miércoles, 4 de enero de 2012

Refundar la buena Gobernabilidad. “Ante la profunda brecha que produce la globalización".

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No hay “buena” o “mala” gobernabilidad. El problema central es saber y conocer en realidad el carácter de clase que hoy representa la gobernabilidad en el mundo político. Todos conocemos que la gobernabilidad es una de las “doctrinas” políticas que la globalización y el neoliberalismo implementan políticamente desde inicios de la década del 80´, como resultado del trabajo "académico-político", de la Comisión Trilateral del Congreso, presidida por el Dr. Samuel Huntington. La Gobernabilidad, se fortalece e institucionaliza en el escenario global del Consenso de Washington, 1990. Durante tres décadas producto de su hegemonía y vigencia, en los países donde está presente el modelo neoliberal, la gobernabilidad, secuestró el sistema democrático y puso toda absolutamente toda, la estructura política al servicio de las corporaciones transnacionales y el modelo político neoliberal, como por ejemplo el conjunto de las Políticas, Programas, en América Latina.

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La primera se orienta a explicar la crisis de la "vieja" gobernabilidad", como teoría política del neoliberalismo, es la gobernabilidad de las corporaciones y los monopolios.

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Está en crisis final la “gobernabilidad” de las clases dominantes, las corporaciones y los gobiernos con políticas neoliberales, que en el transcurso de las tres décadas de vigencia, al secuestrarla hacia el dominio absoluto de los poderes fácticos mundiales, simplemente la han transformado en Políticas “principales” de Estado de protección, seguridad, que garanticen la inversión, que generen realmente garantías, confianza, estado de derecho e independencia de poderes, que han exigido y siguen exigiendo e imponiendo a los gobiernos las Corporaciones y Mega-corporaciones – Mineras, Petroleras, Gasíferas, Alimentarias, Farmacéuticas, etc. – Esta práctica política gubernamental, más la simple “alianza” política de caudillos en épocas electorales, presentada como “garantía de gobernabilidad”, que dan estabilidad política, al gobierno de turno, es a diario – confundida, tergiversada con Alianzas Políticas de Partidos Políticos, que sí generan confianza institucional, cuando hay sistema de Partidos Políticos – verdaderas instituciones representativas, con alta credibilidad social y legitimidad en la opinión pública – alternancia política en el gobierno, oposición ordenada, democracia : rendición de cuentas, accoutability – lucha contra la cultura del secreto -, transparencia pública, altos niveles de participación ciudadana, ciudadanía como construcción en una comunidad política y reconocido poder emergente de la Sociedad Civil. Este proceso político, si es garantía de la construcción de la Gobernabilidad Democrática. La sociedad históricamente concreta, sociedad múltiple, compleja, multipolarizada, el proceso dialéctico permanente representa lo nuevo, cambiante, innovador y transformador, participativo, dialogante, constituyen las columnas vertebrales de una Nueva Gobernabilidad; en cambio la gobernabilidad que garantiza la seguridad a las corporaciones, cuándo los gobiernos la utilizan para infundir miedo, temor, represión contra el pueblo, cuándo hay malestar, críticas, movilizaciones y la lucha de clases está en la calle, en la plaza pública, (in)surge como respuesta el salvajismo y barbarie de la democracia occidental, liberal, representativa..


En la coyuntura actual, cuando el modelo financiero-especulativo se “juega” su propio tiempo suplementario, agobiado y arrinconado por la crisis estructural, multidimensional en los países capitalistas, gobiernos que nos vendieron su modelo “ideal” de democracia liberal representativa, democracia de “alta intensidad”, hoy se encuentra real y objetivamente en su “minuto final”, porque el “virus” de la crisis se ha multiplicado – las ciudades y mega ciudades del mundo hoy sus calles y plazas públicas han sido ocupados por el 99% de la población: los indignados del 15-M, Democracia Real, Ya; No, nos representan, Ocupa Wall Street y cientos de ciudades más : las clases y la lucha de clases están recuperando el espacio público que nos fue arrebatado por las políticas neoliberales, están construyendo social y culturalmente una “nueva” Ciudadanía Múltiple, Moderna, expresión conjunta de la Nueva Sociedad Civil, Real – escenario de escenarios de las clases y la lucha de clases.


Poder local emergente, plural, popular y democrático, presenta y propone ante el mundo no sólo el cambio del modelo financiero-especulativo, basado en la codicia y las nuevas formas de enriquecerse de los millonarios en tiempos de crisis, responsables directos de la crisis global; hoy se organizan, luchan, se movilizan por una Nueva Democracia más participativa, más dialogante, como expresión de las nuevas formas asociacionistas de los pueblos del mundo y una Gobernabilidad Democrática que realmente exprese y represente los intereses nacionales de las grandes mayorías explotadas económicamente, marginadas socialmente, políticamente excluidas, violentadas, desconocidas, ignoradas culturalmente y agredidas con nuevas formas de explotación y saqueo de sus recursos naturales y la destrucción del medio ambiente y de la Madre Naturaleza.


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La rebelión mundial de los de abajo y la crisis de gobernabilidad de los de arriba.

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Refundar la buena Gobernabilidad.


“Ante la profunda brecha que produce la globalización"


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CHARLES KUPCHAN.- El desajuste entre la creciente demanda de buena gobernabilidad y su disminuida entrega es uno de los desafíos más graves que enfrenta hoy el occidente.


La Nación. cl. Lunes 2 de enero del 2012.


Una crisis de gobernabilidad acosa al mundo occidental. No es por accidente que Estados Unidos, Europa y Japón estén simultáneamente experimentando una falla política; la globalización está produciendo una brecha que se amplía cada vez más entre lo que los electorados piden a sus gobiernos y lo que esos gobiernos pueden cumplir. El desajuste entre la creciente demanda de buena gobernabilidad y su disminuida entrega es uno de los desafíos más graves que enfrenta hoy el occidente. Se suponía que la globalización había jugado a favor de las sociedades liberales, las que estaban presuntamente mejor equipadas para capitalizar el rápido y fluido mercado global.


Pero en cambio, por la mayor parte de dos décadas, los salarios de la clase media en las principales democracias del mundo se han estancado y la desigualdad económica ha estado aumentando abruptamente. La situación de la clase media occidental es consecuencia principalmente de la integración a los mercados globales de miles de millones de trabajadores de bajos salarios del mundo en desarrollo. La globalización no sólo está trayendo sufrimiento económico a los electorados occidentales, sino también los está enfrentando a amenazas transnacionales intensificadas, tales como el crimen internacional, el terrorismo, las inmigraciones no deseadas y la degradación medioambiental. Los votantes confrontados con estos desafíos acuden por ayuda a sus representantes electos. Pero tal como la globalización está estimulando esta apremiante demanda por una gobernabilidad receptiva, también está asegurando que su entrega sea desesperadamente escasa. Los gobiernos occidentales están experimentando una inoperancia sin precedentes por tres razones.


Adulando a las bases


Primero, la interdependencia nacida de la globalización diluye el impacto de muchas de las herramientas políticas tradicionales utilizadas por las democracias liberales. Las acosadas economías occidentales, por ejemplo, parecen inmunes a gastar en estímulos y a otras iniciativas para fomentar el crecimiento. El alcance y la velocidad de los flujos globales de comercio y capital significan que las acciones emprendidas en las capitales occidentales sean superadas por acontecimientos ocurridos en otras partes, tales como la intransigencia de Beijing respecto del valor del renminbi o los actos de los inversionistas internacionales y las agencias calificación.


Segundo, la difusión del poder desde occidente hacia el resto significa que hay hoy día muchos cocineros en la cocina; la acción efectiva ya no se basa principalmente en la colaboración entre democracias de pensamiento semejante. En cambio, depende de un trabajo en equipo a través de un círculo mucho más diverso e inmanejable. En temas que van desde reequilibrar la economía global hasta aislar a Irán, ese trabajo en equipo está simplemente fuera de alcance.


Tercero, las democracias pueden ser ágiles y receptivas cuando sus electorados están satisfechos, pero son torpes e indolentes cuando sus ciudadanos están deprimidos. Los gobiernos representativos han demostrado ser muchos mejores en distribuir beneficios que en asignar sacrificios. En lugar de plantear derechamente la necesidad de ajustes compartidos de cinturón, los vulnerables políticos han estado adulando a las bases partidistas y a los donantes de campaña, sin asumir las duras opciones que se necesitan para restaurar la solvencia económica.


Estados Unidos, Europa, JapónEn Estados Unidos, esta crisis de gobernabilidad está tomando la forma de una polarización paralizante. El ingreso promedio de los hogares ha caído 10% en la última década y el país es ahora el más desigual del mundo industrializado. Esas duras realidades económicas están ayudando a revivir divisiones partidistas anteriormente apagadas por una prosperidad ampliamente compartida. El congreso está enmarañado y ofrece a los votantes mucha bilis partidista, pero poca legislación sustantiva. Por su parte, Europa está experimentando una peligrosa renacionalización de sus políticas. Los estados miembros de la Unión Europea se están alejando de la Unión a medida que los electorados se rebelan contra las dobles dislocaciones de la integración europea y la globalización. El desempleo ha estado en alza, los salarios cayendo, y los sistemas de bienestar social están en el taller de desguace.


La gobernabilidad colectiva que la UE tanto necesita para moverse en un mundo globalizado está en conflicto con una calle política que se está volviendo decididamente hostil al proyecto europeo. Japón se ha turnado con seis primeros ministros en los últimos cinco años. La formulación de políticas públicas se ha detenido, incluso en temas urgentes; el parlamento demoró 100 días en aprobar fondos de reconstrucción para las víctimas del tsunami y el desastre nuclear. La depresión económica es una vez más la raíz del problema. Mientras los empleos se han trasladado a otras partes, el ranking de Japón en términos de PIB per capita ha caído desde el cuarto lugar en 1989 al puesto 24 en 2010. Japón está atascado en una tierra de nadie política y económica, expuesto a las dislocaciones de una economía globalizada, pero carente de un gobierno capaz de preparar al país para competir efectivamente.


Una respuesta urgente y convincente. Esta crisis de gobernabilidad en el mundo occidental viene en un momento particularmente inoportuno. Mientras ascienden las potencias emergentes, no sólo el dominio material de occidente está en juego sino también su primacía ideológica. El tipo de capitalismo de estado de China está más que sosteniéndose; Beijing ha sido adepto a recoger los beneficios de la globalización mientras limita sus pasivos. A menos que las democracias liberales puedan reivindicar una gobernabilidad efectiva, la política y la geopolítica del siglo XXI podrían estar en disputa. Occidente necesita con urgencia una respuesta convincente a las tensiones fundamentales entre democracia, capitalismo y globalización. Una nueva agenda política debiera reafirmar el control popular sobre la economía política. En un mundo globalizado, las democracias liberales deben orientarse a la planificación estratégica y a inversiones encabezadas por el estado en infraestructura, educación y empleos para restaurar la competitividad, corregir las desigualdades y beneficiar a los públicos masivos más que a los fieles del partido o a los intereses especiales. Hasta que no se diseñe y concrete esa agenda, el malestar democrático de occidente persistirá.


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Charles A. Kupchan, Profesor de asuntos internacionales en la universidad de Georgetown, miembro del Council of Foreign Relations y autor del libro de próxima aparición``No One's World: The West, the Rising Rest, and the Coming Global Turn. Artículo del International Herald Tribune.


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