al trabajo ..... si no lo es que la mujer haga de la necesidad virtud y se ocupe de todo de la mejor manera posible, ayudada en parte por el Estado. La mejor alternativa sería la cuarta, la moderno-cálida, que es la que impera en los países nórdicos. Esta opción implica adaptar el sistema laboral a las exigencias del cuidado, corresponsabilizando a hombres y mujeres del cuidado y una política pública de apoyo a este equilibrio.
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Arlie Russell Hochschild ( Massachussets, 1940) es una interesante socióloga especializada de la situación de la mujer en el tardocapitalismo.



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Reseña de "La mercantilización de la vida íntima. La casa y el Trabajo".

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Feminismo, capitalismo, globalización y vida cotidiana.

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Luis Roca Jusmet

Rebelión

La mercantilización de la vida íntima la casa y el trabajo Arlie Russell Hochschild Traducción de Lilia Mosconi 383 páginas Ed. Katz, 2009



Desconocida en nuestro país Arlie Russell Hochschild ( Massachussets, 1940) es una interesante socióloga especializada de la situación de la mujer en el tardocapitalismo. Este libro, tan denso como extenso, reúne varios ensayos con un hilo conductor común. que la autora presenta en la introducción en forma de preguntas: ¿ Que cosas influyen en el amor y el cuidado ? ¿ De qué manera ha cambiado esta situación desde que la mujer ha pasado de estar al margen de la vida mercantil en el siglo XIX a estar cada vez más incorporada a ella a principios del siglo XXI ?.


Los temas implicados son variados y complejos: emoción, género, capitalismo, globalización; todo ello en un marco cultural específico, que es EEUU pero con un interés que lo trasciende porque ésta sociedad es, sin duda, el paradigma de la lógica del capitalismo por venir. También vale la pena mencionar las idea con la que se cierra el libro: en el último cuarto de siglo el capitalismo USA está integrando ideológicamente el feminismo pero de una manera interesada y parcial, incorporando lo que cuadra con el capitalismo y el individualismo; pero lo ha hecho prescindiendo de toda la reorganización que implicaba el equilibrio entre la vida económica y la vida privada de la mujer trabajadora.


Los cinco ensayos son complementarios y reflejan la coherencia, el rigor y la claridad de la socióloga y aunque todos son interesantes creo que algunos son extraordinarios. El mejor es el cuarto (“La ecología del cuidado”) que consta de tres artículos : “Amor y oro” ( muy influenciado por la perspectiva de Marx), “La geografía emocional y el plan de vuelo del capitalismo” ( inspirado en el punto de vista de Durkheim) y la cultura de la política”. En “Amor y oro” trata de la tendencia global a importar amor y cuidado de los países pobres a los países ricos. Si la desigualdad progresiva entre estos conjuntos de países lleva a que las personas con más talento y capacitación de los países pobres sean absorbidos por los países ricos al mismo tiempo las mujeres de los países del Sur deben abandonar a las personas que dependen de ellas ( hijos, padres...) para ocuparse de personas dependientes de los países del Norte. Y aquí se da una transferencia emocional, ya que estas mujeres acaban proyectando su amor hacia las nuevas personas que dependen de ellas.


Pero, cómo bien dice la autora, este sentimiento de amor no es el originario ya que no solo cambia de destinatario sino que también se transforma en el nuevo escenario; y esto como producto de la combinación de tres factores: la ideología estadounidense sobre los vínculos materno-filiales, la soledad de la mujer y la nostalgia de los hijos de los que se han separado por necesidad. Continua siendo una forma de imperialismo, ya que si antes se saqueaban los recursos materiales ahora son los emocionales, pero la autora también considera que el desarrollo de un país con respecto a otro genera siempre migraciones y lo que hay que plantear es elevar el valor del trabajo realizado por las cuidadores. Por otra parte, y aparte de la lucha por eliminar la tendencia a aumentar la desigualdad Norte/Sur e invertirla, se trata de involucrar al padre de todos los países en la realización de las tareas del cuidado y de esta manera ir contra el traspaso de estos trabajos hacia las clases sociales más pobres.


En “La geografía emocional y el plan de vuelo del capitalismo” parte de la constatación de la aceleración progresiva de la vida laboral y familiar en EEUU. Cada vez hay más madres que trabajan fuera de casa, cada vez se trabajan más horas ( EEUU es el país industrializado donde se trabajan más horas al año, superando al mítico Japón) y los empleos no tienen flexibilidad horaria. Delante de ello hay tres posibilidades : o “racionalizar” la vida familiar dejándola en manos de expertos ( canguros, cuidadores, servicio de limpieza...), o volver a la solución tradicional ( hombre en el trabajo, mujer en casa) o bien, como defiende la socióloga, adecuar al horario laboral al familiar y repartir el cuidado y el trabajo doméstico entre hombres y mujeres.


Pero en EEUU lo que domina es una vida cada vez más centrada en el trabajo, al que se quiere convertir en un lugar estimulante para los dirigentes y trabajadores cualificados, donde puedan desarrollar una vida social y lúdica. Y lo familiar conducirlo hacia el área privada, ya que al mismo tiempo se reducen cada vez las políticas públicas de apoyo a la familia y a las personas dependientes. Un tema inquietante y muy palpable en EEUU que es como cada vez las personas se implican más en el trabajo ( tanto hombres como mujeres) al que consideran su lugar de realización personal mientras la vida familiar se reduce a un lugar residual de tensiones y conflictos.


Todo esto enlaza con el tercer artículo, donde la socióloga plantea las cuatro alternativas políticas referidas al cuidado : la tradicional, la postmoderna, la moderna-fría y la moderna-cálida. Las dos primeras son las propias del neoliberalismo : si es posible que la mujer se ocupe del cuidado mientras el hombre se dedica cada vez más al trabajo ( tradicional, como ocurre en Suiza y Portugal ) si no lo es que la mujer haga de la necesidad virtud y se ocupe de todo de la mejor manera posible, ayudada en parte por el Estado ( combinación de postmoderna y moderna-fría, como en EEUU). La mejor alternativa sería la cuarta, la moderno-cálida, que es la que impera en los países nórdicos ( Dinamarca, Noruega y Suecia). Esta opción implica adaptar el sistema laboral a las exigencias del cuidado, corresponsabilizando a hombres y mujeres del cuidado y una política pública de apoyo a este equilibrio.


En el resto del libro hay también otras cosas destacables, como los dos primeros artículos del primer ensayo ( “Una cultura de la desinversión psíquica”) que se titulan “El espíritu mercantil de la vida íntima y la abducción del feminismo” ( que como dice la autora tiene un aire muy weberiano) y “ La frontera de la mercancía”. Hay aquí analizadas dos cuestiones de gran interés : el primero es el ideal masculina que se ofrece a la mujer muchas veces en nombre de un supuesto feminismo y el segundo el peligro que tiene aplicar conceptos mercantiles a la vida personal : gestión, cliente, productividad, competencia, oferta y demanda....


En el tercer ensayo ( “El dolor reflejo de una sociedad conflictiva”) hay dos artículos que son igualmente imprescindibles : “El colonizador colonizado” y “La familia fracturada”. En el primero hay que criticar que la traductora ( en general muy correcta, aunque nos choquen algunas expresiones latinoamericanas) porque la traducción elegida para el título invierte totalmente el sentido del texto. Porque no es “el colonizador el que resulta colonizado” sino que es este último el que hace de transmisor de las ideas del colonizador. Con este título ( “El colonizado colonizador”) sí entendemos de lo que trata el capítulo, que es el del papel de la madre que transmite a la hija la ideología de la sumisión; y al mismo tiempo esto nos permite abordar con toda la complejidad de relaciones ambivalentes entre madre-hija en una sociedad patriarcal. El segundo artículo trata de las transformaciones de la familia en las últimas décadas, siempre tomando como referencia EEUU, el país con más divorcios del mundo y en el que se prevé que el 60% de las mujeres serán las responsables de una familia monoparental en un país en el que la mayoría de hombres divorciados se desentienden de sus hijos.


Como última referencia al contenido del libro no quiero olvidarme de dos artículos muy preciosos del último ensayo ( “Un yo imbuido de sentimientos”) que son “La capacidad de sentir” y la elaboración del sentimiento”. Aquí hay un trabajo muy innovador y sugerente sobre como las convenciones y la ideología reglamenta los sentimientos. Parte de los trabajos del mejor representante de la sociología de la vida cotidiana, Erving Goffman pero con la pretensión crítica de cubrir un aspecto que él no desarrolla, que es el emocional. La cuestión central es la de cómo elaboramos socialmente los sentimientos, aunque creo que falla una distinción más precisa de lo que es una emoción y un sentimiento, que de esta manera queda en la ambigüedad. La distinción del filósofo y neurocientífico Antonio Damasio, que considera la emoción como la base reactiva corporal y el sentimiento como la conciencia que tenemos de ella hubiera dado más juego. Igualmente creo que sería fecundo tener en cuenta las aportaciones de corrientes psicoanalíticas más interesantes que las que circulan por EEUU, que es la única que la autora considera en el texto.


En todo caso el libro es muy potente y abre un campo de reflexión psicológica, sociológica y política bastante desconocida en nuestro país. Una vez más muestra el error de aquellos que como Wilheim Reich consideraban que la familia es la estructura ideológica básica del capitalismo. En esta etapa de globalización se cumple la previsión de Marx de que la lógica del capitalismo acaba destruyendo todos los lazos tradicionales, incluido el de familia. Quizás la relectura de Un mundo feliz de Aldous Huxley nos diga bastante sobre lo que puede llegar a ser la reproducción social en los países del Norte. Y lo que es fundamental en el libro que tratamos es la relación entre la lucha de la mujer, que es uno de los elementos básicos de la democracia entendida como la lucha para acceder al poder de todos aquellos que están discriminados, y los intentos del capitalismo de desintegrarla en una ideología que sólo responde a sus intereses.

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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viernes, 29 de enero de 2010

JOSEPH STIGLITZ: "El mundo no saldrá de la crisis económica hasta el 2013".

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"Es normal que en Wall Street se hable del crecimiento global de la economía, porque eso vende acciones. Los economistas con quienes he hablado y con los que estoy de acuerdo, no piensan así. Todo lo contrario: afirman que el sistema financiero en este momento es mucho más frágil que antes de la crisis y supone un riesgo para una estabilidad duradera ", declaró.
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Stiglitz: "El mundo no saldrá de la crisis económica hasta 2013"
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El Economista aseguró que el sistema financiero está más frágil que antes de la debacle y se mostró decepcionado por las respuestas de las Autoridades.
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"El mundo seguro que no saldrá de la crisis ni en 2010, ni en 2011. Quizás ni en 2012 y 2013 ", declaró el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz al semanario serbio Econom:east.

Según el economista, Estados Unidos, donde se originó la crisis, luchará durante largo tiempo contra el déficit y por la recuperación de la política monetaria.

Stiglitz indicó que el optimismo reinante en círculos de negocios se basa en los pronósticos de que la recuperación está cerca y que la bolsa se ha estabilizado, pero que el sistema financiero no depende sólo de los factores económicos.

"Es normal que en Wall Street se hable del crecimiento global de la economía, porque eso vende acciones. Los economistas con quienes he hablado y con los que estoy de acuerdo, no piensan así. Todo lo contrario: afirman que el sistema financiero en este momento es mucho más frágil que antes de la crisis y supone un riesgo para una estabilidad duradera ", declaró.

"La única pregunta que habría que hacer es: ¿Cuándo se repetirá todo esto?", recalcó.

Stiglitz, aunque se muestra satisfecho por el ligero crecimiento de la economía, está decepcionado porque no se aprovechó el momento para reformar el sistema financiero global.

"Es horrible ver que el balón se infla y no hacen nada, aunque está claro que explotará.Y no se ha hecho nada ni después de la explosión, sobre todo en los Estados Unidos", señaló.

Entre las propuestas hechas por Stiglitz para prevenir una nueva crisis está la creación de un organismo con más competencias y representación que los existentes, porque "la crisis global requiere una respuesta global".

Además, propone un nuevo sistema global de reservas, con una moneda única, porque ve necesario un sistema multilateral que no dependa de la moneda de ningún país concreto.

"El mundo seguro que no saldrá de la crisis ni en 2010, ni en 2011. Quizás ni en 2012 y 2013 ", declaró el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz al semanario serbio Econom:east.

Según el economista, Estados Unidos, donde se originó la crisis, luchará durante largo tiempo contra el déficit y por la recuperación de la política monetaria.

Stiglitz indicó que el optimismo reinante en círculos de negocios se basa en los pronósticos de que la recuperación está cerca y que la bolsa se ha estabilizado, pero que el sistema financiero no depende sólo de los factores económicos.

"Es normal que en Wall Street se hable del crecimiento global de la economía, porque eso vende acciones. Los economistas con quienes he hablado y con los que estoy de acuerdo, no piensan así. Todo lo contrario: afirman que el sistema financiero en este momento es mucho más frágil que antes de la crisis y supone un riesgo para una estabilidad duradera ", declaró.

"La única pregunta que habría que hacer es: ¿Cuándo se repetirá todo esto?", recalcó.

Stiglitz, aunque se muestra satisfecho por el ligero crecimiento de la economía, está decepcionado porque no se aprovechó el momento para reformar el sistema financiero global.

"Es horrible ver que el balón se infla y no hacen nada, aunque está claro que explotará.Y no se ha hecho nada ni después de la explosión, sobre todo en los Estados Unidos", señaló.

Entre las propuestas hechas por Stiglitz para prevenir una nueva crisis está la creación de un organismo con más competencias y representación que los existentes, porque "la crisis global requiere una respuesta global".

Además, propone un nuevo sistema global de reservas, con una moneda única, porque ve necesario un sistema multilateral que no dependa de la moneda de ningún país concreto.


El Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, sostiene que hay crisis para rato


Viernes 22 de enero del 2010.


InSurGente.-"Es normal que en Wall Street se hable del crecimiento global de la economía, porque eso vende acciones. Los economistas con quienes he hablado y con los que estoy de acuerdo, no piensan así. Todo lo contrario: afirman que el sistema financiero en este momento es mucho más frágil que antes de la crisis y supone un riesgo para una estabilidad duradera", declaró. "La única pregunta que habría que hacer es: ¿cuándo se repetirá todo esto?", recalcó.
La crisis financiera mundial no se acerca a su fin y no terminará antes de 2013, pese al optimismo de banqueros y gente de Bolsa, según el premio Nobel de Economía 2001, el estadounidense Joseph Stiglitz, quien advierte de que urgen medidas y una respuesta global al problema. Además, señaló que el sistema financiero es mucho más frágil.


"El mundo seguro que no saldrá de la crisis ni en 2010 ni en 2011. Quizás ni en 2012 y 2013", declaró Stiglitz al semanario serbio Econom:east.


Según el profesor de Economía, el país donde empezó la crisis, Estados Unidos, luchará durante largo tiempo contra el déficit y por la recuperación de la política monetaria.Stiglitz indicó que el optimismo reinante en círculos de negocios se basa en los pronósticos de que la recuperación está cerca y que la bolsa se ha estabilizado, pero que el sistema financiero no depende sólo de los factores económicos.


"Es normal que en Wall Street se hable del crecimiento global de la economía, porque eso vende acciones. Los economistas con quienes he hablado y con los que estoy de acuerdo, no piensan así. Todo lo contrario: afirman que el sistema financiero en este momento es mucho más frágil que antes de la crisis y supone un riesgo para una estabilidad duradera", declaró. "La única pregunta que habría que hacer es: ¿cuándo se repetirá todo esto?", recalcó.


Stiglitz, aunque se muestra satisfecho por el ligero crecimiento de la economía, está decepcionado porque no se ha aprovechado el momento para reformar el sistema financiero global.


"Es horrible ver que el balón se infla y no hacen nada, aunque está claro que explotará. Y no se ha hecho nada ni después de la explosión, sobre todo en Estados Unidos", señaló.


Entre las propuestas hechas por Stiglitz están la prevención de una nueva crisis y la creación de un organismo con más competencias y representación que los existentes, porque "la crisis global requiere una respuesta global".
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EL PAPEL EN EL MUNDO DE UNA POTENCIA ECONÓMICA. La China emergente y la UE

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La recuperación del papel chino en el mundo encuentra una elocuente expresión en las reuniones que sus dirigentes han mantenido con la totalidad de los gobernantes africanos. Primero fue la cumbre que tuvo lugar en Pekín en el 2008. Y, hace algunas semanas, la que se celebró en África. ¿Podría alguien imaginar a algún dirigente europeo, o americano, convocando a todas las naciones africanas?
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Foto: Martín Tognola.


EL PAPEL EN EL MUNDO DE UNA POTENCIA ECONÓMICA

La China emergente y la UE .
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El gigante asiático no hace más que retornar al lugar que le fue sustraído por la expansión europea.

Enero 13 del 2010


JOSEP Oliver Alonso


Hace unos días, se conocía una nueva marca, y van ya unas cuantas en los últimos años, de la economía china: en el 2009 se han vendido más de 13 millones de vehículos, superando, por vez primera en la historia, a EEUU como primer consumidor mundial. China nos tiene ya acostumbrados a sus estratosféricas conquistas. El tren más veloz del mundo, la construcción de la red ferroviaria de alta velocidad más larga del planeta, el diseño y construcción de una red de autopistas que equivale a la de EEUU en los años 50 de la mano de Eisenhower... Un sinfín de récords, entre los que quizá el más relevante es que acaba de superar a Alemania como primer exportador mundial, al tiempo que ya se sitúa muy cerca de Japón, a punto para superar la segunda economía del planeta.


Este formidable avance recuerda los momentos de optimismo histórico de EEUU en el cambio del siglo XIX al XX y que les llevó en 1929, en menos de un año, a construir el Empire State Building. Pero tiene diferencias culturales y políticas notables, entre las que destaca que, para China, no se trata de emerger como potencia mundial. Por el contrario, China regresa a un estatus de gran potencia que ya tuvo no hace tanto tiempo.


Un filósofo norteamericano ha argumentado, con razón, que el reequilibrio económico mundial, la modificación del centro de gravedad desde el Atlántico al este del Pacífico no es más que el retorno, el eterno retorno, hacia el orden natural anterior. China y también la India concentraron, hasta la revolución industrial del siglo XVIII, la mayoría de la población y de la actividad económica mundial. Y ahora no hacen más que retornar al lugar que siempre les ha correspondido, y que les fue sustraído por la expansión europea.


La recuperación del papel chino en el mundo encuentra una elocuente expresión en las reuniones que sus dirigentes han mantenido con la totalidad de los gobernantes africanos. Primero fue la cumbre que tuvo lugar en Pekín en el 2008. Y, hace algunas semanas, la que se celebró en África. ¿Podría alguien imaginar a algún dirigente europeo, o americano, convocando a todas las naciones africanas?


El éxito de su política exterior se basa en una larga historia de relaciones comerciales, muy alejada de las que practicó el colonialismo occidental en su día. Y para muestra, un botón. Cuando en 1421, el emperador Zhu Di inauguró los trabajos de reconstrucción de Pekín como capital del imperio fue acompañado en la celebración, que duró ¡dos años!, por representantes de la mayoría de los países bañados por el océano Índico y el Pacífico, desde Arabia y el estrecho de Ormuz a la costa este africana, y desde Calcuta a Sri Lanka, Java, Borneo y Vietnam. 1421 es también el año en el que una gran flota zarpó para extender la influencia comercial china a todo el globo, cartografiando el planeta, y dando origen, así parece, a los mapas que permitieron los viajes de Colón y Magallanes, como describe Menzies en su documentado trabajo 1421, The year China discovered the world.


China ha regresado. Y este regreso va a tener mayores consecuencias a medida que su poder económico se asiente. Zhou Xiaochuan, el gobernador del Banco Popular de China, ha dibujado, como una alternativa deseable en el medio plazo, una nueva estrategia globalizadora, una globalización a la china. Ello implica plantearse muy seriamente inversiones en países en desarrollo para facilitar su industrialización y aumentar su consumo, y su demanda de productos chinos. La posición de África en este contexto aparece como especialmente relevante para China en un horizonte de precios al alza de la energía, por su proximidad a los mercados de destino europeos.


Finalmente, las recientes conversaciones entre EEUU y China, el G-2, como se ha denominado, parecen haber dejado un tanto de lado al emergente G-20, que ha lidiado con la crisis, y también a la Unión Europea. Al mismo tiempo, el resultado de la cumbre del clima de Copenhague, donde China y otros países emergentes han estado marcando la pauta, apunta hacia un nuevo, pero distinto, paso en la globalización. La visión de un Obama al que los dignatarios de China, Rusia, Brasil, la India y África del Sur tuvieron que hacer un hueco en su mesa de negociación dice más de las transformaciones ya operadas en la globalización mundial que cualquier estadística.Y nuestra querida Europa, ¿dónde queda en este nuevo orden?


Desgraciadamente, pese a los innegables avances, los pequeños pero poderosos intereses nacionales siguen bloqueando las necesarias reformas, como se ha puesto de manifiesto con el nombramiento de su presidente permanente y su ministro de Asuntos Exteriores. Decía hace unas semanas, desde estas páginas, que las élites tienden a ser incapaces de comprender los cambios que afectan su status quo. Las europeas, mal que nos pese, no son una excepción a esta regla. Esperemos, porque nos conviene, que el despertar del gigante chino nos obligue a dar un salto de escala en la construcción europea. O eso, o lo que viene.
Catedrático de Economía Aplicada (UAB)
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jueves, 28 de enero de 2010

ESTADOS UNIDOS: Obama establece la recuperación del empleo como su principal prioridad.

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"El Congreso ha aprobado una reforma de empleo que incluye algunas de estas medidas. Como primera tarea para este año, insto al Senado a que haga lo mismo. La gente está sin empleo. Están dolidos y necesitan nuestra ayuda. Quiero una propuesta de empleo encima de mi mesa sin dilación", indicó. "La única manera de movernos hacia el pleno empleo es la de establecer las nuevas bases para un crecimiento económico a largo plazo".
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Discurso sobre el Estado de la Unión.

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Obama establece la recuperación del empleo como su principal prioridad.
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Última actualización 28/01/2010.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, aseguró que la recuperación del empleo será la principal prioridad de su Gobierno en 2010 y para ello instó al Senado a que apruebe "sin dilación" la reforma laboral aprobada por el Congreso, con la que pretende fomentar la creación de empleos en el campo de las energías renovables.
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Durante su primer discurso sobre el Estado de la Unión, el mandatario hizo una fuerte defensa de las pymes norteamericanas, apostó por un nuevo modelo económico a largo plazo basado en la innovación y se mostró firme en su propósito de reformar el sistema financiero en favor de las familias y las clases medias.Estados Unidos cuenta con más de siete millones de desempleados en estos momentos, por lo que el presidente norteamericano aseguró que "el empleo debe ser nuestra principal prioridad en 2010". Por eso, hizo un llamamiento en favor de la reforma laboral.

"El Congreso ha aprobado una reforma de empleo que incluye algunas de estas medidas. Como primera tarea para este año, insto al Senado a que haga lo mismo. La gente está sin empleo. Están dolidos y necesitan nuestra ayuda. Quiero una propuesta de empleo encima de mi mesa sin dilación", indicó. "La única manera de movernos hacia el pleno empleo es la de establecer las nuevas bases para un crecimiento económico a largo plazo".

El mandatario estadounidense insistió en la necesidad de apostar por las energías renovables y la innovación, campos en los que "no aceptaré ver a Estados Unidos desempeñando un papel secundario". Destacó que tanto China como Alemania o India están apostando por la ciencia, la investigación y las renovables. "Están haciendo fuertes inversiones en energías limpias porque saben que ofrecen empleo". "Sé que hay algunos que rechazan las evidencias científicas sobre el calentamiento global. Pero aunque duden de esas pruebas, incentivar la eficiencia energética y las energías limpias es lo correcto porque la nación que lidere una economía basada en las energías limpias será la que lidere la economía mundial", aseveró.

"Hoy tenemos que ponernos a trabajar para construir las infraestructuras de mañana", dijo el presidente norteamericano. "Debemos poner más ciudadanos a trabajar en la construcción de fábricas que produzcan energías limpias y dar incentivos a quienes aumenten la eficiencia energética de sus hogares".
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VENTAJAS FISCALES Y CRÉDITO PARA LAS PYMES.

Obama propuso utilizar 30.000 millones de dólares del dinero del plan de rescate devuelto por
los bancos para facilitar a las pequeñas y medianas empresas norteamericanas "los préstamos que necesitan para mantenerse a flote". "El verdadero motor de este país siempre han sido las empresas", defendió.
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"También propongo la creación de nuevos beneficios fiscales que irán a parar a las cerca de un millón de pequeñas empresas que contraten nuevos trabajadores o que aumenten los salarios de sus empleados", indicó el mandatario norteamericano. Obama también anunció que eliminará los impuestos sobre los beneficios de las pymes y ofrecerá ventajas fiscales "a todas aquellas compañías que inviertan en nuevas fábricas o maquinarias".

Obama defendió sus medidas en materia económica durante el último año, especialmente los recortes de impuestos de los que se han beneficiado "el 95 por ciento de las familias estadounidenses, y las medidas que han servido para fomentar empleos relacionados con las energías 'verdes'. "Después de dos años de recesión, nuestra economía está creciendo de nuevo", destacó.

SE MUESTRA FIRME EN LA REFORMA DEL SISTEMA FINANCIERO.

Por otro lado, Obama reiteró que persistirá en su lucha a favor de las clases medias e insistió tanto en acometer una reforma financiera como en eliminar los privilegios de multinacionales estadounidenses. "Es hora de reducir drásticamente las ventajas fiscales de las empresas que se llevan el trabajo fuera y dar esos beneficios a las compañías que crean trabajo en Estados Unidos".

"No estoy interesado en castigar a los bancos", afirmó el mandatario, reconociendo la necesidad de contar con un sistema financiero saludable que posibilite el acceso al crédito a las empresas, para que éstas puedan crear empleos.

"Necesitamos asegurarnos de que los consumidores y las familias medias tienen acceso a la información que necesitan para adoptar decisiones en materia financiera (...) no podemos permitir que las instituciones financieras, las que guardan sus depósitos, tomen riesgos que amenazan a toda la economía", advirtió el presidente norteamericano.

"El Congreso ha aprobado una ley que incluye algunas de estas medidas y aunque algunos grupos de presión están intentando acabar con ella, no podemos dejarles que ganen esta lucha. Si la propuesta final no responde a una reforma verdadera, la mandaré de vuelta".
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Se desvanece pluralismo de medios: Afianza monopolios informativos la victoria derechista en Chile.

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La victoria electoral de Piñera se debe al Partido Nacional (PN) y la Unión Demócrata Independiente (UDI), colectividades ambas que emergieron en plena tiranía con el propósito, en esa etapa, de convertir a Pinochet en un presidente civil…Respaldaron entonces una suerte de Constitución elitista y reaccionaria que en alta medida está vigente y a tal grado que en Chile no puede llamarse auténticamente un país en democracia.
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Se desvanece pluralismo de medios: Afianza monopolios informativos la victoria derechista en Chile.

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lunes 25 de enero de 2010

Hernán Uribe (especial para ARGENPRESS.info)

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El triunfo del derechista Sebastián Piñera en los comicios presidenciales de Chile del 17 de enero liquida la posibilidad de una democratización de los órganos de comunicación que había planteado en su plataforma Eduardo Frei Ruiz-Tagle (EFR) candidato perdedor sostenido por la centrista Concertación por la Democracia que ha gobernado el país desde 1990 año en que terminó la dictadura de Augusto Pinochet.

En un documento emitido por el comando de EFR el 12 de diciembre pasado se dijo que el Estado debería propiciar El establecimiento de medios de comunicación sin fines de lucro que permitan que la totalidad de los sectores políticos del país dispongan de órganos de comunicación. También se debe crear, a partir de Televisión Nacional de Chile (TVN), estatal) un instrumento de libre acceso con contenidos culturales y artísticos que otorgue espacio a todas las formas de pensar”.

Tales posibilidades, que se están materializando en los países del ALBA son inexistentes en Chile donde en el campo de la prensa rige el dominio de una suerte de dúopolio. Lo forman: la empresa “El Mercurio” que edita una veintena de cotidianos, tres de ellos en la capital encabezados por el matutino del mismo nombre que fue artífice del golpe de Estado en contra del presidente Salvador Allende. El otro es Corporación de Prensa (COPESA) que posee tres periódicos encabezados por “La Tercera”.

Los medios de esas empresas acaparan el 80% de la lectura de diarios y son “premiados” con millones de dólares que reciben de la publicidad estatal. Al revés, los medios que con riesgos, se editaron por los opositores en los años finales de la tiranía, han desaparecido sin haber recibido un centavo de ayuda del Estado. En esa nómina figuran las revistas Análisis, APSI, La Bicicleta, Rocinante y otras y además los diarios Fortín Mapocho, La Ëpoca y Siete Días. La revista “Punto Final”, independiente de izquierda, ha iniciado querellas ante diversos tribunales bajo el argumento de que los dineros del Estado deben ser distribuidos equitativamente pues siempre se le ha negado acceso a la publicidad que realizan los organismos gubernamentales. PF fue clausurada por la dictadura y es una de las poquísimas publicaciones que ha podido reaparecer.

Con lo expuesto es fácil deducir que la política sobre la comunicación de la Concertación ha sido un desastre mayúsculo durante una veintena de años. Su adhesión en esta área a la ideología neoliberal que Pinochet había impuesto a sangre y fuego, la llevó a privatizar una radioemisora estatal (Radio Nacional) e incluso a eliminar la Oficina de Información y Radio (OIR), aparato gubernamental que existía desde los años cincuenta. Se explica así la propuesta de Frei quien cuando ejerció la presidencia en los años noventa, tampoco hizo nada al respecto. El único vocero gubernamental en las dos últimas décadas ha sido el matutino “La Nación”, acerca del cual Piñera dijo durante la campaña electoral que lo eliminaría apenas asuma el poder,

La inercia o quizás mejor llamada complicidad de la Concertación con la prensa comercial conservadora ha impedido- lo dijo el Colegio de Periodistas- el pluralismo informativo y con ello se ha cercenado la real libertad de expresión que fuera inexistente en los 17 años de tiranía castrense. Ambas situaciones contrastan con la auténtica democracia informativa que imperó durante los tres años de la presidencia ejercida por Salvador Allende.

En esa etapa existían los medios comerciales antes mencionados y no es un secreto que fueron financiados por la Central Intellegence Agency (CIA) para fomentar el golpe de estado pues así lo reconoció un informe del Senado estadounidense. Sin embargo, en ese período hubo también cinco cotidianos que respaldaban al Gobierno, como asimismo una cuarentena de radioemisoras, entre ellas varias que pertenecían a los partidos políticos de la Unidad Popular y de otras tendencias, por ejemplo, la Democracia Cristiana y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Todos esos órganos de comunicación fueron eliminados-y robados-por la dictadura.

La victoria electoral de Piñera se debe al Partido Nacional (PN) y la Unión Demócrata Independiente (UDI), colectividades ambas que emergieron en plena tiranía con el propósito, en esa etapa, de convertir a Pinochet en un presidente civil…Respaldaron entonces una suerte de Constitución elitista y reaccionaria que en alta medida está vigente y a tal grado que en Chile no puede llamarse auténticamente un país en democracia.

A modo de comprobación, mencionaré algunos rubros. Acerca de la libertad de informar, apunta: “La ley en ningún caso podrá establecer monopolio estatal sobre los medios de comunicación social”. ¿Significa ello que los privados sí pueden hacerlo? El artículo 5* “garantiza el pluralismo político”, pero la ley del caso establece un sistema binominal que favorece a poderosas coaliciones y excluye a las minorías en la elección al Parlamento y otras. Dos más de antología: los dirigentes sindicales no pueden ser directivos en partidos políticos y están impedidos de ser electos como diputados o senadores. Idem: se establece el derecho a huelga pero al mismo tiempo se autoriza contratar rompehuelgas…

El nuevo presidente encuentra en esa Constitución un terreno abonado para aplicar su ideología. Tres semanas antes de los comicios el periodista Héctor Vera y el sociólogo Daniel Castro advertían en el diario “La Nación” sobre un eventual triunfo de Piñera: “Se produciría una verdadera situación de despotismo legal. A los poderes que tiene la derecha de control económico y de los medios de comunicación, se le agregaría el control del Poder Ejecutivo”. (*). Y ello ocurrió agregamos nosotros.

*) Entre el despotismo legal y la Democracia progresista. La Nación, 27/12/09 21/1/10

Hernán Uribe es periodista y escritor chileno.
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lunes, 25 de enero de 2010

ENTREVISTA A KOSTAS VERGOPOULOS. Países Latinoamericanos "Deben dejar de ser tibios".

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América latina exporta específicamente productos básicos, que en las Bolsas del mundo son objeto de especulaciones. Entonces los precios y, por ende, los ingresos de los países latinoamericanos son muy frágiles. Este es un momento único para los países latinoamericanos, porque son ricos y deben aprovecharlo para ampliar sus mercados internos. Hay que dejar de ser tibios. La única solución sería ampliar los mercados internos y afianzar las relaciones intrarregionales en Latinoamérica. El comercio intrarregional debe crecer en detrimento del comercio con Estados Unidos o los países europeos. Pero no logra crecer y eso es un gran problema.
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CASH


ENTREVISTA A KOSTAS VERGOPOULOS, DE LA UNIVERSIDAD DE PARIS VIII.

“Deben dejar de ser tibios”

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El investigador francés plantea que los países latinoamericanos deben aprovechar esta etapa de precios altos de los commodities para profundizar un modelo de desarrollo con valor agregado. “Es preciso ampliar los mercados internos”, reclama.

Por Natalia Aruguete.

Con excepción de China, India o Brasil, no habrá un crecimiento significativo de las economías del resto de los países en el corto plazo, según lo estimado por diversos organismos internacionales. En el caso particular de los emergentes, el investigador de la Universidad de París Kostas Vergopoulos afirmó en diálogo con Cash que el escaso crecimiento será a causa de que sus ingresos dependen en gran medida de las exportaciones –basadas fundamentalmente en productos básicos –, por la falta de inversiones que alienten el mercado interno y, como consecuencia, la fragilidad de sus estructuras económicas.

¿Qué efectos tuvo la crisis mundial en los países emergentes?

–Permanecen en una situación buena porque tienen ingresos por sus exportaciones, pero esos países dependen mucho de su capacidad de exportar. Y las exportaciones, en el futuro próximo, corren un riesgo inminente de caer por la reducción del comercio internacional. Como consecuencia, la crisis se trasladará al interior de sus economías. El problema para América latina y otros países emergentes asiáticos, como China o India, es que tienen muchas reservas por esas exportaciones, pero no reciclan sus riquezas en inversiones al interior de sus economías.

¿Qué particularidades diferencian a América latina de los países asiáticos?

–En América latina, los gobiernos han dado prioridad a reducir sus deudas externas. Según mis cálculos, el 50 por ciento de esos ingresos del exterior fueron exportados para pagar deuda. La cuestión central debería ser cómo introducir esas riquezas al interior de las economías. Especialmente, a mejorar la distribución de los ingresos –los salarios y el poder de compra de las clases medias y bajas– para ampliar el mercado interno. La insuficiencia de la demanda internacional se debió a la caída de la demanda norteamericana, y para sustituir esa caída hay que aumentar la demanda de los mercados internos de los países emergentes.

¿Cómo caracteriza a las exportaciones de los países emergentes?

–Los excedentes de los países emergentes se basan en las exportaciones de productos primarios y recursos naturales energéticos y alimentarios. No son explotaciones con transformación industrial, es decir que son muy frágiles frente a la demanda internacional y a la volatilidad de los precios internacionales de los commodities. América latina exporta específicamente productos básicos, que en las Bolsas del mundo son objeto de especulaciones. Entonces los precios y, por ende, los ingresos de los países latinoamericanos son muy frágiles. Este es un momento único para los países latinoamericanos, porque son ricos y deben aprovecharlo para ampliar sus mercados internos. Hay que dejar de ser tibios. La única solución sería ampliar los mercados internos y afianzar las relaciones intrarregionales en Latinoamérica. El comercio intrarregional debe crecer en detrimento del comercio con Estados Unidos o los países europeos. Pero no logra crecer y eso es un gran problema.

¿Por qué no crece?

–Porque no hay una real política de distribución de los ingresos, sólo medidas moderadas en países como Argentina u otros con gobiernos progresistas, pero insisto en que son políticas tímidas. Es necesario que se produzcan reformas al interior de los países para generar una distribución de los ingresos más justa y más eficaz económicamente, y que se profundice la cooperación intrarregional.

¿Cree que en Europa sí existe una efectiva cooperación intrarregional?

–No, en Europa también hay inercia. Todos los países del mundo han estado casi paralizados por la crisis actual. En el caso de Estados Unidos, el gobierno no hace nada para superar la crisis, a excepción de medidas tradicionales.

¿A cuáles se refiere puntualmente?

–Medidas presupuestarias como las que hace el presidente Obama, recurriendo al déficit, por ejemplo. Pero es sólo la mitad del déficit necesario para combatir la crisis y asegurar el empleo. Otra de las medidas consiste específicamente en reducir los impuestos a los que tienen ingresos altos. Pero son parciales y se necesitan reformas más profundas, tanto en los Estados Unidos como en el resto del mundo. Hoy vivimos la pérdida de la hegemonía norteamericana, necesitamos una nueva construcción global. Pero no hay un poder económico igual al de los Estados Unidos que lo suceda, a menos que esta sucesión se haga de manera conjunta, con los países emergentes unidos.

¿Cuáles son los obstáculos que enfrentan los países emergentes para reemplazar esa caída de la demanda?

–Son obstáculos ideológicos: avanzan de manera tímida. Hay ideas buenas, como la creación del Banco del Sur o la emancipación geopolítica, pero por el momento son sólo ideas, no hay efectos. Y la base de estos cambios debe ser una justa distribución del ingreso.

Algunos especialistas han planteado que la recuperación de la crisis pasa por China y los países asiáticos, ¿usted qué opina?

China tiene un gobierno reaccionario, no sólo a nivel político sino económico. El gobierno chino no quiere ampliar el mercado interno, como los gobiernos progresistas de América latina. La política china es más negativa para suceder a la hegemonía norteamericana que la latinoamericana, aunque todavía las políticas de los gobiernos de esta región no impactan lo suficiente.

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domingo, 24 de enero de 2010

CHILE: Del Neoliberalismo encubierto al libre Mercado desatado.

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La pesadumbre por la baja votación conseguida por Eduardo Frei en la primera vuelta electoral del 13 de diciembre y la inquietud por los resultados de la segunda vuelta del 17 de enero pasado, oscurecían tanto la mirada retrospectiva de las políticas de la Concertación como la visión futura. Porque muchos de los temas levantados por el candidato de Izquierda, Jorge Arrate, y el independiente Marco Enríquez-Ominami fueron críticas directas a las políticas económicas de veinte años que destacaba, erradamente, Michelle Bachelet.
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Del neoliberalismo encubierto al libre mercado desatado.

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Paul Walder.

Punto Final.- Enero 23 del 2010.



El once de enero, a escasos días de la segunda vuelta presidencial, Michelle Bachelet firmó el ingreso de Chile a la OCDE. La inscripción fue calificada por la gobernante como el fin del camino de modernización y apertura comercial iniciado por el primer gobierno de la Concertación. Tras veinte años de persistentes políticas a favor de la inserción de Chile en los mercados globales, a través de profusos acuerdos comerciales con naciones de todo el planeta, Bachelet resumía el evento: “Lo que ha ocurrido durante estos veinte años es histórico. Chile deja atrás el subdesarrollo y se encamina a paso firme para convertirse en una nación desarrollada en unos años más”.

Una satisfacción más bien personal que no pudo impregnar a la opinión pública del mismo modo como lo lograron las firmas de tratados comerciales con Estados Unidos y la Unión Europea, interpretados entonces como el “ingreso de Chile a las grandes ligas”.

La pesadumbre por la baja votación conseguida por Eduardo Frei en la primera vuelta electoral del 13 de diciembre y la inquietud por los resultados de la segunda vuelta del 17 de enero pasado, oscurecían tanto la mirada retrospectiva de las políticas de la Concertación como la visión futura. Porque muchos de los temas levantados por el candidato de Izquierda, Jorge Arrate, y el independiente Marco Enríquez-Ominami fueron críticas directas a las políticas económicas de veinte años que destacaba, erradamente, Michelle Bachelet.


Si el gobierno ha considerado el ingreso del país a la OCDE como el salto hacia una correa transportadora que conducirá al pleno desarrollo, la percepción en la opinión pública se mueve por otras realidades: los efectos directos, individuales y sociales, de aquel anunciado y nunca alcanzado desarrollo.

Las consecuencias locales de la inserción de Chile en los mercados mundiales de la globalización económica y financiera, han sido la desregulación de todos los mercados nacionales y la concentración de la propiedad en las grandes corporaciones, lo que llevó, durante los últimos veinte años, a una entrega sin precedentes del poder al sector privado, a todo tipo de abusos corporativos, a la pérdida de derechos ciudadanos y a un aumento persistente de la desigualdad en la distribución de la riqueza. Durante estas dos décadas las grandes corporaciones de los sectores industriales, de servicios y, de modo especial, financiero, lograron ganancias inéditas en Chile, las que, pese a la negada pero vigente política del chorreo económico, no se extendieron al resto de la población. Todo Chile ha trabajado para el enriquecimiento ilimitado del gran capital.

Un ciego malestar.

Tras más de veinte años de neoliberalismo sin efectos favorables en la calidad de vida, el ciudadano finalmente ha expresado su malestar. Y nada más claro que el voto. Pero no se trata de un fenómeno reciente. La votación contra la Concertación es resultado de un proceso nacional subterráneo escasamente medido y poco escuchado por los gobernantes. Desde comienzos de la década, y tras la crisis asiática, los reiteradamente anunciados beneficios de la apertura comercial y la globalización económica y financiera ya eran interpretados por el país con creciente sospecha. Porque a la prédica de “más y mejores empleos” la evidencia era otra: un alto desempleo y deterioro, mediante externalización y flexibilización laboral de hecho, de los trabajos. Frente al discurso de más y mejor consumo, el ciudadano se vio prisionero de la concentración de la propiedad y de prácticas de colusión de precios -algunas evidentes pero muchas ocultas-, y de un sistema crediticio abiertamente usurero y amparado por la institucionalidad económica sostenida por los gobiernos de la Concertación. Un consumo pagado en cuotas bajo la intimidación permanente de Dicom, castigo no sólo económico, sino que significa la supresión de la condición de consumidor, de ciudadano. Ante éstas y numerosas otras evidencias, los chilenos fueron alimentando un amargo resentimiento tanto a las políticas y a la falsa retórica de la Concertación.

Aunque los gobiernos de la Concertación, y en especial el saliente de Bachelet, intentaron destacar una vertiente social -desde el crecimiento con equidad de Ricardo Lagos a la redes de protección social de Bachelet-, la realidad, medida el 13 de diciembre y el 17 de enero, ha sido otra. Ya hacia la mitad de la década la Iglesia Católica tuvo que interceder varias veces en conflictos sociales y laborales derivados de una institucionalidad hecha a medida de la gran empresa, debió proponer un salario ético más justo para los trabajadores y, tal vez el llamado más concreto, criticar la esencia del mal: el modelo neoliberal.

Sondeos muy poco difundidos hablaban desde comienzos de la década del fuerte malestar que había producido en los chilenos la ampliación y consolidación del modelo de libre mercado. Estudios del PNUD concluían que una gran mayoría de la población quería más intervención del Estado en la economía. No bastaba con una mayor regulación, cuyos resultados sólo han demostrado la debilidad del Estado para fiscalizar y castigar a las grandes corporaciones, sino un giro en la ortodoxia del mercado.

En noviembre pasado, la BBC divulgó un sondeo mundial sobre el apoyo al modelo neoliberal, el que fue en su momento silenciado por la gran prensa chilena. Sólo meses más tarde el periodista chileno Ernesto Carmona rescató el estudio y lo hizo circular a través de Internet. Los datos son contundentes y reflejan que más del 90 por ciento de los chilenos estima que el Estado debe asumir un rol más activo en la economía.

Entre otros datos, la encuesta reveló que casi la mitad de los chilenos “está de acuerdo en declarar que el capitalismo de mercado libre tiene problemas que requieren resolverse con más regulación y reformas, pero el 20 por ciento cree que se necesita un sistema distinto (...) en tanto un 72 por ciento de los encuestados aprueba más control gubernamental de industrias importantes, un 91 por ciento opina que el gobierno debe tener un rol más activo en la distribución uniforme de la riqueza y un 84 por ciento pide una mayor presencia del gobierno en la actividad reguladora del capitalismo”.

Tal vez la conclusión más rotunda es que Chile, tras Brasil, es el país, entre 27 naciones estudiadas, con mayor rechazo al sistema neoliberal. De acuerdo a la encuesta, los chilenos repudian sin más el actual modelo económico, fenómeno tal vez percibido por la Concertación, que incluyó en su discurso electoral la idea de “más Estado”, eslogan que se levantó como una paradoja al observar las políticas de los últimos veinte años. Para ello basta recordar que durante el gobierno del derrotado Eduardo Frei se entregaron al sector privado áreas tan sensibles como el agua potable y los puertos.

Frankenstein de la Concertación.

La resistencia al neoliberalismo en un país que ha desarrollado y acariciado este modelo con una fruición sin parangón en el mundo durante más de treinta años, es un caso que ha de tenerse en cuenta. Porque el malestar sucede también en una nación despolitizada, carente de organizaciones sociales y sin una prensa masiva que ejerza la crítica, rasgos que han favorecido al populismo de la derecha. El modelo neoliberal, instalado a la fuerza por la dictadura, fue moldeado por la Concertación para regocijo de la derecha, y financiado por el gran sector privado, que ha convertido el consumo de masas en el único objetivo de la democracia. Un largo proceso que abarca ya más de una generación y que terminó por identificar a la Concertación con las penurias del modelo. Aun cuando es la derecha económica amparada por los militares la que detenta la paternidad neoliberal, fue la Concertación quien alimentó, fortaleció y embelleció a la criatura. Hoy, con rasgos de Frankenstein, ha destruido a quien la tomó en tan cálida adopción.

Los efectos del modelo no están sólo en el mall y en artilugios de consumo, presentados a modo de zanahoria a los ojos del burro. Los verdaderos efectos, que son el garrote, están en la comercialización de todas las actividades de la vida, partiendo por la salud, la educación y todos los servicios. Y también están en el alto desempleo, en el pavor producido por la inestabilidad laboral, en la inequidad, en la desprotección social. Se trata de efectos negados por el sector privado y, si bien últimamente y muy tardíamente reconocidos por los gobiernos, nunca resueltos. Un ejemplo de la mínima incidencia de estas políticas asistenciales ha sido la pensión asistencial que creó el gobierno saliente para las personas que quedan al margen del sistema privado de pensiones. Esta ley, celebrada como un triunfo de las políticas públicas ante el mercado, se estrelló a poco andar con el colapso financiero internacional, que generó pérdidas millonarias a los fondos de pensiones de todos los trabajadores. Tras la debacle masiva, el gobierno, sin intervenir ni criticar el sistema privado, sólo observó los movimientos del mercado.

Las condiciones laborales han quedado al arbitrio del mercado, lo que ha sido amparado durante veinte años por los gobiernos de la Concertación. Una encuesta de la Dirección del Trabajo, publicada la primera semana de enero, reflejó las condiciones laborales en el sector privado: más de la mitad de los trabajadores chilenos (55 por ciento) gana sueldos que no superan los 257 mil pesos brutos y sólo en el 5,1 por ciento de las empresas existen sindicatos activos.

La Concertación se presentó en estos años como la representante de la gobernabilidad, de la estabilidad política, de la armonía social. Una política basada en los consensos con la derecha que ha derivado en una política acotada -expresada por el sistema binominal-, en acuerdos entre las elites y en una fuerte exclusión de las demandas de la ciudadanía y de sus organizaciones sociales. Así como en estos veinte años la economía fue entregada a saciar el apetito del sector privado, la política, limitada a las elites y redes de poder crecientemente corruptas, ha clausurado cualquier posibilidad de mayor democratización.

Las políticas de los consensos fueron decisiones de grupo impuestas de un modo autoritario. Un modo de gobierno que tuvo efectos en todos los aspectos de la vida política y social -derechos humanos, pueblos indígenas, políticas públicas, etc.- y que en economía se expresaron en un pacto para mantener y reforzar la ortodoxia neoliberal. Una fusión ideológica que tuvo su expresión en las propuestas de ambos candidatos. Porque si hubo diferencias, éstas fueron pequeños matices, como quedó en evidencia en la oferta del “bono marzo” anunciado por ambos candidatos.

La Concertación, enquistada en el poder político y también en el económico por medio de relaciones gozosas pero peligrosas con las grandes corporaciones, fue incapaz de ofrecer un cambio real, el que ha tomado la derecha más como figura retórica que como propuesta política ante un pueblo despolitizado, ignorante, amnésico y desmovilizado. Porque si hay algo que la derecha ha defendido durante los últimos treinta años, es el libre mercado, que es su esencia, su ley, su naturaleza. Pero como gran paradoja, esta ciudadanía, explotada por las grandes corporaciones y endeudada con el sector financiero, ha confiado de forma candorosa en los causantes de sus males.

En Chile ha terminado el ciclo de los gobiernos de la Concertación. La ruptura de las fuerzas de Izquierda pudo haber sido una causa, las oscuras redes políticas y la corrupción otras, pero en especial ha sido por el descrédito de sus políticas económicas, piedra de tope para la Concertación que crecerá con la derecha. En medio de una crisis internacional que impedirá altos crecimientos del PIB para generar chorreo económico, que es la única política redistributiva aceptada por la derecha, el malestar ciudadano aumentará.

Piñera habla de cambios. Pero en los hechos, habrá continuidad en el modelo económico. La Concertación deja el gobierno. Pero el mercado seguirá gobernando a sus anchas.

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(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 703, 22 de enero 2010 -
punto@interaccess.cl)

ATILIO BORON. ELECCIONES EN CHILE: El original y la copia.

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El triunfo de la derecha gravitará y mucho en el escenario sudamericano. Las cosas se pondrán más difíciles para los gobiernos de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Cuba; la ampliación del Mercosur con la plena incorporación de Venezuela sufrirá renovados tropiezos, y con Piñera el bloque derechista controla, con la honrosa excepción del Ecuador, todo el flanco del Pacífico latinoamericano. Además, el “efecto demostración” del desenlace electoral chileno podría llegar a ejercer un negativo influjo sobre las elecciones presidenciales de octubre del 2010 en Brasil y las que tendrán lugar el año siguiente en la Argentina.
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Elecciones en Chile: el original y la copia.
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Página/12: El Mundo. Opinión.

Atilio A. Boron *

Viernes 22 de enero del 2010.

Para la Concertación el triunfo de la derecha (en realidad, de su variante más virulenta: la pinochetista) en las elecciones presidenciales chilenas podría considerarse como un ejemplo más de una “crónica de una muerte anunciada”. La progresiva asimilación del legado ideológico de la dictadura militar por los principales cuadros de la alianza democristiana-socialista hizo que la diferenciación entre la Concertación y los herederos políticos del régimen militar, Renovación Nacional (su ala “moderada”, si es que un “pinochetismo moderado” puede ser otra cosa que un oxímoron) y la Unión Demócrata Independiente, sus batallones más cavernícolas, fuera desvaneciéndose hasta tornarse imperceptibles para el electorado. Fernando Henrique Cardoso gustaba repetirles a sus alumnos que “a la larga, los pueblos siempre van a preferir el original a la copia”. Y tenía razón. En este caso, el original era el pinochetismo y su heredero: Sebastián Piñera; la Concertación y su inverosímil candidato, la copia.

¿Constituye esto una injusta exageración? Para nada. Oigamos lo que decía Alejandro Foxley, uno de los prohombres de la Concertación y ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Michelle Bachelet entre el 2006 y el 2009: “Pinochet ... tuvo el mérito de anticiparse al proceso de globalización... Hay que reconocer su capacidad visionaria (para) abrir la economía al mundo, descentralizar, desregular. Además, ... terminó cambiando el modo de vida de todos los chilenos para bien, no para mal”. Con dirigencias “progresistas” que sostenían un discurso como éste (que muchos compartían si bien pocos se atrevían a manifestar con tanto descaro), ¿podía la Concertación ser creíble como una alternativa superadora del pinochetismo?

El triunfo de la derecha gravitará y mucho en el escenario sudamericano. Las cosas se pondrán más difíciles para los gobiernos de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Cuba; la ampliación del Mercosur con la plena incorporación de Venezuela sufrirá renovados tropiezos, y con Piñera el bloque derechista controla, con la honrosa excepción del Ecuador, todo el flanco del Pacífico latinoamericano. Además, el “efecto demostración” del desenlace electoral chileno podría llegar a ejercer un negativo influjo sobre las elecciones presidenciales de octubre del 2010 en Brasil y las que tendrán lugar el año siguiente en la Argentina.

Por otra parte, la belicista contraofensiva imperial de Estados Unidos (Cuarta Flota, bases militares en Colombia, golpe en Honduras, reconocimiento de las fraudulentas elecciones de ese país, etcétera) contará a partir de marzo con un nuevo aliado, liberado de cualquier compromiso, aunque sea retórico, con el proyecto emancipatorio latinoamericano. Hay que recordar que aun bajo los gobiernos “progres” de la Concertación el papel que éstos desempeñaron fue siempre el de un operador privilegiado de Washington en América del Sur.

En la Cumbre de Mar del Plata que culminó con el naufragio del ALCA las voces cantantes a favor de ese acuerdo fueron las de Ricardo Lagos y Vicente Fox, bajo la complacida mirada de George W. Bush. Ahora esa tendencia “aislacionista” –y, en el fondo, antilatinoamericana– se acentuará aún más, revirtiendo una profunda vocación latinoamericana que Chile supo tener y que bajo la presidencia de Salvador Allende llegó a su apogeo. Pero ese país ha cambiado, “para bien” como lo recordaba el ex canciller de la Concertación.

Por eso los necesarios procesos de integración supranacional actualmente en marcha en América latina –desde el Mercosur hasta la Unasur, pasando por el Banco del Sur y otras iniciativas semejantes– no habrán de cobrar nuevos bríos con Piñera en La Moneda. Con Frei las cosas no habrían sido muy diferentes, pero al menos éste tenía un vago compromiso con el electorado que en el caso de su contendor no existe. Lo que hay detrás de Piñera, en cambio, es la rabiosa gritería de sus partidarios celebrando la victoria de su candidato con imágenes y bustos de Pinochet y cánticos exhortando a acabar con los “comunistas” infiltrados en el gobierno de la Concertación. La década no podía haber comenzado peor. Más que nunca en tiempos como éstos adquiere vigencia aquel sabio consejo de Gramsci: “Pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad”.
* www.atilioboron.com
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