domingo, 6 de febrero de 2011

La democracia asociacionista de Paul Hirst.Sociedad Civil, profundización de la democracia, pluralismo social y político en las sociedades modernas.

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El asociacionismo representa una mayor descentralización y participación de los ciudadanos en los servicios de bienestar y una adecuación al pluralismo social y político de la sociedad a la hora de ofrecer enfoques diferentes en la provisión de los mismos. Partido, sindicato y cooperativa. A despecho de sus fracasos, el socialismo de 1848, permaneció vivo hasta el cambio de siglo. Tanto el radicalismo como el solidarismo lo reclamaron como suyo, pero es sobre todo el socialismo democrático francés, el de Benoît Malon, Eugène Fournière, Marcel Mauss y, más que nadie, Jaurès, quien prolongó su herencia para contener mejor, en el doble sentido del término, al marxismo. Este socialismo de los “tres pilares” (partido, sindicato, cooperativa) es, en primer lugar, un socialismo pluralista. Siendo colectivista, no por eso supone la apropiación por parte del Estado. Control colectivo y libertad, como recuerda Mauss, no son contradictorios. Eso exige no solamente que se deje un espacio importante de liberalismo y de individualismo, por medio del mercado y de la propiedad privada, sino, sobre todo, el reforzamiento de otras formas de libertad, la libertad de las colectividades, de las cooperativas, de las asociaciones profesionales...
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Asociación libre de Ciudadanos por la Democracia.

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La democracia asociacionista de Paul Hirst.

La Sociedad Civil, la profundización de la democracia y el pluralismo social y político en las sociedades modernas.


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Paul Hirst (1947-2003) fue un destacado sociólogo y politólogo británico que desarrolló la teoría del asociacionismo, que intentó renovar la democracia liberal proporcionando una alternativa al socialismo estatalista y al liberalismo de libre mercado. El asociacionismo pretende afrontar las exigencias de profundización de la democracia, el pluralismo político y social de las sociedades modernas y la reforma del Estado de bienestar mediante la democratización de las instituciones de la sociedad civil y la descentralización del Estado. A modo de resumen de su teoría, valga esta cita de “Renewing democracy through associations”.

Los asociacionistas sostienen que, en toda sociedad compleja y libre, existen diferentes versiones de lo que debe ser la buena vida y la tarea del Estado es ayudar a la realización del mayor número de formas buenas de vida como sea posible sin imponer una de ellas sobre las demás. El estado puede y debe realizar las funciones básicas de asegurar la paz pública, arbitrando en los enfrentamientos de las normas y movilizando recursos para fines públicos. A diferencia de las doctrinas económicas liberales que buscan limitar las funciones del estado y ampliar el alcance del mercado, el asociacionismo busca ampliar el ámbito de la gobernabilidad democrática en la sociedad civil.

Además, al igual que las doctrinas del mercado libre, su objetivo es promover la elección a través de la competencia, pero lo hace dando a los individuos la posibilidad de moverse entre asociaciones sin ánimo de lucro. Los individuos tienen voz en las asociaciones y la opción de salir para moverse entre ellas. Esta combinación obliga a las asociaciones a atender las necesidades de sus miembros, si la voz no lo consigue o es una tarea demasiado ardua, entonces la salida es algo a lo que deberá enfrentarse la oligarquía atrincherada.

Hirst desarrollará esta concepción para que los procedimientos democráticos se extiendan por la sociedad civil, tal como hubiera deseado Alexis de Tocqueville. Esta estrategia se distingue de la denominada “democracia participativa” o su moderada “democracia deliberativa”, pues no renuncia a la democracia representativa y no se conforma con una participación de las elites. Por otro lado, ofrece una alternativa a la crisis actual del estado de bienestar, pero sin caer en la trampa de su privatización.

El asociacionismo representa una mayor descentralización y participación de los ciudadanos en los servicios de bienestar y una adecuación al pluralismo social y político de la sociedad a la hora de ofrecer enfoques diferentes en la provisión de los mismos. Es clave, en este sentido, la diferencia que Hirst establece entre financiación (estado) y provisión (asociaciones sin ánimo de lucro) de servicios sociales.

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