viernes, 22 de marzo de 2013

LA DIMENSION POLITICA DEL NUEVO PAPADO.

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Dos contextos diferentes hasta opuestos por su significado político e histórico en un escenario coyuntural atravesado por una crisis estructural, multidimensional que no para, no encuentra salida y por el contrario se hunde, se profundiza y es cada vez más extensa, desoladora, destructiva, por la poderosa carga de “dinamita” ( austeridad) que lleva en sus propios hombros. El centro de estas repercusiones ha sido la vieja Europa sacudida ahora por la crisis en Chipre. Una Europa que muestra en Grecia nueve huelgas generales consecutivas y la emergencia de una derecha fascista, con representación electoral, que no vacila en asesinar menesterosos en las calles. Una España que mes a mes bate record de desocupación, de desahucios y de suicidios, que sin embargo muestra estadios de fútbol repletos de espectadores que pagan entradas por un valor que hace enrojecer de envidia a los directivos de los clubes argentinos. Una Europa que ha visto congregarse una multitud bajo la lluvia que con lágrimas en los ojos saludaba emocionada el nuevo papado, mientras que Italia se hunde en una crisis económica-política sin salida a la vista.
Por otro lado en la misma coyuntura del escenario global, América latina el continente que hoy crece en su macro-economía – crecimiento único hoy – pero que arrastra una poderosa “asignatura” inconclusa, la profundización y generalización de la Desigualdad Económico-social y en su interior un volcán social y político: Los conflictos sociales, pero a su vez el continente con la población más joven del universo y con el mayor número de católicos – hoy más de 430 millones de una población total de  600 millones. ( el 48% de católicos de todo el mundo, vive en América latina). Un poder y fortaleza en relación a la Iglesia Católica Mundial. El impacto no ha sido menor en América latina y especialmente, por obvias razones, en nuestro país. Si tenemos en cuenta que un Papa argentino completa la trilogía iniciada por Messi, elegido como mejor jugador del mundo por cuarto año consecutivo; que en los próximos días Máxima Zorreguieta será ungida reina de Holanda, no es de extrañar que el chauvinismo local esté exultante. Nos falló el tenista Del Potro, pero bueno todo no se puede. El inesperado resultado de la elección cayó como rayo en cielo no sereno. Si la oposición derechista y las fracciones cegetistas y empresariales reaccionaron entusiastamente compitiendo por quién era más papista que el futuro Papa, el gobierno pareció totalmente desconcertado ante el anuncio vaticano. El oficialismo reaccionó tardía y fragmentariamente. Indiferencia primero y diplomacia después en el gobierno; rechazo en los sectores que vinculan –documentadamente- a Bergoglio con la dictadura militar y reubicación de otros que, adaptando la ya vetusta teoría del Fin de la Historia, intentan separar el presente del pasado inmediato.
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LA DIMENSION POLITICA DEL NUEVO PAPADO.
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Eduardo Lucita.
Rebelión viernes 22 de marzo del 2013.
El impacto político provocado cuando el Conclave del Vaticano eligió un Papa latinoamericano, superando ampliamente votaciones anteriores y dejando mal parados a los aspirantes europeos, ha tenido una repercusión que está lejos de desvanecerse .
El centro de estas repercusiones ha sido la vieja Europa sacudida ahora por la crisis en Chipre. Una Europa que muestra en Grecia nueve huelgas generales consecutivas y la emergencia de una derecha fascista, con representación electoral, que no vacila en asesinar menesterosos en las calles. Una España que mes a mes bate record de desocupación, de desahucios y de suicidios, que sin embargo muestra estadios de fútbol repletos de espectadores que pagan entradas por un valor que hace enrojecer de envidia a los directivos de los clubes argentinos. Una Europa que ha visto congregarse una multitud bajo la lluvia que con lágrimas en los ojos saludaba emocionada el nuevo papado, mientras que Italia se hunde en una crisis económica-política sin salida a la vista.
La argentinidad al palo.
El impacto no ha sido menor en América latina y especialmente, por obvias razones, en nuestro país. Si tenemos en cuenta que un Papa argentino completa la trilogía iniciada por Messi, elegido como mejor jugador del mundo por cuarto año consecutivo; que en los próximos días Máxima Zorreguieta será ungida reina de Holanda, no es de extrañar que el chauvinismo local esté exultante. Nos falló el tenista Del Potro, pero bueno todo no se puede.
El inesperado resultado de la elección cayó como rayo en cielo no sereno. Si la oposición derechista y las fracciones cegetistas y empresariales reaccionaron entusiastamente compitiendo por quién era más papista que el futuro Papa, el gobierno pareció totalmente desconcertado ante el anuncio vaticano. El oficialismo reaccionó tardía y fragmentariamente. Indiferencia primero y diplomacia después en el gobierno; rechazo en los sectores que vinculan –documentadamente- a Bergoglio con la dictadura militar y reubicación de otros que, adaptando la ya vetusta teoría del Fin de la Historia, intentan separar el presente del pasado inmediato.
Así no sería lo mismo el Cardenal Bergoglio que el Papa Francisco I, para más datos argentino y peronista. El reciente encuentro en Roma con nuestra Presidenta, que recibió un trato privilegiado cuando el nuevo Papa todavía era Cardenal, ha puesto fin a la discordia. Como no podía ser de otra manera se impuso la realpolitik, dejando aislados a los sectores más críticos del kirchnerismo.
Como efectos inmediatos de esta realpolitik es posible asistamos a convocatorias a la unión nacional, buscando limar las diferencias entre las clases sociales; a que se bloqueen las posibilidades de lograr el aborto legal y gratuito; a que aumenten las trabas a las prácticas del aborto no punible e incluso resistencias al matrimonio igualitario. No es de descartar un renacimiento de grupos del fundamentalismo católico, como los que recientemente atacaron un local del Movimiento La Dignidad en Capital Federal.


Asuntos Internos.

No es tarea menor la que el Cónclave del Vaticano le encomendara al nuevo Papa. Lo primero será reconstruir los lazos con la sociedad, recuperando credibilidad y el terreno perdido frente a las distintas vertientes evangelistas que han recortado buena parte del universo de la feligresía católica. Esto requiere aggiornar una iglesia que, según los dichos de teólogos y estudiosos del catolicismo, atrasa 200 años. Los anteriores papados, de Juan Pablo II y Benedicto XVI, no hicieron más que rodear este atraso de una filosofía tan retrógrada como reaccionaria, por lo que está planteado reformar prioritariamente la curia romana. Poner fin a los escándalos de corrupción, por lavado de dinero y por abusos sexuales. Combatir la opulencia y la mala administración del gobierno central. Controlar las rencillas y disputas intestinas por espacios de poder, a los que acostumbra la jerarquía eclesiástica. Que en los últimos tiempos tomaron una envergadura inocultable.

Geopolítica vaticana.

Sería una ingenuidad no ver el carácter geopolítico de la designación del nuevo Papa, es en este plano que está llamado a jugar un papel decisivo. Europa y América latina, están en el centro de la mira vaticana, como lo fueron los países del Este en tiempos de Karol Wojtyla.

En Europa en medio de la agudización de la crisis los gobiernos de centro izquierda o centroderecha, socialdemócratas o conservadores, no se diferencian mayormente al momento de aplicar los ajustes y las políticas de austeridad impuestas por la troika, lo que los ha hecho perder apoyo social. La contrapartida es la aparición por un lado de nucleamientos neopopulistas, que recogen votos de izquierda y populares. Una suerte de combinación del Tea Party americano y de los Indignados españoles o de Occupy WS, que dejan al descubierto una fuerte crisis de representatividad del sistema -Los Piratas en Suecia, el M5E en Italia, Tim Stronach en Austria, Alternativa Alemana son algunas de esas expresiones- y por el otro fuerzas de izquierda con apoyo de masas -Syriza en Grecia, el Front Gauche en Francia, el Bloco de Esquerda en Portugal, la Alianza Roja-Verde en Dinamarca. Unos y otras abren nuevos panoramas con final incierto dada la profundidad y prolongación de la crisis capitalista.

América latina, que fuera el centro de las resistencias al neoliberalismo, concentra ahora los mayores cambios sociales. Venezuela, Ecuador, Bolivia, todos procesos populares de masas que, aún contradictoriamente, muestran rupturas parciales con el imperialismo y una orientación genérica socialista, que junto a otros países de la región como el nuestro van dando lugar a instituciones como la UNASUR, CELAC y ALBA, que escapan a la tutela de los EEUU.

Tanto en uno como en otro continente la geopolítica vaticana estará de ahora en más, más que atenta. En Europa seguramente tratará que la evolución política en los países de la periferia no se desmadre ni a la ultra derecha ni a la izquierda, mientras que en América latina buscará no enfrentar sino reorientar los procesos de cambio, mellando sus aristas más antisistema. La reciente referencia a la Patria Grande no es gratuita.

Desde esta perspectiva no es meramente casual la elección de un Papa latinoamericano y jesuita. Tiene que ver con una Europa que se desdibuja y que EEUU ya no hegemoniza el proceso de acumulación de capitales a nivel mundial, por el contrario este está ahora centrado en los llamados países “emergentes”. Por otra parte más de tres décadas de neoliberalismo han dejado como saldo un peligroso promedio mundial de 30 por ciento de pobres estructurales.

En palabras del politólogo Norberto Bacher, se trataría “ Una vez más de la utilización de los sentimientos de religiosidad popular para transformarlos en una atadura ideológica de las amplias masas a los valores que sustentan y justifican la supervivencia de las clases explotadoras”.

Francisco I y la pobreza.

Al ser investido como nuevo jefe espiritual de la Iglesia Católica el Papa Francisco I reiteró su opción “quisiera una iglesia pobre para los pobres”, tal vez pensando desprenderse de parte de la riqueza acumulada en el Vaticano, o reconociendo que bajo el reino del capital “pobres habrá siempre”. Así “el problema” de la pobreza vuelve al centro de la escena internacional. Pero sería bueno definir cuales sus las causas. ¿Ella misma se autojustifica o las causas están en otro lado? ¿El problema es la pobreza o el verdadero problema es la riqueza?

Esa riqueza que para concentrarse cada vez más, como lo muestran todas las estadísticas mundiales, necesita de la pobreza. ¿Reconocerá el nuevo Papa, y quienes ahora lo idolatran, que combatir la pobreza no es posible sin combatir, a fondo, la riqueza?.

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Eduardo Lucita. Integrante de EDI –Economistas de Izquierda

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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