jueves, 11 de julio de 2013

BOLIVIA: EVO MORALES. LA GEOPOLÍTICA DETRÁS DEL SECUESTRO PRESIDENCIAL.

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Después de cinco siglos, Europa regresa a su condición periférica, cuando era nada respecto del mundo civilizado que lo protagonizaban árabes, hindúes y chinos. Es gracias a la invasión y al saqueo del Nuevo Mundo que Europa se proyecta al atlántico, como eje de su nueva condición de centro hegemónico mundial. La modernidad no fue nunca otra cosa que la administración de la centralidad europeo-occidental. La II guerra mundial le sirve a Estados Unidos para ser ese centro que hereda de una Europa en ruinas. En ese contexto, la guerra fría fue la tercera guerra mundial que la gana Estados Unidos (y la sufren los países pobres) e impone, desde entonces, un mundo unipolar. Pero el siglo XXI manifiesta una nueva disposición global; aquél infatuado poder y su desmedida fuerza militar, acabó erosionando las bases de su propia hegemonía. La decadencia actual ya no es sólo del mundo imperial sino del proyecto que hereda y encarna. Cuando expone a una Europa reducida a mero apéndice colonial de una apuesta que ya ni siquiera es “americana”, sino impuesta por burocracias privadas financieras, muestra la fisonomía de una decadencia que, en medio de la más descomunal concentración de riqueza fruto del robo, enfrenta al mundo entero como su enemigo. La crisis europea es apenas la escena doméstica de la nueva guerra que desata Occidente contra un embrionario mundo multipolar (que ya no se considera su “patio trasero”); no sólo contra los BRICS sino contra toda disidencia en el resto del mundo. La amenaza reclama inmediata obediencia, y lo acontecido con el secuestro del avión presidencial boliviano muestra a una Europa que, aunque acostumbrada a humillar a otros, resulta aún más humillada en su propia casa (pues ni siquiera Alemania abrió el pico en esta flagrante injerencia gringa en plena Europa). El primer colonizador del mundo moderno acaba siendo colonia. Es decir, la otrora cuna del renacimiento y la ilustración, la supuesta misionera de la civilización en el mundo, no halla en sí más argumento que no sea la sumisión y la capitulación a un poder que, para colmo, se encuentra en crisis terminal. Lo que manifiesta su elite gobernante es la pérdida de respeto por sí misma.
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El embajador de Bolivia ante la ONU, Sacha Llorenti Soliz, anunció que más de cien países integrantes del organismo internacional muestran su rechazo al atentado contra el presidente boliviano, Evo Morales, por parte de varios países europeos.
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BOLIVIA: EVO MORALES.

LA GEOPOLÍTICA DETRÁS DEL SECUESTRO PRESIDENCIAL.

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Jueves 11 de julio del 2013.

Rafael Bautista. (ARGENPRESS.info).

El secuestro europeo del avión presidencial boliviano confirma la disposición estratégica de los nuevos peones imperiales en el tablero geopolítico del incipiente mundo multipolar. También muestra la insolencia de un poder imponente que acaba en la impotencia (pues hasta sus propios agentes se le rebelan); por eso no tiene reparos en humillar a quien se le plazca y, de ese modo, exponer a los cuatro vientos el verdadero lugar que ocupa una Europa en decadencia: la nueva colonia gringa está, no sólo para sacrificarse por el dólar, sino que se presta, como lo hiciera un “housenigger” o esclavo de casa, a hacer el trabajo sucio del amo.

Después de cinco siglos, Europa regresa a su condición periférica, cuando era nada respecto del mundo civilizado que lo protagonizaban árabes, hindúes y chinos. Es gracias a la invasión y al saqueo del Nuevo Mundo que Europa se proyecta al atlántico, como eje de su nueva condición de centro hegemónico mundial. La modernidad no fue nunca otra cosa que la administración de la centralidad europeo-occidental. La II guerra mundial le sirve a Estados Unidos para ser ese centro que hereda de una Europa en ruinas. En ese contexto, la guerra fría fue la tercera guerra mundial que la gana Estados Unidos (y la sufren los países pobres) e impone, desde entonces, un mundo unipolar.

Pero el siglo XXI manifiesta una nueva disposición global; aquél infatuado poder y su desmedida fuerza militar, acabó erosionando las bases de su propia hegemonía. La decadencia actual ya no es sólo del mundo imperial sino del proyecto que hereda y encarna. Cuando expone a una Europa reducida a mero apéndice colonial de una apuesta que ya ni siquiera es “americana”, sino impuesta por burocracias privadas financieras, muestra la fisonomía de una decadencia que, en medio de la más descomunal concentración de riqueza fruto del robo, enfrenta al mundo entero como su enemigo.

La crisis europea es apenas la escena doméstica de la nueva guerra que desata Occidente contra un embrionario mundo multipolar (que ya no se considera su “patio trasero”); no sólo contra los BRICS sino contra toda disidencia en el resto del mundo. La amenaza reclama inmediata obediencia, y lo acontecido con el secuestro del avión presidencial boliviano muestra a una Europa que, aunque acostumbrada a humillar a otros, resulta aún más humillada en su propia casa (pues ni siquiera Alemania abrió el pico en esta flagrante injerencia gringa en plena Europa). El primer colonizador del mundo moderno acaba siendo colonia. Es decir, la otrora cuna del renacimiento y la ilustración, la supuesta misionera de la civilización en el mundo, no halla en sí más argumento que no sea la sumisión y la capitulación a un poder que, para colmo, se encuentra en crisis terminal. Lo que manifiesta su elite gobernante es la pérdida de respeto por sí misma.

No en vano, el presidente ruso Vladimir Putin, a propósito de la injerencia europea en Siria -donde Europa regresa a su condición de genocida, armando a terroristas para derrocar a Bashar-al-Assad y, como en Libia, imponer la gula de Occidente; y donde Rusia ha frenado las ambiciones occidentales ofreciendo a Siria los misiles tierra-aire S-300PS ante cualquier ataque foráneo (si estos misiles son letales a cualquier avión de combate gringo, inglés o francés, imaginemos su versión superior, el nuevo sistema de misiles Vitiaz)-, interpela a la prensa europea y a su propio homólogo David Cameron: “yo estoy seguro de que ustedes estarán de acuerdo en que seguramente no deberíamos ayudar a gente que no sólo matan a sus enemigos sino que además mutilan sus cuerpos y se comen sus entrañas ante el público y las cámaras. ¿Es ese el tipo de gente que ustedes quieren apoyar? ¿Quieren ustedes armarlos? Si es así, parece que hay aquí muy poca relación con los valores humanitarios con los que Europa se ha comprometido y que ha divulgado durante siglos”.

La ironía del presidente Putin deja entrever lo siguiente: hay poca relación con esos valores porque, en realidad, Europa nunca ha creído en ellos, tampoco Estados Unidos. Un mundo hegemonizado por Occidente ha sido el más nefasto despliegue de dominación global que muestra, en la actualidad, hasta al propio derecho internacional como la expresión más sofisticada de su poder.
¿Qué otra cosa puede significar la violación de todo derecho internacional en el secuestro cometido a un avión oficial latinoamericano en espacio aéreo europeo? Esa violación responde a una anterior: el desprecio que Estados Unidos ha propinado a la propia Europa, mostrando que las decisiones soberanas de sus Estados son tomadas al otro lado del atlántico; es decir, que aquella violación no es otra cosa que la apostasía del concepto de soberanía, mostrando que el derecho internacional ya no tiene a los Estados como sujetos de derecho. ¿Cuándo comienza aquello? Con el neoliberalismo. Si el derecho de cada país se funda en la soberanía, ¿en qué se funda el derecho que promueve el neoliberalismo? Lo que produce el neoliberalismo es un sistema jurídico pertinente a la globalización del capital transnacional, de modo que los propios organismos y las instituciones mundiales (obedientes a ese poder) puedan sobreponerse a las propias soberanías nacionales.

En ese contexto, el secuestro por terceros, no sólo muestra el desconocimiento de toda soberanía sino el carácter obsceno que ha tenido aquello, lo cual nos acerca al concepto de violación. Por eso el secuestro no es algo episódico sino la más clara evidencia de la decadencia hasta jurídica del mundo hegemonizado por el imperio gringo. Las últimas invasiones militares que ha venido realizando Occidente han mostrado que el derecho internacional es apenas el guante que encubre la violación de todo derecho.

A partir de eso se puede colegir que los tratados que firman los países (como antes el ALCA o el TLC y ahora el tratado “Alianza del Pacífico”) son, en realidad, cesión sistemática de soberanía de nuestros países; pues lo que está siempre en juego es la disposición geopolítica de las respectivas áreas de influencia. Todo acuerdo comercial que emprende Occidente conlleva entonces la defensa de los intereses imperiales(los que ahora pugnan por sobrevivir en un mundo que ya no es el suyo). Europa resulta en esta guerra económico-financiera-mediático-militar apenas el empleado doméstico de la hegemonía gringa, pues si de intereses se trata, nadie como el ex candidato presidencial John McCain lo ha puesto tan claro: “para Estados Unidos, nuestros intereses son nuestros valores y nuestros valores son nuestros intereses”.

En este contexto, analicemos la significancia geopolítica del hecho. La conjetura del error deslinda responsabilidades y pretende encubrir las tramoyas que se urden alrededor del hecho. Porque es bien sabido que, desde el 9-11, la comunicación entre la CIA, el Pentágono y el Departamento de Estado, ya no es fluida y menos armónica, de tal modo que hasta se desdicen, mostrando que ya no les inquietan los mismos desvelos. Ya no es sólo las corporaciones petroleras y el mundo financiero sino hasta el lobby israelí, quienes operan en estos organismos por encima del propio gobierno formalmente establecido. ¿Quién manda en Estados Unidos?, es una pregunta cuya respuesta depende de cada coyuntura específica.

Pareciera que hasta la inteligencia gringa es espiada, con el fin de filtrar sus propios informes, de modo que las decisiones que se toman se hallan influidas por otros propósitos. La coordinación del bloqueo aéreo no fue algo improvisado de cuatro países que, además y supuestamente, se encontraban en medio de una querella acerca del espionaje del cual eran objeto. Es decir, el fin premeditado de aquello no era, en realidad, Snowden (pues ya se sabe que Estados Unidos no desconocía su paradero) sino lanzar un mensaje de advertencia, además de, como en el golpe en Honduras, sopesar las reacciones. Entonces, desplacemos nuestra mirada hacia otro lado.

¿Por qué Estados Unidos es el artífice de la “Alianza del Pacífico”, la AP, cuyos signatarios son Chile, Colombia, Perú y México? El objetivo es impedir la creciente influencia china en Latinoamérica y, para ello, Estados Unidos no se ahorra medios para fracturar los proyectos de integración de nuestros países. La AP, junto con la “Trans-Pacific Partnership” o TPP y la estrategia “Indo-Pacífico” son el montaje estratégico que promueve Estados Unidos para cercar y contener a China. En nuestro continente, la AP restaura la influencia gringa, mediante la activación de un bloque conformado por los satélites gringos, para enfrentarse al MERCOSUR, a la UNASUR y al ALBA; del mismo modo como el golpe de Honduras sirvió para fracturar una integración centroamericana adversa a Estados Unidos.



Lo que se pretende es actualizar la “Doctrina Monroe” en plena guerra no declarada entre Occidente y los BRICS; por eso no es raro que España y Francia hayan actuado como observadores de la AP, y sus diarios, como “El País”, hayan festejado aquello que, decían, “no se trataba sólo de un tratado comercial” y que les era más atractivo que una nueva integración europea.

El involucramiento de estos países no es casual; con este añadido: ningún país firmante de la OTAN ofreció siquiera hospitalidad humanitaria al avión presidencial boliviano. Austria lo hace porque no es parte de la OTAN; es decir, la orden imperial no contemplaba las consecuencias que hubiese significado la imposibilidad de un aterrizaje forzoso. La flagrancia de aquello contemplaba una macabra jugada estratégica: ¿cuál sería la reacción de una Sudamérica fracturada?

Algunos presidentes así lo interpretaron, por eso el presidente Correa llama la atención de la ausencia del presidente protempore de la UNASUR, Ollanta Humala. En la reunión de urgencia que se realiza en Cochabamba, la contundencia de las declaraciones de, sobre todo, Venezuela, Ecuador y Argentina, remedian, de algún modo, la ausencia de los presidentes del bloque satelital (lo cual denota que, en medio de la decadencia imperial, ciertos gobiernos siguen pregonando una soberanía que no coincide con el grado de entreguismo que muestran sus apuestas económicas). Pero la contundencia no va más allá de la denuncia y es fríamente avalada por unas tibias representaciones que no parecen medir la envergadura del hecho. La sentencia del presidente Correa fue admonitoria: “o nos graduamos de colonias o…” ya sabemos.

Lo cual nos muestra que el colonialismo advertido en la actual Europa, hace también todavía nido en nuestros gobiernos. Que Dilma Roussef no asista al encuentro de UNASUR es ya señal que tiene sus ojos puestos más en el norte que en el sur. Por eso su propia población denuncia, en sus manifestaciones, aquel cambio de perspectiva. El modelo a la Lula que tanto pregonaban las elites intelectuales “políticamente correctas” cayó por su propio peso. Las ambiciones imperiales de Brasil tiene que pactar con los de arriba y ya no con los de abajo; lo cual significa: alejarse del sur y proponerse integrarse al norte.

Ni Lula se dio cuenta que trabajaron, en realidad, para la derecha; es decir, la nueva clase media que generaron ahora tiene pretensiones de primer mundo y, en ese sentido, ya no lucharían por el proyecto que los sacó de la pobreza -como advierte Eric Nepomuceno- sino defenderían únicamente su situación incluso, a costa de los demás, o sea, a costa de los pobres que genera toda nueva acumulación de riqueza. Moraleja: si en la pobreza se es revolucionario, parece que en toda riqueza anida el espíritu conservador. Entonces,¿es el fin de la lucha la riqueza? ¿Para qué luchan nuestros pueblos? ¿Para ser como el norte, que ya no sabe ser norte ni para sí mismo?

La estrategia gringa consiste en calcular el grado de fracturación de Sudamérica, mediante la provocación hecha. Los países europeos no contemplan dar explicaciones porque se hallan bien respaldados y bien advertidos. Cualquier desafío de parte de nuestros países está también advertido; lo acontecido con el avión presidencial es tan sólo una muestra de lo que Estados Unidos es capaz de hacer (aunque aquel alarde de fuerza ya no es tanto, debido al anunciado recorte militar de hasta el 30%-debido sobre todo a los fracasos en Irak, Afganistán y, últimamente, Siria-, lo cual significaría la desaparición de 12 brigadas de combate terrestre y de hasta 33 unidades aéreas de combate; en tales condiciones, se dice, está difícil que Washington pueda emprender una ofensiva militar a corto o mediano plazo, ya que su capacidad militar en el plano operacional estaría seriamente reducida; sin contar con el hecho de que cerca al 60% de la marina gringa se encuentra acantonada en el pacífico, con el único objetivo de cercar a China)

Las revelaciones que hace Snowden no son las únicas sino forman parte de una serie de denuncias que han estado sucediendo hace ya un buen tiempo. Ya el ex comandante de las fuerzas nucleares de Estados Unidos, el general Cartwright, es acusado de espionaje por revelar al New York Times la operación “juegos olímpicos”(que consistía en introducir los virus informáticos Stuxnet y Flame en el complejo computacional de Natanz y sabotear así el programa nuclear de Irán), del mismo modo Jeffrey Sterling, ex empleado de la CIA, quien denunció la operación “Merlin”, Bradley Manning hizo lo mismo revelando informes de inteligencia, Thomas Andrew Drake denunció el programa “Trailblazer”, por el cual se busca introducir virus informáticos en cualquier computadora o celular, etc. Todos estos son considerados traidores (bajo la “EspionageAct” de 1915, que censura todo derecho a la información del país supuestamente más democrático del planeta) cuando, en realidad, lo que denuncian es la traición cometida por su gobierno a su propio pueblo y a su propia constitución. Lo que hace Snowden es eso: develar que su propio gobierno viola el derecho a la privacidad establecido constitucionalmente.

Demostrado lo que ya se rumoreaba, lo que irrita a Estados Unidos es la probable apuesta de las potencias emergentes de limitar el internet (en manos de los “servidores” Google, Facebook, Microsoft, Verizon, Apple, Yahoo y Skype, los cuales son supeditados al programa PRISM de la National Security Agency) y promover intranet nacionales, resguardando lo que es estratégico para cada nación: la información y la comunicación. Es curioso que la creación del panóptico (que se la debemos a Jeremmy Bentham) fue creada para el control de campesinos privados de sus tierras y obligados a trabajos forzados; lo que después representó el sistema carcelario, ahora nos enseña su máxima realización con las revelaciones de Snowden: si el imperio puede vigilar a todo el mundo, entonces nos encontramos encerrados en un panóptico global y el imperio asume para sí lo que representa un pan-óptico: el imperio se cree el ojo de dios.



Por eso no tolera disidencias, porque todas desafían, en última instancia, su pretendida omnipotencia. Lo que nos devuelve a su considerado “backyard”. Si no hay una respuesta decidida de nuestros países, entonces el secuestro del avión presidencial le sirvió para constatar que la fractura realizada con la AP, ha debilitado seriamente a la UNASUR. Si esto es así, entonces puede pensar en la recaptura de su inmediata área de influencia, ya que la reacción de los países se irá diluyendo en respuestas unilaterales, sin repercusión regional.

Geopolíticamente nos habrá vuelto a anular. Si no hay respuesta regional decidida al secuestro presidencial, le estaremos dando carta blanca al imperio en decadencia para iniciar una nueva ofensiva “monroeista”. Las oligarquías sudamericanas ya se encuentran animadas, fieles a su condición subordinada al dólar, pues el bajo crecimiento y la inflación regional (que se operan también desde afuera) son siempre argumentos para denunciar la incompetencia de los gobiernos populares en materia económica. Por eso resalta la miopía de Brasil que, siendo parte de los BRICS, no es capaz de liderar una apuesta regional definitivamente soberana, para posicionar su propia presencia en el contexto del nuevo orden multipolar.

Si cotejamos al TPP (la hermana gemela del AP) por sus miembros: Australia, Brunei, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur y Vietnam, el mercado total que constituyen apenas bordea los 200 millones. Sólo Indonesia, que no forma parte de este acuerdo, supera a todo este mercado promovido por Estados Unidos, ya que cuenta con 245 millones de gentes. Los BRICS sin Brasil conforman más de 3000 millones de habitantes. Vayamos a Sudamérica. No sólo por el mercado sino hasta por el PIB, el conjunto de los firmantes de la AP no llega a igualar ni siquiera al PIB de Brasil, sin contar a los otros miembros del MERCOSUR. Es decir, la AP no es un bloque de peso que pueda desequilibrar al MERCOSUR o al ALBA.

Su conformación es más bien de carácter defensivo y quien se defiende, de China, no son nuestros países sino Estados Unidos. Pues hasta sus propios thinktanks, como el Consejo Nacional de Inteligencia, revela que, hasta el 2030, China logrará desplazar, en lo tecnológico, económico y hasta militar, a la suma conjunta de Europa y Estados Unidos del primer lugar en el mundo. Es decir que, quienes en nuestra región, apuestan su vida a Estados Unidos y Europa, apuestan, en realidad, a su muerte.

Sus mercados ya ni siquiera se sostienen a sí mismos. Por eso sus tratados comerciales buscan desesperadamente lograr crecimientos apropiándose de los crecimientos ajenos; no otra cosa ha sido la historia del desarrollo moderno: para generar desarrollo hay que producir subdesarrollo, como garantía del desarrollo. El primer mundo ya se da cuenta de que las propias fuentes de crecimiento y desarrollo no son aptas para los afanes desmedidos del famoso progreso moderno, por eso generan ahora dinámicas de guerra fría en el ámbito de las finanzas sobre todo, para expropiar la riqueza que genera el tercer mundo para beneficio propio. Pero ni eso tiene futuro y muestra de ello son los constantes periodos de inflación, deflación y estancamiento de la economía mundial.

No hay mejor coyuntura que ésta para desprenderse definitivamente de un sistema que, en plena decadencia, no halla otra forma de sobrevivir sino parasitariamente. Por eso juega sus apuestas hasta de modo suicida. Se juega su vida pero, en vez de adecuarse a un mundo nuevo, no sabe sino poner en peligro la vida de todos. Ni su pax americana consiente lo que fue la clave de su inspiración histórica, la pax romana: ésta fue posible porque el emperador Adriano desistió de su dominación y se retiró de Mesopotamia. La insistencia gringa no da muestras de igual sensatez y apuesta a la dominación pura, generando la posibilidad de una conflagración global.

Por eso en estos lados opta por la doctrina del “dog’scircle” o el “divide y vencerás”, algo que aprende del colonialismo francés e inglés, introduciendo elementos desestabilizadores con fuerte apoyo militar y económico (por eso la AP, dice “El País” de España, “no vislumbra sólo asuntos comerciales”). La confrontación que Estados Unidos ha destapado con el secuestro del avión presidencial es entre Occidente versus UNASUR y los BRICS (por eso la condena que hace Putin a España, Italia, Francia y Portugal -que ya no serían los PIGS sino los PIFS- es acertada: también fue un agravio a Rusia).

Se lleva a cabo la reunión de la OEA. La advertencia de Insulza es cierta: denunciamos y ¿después?, todo vuelve a lo mismo. Se trata de sentar un precedente, lo cual pasa por una firme decisión de revertir el desequilibrio de nuestras relaciones Latinoamérica-Europa. Ya es hora que nos demos cuenta que ellos necesitan más de nosotros que nosotros de ellos. Entonces vayamos por donde más les preocupe: la revisión de los acuerdos comerciales. La contundencia de ello no puede ser sino una decisión conjunta. Si no es toda la región, por lo menos que los países del ALBA y el MERCOSUR inicien aquello. Ojalá esto sirva para que el propio gobierno boliviano revise la presencia de Repsol y de todos los capitales españoles y europeos; pues lo que siempre han hecho, a nombre de inversión, es el saqueo indiscriminado de nuestra riqueza.

Dejar huérfanos a Bolivia, Ecuador, Venezuela y Argentina, es la apuesta geopolítica del incidente con el secuestro del avión presidencial en Europa; para de ese modo iniciar una definitiva recaptura gringa de su “patio trasero” (pues ya perdieron mucho en Medio Oriente). Si estos países -y Brasil- y la región en general no se dan cuenta de ello, quiere decir que nuestra vocación colonial no está a la altura de esta oportunidad histórica. Cinco siglos después Europa vuelve a su condición periférica, ¿no será señal de que nosotros volvamos, de una vez por todas, a nuestra condición libre y soberana, anterior a la invasión europea?.
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