viernes, 21 de enero de 2011

Con la recuperación económica no alcanza. Buscar la equidad es un principio ético, una gran congruencia social y una mayor y mejor gobernabilidad.

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Por ello, es importante aumentar las transferencias públicas hacia el ciclo de vida infanto-juvenil. La inequidad en América Latina se paga muy caro: el 10% más rico tiene el 48% del ingreso, y el 10% más pobre el 1,6%, y con desigualdades en el acceso a tierra, salud, crédito, educación de calidad, agua, sanidad, internet. A altas desigualdades el crecimiento tiene un impacto casi nulo sobre la pobreza. La región y nuestro país, fundamentalmente, ante la demanda de alimentos en el mundo, tienen una oportunidad muy favorable para dar la gran lucha por la equidad.

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Atención, otra vez los "grandes expertos" opinan: Llega la recuperación económica, después de la "Gran Recesión", que marcó el 2009 y el 2010. ¿Será cierto semejante ilusión?.
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Con la recuperación económica no alcanza.

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Buscar la equidad es un principio ético, una gran congruencia social y una mayor y mejor gobernabilidad.


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La Jornadaonline. Mendoza.


Viernes 21 de enero del 2011.


Roberto Suárez. Columnista.



21:11 Bajada Desde el inicio del fenómeno denominado globalización la humanidad vivió un cambio. Pasamos de la sociedad industrial a la sociedad de la información, del conocimiento, con rapidez y profundidad desconocidas en anteriores cambios históricos.


La revolución tecnológica, incluida la biotecnología, y particularmente la información, es el factor desencadenante de este proceso histórico.


Con la globalización de la información, de la economía, del comercio y de los movimientos de capital, se abrieron espacios de oportunidad completamente nuevos, que permitieron iniciativas transformadoras de dimensiones extraordinarias, como muestra la incorporación de nuevos países y regiones al desarrollo y los avances científicos en materia de medicina o en la producción alimentaria. Sin embargo, hasta hoy, los efectos más llamativos de esta era de la globalización son los lacerantes incrementos de la desigualdad en varias regiones del mundo.


La gran paradoja de este momento histórico es que nunca antes se habían ofrecido a los seres humanos más posibilidades de luchar contra problemas ancestrales de desigualdad, de hambre, de enfermedad o carencia de educación. Pero las oportunidades están siendo utilizadas para aumentar la distancia, no para acortarlas. No para utilizar la globalización en beneficio del progreso humano.


La recuperación económica de la mayoría de los países de América Latina y el Caribe, tras la crisis financiera internacional, permitió a la región volver a disminuir los índices de pobreza. La cantidad de pobres disminuyó en el 2010, en 0,1 puntos porcentuales y la indigencia lo hizo en 0,4 puntos porcentuales, señaló el documento presentado por la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena. Las cifras son similares a las que existían en 2008, antes de la crisis cuyo impacto se hizo sentir en 2009 en la región, según el texto. No obstante, los pobres de la región suman aún 180 millones de personas, un 32,1% de la población total, de los que 72 millones, equivalentes al 12,9% de la población, tienen la condición de indigentes, según el informe.


El documento muestra que la persistente desigualdad presente en los países se debe a la alta concentración de la pobreza en las primeras etapas de la vida, el alto peso de las transferencias familiares hacia la infancia y el mayor peso de las transferencias públicas hacia las generaciones adultas, combinado con la baja eficacia de los sistemas educativos para revertir desigualdades de origen. El informe agrega que en América Latina los gobiernos cumplen un rol limitado en el financiamiento del consumo de niños y jóvenes (sólo 21%), a diferencia de lo que ocurre en economías desarrolladas en donde el Estado comparte con la familia esta responsabilidad (aporta el 45%).


Por ello, es importante aumentar las transferencias públicas hacia el ciclo de vida infanto-juvenil. La inequidad en América Latina se paga muy caro: el 10% más rico tiene el 48% del ingreso, y el 10% más pobre el 1,6%, y con desigualdades en el acceso a tierra, salud, crédito, educación de calidad, agua, sanidad, internet. A altas desigualdades el crecimiento tiene un impacto casi nulo sobre la pobreza. La región y nuestro país, fundamentalmente, ante la demanda de alimentos en el mundo, tienen una oportunidad muy favorable para dar la gran lucha por la equidad.


Hace falta un gran pacto social, amplio, generoso, muy participativo, donde empresarios, trabajadores, funcionarios y oposición se pongan de acuerdo en denominadores que ayuden a salir del flagelo de la pobreza. Es imposible avanzar sin una articulación clara entre sociedad, mercado y Estado. Es imprescindible buscar coincidencias en las grandes líneas que dibujan el perfil productivo del país.


El año pasado el incremento de la pobreza lo provocó el impacto del alza de los precios de los alimentos. Hubo un fenómeno inflacionario muy fuerte, la canasta básica de los hogares se ha visto sumamente afectada y la parte más afectada es lo dedicado a los alimentos porque mientras más pobre es el hogar, es más alto el porcentaje que dedica a los alimentos. Por ello, en este 2011, buscar la equidad es un principio ético, pero además es la polea de transmisión de una sociedad para crear mayor productividad, una gran congruencia social y una mayor y mejor gobernabilidad.

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