domingo, 13 de octubre de 2013

Ciudadanía europea (2/2): “A esta crisis le seguirá un Renacimiento Europeo”.

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LOS DERECHOS CIUDADANOS EN EUROPA.- HISTORIA. El concepto de ciudadanía europea está necesariamente unido al proyecto de construcción de la Unión Europea y necesita de una identidad europea que hasta ahora no ha existido. Los inicios de la Unión Europea están en los acuerdos económicos que pretendían alejar la posibilidad de una nueva guerra, pero, con figuras como Jean Monnet, se emprendió un proceso con un objetivo real de integración que aspiraba a ser definitivo. Las críticas a ese proceso, considerado por muchos elitista y burocrático, no impide que la institucionalización del concepto de Ciudadanía Europea en el Tratado de MAASTRICHT, la Unión Europea. sea un hito. De hecho la plasmación de la ciudadanía europea ha supuesto un paso en la convergencia política y jurídica de Europa. []Tiene las siguientes características: es una ciudadanía que desborda las fronteras nacionales, con vínculos débiles, de carácter estrictamente jurídico -ya que los ciudadanos europeos son ciudadanos de alguno de los Estados de la Unión Europea-, de carácter inactivo e instrumental. El fracaso en la aprobación de la Constitución Europea supuso un freno a una mejor institucionalización de la ciudadanía europea, que se ha salvado en parte tras la aprobación del Tratado de Lisboa. A pesar de los problemas, tanto el proceso de su construcción como su plasmación se consideran como el gran referente y paradigma de la ciudadanía Cosmopolita en el sentido de ser una ciudadanía pos-nacional, vinculada a valores universales como los derechos humanos y por tanto extensible a todo el mundo..


Ciudadanos (as) sindicalistas de todo Europa, se han enfrentado contra la política fascista y salvaje aplicada por la Troika. La Ciudadanía Juvenil hoy lucha desde la calle y la plaza pública para recuperar el espacio público que les fue arrebatado por el neoliberalismo.
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Es ciudadano de la Unión toda persona que ostente la nacionalidad de un Estado miembro de la Unión Europea. La ciudadanía de la Unión, por tanto, se une a la ciudadanía nacional sin sustituirla. La ciudadanía de la Unión fue creada por el Tratado de Maastricht en 1992. Figura en la Parte 2 (artículos 18 a 25) del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea y en el Título V de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea. La ciudadanía de la Unión es complementaria y no sustitutiva de la ciudadanía nacional. Los ciudadanos de la Unión son titulares de los derechos y sujetos de los deberes previstos en el Tratado. La importancia de la ciudadanía de la Unión radica en el hecho de que sus ciudadanos gozan de derechos auténticos al amparo del Derecho de la Unión Europea. Los derechos principales que confiere la ciudadanía con arreglo al Tratado de Funcionamiento y a la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea son los siguientes:

A.- Derecho a circular y residir libremente en el territorio de los Estados miembros; B.- Derecho de sufragio activo y pasivo en las elecciones al Parlamento Europeo y municipales del Estado miembro en el que resida; C.-Derecho a la protección de las autoridades diplomáticas y consulares de Estados miembros distintos del suyo; D.- Derecho de petición ante el Parlamento Europeo; E.-  Derecho a acceder a los documentos de las instituciones, órganos y organismos de la Unión; y F.- Derecho a dirigirse al Defensor del Pueblo Europeo. Algunos de los derechos “más visibles” de esa ciudadanía sólo se disfrutan al desplazarse fuera del Estado del que se es nacional: participación en las elecciones al Parlamento Europeo y en las elecciones municipales del Estado Miembro en el que residan; acogerse a la protección de las autoridades diplomáticas y consulares en el territorio de un tercer país en el que no esté representado el Estado Miembro del que sean nacionales o por el hecho de circular y residir libremente en el territorio de los Estados miembros.
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Ciudadanos Europeos, esperan una información sobre las elecciones del Parlamento Europeo. Funciona, políticamente. En cambio fracasó el proceso electoral para tener una sola Constitución.
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Ciudadanía europea (2/2): “A esta crisis le seguirá un Renacimiento Europeo”.
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En la segunda parte de su discurso en una reciente conferencia organizada por Trow, el escritor holandés Geert Mak afirma que la crisis política e institucional en Europa urgirá la puesta en marcha de un nuevo equilibrio de relaciones entre las mismas instituciones europeas, y entre la UE y sus ciudadanos. Extractos.

PRESS-EUROPA. Viernes 4 de octubre del 2013.

Hace más de 130 años, el 11 de marzo de 1882, el filósofo francés y polemista Ernest Renan pronunció un discurso en la Sorbona que tendría un impacto muy duradero. Se titulaba, “Qu’est-ce qu’une nation?”, “¿Qué es una nación?”. “Una nación es […] una gran solidaridad, constituida por el sentimiento de los sacrificios que se han hecho y de aquellos que todavía se está dispuesto a hacer”.
Sigue habiendo filósofos y políticos europeos, sobre todo en Bruselas, a los que les gustaría acabar con el Estado nación como un mito obsoleto e incluso peligroso del siglo XIX. Consideran la crisis como un medio de dar por fin un gran paso hacia delante y siguen soñando con la Federación Europea. Sin embargo, si se aplica ese concepto claro de Renán a nuestro continente, incluso medio siglo después de sentar las bases de la UE, aún se ve poco de esa nación europea. Si hay algo que ha dañado la crisis y el posterior impulso de austeridad extrema, es precisamente esa solidaridad y esa disposición a continuar la vida común que señalaba Renan.
Normativas de Bruselas bienintencionadas.

El problema con todos esos grandiosos sueños europeos es que al rechazar el Estado nación, por lo general se deja de tener en cuenta la importancia del factor “lugar”

Pero eso no es todo. El problema con todos esos grandiosos sueños europeos es que al rechazar el Estado nación, por lo general se deja de tener en cuenta la importancia del factor “lugar”. Los quesos semi-ilegales sin pasteurizar en el mercado de Dieppe, el café lleno de humo y sin aseos en el pueblo húngaro de Vasarosbec, el chocolate de Brujas, los paneles solares en Neukirch, la construcción del metro en Ámsterdam… ¿hay algo que no haya asfixiado la avalancha de normativas bienintencionadas de Bruselas?. 
Todos son síntomas de una federación europea que se ha desequilibrado totalmente en las últimas décadas. Se gobiernan desde Bruselas demasiadas cuestiones que una unión federal, como Estados Unidos, deja en manos de los Estados miembros, como el queso y el chocolate. Por otro lado, en Europa, las capitales nacionales siguen gestionando demasiadas áreas de la política que se controlan de un modo más o menos central en todas las federaciones, como el sector financiero, la política exterior y la defensa. Es algo que no pasa desapercibido entre los ciudadanos europeos. Si hay algo que socava el apoyo a la Unión Europea, aparte de la falta de democracia, es precisamente eso.
Introducción de un Senado europeo

¿Debemos restablecer el Estado nación en todo su esplendor, como abogan algunos? Y entonces, como europeos ¿tendríamos que gestionar mutuamente y sin la UE mil y un asuntos variados, desde las cuotas de la pesca a los acuerdos financieros y la política energética? Por no mencionar las cuestiones climáticas tan acuciantes desde el siglo XXI. ¿Acaso el mundo no ha superado ya los vínculos nacionales?

2013. Año de la Ciudadanía Europea. Que terrible contradicción, que tal salvajismo político, los Ciudadanos Europeos, son quienes más han y siguen pagando las consecuencias desastrosas del fracaso de las políticas de salvataje, austeridad impuestas por la Troika Europea
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Nos guste o no, debemos encontrar formas específicas y controladas democráticamente de ese “espacio” europeo omnipresente

Nos guste o no, debemos encontrar formas específicas y controladas democráticamente de ese “espacio” europeo omnipresente. Será un camino difícil y repleto de problemas, pero no podemos volver de ningún modo a 1956.
Donde el Estado nación podría encontrar un nuevo lugar es dentro de la democracia europea. Entonces se podría defender la introducción de un Senado europeo que, al igual que en Estados Unidos, refuerce ese elemento nacional dentro del Parlamento Europeo y de la democracia europea. Igualmente importante es el cambio del ideal nacional de “sangre, idioma y tierra” del siglo XIX a un ideal más político, como el de los estadounidenses. Ese proceso también se encuentra en pleno desarrollo en Europa.
Renacimiento europeo

A esta crisis le seguirá un Renacimiento Europeo. De una forma u otra. A partir de la Unión Europea probada hasta la extenuación, tendremos que recuperar un espacio europeo en el que cada europeo se sienta de algún modo en casa. Me temo que impulsados menos por los sueños y el idealismo y más por la amarga necesidad. No de un modo triunfante, sino realista y modesto.
En primer lugar y ante todo teniendo más en cuenta los valores asociados al concepto de “lugar” en las normativas e instituciones europeas. Respetando, promoviendo y, siempre que sea posible, protegiendo todo lo que implican esos valores contra la agresión global y europea que ya es demasiado desproporcionada.
Ese espacio también debe crearse dentro del debate político, aunque sea dejando de tachar de populistas o nacionalistas a todos los que ya no se sienten en casa en su propio lugar en el mundo. De hecho, la ultraderecha siempre se ha aprovechado de estos sentimientos. Pero es algo que tiene mucho que ver con el hecho de que los movimientos progresistas y liberal-conservadores han prestado sistemáticamente muy poca atención a la necesidad humana de un hogar, un lugar y todo lo que implica.
Economías paralelas de redes locales.

En segundo lugar, ese equilibrio se puede restablecer prestando mucha más atención a lo que pueden aportar a Europa los elementos locales. En todas partes, pero sobre todo en el sur, observamos que, impulsados por la necesidad, están surgiendo economías paralelas, basadas en el conocimiento y los productos locales, redes locales (es decir, sin ningún comercio de distribución), ampliaciones de crédito local, confianza local.
Por último, el equilibrio se puede restablecer con la expansión del concepto de “lugar” que se ha producido sobre todo en las últimas décadas. Podemos observar que cada vez más el concepto de “lugar” sobrepasa esos contextos nacionales; a veces es la región, que a menudo traspasa fronteras, a veces es el pueblo, y cada vez más la ciudad.
Por ejemplo, actualmente en las ciudades es donde prospera la creatividad y la innovación a pesar del pesimismo, es donde los inmigrantes vienen y van, donde los ayuntamientos superan las barreras nacionales y ayudan a los demás, en todo el mundo. Hemos estado en medio de un proceso largo y difícil, antes de la crisis y desde su advenimiento. Mediante el método de prueba y error, nos dirigimos hacia una Europa integrada por personas, en lugar de una Europa integrada por Estados.
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