viernes, 14 de enero de 2011

Estados Unidos: Las armas y la política. "Estamos" modernizando la barbarie.

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Congresista Gabrielle Giffords, del Partido Demócrata de los Estados Unidos, víctima del terrorismo y la criminalidad política en la ciudad de Tucson, Arizona. Su delito defender los derechos de los migrantes cuando el Tea Party - este grupo criminal disfrazado de política - arremete a fondo contra los derechos - a la salud, a la educación, a la ciudadanía - a los migrantes, en especial a los latinos. El día del ataque criminal, murió una niña que fue el símbolo de la vida y la esperanza de la humanidad nacida el 11 de septiembre, instantes que el crimen del terror derribó las Torres Gemelas. Esta es la democracia de alta intensidad, esta es la democracia el primer país demócrata del mundo, esta es la democracia que a diario nos vende el imperialismo a través de sus embajadas, de sus agencias de ayuda social, espionaje militar, esta es la democracia que a diario nos evaluan y nos ponen como paradigma y se dan el lujo de señalarnos, que nosotros somos los salvajes, los primitivos en política. Cuidado una vez más en nombrfe de la Modernidad, estamos modernizando la barbarie.
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Congresista dela partido Demócrata de Estados Unidos: Gabrielle Giffords, víctima del extremismo que a todas luces indican como responsable al "grupo" criminal Tea Party

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ESTADOS UNIDOS: Las armas y la política. "Estamos" modernizando la barbarie.
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Miércoles 12 de enero del 2011.

Jorge Gómez Barata (especial para ARGENPRESS.info)



Gabrielle Giffords, la congresista norteamericana baleada en Tucson, Arizona, la misma ciudad donde nació cuarenta años atrás, en la cual se educó y en el distrito electoral que en tres oportunidades ha sido elegida para representar a su comunidad ante el Congreso Federal; es todo lo que se admira en una mujer: joven, bella, culta, exitosa, de ideas avanzadas y políticamente moderada.


Precisamente por sus ideas y por sus posiciones políticas, basadas no en fanatismos ideológicos, sino en la creencia que de ese modo servía mejor a la comunidad, el pasado sábado mientras se reunía con sus electores, fue baleada por un joven perturbado, no tanto por problemas de salud como envenenado por el ambiente de intolerancia y odio que la extrema derecha ha incorporado a la política norteamericana, principalmente con la irrupción del llamado Tea Party, encabezado por Sarah Palin.


Esos matices extremistas se acentuaron recientemente debido al perfil favorable a la guerra y a las soluciones militares que George W Bush imprimió a sus dos administraciones y que McCain, asumió en su campaña electoral, hecho que coincidió con la ideología ultraconservadora de Sarah Palin, su compañera de fórmula. El aliento bélico y el lenguaje violento que esas almas gemelas destilan han sido incorporados por el núcleo duro republicano, especialmente por el Tea Party. “Nunca había visto nada así”, había comentado Giffords recientemente.

La congresista Giffords había sido duramente atacada por la ultra derecha republicana por sus posiciones favorables a la reforma de salud impulsada por el presidente Barack Obama y contra la ley anti inmigrante promovida por la gobernadora de Arizona Jean Brewer. Su oponente en las pasadas elecciones, fue explicito: “Demos en el blanco —decía su slogan— dispara completa tu automática” que fue exactamente lo que hizo Jared Loughner quien utilizando una pistola comprada en un comercio local mató seis personas e hirió a otras 12.

Entre las víctimas del fatídico hecho se encuentra la niña Christina Taylor Grenn, de 10 años de edad, conocida nacionalmente porque su foto figuraba en el libro: “Los Bebes de la Esperanza”, inclusión debida a haber nacido el 11/S mientras caían las Torres Gemelas. La niña, era nieta de Dallas Grenn, ex lanzador de grandes ligas que también fue manager de los Filis de Filadelfia y de los Yanquis de Nueva York. La criatura había asistido al acto interesada por conocer personalmente a la congresista local.

En el trágico incidente hay involucrados dos hombres jóvenes, Jared Loughner y Daniel Hernandez, norteamericano uno, hispano el otro. Uno fue el atacante, el otro un rescatista que sin medir riesgo, en medio de la balacera socorrió a la congresista baleada. 22 años tiene el villano y 20 el héroe, el hispano estudia en la universidad de Arizona mientras el norteamericano es de aquellos buenos para nada. El hecho completamente casual, allí y ahora, es una paradoja.

Con modestia, el joven cuenta la historia: “Estaba a unos metros de ella; cuando me percaté de que estaba herida y sangraba mucho; la levanté para impedir que se ahogara con su propia sangre, con un delantal tapé la herida y le pedí que presionara mi mano; me miró y apretó suavemente. La llevé hasta la ambulancia; fui yo quien contó a sus familiares los detalles que pude presenciar”.

Preguntado acerca de que si conocía que su hija tuviera algún enemigo, Spencer Giffords, no vaciló: “Si los tiene, todo el Tea Party…” De ese modo el atribulado padre de la legisladora baleada, señaló un rasgo fatídico. En el momento en que los adversarios se convierten en enemigos y las armas toman el lugar de las palabras, la política se torna letal y la democracia se vuelve una ficción.

Para quienes en Estados Unidos defienden el precepto constitucional que autoriza la posesión de armas de fuego, olvidando que aquella norma fue adoptada en el siglo XVIII cuando unos miles de emigrantes trataban de colonizar un país de dos millones de kilómetros cuadros y los fusiles eran de avancarga, disparaban balas redondas fabricadas a mano, lo ocurrido debe ser una lección. Las armas de hoy son otra cosa y la civilización también.

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