domingo, 3 de octubre de 2010

Sindicalismo y globalización. Golpes de Estado y violencia.

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Desde el inicio de la década del 90', con la imposición violenta de las políticas neoliberales del "Consenso de Washington", los grupos y clases sociales de poder local en alianza o al servicio de las empresas transnacionales, su "puntería" política no solamente es el Estado - por ser parte del problema y no de la solución - sino también los Sindicatos y gremios - es nocivo, destructor y conservador el poder sindical - el poder de los sindicatos - decían los neoliberales europeos. Por eso aplican un conjunto de medidas y políticas "democráticas" para liquidar el poder sindical. El nuevo modelo del capitalismo, basado en el uso intensivo del capital financiero, la revolución tecnológica, la comunicación electrónica de la llamada de la sociedad del conocimiento y la información, liquidó el uso intensivo de la mano de obra del modelo histórico del capitalismo industrial, el nuevo proceso de calificación de la mano de obra - calificada y profesional - fue el inicio que años después las dictaduras fascistas y el propio modelo del capitalismo salvaje, además de la histórica Caída del Muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría, terminó con el poder de los sindicatos y los sindicalistas, pero hasta cuando será??, porque la explotación, la miseria, el hambre, la pobreza, el desempleo se acentuó, creció, profundizó y extendió hacia zonas y territorios jamás pensados, utilizando métodos aún más sutiles, manipuladores y salvajes de una barbarie sólo vista en los orígenes del capitalismo. Pablo Raúl.
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SINDICALISMO Y GLOBALIZACION. Golpes de Estado y violencia.

Muchos dirigentes sociales fueron masacrados, desaparecidos, torturados y encarcelados.


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Viernes, 24 de septiembre del 2010.

Netzahualcóyotl Aguilera R. E.


El instrumento violento utilizado por Estados Unidos para experimentar el neoliberalismo en América Latina fue uno de los más siniestros traidores de la historia: Augusto Pinochet, quien siendo jefe de las fuerzas armadas de Chile asesinó en 1973 al presidente democráticamente electo Salvador Allende y a muchos de sus colaboradores mediante un ataque aéreo y terrestre al palacio de gobierno, seguido de una permanente represión al pueblo.

El dictador chileno, Pinochet inauguró así la era de los golpes de Estado y la proliferación de las dictaduras conocidas como “gorilatos” en América del Sur en lo que se conoció como “Operación Cóndor”, bajo la dirección del Departamento de Defensa de los Estados Unidos (Pentágono) y la Agencia Central de Inteligencia (CIA), gracias a la domesticación de militares latinoamericanos de alta graduación en el campo de entrenamiento instalado en Panamá en 1946, al que en 1963 -en el marco de su combate al “comunismo castrista”- impuso el inofensivo nombre de Escuela de las Américas.
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En toda la región muchos dirigentes sociales fueron masacrados, desaparecidos, torturados y encarcelados. Todo para que el Departamento de Estado de los Estados Unidos -siempre con el hipócrita disfraz de defensor de la libertad y la democracia- pudiera desmantelar la escasa economía solidaria que se había logrado establecer en favor del pueblo para sustituirla por su “neoliberalismo”, que no es otra cosa que el secuestro del patrimonio nacional y el despojo de la riqueza producida por el trabajador, para entregarlos en bandeja de plata a los dueños mundiales del dinero.
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La táctica pacífica para imponer el neoliberalismo en los demás países latinoamericanos consistió, entre otras cosas,

*- en pervertir sus sistemas educativos y privatizar la enseñanza;

*- deformar o eliminar las materias académicas forjadoras de los valores nacionales como la historia y el civismo, y

*- del pensamiento crítico como la filosofía,

*- para castrar así el centro neurálgico de nuestras naciones.

Es en esa corriente que surgen instituciones “departamentales” de enseñanza superior. Y es precisamente en 1973 -año del “pinochetazo”- en que el Consejo Directivo del Instituto de Ciencias de nuestro Estado inicia su transformación en Universidad Autónoma de Aguascalientes (la primera en México con mentalidad privada a pesar de ser pública, es decir, sostenida por el Estado) dentro de ese patrón mercantil previamente fomentado por Rudolph P. Atcon en el Caribe, Centro y Sudamérica. De allí a la plaga de “universidades patito” que continúa proliferando.En el terreno de la administración pública, la táctica “pacífica” consistió en domesticar a los primeros presidentes (tal como lo había recomendado en 1924 Richard Lansing, en el sentido de que la mejor manera de dominar a México era mediante un solo hombre: su presidente, previamente “educado” en sus universidades en el “modo de vida americano”).

Tres presidentes priístas tecnócratas (De la Madrid, Salinas y Zedillo) y dos panistas (Fox y Calderón) han sido los encargados de entregar la patria al extranjero, hundiéndola en un desastre cívico, político, social, económico y cultural. Con excepción de Fox, quien solo estudió un curso para vendedores de la coca cola en Harvard, los otros obtuvieron maestrías y doctorados; Zedillo en la universidad de Yale y los demás en la de Harvard, donde está la “Escuela de Gobierno John F. Kennedy”, en la que se prepara a futuros gobernantes de todo el mundo para actuar en favor de los cánones ideológicos del capitalismo estadounidense. En el terreno laboral profundizaron la corrupción para comprar a muchos líderes de los sindicatos que aún defendían a los trabajadores.

El factor último y definitivo fue la presión de los grandes instrumentos financieros del imperio que son el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional con sus empréstitos, “cartas de intención” y compromisos secretos.En fin: después de haber aplicado el neoliberalismo en América Latina desde 1973, en los años 90 el imperio integró las experiencias en una serie de documentos a los que denominó “consenso de Washington”, aplicándolas en otros continentes con el título de “Globalización” y utilizando tanto las tácticas “pacíficas” como las violentas de acuerdo con las circunstancias, incluyendo la invasión aún cuando la mayoría aplastante de los miembros de la inútil Organización de las Naciones Unidas votara en contra.

La verdad es que todas las invasiones imperiales tienen como propósito real apropiarse de las materias primas, los mercados y la fuerza de trabajo de sus colonias mediante la imposición de la citada globalización neoliberal, que incluye la supresión de las organizaciones sindicales, las instituciones de seguridad social y las leyes protectoras del trabajador.
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