viernes, 9 de marzo de 2012

La nueva gobernanza de la Unión Europea a la carta. ¿ Y la Democracia?. "¿Y el Modelo Social Europeo?. ¿Al basurero de la Historia?”.

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Los mecanismos de gobernanza plantean retos a la UE, que hacen muy diversas las perspectivas del modelo de integración. La juventud de estas medidas, imposibilita trazar escenarios certeros; no obstante, vale la pena analizar algunas consecuencias que deberán afrontar los países de la Unión y que tendrá una repercusión tanto en la dinámica de la UE, como en las políticas que se puedan trazar al interior de los países miembros. La armonización de las políticas fiscales de la UE resulta muy difícil dada la heterogeneidad de los países que la comprenden. La aspiración de armonizar el gran mercado interno de la UE, tiene grandes desafíos prácticos en tanto resultan diferentes las condicionantes socioeconómicas de cada país, lo cual se acentúa en el contexto de crisis estructural de la economía mundial.



Los objetivos de estos nuevos mecanismos de gobernanza de salvaguardar la estabilidad de la zona euro, la restauración del sector financiero y el reforzamiento del programa económico común son necesarios, pero la forma en que se han establecido, les posibilita a los países fuertes de la UE, imponer condiciones que acentúan la dominación de los Estados más sólidos. Además de este mecanismo se ha creado el Pacto Euro Plus, al cual se suman otros Estados que no forman parte de la zona del euro (Bulgaria, Dinamarca, Letonia, Lituania, Polonia y Rumanía) y que, comprendidos en los nuevos mecanismos, pretenden apuntalar las problemáticas asociadas al empleo, las finanzas públicas y la estabilidad financiera. El saneamiento del sector financiero va encaminado también a prever que nuevas expresiones de la crisis no los tome en una situación tan inestable, de manera que las medidas para contrarrestarla estén mejor encaminadas aunque, en realidad, nadie sabe cómo salir de forma coherente y sostenida de la situación actual. Por otra parte, la crisis ha posibilitado reconocer la importancia de otros actores internacionales como los BRICS y la imposibilidad de un mundo unipolar, donde las tradicionales potencias occidentales impulsen políticas globales sin tomar en cuenta el papel de Rusia y China. Los recientes vetos en el Consejo de Seguridad de la ONU corroboran este fenómeno.


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El pleno del Parlamento Europeo ha dado hoy luz verde al paquete de gobernanza económica europea, la receta de Bruselas para salir de la crisis y que prevé sanciones para los países miembros que no cumplan con los objetivos de déficit y deuda.


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La nueva gobernanza de la Unión Europea a la carta. ¿ Y la Democracia?.


"¿Y el Modelo Social Europeo?. ¿Al basurero de la Historia?”.


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“Mientras la crisis estructural, multidimensional, continúa, el desempleo se arrecia y aumentan las protestas sociales, ganando en organización los movimientos de indignados”.


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Jueves 8 de marzo del 2012.



Alejandro L. Perdomo Aguilera (especial para ARGENPRESS.info)



Se brindan algunas consideraciones sobre los nuevos mecanismos de gobernanza económica de la UE, en el marco de la crisis estructural de la economía mundial. Se abordan algunas de las consecuencias que pudieran conllevar los mecanismos de gobernanza económica para el futuro de la UE. Además se constatan las dinámicas políticas, diplomáticas y económicas que se están concertando entre la UE y China; contrastando las complejidades de la crisis con las inconsistencias del euro para hacer frente a la situación actual de la UE.

La nueva gobernanza económica de la Unión Europea (UE) ha sido impuesta, sin embargo, pocos se preguntan dónde quedan los paradigmas políticos que la vieja Europa expuso como estandarte, durante las décadas de la Guerra Fría y que sostiene hoy contra aquellos gobiernos que considera antidemocráticos.



Los mecanismos de gobernanza plantean retos a la UE, que hacen muy diversas las perspectivas del modelo de integración. La juventud de estas medidas, imposibilita trazar escenarios certeros; no obstante, vale la pena analizar algunas consecuencias que deberán afrontar los países de la Unión y que tendrá una repercusión tanto en la dinámica de la UE, como en las políticas que se puedan trazar al interior de los países miembros.



La armonización de las políticas fiscales de la UE resulta muy difícil dada la heterogeneidad de los países que la comprenden. La aspiración de armonizar el gran mercado interno de la UE, tiene grandes desafíos prácticos en tanto resultan diferentes las condicionantes socioeconómicas de cada país, lo cual se acentúa en el contexto de crisis estructural de la economía mundial.



Ciertamente esas diferencias culturales, ideológicas y económicas merecen de una voluntad integracionista de mayor conciliación, pero la vía no debe ser una imposición que lacere a los países más débiles del bloque.



Los objetivos que prevén estos mecanismos pudieran resultar cuestionables al no considerar del todo la crisis multidimensional que vive Europa y los EE.UU., así como sus consecuencias a mediano y largo plazo. La inclusión en los planes de la UE de países como Grecia, España e Italia conlleva a mayores problemáticas, debido a la necesidad ajustar los mecanismos a los problemas que afrontan y no a los objetivos que persiguen Alemania y Francia, donde se pudieran desatar nuevas contradicciones. Esta situación aumentaría las problemáticas intrínsecas del modelo, haciendo aún más preponderante la voluntad de los países más fuertes.



Sí se asumieran estos cambios como parte de una nueva etapa del modelo, pudiera asentirse un abandono de los presupuestos de concertación tradicionales por una articulación monetaria, financiera y comercial más cercana a unos Estados Unidos de Europa que a los objetivos primigenios del proyecto integracionista. Con ello se manifiesta no sólo una crisis del pilar económico, sino que ideológicamente se aprecia una deformación de la mentalidad clásica de la Europa occidental; reconociéndose la asistencia a una crisis más amplia de lo que se suele referenciar.



Las políticas aplicadas contra la crisis, enuncian el abandono de los paradigmas de bienestar social que sustentara la UE, en busca del patrón estadounidense del American Way of Life, donde predominan los intereses particulares sobre la búsqueda de una sociedad más equilibrada. Sobre esta situación, Tejedor Bielsa consideró: “Europa está integrada, sí, en sus deudas, pero está huérfana de liderazgos efectivos, ayuna de mecanismos de gobernanza económica, alejada de los más mínimos requerimientos democráticos y dominada por estructuras tecnocráticas desconocidas para el común de los ciudadanos europeos”



Mientras tanto, la crisis continúa, el desempleo se arrecia y aumentan las protestas sociales, ganando en organización los movimientos de indignados, que si bien no se les puede catalogar como antisistémicos -de manera tan temprana- están siendo bien contestatarios, reclamando que Europa no colapse entre egoísmos y políticas erróneas, que cargan las consecuencias de sus limitaciones en los ciudadanos que más trabajan en ella.


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Si se comparan las políticas fiscales que se adoptan en la actualidad con las medidas tomadas históricamente en contextos de crisis, habría que discernir hasta que punto resultan coherentes los “paliativos” aplicados a la crisis actual y que capacidad tienen de transformar las debilidades del sistema.



Los nuevos mecanismos no consideran los problemas de todos los Estados miembros sino que los supeditan a los intereses de los países más sólidos del bloque. Al respecto, la canciller alemana Angela Merkel, consideró perjudicial para Europa la “benevolencia” con aquellos países que presentan una difícil situación fiscal en la región, expresando: “Ser amable unos con otros” es un “mal servicio”



Pero los problemas fiscales no sólo incluyen a los países más débiles de la Unión. La propia Comisión Europea detectó varios desequilibrios macroeconómicos en 12 Estados miembros. Sin embargo, los antecedentes de la UE no refieren un trato equitativo para todos. En el año 2004, la Comisión perdonó una sanción a Alemania y Francia por superar los umbrales permitidos.



Sin embargo, bajo los nuevos mecanismos de no poderse resolver en los plazos previstos los desequilibrios macroeconómicos, la Comisión Europea podría solicitar un depósito generador de intereses que impondrían multas de hasta el 0,1 % del PIB.



La crisis, no solo es palpable desde el orden macroeconómico para la UE, sino que se aprecia una crisis de gobernanza, donde la democracia representativa se debilita y los líderes del bloque no son capaces de impulsar medidas que modifiquen -de manera estructural- los errores del modelo. Ello está relacionado también con la ausencia de un liderazgo más competente, capaz de darle un curso más racional a la UE, de manera que las consecuencias de la crisis sean menos abarcadoras.



La posibilidad de empleo al 75 % de la población entre 20 y 64 años, incluido en los objetivos de la estrategia Europa 2020 parece un sueño ahora mismo. De igual forma ocurre con la aspiración a reducir en 20 millones el número de personas en situación de pobreza y exclusión social. Ante la perpetuidad de una crisis multidimensional donde tantos paradigmas han revelado sus falacias, vale la pena razonar sobre las posibles vulnerabilidades de los mecanismos, en tanto fortalecen al núcleo duro de la UE.



Además de una moneda y un mercado únicos, se le suma la pretensión de una sola política fiscal, conforme a los objetivos declarados en la Estrategia Europa 2020 , que pretende una mayor supervisión por parte de la UE de las políticas económicas y fiscales en el marco del Pacto de Estabilidad y Crecimiento.



Lograr una mayor supervisión para proveer mayor estabilidad a la zona euro y la restauración del sistema financiero resulta necesaria, pero padece de racionalidad si desvirtúan las formas en que estaba articulada la integración. Las transformaciones dejan sobre el tapete algunas de las interrogantes que quedan sin respuestas únicas en el actual dilema en que se halla la UE, como: ¿Cuáles serían las repercusiones socioeconómicas para los países más débiles del bloque y qué limitantes conllevaría para la política doméstica e internacional de estos?



Las perspectivas de la UE con los nuevos mecanismos de gobernanza, dejan más de una preocupación. Las áreas que ameritan mayor seguridad -empleo, innovación, cambio climático, energía, educación, salud, lucha contra la pobreza y la exclusión social- son tan disímiles como los países que la integran. Por ello, lograr mejores índices sin mecanismos más efectivos resulta utópico.



Sin embargo, el papel de los Estados no debe mermar en los destinos de sus pueblos cuando, crisis tras crisis, recobran un rol preponderante ante la inoperancia de un sistema-mundo gobernado por grandes trasnacionales y un panfletario discurso libertario que no se adecua a las condicionantes histórico- concretas del presente.



Los objetivos de estos nuevos mecanismos de gobernanza de salvaguardar la estabilidad de la zona euro, la restauración del sector financiero y el reforzamiento del programa económico común son necesarios, pero la forma en que se han establecido, les posibilita a los países fuertes de la UE, imponer condiciones que acentúan la dominación de los Estados más sólidos.



Además de este mecanismo se ha creado el Pacto Euro Plus, al cual se suman otros Estados que no forman parte de la zona del euro (Bulgaria, Dinamarca, Letonia, Lituania, Polonia y Rumanía) y que, comprendidos en los nuevos mecanismos, pretenden apuntalar las problemáticas asociadas al empleo, las finanzas públicas y la estabilidad financiera.



El saneamiento del sector financiero va encaminado también a prever que nuevas expresiones de la crisis no los tome en una situación tan inestable, de manera que las medidas para contrarrestarla estén mejor encaminadas aunque, en realidad, nadie sabe cómo salir de forma coherente y sostenida de la situación actual.

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Por otra parte, la crisis ha posibilitado reconocer la importancia de otros actores internacionales como los BRICS y la imposibilidad de un mundo unipolar, donde las tradicionales potencias occidentales impulsen políticas globales sin tomar en cuenta el papel de Rusia y China. Los recientes vetos en el Consejo de Seguridad de la ONU corroboran este fenómeno.



La economía China resulta una variable de imprescindible consideración. Los índices de comercio con Alemania y la ayuda brindada a la UE, evidencian un mayor protagonismo internacional, que ya no se resume a inversiones en los nichos encontrados en África y Latinoamérica. La necesaria estabilidad del Euro en el sistema económico, financiero y comercial mundial depende también del rol que desempeñe China. Siendo este país el mayor acreedor de los EE.UU. y los crecientes préstamos que concede a la UE, lo consolidan como un actor de imprescindible valoración.



En la Cumbre del Euro se reafirmaba la importancia de la moneda para el proyecto de paz, estabilidad y prosperidad de la UE. Sobre la actual situación, el economista George Soros advirtió en el Foro Económico Mundial en Davos que “(…) la manera de escapar de la crisis no debe basarse sólo en obligar a los países con problemas a una estricta disciplina presupuestaria. Necesitan además un estímulo para evitar la espiral deflacionaria.”



Los problemas que enfrentan el euro y el dólar como divisas internacionales, la consolidación de China como principal acreedor de EE.UU. y la posición de Francia en la cumbre del G-20 sobre el dólar, son suficientes alarmas como para no descartar una reforma del Sistema Monetarios Internacional, que considere la solvencia de China. La posición de ese país ante la crisis de la UE, fue aclarada por Wen Jiabao quien expresó que “China está preparada para ser una parte importante en la resolución de la deuda soberana europea”.



El hecho de que Angela Merkel haya requerido a China para lograr préstamos es otra muestra de la imposibilidad de la unipolaridad y de la crisis hegemónica de las potencias occidentales, que anuncia posibles cambios en el futuro del Sistema Monetario Internacional, donde pudiera coexistir el dólar, el euro y, tal vez, el yuan.



Angela Merkel precisó que el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) posee 250 mil millones de euros y el Mecanismo Europeo de Estabilidad (Mede), 500 mil millones, lo que considera suficientes para hacer frente a la crisis actual, no obstante, su acercamiento a China denota una búsqueda de mayores fondos para revitalizar la economía europea.



Además de estas acciones se desarrolla el llamado Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC), para el mejoramiento de las finanzas públicas de los Estados miembros. De esta forma, se determinan sanciones semiautomáticas para los Estados miembros que no cumplan los requisitos solicitados, que sólo pueden ser rechazadas con una mayoría cualificada en el Consejo por parte de la Comisión.



Cuando todos se preguntan que provocó la crisis, cuando se intenta rechazar la intervención del Estado en la economía y resurge en Washington un neoconservadurismo a la usanza del Tea Party, los Estados retoman un papel protagónico, intentando un mayor control de las economías para evitar la debacle.



Economistas como George Soros resalta la falsa de que los mercados financieros se corrigen a sí mismos, denotando los problemas del aumento del crédito y el apalancamiento; reconociendo que no es suficiente con controlar la oferta de dinero sino que la disponibilidad de crédito también debe ser vigilada.



Indudablemente la regulación financiera y crediticia es necesaria. Cada vez que han venido tiempos de crisis el sistema capitalista que tanto aboga por la libertad de los mercados, se percata de las falacias y comienza a intervenir. La UE, por su parte, intenta aplicar una intervención más general, para tratar de armonizar las políticas fiscales. La reciente intervención del primer ministro español Rajoy, anunciando el escandaloso desempleo de España y la crítica situación de Italia evidencian que estas medidas no son el Eureka de la solución a la crisis.



El desequilibrio económico, financiero y comercial de varios países de la UE, el papel de Rusia y China en el comercio y la posibilidad de otorgar nuevos préstamos, significan nuevos lazos de dependencia, que pudieran modificar el futuro de la UE.



En estas circunstancias, la crisis no debe ser enfrentada con medidas reformistas porque la esencia de la misma niega tal posibilidad. Si hablamos de una crisis sistémica, estructural y multidimensional, enfrentarla con recetas anticrisis –cíclicas- de antaño resulta incoherente. Sobre las medidas que han posibilitado esta crisis G. Soros advirtió: “Se necesita una gran crisis para hacer posible lo políticamente imposible (unos verdaderos Estados Unidos de Europa). (…). Medidas que habrían funcionado de haberse tomado meses antes, se vuelven inútiles cuando la política termina por adoptarlas tarde y mal. Esa es la clave para comprender la crisis del Euro.”



Por otra parte, las formas de aplicar políticas de salvataje parecen pisotear los paradigmas de democracia, respeto a la soberanía y a la gobernabilidad que tradicionalmente apoyó la UE. En este sentido, las consecuencias políticas, sociológicas y psicológicas que pudieran traer estos mecanismos al interior de los países de la UE, amenazan el rumbo de este modelo de integración.



Indudablemente la UE estaba avocada a trazar nuevos mecanismos de gobernanza económica, pero la forma de articularlos y las consecuencias que conlleva al interior de la Unión, pudieran conceder un efecto bumerán a su desarrollo.



La crisis refleja la ineficiencia de un sistema económico que padece de excesivas desregulaciones del sistema financiero y las falacias del supuesto liberalismo económico. La crisis, como en otros momentos ha denotado la importancia estratégica del Estado. La debilidad Estado de Bienestar y de elementos cruciales como la seguridad de los ciudadanos y la estabilidad económica y financiera han vuelto a poner como actor protagónico al Estado como ente regulador.



Una de las tesis que se sigue con los mecanismos de nueva gobernanza económica es la relacionada con la necesidad de subsanar los problemas en el proceso de construcción de la Unión Europea, y para ello se plantean varios escenarios, donde las expresiones más catastróficas pudieran ser el “derrumbe” del euro o la salida de Grecia de la UE. Sin embargo, al considerar el costo que tendría una vuelta al pasado, realmente parece poco probable esta solución, además del impacto político que pudiera ocasionar esta medida, no sólo al interior de los países sino también para la UE.



En estos tiempos de tanta incertidumbre, donde las potencias tradicionales muestran su talón de Aquiles y las emergentes dan visos de fuerza, el abandono de la democracia y el menosprecio al papel de los Estados en las proyecciones domésticas y exteriores de los pueblos, resulta más que pertinente oportuno.



Quizás el gran reto pendiente en la UE, sería indagar cómo conservar dentro de esta gran crisis, los intereses democráticos y la búsqueda de un consenso que preserve la autodeterminación y la independencia de los países, y reclame la paz en contra de la guerra, en un contexto de tanta irracionalidad.


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