sábado, 22 de junio de 2013

Los problemas de gobernabilidad en el presidencialismo.

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LA GOBERNABILIDAD. NUESTRA OPINIÓN.- La gobernabilidad simplemente vista de una “sola ventana” del Edificio del sistema político. Colega haber intente plantear la gobernabilidad como política de consenso desde las organizaciones representativas y legitimadas que vienen desde la Sociedad Civil, producto de una amplia y permanente participación ciudadana, democrática, intercultural y dialogante. Porque si usted continua por este sendero político son tantas las enfermedades políticas que hacen prácticamente imposible que puedan tener perspectiva de funcionamiento político la gobernabilidad. Corrupción, crisis de los partidos políticos, desconfianza absoluta en las instituciones de la Democracia; crisis de la política y destrucción de la “clase política” – como grupo y/o sector social – profesional, excesivo presidencialismo, - hiper – falsa autonomía de poderes constitucionales – guerra entre legislativo, ejecutivo, electoral, judicial – de acuerdo a sus intereses, pésima oposición política, excesiva burocracia estatal – el aparato del Estado convertido en agencia de empleos del “movimiento” ganador – elevados niveles de inseguridad ciudadana, todos sumados nos dan como resultado: la crisis “final” del Estado de Derecho – el pulmón político de la democracia -.

Esta vía política definitivamente no llevara a un país, a su gobierno a un ejercicio político responsable que garantice estabilidad política, consolide la institucionalidad democrática, luchar contra la corrupción, impulsar el mecanismo democrático de la rendición de cuentas en la representación constitucional, vigencia de los derechos sociales y políticos, forja y construcción de confianza social, legitimidad política, eficacia y eficiencia en la Administración Pública, vigencia del Estado de Derecho – generalmente en sociedades de riesgo político – soberanía nacional y Políticas de Estado en la perspectiva de solución de los Conflictos Sociales como propuesta de abrir la Democracia - mejorar la democracia en relación a la calidad de la democracia - hacia una mayor participación de la ciudadanía, el reconocimiento de la Sociedad Civil Real, local, popular, plural, autónoma y democrática. (falta el papel político de los medios de comunicación –la dictadura política en democracia - y la construcción –imposición – de la Agenda Social y Política ante la debilidad política del gobierno en ejercicio – por lo general al llegar al gobierno, rompe o deja a lado al “partido”, movimiento o alianza política y gobierna con una élite al servicio de los grupos de poder factico local. ( globales).


La mirada política de la gobernabilidad desde la "ventana" más cuestionada, sin confianza y menos legitimidad: el de la política gubernamental diaria, menuda, corrupta - generalmente en poder de caudillos y élites al servicio de los poderes facticos -. Los medios de comunicación - la dictadura política en democracia - ante la crisis de los partidos, la política y su propia descomposición moral de los políticos, al final los mass-media terminan gobernando, imponen la Agenda Social y Política. Por esta vía, camino o propuesta la gobernabilidad no  es alternativa, no es Política de Estado, no es estabilidad política, no es proceso democrático para democratizar las instituciones de la Democracia. Trabajemos hoy en América latina por el camino de la Sociedad Civil Real, local, popular, plural, democrática; la participación ciudadana como política de gobierno, por la propuesta de construir y enriquecer la Ciudadanía Plena y Activa, lucha contra la corrupción, la economía criminal "abrir" la Democracia hacia la mayor participación de la población organizada - compromiso de mejorar la democraciaen su visión múltiple y compleja, trabajando con responsabilidad, confianza y compromiso porque el futuro es nuestro de construir en Nuestra América una Sociedad Socialista, Democrática, Participativa, Solidaria, Descentralizada, reconociendo los derechos históricos de cada pueblo, comunidad y Nación, proceso que no es copia ni calco, es creación histórica de cada pueblo. Pablo Raúl.
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Los problemas de gobernabilidad en el presidencialismo
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José LUIS VEGA CARBALLO*

San José de Costa Rica martes 2 de abril del 2013.

La democracia debe garantizar que funcione un sistema electoral que refleje la voluntad ciudadana y un sistema de gobierno que permita ejecutar decisiones de política pública y promueva la cooperación entre los poderes. Por lo que es clave examinar los problemas de gobernabilidad salidos del presidencialismo, por ser un sistema susceptible de generar alta tensión entre los poderes públicos e inestabilidad política, con lo cual que puede ocasionar severos daños a la democracia.

Se ha comprobado que el presidencialismo -basado en elección popular directa del presidente, radical separación de poderes, período presidencial corto y fijo, imposibilidad de disolver el congreso- funciona bien cuando hay un gobierno de mayorías, tanto electorales como parlamentarias, y no de minorías en ambos niveles. Requiere un partido dominante o un bipartidismo firme y no-polarizado, que le garantice al presidente poder elegirse con una mayoría absoluta de votantes y a la vez contar con una mayoría de diputados de su propio partido en el Legislativo. Se le hace difícil gobernar, o se torna imposible, cuando no puede apoyarse allí en una coalición sólida y duradera de varios partidos; caso en el cual se expone a ejercer un gobierno débil con una oposición multi-partidista, fraccionada, bien parapetada en curules transformadas en trincheras parlamentarias.

Por eso, hay más dificultades para gobernar bajo este régimen generador de múltiples tensiones y rencillas, en comparación con el parlamentario que las disminuye, al facilitar la formación de gobiernos mayoritarios, eficaces y estables bajo el liderazgo de un primer ministro y gabinete salidos del propio parlamento. Pero hay algunas otras dificultades con el presidencialismo que a veces no se le señalan.

1. Como el presidente y los diputados son electos directamente por voto popular, surge una razón para que cada uno se considere depositario de la voluntad nacional soberana y se sienta muy superior al otro, al cual desea controlar y doblegar. El principio de independencia entre poderes agrava esta condición y desincentiva la cooperación. Se generan interminables pugnas y mediciones de fuerza donde ninguno cede ante el otro, y hasta busca su fracaso. A veces se une a las contiendas el Judicial (Sala IV en especial). Frente a esas guerras inter-poderes o impasses, nada resolvemos dándole más facultades al presidente si no logra mayoría en el congreso. En cambio, bajo el parlamentarismo la cúpula del Ejecutivo es electa de entre los mismos diputados, acabando con cualquier forcejeo en torno a cuál poder es plenipotenciario.

2. Cuando hay un partido o serie de partidos sólidos, disciplinados, sin muchas tendencias o facciones en ellos, la gestión presidencial se facilita. Pero si no, los diputados funcionan por separado, pueden hundir la gestión presidencial, y desatan conflictos dentro y fuera del propio partido presidencial, empantanando la negociación política y la toma de decisiones. Entonces se evidencia que el mandatario fue electo por una mayoría de votantes simbólica, ficticia, muy volátil que no le ofrece efectivo apoyo.

3. El “centrifuguismo” o dispersión político-partidista agrava el déficit de poder del mandatario cuando su candidatura fue de tipo relámpago o de “efecto Alka-Seltzer”, fabricada improvisada y artificiosamente por el marketing político a partir de imágenes y manipulaciones de la propaganda mediática masiva; algo que se ha vuelto muy común en la medida en que las campañas se centran exclusivamente en los aspirantes a la presidencia, sobredimensionan el personalismo, y se vuelven lo que Mario Vargas Llosa llama una “política como espectáculo”.

4. En los países como el nuestro donde la reelección presidencial inmediata está vedada y el período de cada administración es muy corto (4 años), conforme avanza su final y todos miran hacia la siguiente elección se va debilitando el mandatario y empoderando el candidato y el círculo de su partido que se alista para sustituirle. Esto le resta aun más soporte y poder al alejar de su lado a ministros, diputados, funcionarios y otras figuras interesadas en ocupar puestos en el próximo gobierno, volviéndose esto una fuente adicional de rivalidades y antagonismos intra-partidistas (faccionalismo).

5. El presidencialismo engrosa los altos cargos en la burocracia estatal y aumenta el gasto en planilla; pues cada presidente acarrea sus compromisos y cuadros de gobierno. Y como no es siempre posible destituir al personal nombrado con anterioridad, mayormente si es del mismo partido, crece entonces la fronda burocrática superior, hay más trabas y conflictos en el ejercicio del mando presidencial.

6. Se ha comprobado que el sistema presidencial y la forma clientelista y nada democrática de escoger y elegir a los diputados fomentan la corrupción organizada o sistémica de alta escala. Afirma la investigadora Rose-Ackerman en su obra “Corrupción y gobierno: causas, consecuencias y reforma” (1999): “de acuerdo con los estudios estadísticos, la peor combinación, la que más alienta la corrupción, es la de un sistema político basado en un presidente con amplios poderes y legisladores elegidos por un sistema de representación proporcional”.
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*Sociólogo.
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