jueves, 12 de agosto de 2010

COSTA RICA: Una Sociedad Fracturada.El TLC, es una enorme "falla geológica".

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En el período posterior al referendo sobre el TLC, ese paisaje social ha evolucionado. Hoy muestra un cariz diferente. El resultado del referendo produjo retroceso y dispersión en las fuerzas sociales y políticas que lo adversaron. Bajó así la sismicidad asociada al TLC. En el momento actual, este aún constituye una fractura viva que, de forma intermitente, provoca algunos sismos. Pero estos ya no alcanzan la intensidad que tuvieron en los años previos a octubre de 2007.
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COSTA RICA: Una Sociedad Fracturada. El TLC, es una enorme "falla geológica".
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Miércoles 11 de agosto del 2010.

Luis Paulino Vargas Solís (especial para ARGENPRESS.info)


Imaginemos el paisaje social y político de la Costa Rica actual como si fuera un territorio atravesado por diversas fallas geológicas. Estas originan sismos de diversa intensidad, incluso algunos de importante magnitud.

En su momento el TLC constituyó como al modo de una enorme falla geológica que escindía el paisaje social costarricense en dos mitades y causaba una violenta sismicidad.

1. Nuevas fallas se activaron

En el período posterior al referendo sobre el TLC, ese paisaje social ha evolucionado. Hoy muestra un cariz diferente. El resultado del referendo produjo retroceso y dispersión en las fuerzas sociales y políticas que lo adversaron. Bajó así la sismicidad asociada al TLC. En el momento actual, este aún constituye una fractura viva que, de forma intermitente, provoca algunos sismos. Pero estos ya no alcanzan la intensidad que tuvieron en los años previos a octubre de 2007.

Y, sin embargo, nuevas fallas han aparecido y ahí se están originando nuevos sismos. Son fracturas que podrían tener alguna relación -más o menos cercana o lejana- con la del TLC, no obstante lo cual poseen una especificidad propia. Los sismos que producen no alcanzan la intensidad de los que provocó el TLC. Y, sin embargo, algunos remezones importantes se están dando y otros aún mayores podrían registrarse en el futuro cercano.

Propongo un breve recuento de esas diversas fracturas, según han venido manifestándose en semanas y meses recientes:

- La minería a cielo abierto en Crucitas: moviliza fuerzas diversas, al punto, incluso, que sectores que apoyaron el TLC hoy claramente se muestran recelosos, incluso muy críticos, con este proyecto minero. A nivel popular, se ha consolidado un amplio sentimiento de oposición. Todo esto coloca al gobierno de Chinchilla en una difícil posición, atrapado entre la presión popular adversa y los oscuros compromisos heredados de la administración anterior.

- El tema del agua (en particular en relación con el proyecto constitucional archivado) es otro asunto sumamente complicado para Chinchilla y para la coalición parlamentaria que la respalda. Es un problema que viene precedido por múltiples y crecientes tensiones, en especial en zonas de desarrollo turístico hipertrofiado. Aquí también tienden a confluir sectores que en otro momento respaldaron el TLC, como es el caso, según se evidenció recientemente, de los niveles medios del PLN.

- El presupuesto de las universidades públicas es un conflicto más localizado -un fallamiento local- el cual, sin embargo, en próximas semanas podría volverse mucho más intenso. Las ramificaciones del asunto, en relación con las implicaciones del TLC sobre la educación, son potencialmente explosivas.

- La concesión-privatización de los puertos del Caribe es una falla que ha ocasionado menos sismicidad de lo que pudo haberse anticipado. Parece tener el carácter de un fallamiento local, lo cual no impide que en el futuro pudiese generar remezones considerables.

- El permiso para el despliegue en Costa Rica de equipo y personal militar de Estados Unidos potencialmente tendrá graves repercusiones, conforme quede en claro las consecuencias negativas de esa presencia militar.

- El referendo sobre el reconocimiento legal de parejas del mismo sexo, al que el conservadurismo religioso pretende que se convoque, ha provocando profundas divisiones y podría generar remezones de mucho mayor magnitud si es que llega efectivamente a convocarse (lo cual hoy día pende de una decisión de la Sala Constitucional). Este es un frente que produce una profunda recomposición del panorama político nacional. Aquí el progresismo histórico -que lideró la lucha contra el TLC- deviene sorprendentemente conservador, mientras que el frente de lucha queda en manos, casi íntegramente, de las minorías afectadas con el apoyo de sectores culturalmente avanzados, que solo coinciden parcialmente con aquel progresismo.

- El conflicto suscitado en días recientes con los pueblos indígenas, reedita una fractura muy antigua y jamás resuelta: la de la deuda histórica con esta minoría, desde siempre pospuesta y explotada.

2. Las tres fallas principales.

Si intentamos una síntesis de lo antes expuesto, podríamos quizá identificar tres fallas principales, ramificadas a su vez en otras menores. Dos de esas fallas mayores evolucionan en cercana interrelación. La tercera pareciera que asume una dinámica distinta.

La primera de esas fallas mayores se sitúa en el ámbito del medio ambiente, pero con importantes repercusiones en lo económico y en los derechos humanos. Temas como el del agua y la minería a cielo abierto son fallamientos secundarios dentro de esta gran falla.

La segunda es la gran falla vinculada con la reivindicación de la soberanía nacional y la defensa del patrimonio natural e institucional. Está, pues, vinculada al patriotismo, en relación con lo cual adquieren importancia asuntos ya mencionados -el agua o la minería- y otros como los puertos o la presencia militar externa.

De tal forma, y como se desprende de lo anterior, la falla medioambiental tiende a entrelazarse con la del patriotismo. Así, la lucha por la defensa del medio ambiente y los derechos humanos asociados a este, es también la lucha por la defensa del patrimonio natural de Costa Rica, lo que le imprime un contenido patriótico.

La tercera gran falla está situada en el ámbito socio-cultural, con grandísimas implicaciones para los derechos humanos y un enorme potencial disruptivo. En el fondo, comporta redefiniciones profundas en relación con la vivencia de la sexualidad, el género como construcción socio-histórica, el papel de la religión, los conceptos de familia, el lugar de las juventudes y la tercera edad, entre otros aspectos de comparable significación. En ese contexto se sitúa el actual debate acerca del reconocimiento de los derechos asociados a la diversidad sexual.

3. El progresismo histórico

Los procesos en curso son sumamente creativos y comportan reacomodos que, posiblemente, son mucho más profundos de lo que usualmente se percibe.

Por una parte, las líneas de conflicto han ganado en autonomía respecto del enfrentamiento centrado en el TLC. Incluso las fallas que ahora están activas en muchos casos cruzan transversalmente la falla del TLC. Ello comporta, además, notables redefiniciones en las alianzas socio-políticas.

Además, ello reedita el empuje hacia la invención de nuevas formas de hacer política: al margen del sistema político tradicional, en espacios extra-parlamentarios y extra-partidarios y como acción ciudadana autónoma.

En términos generales, el progresismo que lideró la lucha contra el TLC se mantiene activo y beligerante, hasta donde sus posibilidades se lo permiten, en relación con las grandes fallas medioambiental y patriótica. El panorama es muy distinto cuando nos trasladamos al ámbito socio-cultural, especialmente en relación con el fallamiento asociado a los derechos humanos de las personas sexualmente diversas, el cual hoy día está muy activo. Aquí la presencia de ese progresismo histórico es casi nula.

De ahí que las grandes fallas medioambiental y patriótica evolucionen en cercana interrelación, ya que el proceder político de ese progresismo establece en forma dinámica los puentes entre una y otra. Pero por ello mismo, la gran falla socio-cultural -y en este momento preciso el asunto de los derechos de las minorías sexualmente diversas- quedan librada a una dinámica distinta, en manos, de lo que, posiblemente, sea el embrión de un progresismo de nuevo tipo.

A su vez, ese mismo proceder político del progresismo histórico justo se explica por sus orígenes históricos. Al día de hoy, ese progresismo constituye un tejido social y político aún difuso, el cual bebe, en lo ideológico y político, de las tres fuentes que moldearon la Costa Rica del período 1940-1984: el socialcristianismo, la socialdemocracia y la izquierda.

Esas son sus coordenadas históricas. Ellas definen sus posibilidades como también sus limitaciones. De ahí, además, que se me ocurra designarlo bajo el apelativo de “progresismo histórico”.
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Foto: Costa Rica - Laura Chinchilla, presidente de la República
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