sábado, 2 de julio de 2011

O te callas O te vas. "La prepotencia de los grupos "parasitarios" de poder salvaje interno".

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La derecha peruana, la más conservadora y reaccionaria de América latina, - una de las pocas que no ha logrado transformarse en clase dirigente – sino única y exclusivamente primero en oligarquía, después en grupos de poder mercantilistas, negociantes y hoy simplemente – como a fines del siglo XIX y principios del siglo XX –en aliados intermediarios de las corporaciones transnacionales, se considera que todo el poder es de su absoluta propiedad y está absolutamente a su servicio. Fracasó y perdió a pesar de sus millones invertidos en la elecciones últimas y como sigue fracasando al no lograr imponer un Primer Ministro, un Ministro de Economía o un Presidente del Banco Central, - por haberse apoderado - capturado -hace más de dos décadas del Estado con sus políticas neoliberales - a pesar de su “jugarreta” al día siguiente y su caída espectacular de La Bolsa. Hoy vuelve como durante el proceso, utilizando su “poder” ataca a los periodistas y confunde como siempre la libertad de empresa con la libertad de expresión a la cual tenemos derecho todos los peruanos como ciudadanos en ejercicio de nuestros derechos constitucionales. Hoy con su poder imponen, expulsan periodistas, cierran programas, escogen sicarios, compran voluntades y debemos estar preparados porque lo menos que aceptan es: cambios sociales y políticos en democracia, que 20 regiones del país lo exigen en este momento y por ello elegimos al nuevo Presidente. Simplemente queremos, “modernizar” el capitalismo salvaje, que el crecimiento económico, llegue a todos a través de buena educación, mejor asistencia en salud, pensiones a los mayores de 65 años, trabajo decente y aumento de salarios, mayor inversión en la niñez, ampliación del programa juntos, agua para todos, luz, servicios generales, seguridad ciudadana y otros cambios democráticos y humanos. En democracia queremos construir un Perú Nuevo en un Mundo Nuevo.


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Así como durante todo el siglo XX los Partidos Políticos, el sufragio electoral – el derecho al voto que se fue consiguiendo en el siglo XX – uno de los pilares y fortaleza principales de la Democracia Liberal y Representativa, desde el nacimiento del Estado Moderno en el siglo XIX post-Revolución Francesa la Libertad de Expresión se transformó en la columna vertebral de la Democracia. En pleno siglo XIX y XX se fue incorporando al Estado Moderno fortalezas como la empresa, la educación, las fuerzas armadas, la cultura y la identidad, los derechos constitucionales – económicos, civiles, sociales, políticos, laborales, culturales, étnicos, múltiples, etc.


Hoy ante la prepotencia de los poderes fácticos globales, así como la violencia, verticalismo, exclusión, asistencialismo, populismo, hiper-presidencialismo y otras prácticas sociales y políticas que el poder de turno utiliza, la libertad de expresión se transforma en el derecho de derechos ciudadanos que garantizan la confianza en las instituciones, otorgan credibilidad al sistema político y la opinión pública construye legitimidad en la Democracia es sin lugar a dudas la Libertad de Expresión como el derecho constitucional que nos garantiza el derecho a la vida, la seguridad, el respeto por el ser humano y vivir en un mundo civilizado.
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O te callas O te vas.


"La prepotencia de los grupos "parasitarios" de poder salvaje interno".


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Crónica Viva. Viernes 1 de julio del 2011.


Roberto Mejía.


A quienes tienen aún el poder omnímodo económico y político del país, les parece de mal gusto que las autoridades elegidas por mandato ciudadano y que expresan ideas diferentes sobre la gobernabilidad, hablen en tono alto. Según su supuesta sensibilidad auditiva hacen mucho ruido y eso puede provocar problemas sociales que no es del caso privilegiar en la agenda gubernamental. Esto cuando la preocupación debe estar centrada en la macroeconomía. ¿Para qué? se preguntan, adelantando respuestas tan cínicas como la de hacer recordar que en el Perú y en el mundo, a lo largo de la historia, "siempre ha existido una mayoría de pobres más que ricos" o ésta otra, tan fatal como la anterior: "¿crisis económica y pobreza? Los pobres no la sufren, porque ellos siempre han sido eso: pobres".

Las críticas desmesuradas contra la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, "por falta de obras" y "por transparentar la gestión municipal", así como al presidente electo, Ollanta Humala, "por no haber designado Primer ministro y ministro de Economía, para tranquilizar la bolsa de valores" y "por haber viajado a los países vecinos, en vez de dirigirse en primera opción a los más poderosos del mundo", constituyen parte del arsenal mediático que están utilizando a diestra y siniestra. La estrategia y el método de llevar adelante la misma están muy claros. Se trata de bajar a su mínima expresión cualquier posibilidad de éxito de gobernantes de esa talla, desde ahora, cuanto antes, "para que no se repita el error de los electores, de elegir a quienes jamás deben administrar el gobierno". Basta con recordar, al respecto, el comportamiento de un demencial escriba, que presa de la más grave paranoia, en las vísperas de los comicios para presidente, calificó de "estúpidos" a quienes no estaban de acuerdo con la candidata que suplía en esa función a quien hoy se encuentra encarcelado por delitos de lesa humanidad. Y a quien, dígase de paso, se pretende indultar más por razones de acomodo y protección política, que por otras causas que se puedan justificar.

Pero, ¿cuáles son las verdaderas razones de estas campañas? Es evidente que los poderosos de siempre no se dan por vencidos. Tienen la fuerza del dinero y un soporte colectivo de políticos y medios de comunicación que toda la vida les han sido operadores eficaces. Leáse en innumerables obras históricas, lo ocurrido en el país desde los inicios de la vida republicana. Primero se formó el Estado y después la sociedad, a la inversa de lo acontecido en otros lugares, en donde la sociedad participó activamente de la organización del Estado y lo sigue haciendo en la medida en que los problemas sociales van abriendo nuevos caminos para la estructuración de un mejor Estado de Derecho.

A la conclusión que llego es que les importa un rábano eso de la transparencia en la gestión pública. ¿Para qué? "Póngase a hacer obras materiales para la ciudad. Nada de cuentas claras, eso es una pérdida de tiempo", repiten sin fatiga. Llaman a la televisión y a otros medios a los presuntos causantes de la corrupción administrativa, para que respondan alegremente a un libreto precocinado y concluyan con un anuncio jalado de los cabellos: "hay que sacarla, porque es una haragana". Ignoran o pretenden ignorar que los tiempos han cambiado y que aun en la pobreza económica, ahora existe una ciudadanía mejor ilustrada, que exige respeto a los recursos fiscales y el buen uso de los mismos sin "coimisiones" ni "donaciones". Esa ciudadanía, que es parte del cuerpo sano de la moral del país, está conformada por jóvenes con ideales superiores y trabajadores, hoy casi todos en la eventualidad, que rechazan esa gobernabilidad que marca las dramáticas diferencias entre los que tienen mucho y los que no tienen o tienen muy poco para subsistir en un mundo que demanda ser decente.


Hablemos claro. Estos son tiempos de cambios. La misma globalización de información y comunicación nos lo advierte. Por eso debe tenerse presente que el intercambio de reflexiones, ideas, opiniones es cada vez más fructífero. La humanidad quiere acceder a una convivencia más armoniosa y para eso es necesario, es urgente, que acaben los males que son causa de la postración del país, de la desigualdad, de la corrupción, de la criminalidad, del negociado, de la politiquería. ¿Hasta cuándo continuará esta repudiable situación? Acaso ¿ya no es momento de forjar una patria, en donde la emoción nacional sea consecuencia de una convivencia ceñida por las reglas básicas de la honestidad, en todo orden de cosas?


Lo ocurrido en el canal 4, América Televisión, con un programa que se salió de los parámetros del grupo dominante en la empresa, es otra prueba de lo que ocurre en el Perú, respecto a estas campaña sin honor y sin dignidad. No tanto por lo que signifique la protagonista del desaguisado, sino por lo que representa el hecho en momentos en que el país requiere de informaciones y opiniones plurales, si es que verdaderamente se piensa que la libertad de prensa es fundamento de la democracia. En ese sentido, hay que recibir el pronunciamiento de la histórica Asociación Nacional de Periodistas del Perú, que ha sido la voz más acertada al señalar que: "Ante hechos que constituyen un menosprecio a la libertad de expresión y afectan seriamente el derecho ciudadano a informar y ser informado con el mayor grado de neutralidad, en asuntos que son de interés público y contribuyen al fortalecimiento de la aún frágil democracia del país, nuestro gremio se ve en el deber ineludible de llamar la atención de aquellos empresarios que explotan los servicios de comunicación masiva, para que pongan término al censurable método de acallar a quienes efectúan entrevistas, manifiestan opiniones y difunden informaciones no siempre coincidentes con los cambiantes intereses de orden comercial".


La ANP ha puesto el dedo sobre la llaga al precisar que lo ocurrido significa: "una actitud arbitraria que confirma el posicionamiento de una incultura propia de la intolerancia que se viene introduciendo en una actividad tan sensible, de por sí necesaria para el diálogo ciudadano y formación de la opinión pública.


En pocas palabras, el gremio de mayor trascendencia institucional de la prensa, exige que los medios de comunicación cumplan con su función social y no persistan en hacer las veces de simples alquilones o mascarones de los poderosos, a quienes se les va la vida en tanto hay todo un pueblo mayoritario que lucha por una democracia solvente, en capacidad de responder a la crisis de valores y acumular doctrina que levante al país en lo económico sí, pero de la mano con políticas de inclusión social y transparencia en la gestión.


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