martes, 8 de julio de 2014

LA SOCIOLOGÍA DEL INSULTO. UNA MIRADA COTIDIANA MÚLTIPLE.

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La Sociología del insulto, "La historia del insulto es larga y fascinante, sombría incluso. Su origen está asociado al temor a los otros, y esos otros pueden ser considerados como bárbaros, temibles, inferiores, o, de alguna manera, indeseables. Ese miedo inspira, en el fondo, la construcción de fronteras de segregación entre clases, estratos y grupos sociales, fronteras que luego suelen “naturalizarse” con el empleo de un lenguaje soez y ofensivo".


LA SOCIOLOGÍA DEL INSULTO. Por lo general está cargada de mucha pasión, odio, revanchismo, intolerancia, envidia, incapacidad, pero también racismo, xenofobia, exclusión, marginación. En el ámbito social, el insulto está muy cargado de odio, racismo, xenofobia, marginación, exclusión. El insulto a nivel social logra posesionarse históricamente en determinados ámbitos de la vida social, que por lo general, salen o emergen en  momentos que no permitimos ni aceptamos el triunfo o reconocimiento del otro, del igual o del “intruso”, por lo general de los de abajo. La Sociología del insulto en el mundo intelectual si es un  gran problema sobre todo por la violencia, los excesos a los que se llega y como logra incluso comprometerse a la familia. Cuando dos intelectuales son mediocres, el insulto tiene fuerte carga de destrucción, odio, detestar, despreciar, reprobar, en cambio insulto entre intelectuales de reconocido prestigio, si hay discrepancias existe cierta tolerancia y respeto hacia la opinión pública. La Sociología del insulto político sí tiene un fuerte contenido social, liquidación, destrucción personal del oponente, y peor si están en posiciones políticas contrarias. Por lo general su contenido es muy fuerte, el insulto lleva consigo una carga de "masacrar", destruir políticamente a quien se insulta, odia, desprecia o se tiene envidia. Pero igual, también el insulto político está presente cuando los "personajes" son del mismo partido político: el odio, la envidia, el insulto generacional es muy frecuente, que incluso se proyecta por familias completas y por generaciones. 


El Maestro Borges, y otros intelectuales de importancia, prestigio y Nombre en el mundo de la literatura, el insulto lo convirtieron en elogio, más que en denostación. Lo cierto es que hasta para insultar se requiere inteligencia, una práctica mordaz hasta irónica que para ser efectiva, requiere de buena dosis de ingenio e imaginación para penetrar profundamente en el adversario y en los enemigos.
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La Sociología  del insulto hacia los homosexuales en general, nuestras sociedades, sus poblaciones aún están encerradas en un mundo muy conservador, tradicional, (realidad que es muy hiriente, hoy por la fuerte presencia e influencia en la vida cotidiana, de una sociedad sin valores, egoísta, individualista, violenta) creen y piensan que insultando con fuertes contenidos a la población homosexual, (son superiores o están exentos de este mal, y peor aún si tiene una fuerte carga religiosa, y aún el insulto es más fuerte si tiene un mensaje étnico) demuestran su odio, rechazo y llegan hasta crear o fingir una realidad, un mundo de exclusión absoluta a los derechos humanos que tiene todo ser humano. NO, pero, aún es más violento, existe un sector social que llena de insultos, denigra su personalidad y está plenamente convencido, que los derechos sólo le pertenece a su propio y exclusivo mundo. La Sociología del insulto en el mundo homosexual, analiza también, hoy centrando su opinión, en el "insulto callejonero" ( presente en la calle, el callejón de barrio, en la vecindad) es muy fuerte, violento y homofóbico. En el mundo del pandillaje juvenil está muy fuerte y arraigado como parte de su vida cotidiana el insulto, pero tiene un contenido de jerga urbana, utilizado unas veces como forma de relación directa entre pares y otra para destruir al contrincante, que por lo general es "vecino", vive en otro callejón del barrio, de la vecindad. En esos límites urbanos también esta presente en forma muy común el acoso sexual - primero el piropo, y si no hay respuesta, viene el insulto sexual, en general cargado de violencia.

La Sociología del insulto en el mundo de la xenofobia, racismo y violencia cargada de radicalismo religioso y étnico, algunos (muchos) sectores sociales se sienten superiores sólo por dar un mejor insulto, cuando éstos demuestran su poca capacidad.
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En cambio la Sociología del insulto en las multitudes, tiene un "mejor" impacto por su contenido jocoso, alegre, festivo, hasta pantagruélico,  cuando las multitudes están presentes en el deporte – fútbol por lo general – y de su propio epicentro surge la voz especial del comunicador del insulto, lleva consigo una fuerte carga o peso de historia, identidad, sobrenombres, chapas, alias, apodos, apelativos, etc.- Pero en los últimos tiempos se ve en los estadios, coliseos, centros deportivos – copa libertadores, eliminatorias del mundial, Ligas Europeas – quizás en forma subterránea en el Mundial Brasil 2014 – las prácticas violentas de xenofobia, racismo hasta homofobias, cargadas de insulto y vioklencia son muy frecuentes. Por ejemplo, entre nosotros, Perú, es muy común, el mundo andino, presente en la "gran ciudad", y el proceso de "cholificación" interna (el cholo, el andino, el serrano, en un proceso de asenso social, (hoy parte de la llamada "clase media", emergente, muy querida y vitrina de presentación de la burocracia del Banco Mundial) aparentemente, en la vida cotidiana, tiene carta "libre" para insultar, al propio "indio", al serrano,(que lo considera más abajo socialmente) pero su contenido es humillante, degradante, destructivo – (Y esta realidad del insulto social migrante, se proyecta en el mundo actual: acaso no es muy común en Estados Unidos, expresarse con el insulto cotidiano "latinos de mierda", o en Europa, sociedad con valores, educada, democrática, "sudakas de mierda", mirar esta realidad, la Sociología del insulto, hoy en plena crisis, aún es más violenta y xenofóbica). En la vida cotidiana de un cholo emergente, medianamente ubicado, socialmente, por lo general – el insulto, en multitud, se manifiesta con fuerte racismo contra los jugadores morenos, por ejemplo ("negro de mierda", la visión humillante del humillado". La Sociología del insulto,sigue presente, en la otra acera, la vida del otro, el costeño, el "blanquito" que insulta al "serrano" - migrante de la sierra andina ("serrano de mierda", incluso la Historia presente, herencia colonial "Indio de mierda", expresión de insulto cargado de fuerte racismo, humillación o también de envidia, odio personal, situación que muchas veces, puede, hasta llegar al paroxismo exasperado de querer hacerse “justicia” por sus propias manos. (ejemplos en la vida cotidiana se producen a diario).

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Hasta para insultar se requiere inteligencia y buenas dosis de ingenio e imaginación.
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APUNTES (Imprecisos) PARA UNA (brevísima) SOCIOLOGÍA DEL INSULTO.
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Adrián Acosta Silva.

El insulto tiene una larga historia, su origen está asociado al temor de los otros.

Informador.com.mx martes 8 de julio del 2014.

GUADALAJARA. JALISCO. (06-julio 2014).- Ahora que han bajado las aguas futboleras del debate público sobre el uso y abuso del conocido grito empleado por los aficionados mexicanos para dirigirse al portero del equipo rival, quizás valga la pena detenerse un poco  reflexionar sobre el significado general de los insultos en la vida social. Y lo primero que habría que reconocer es que la fenomenología del insulto forma parte de las relaciones sociales cotidianas, donde sus funciones son contradictorias, pues tiene que ver con prácticas de exclusión y discriminación, pero también con códigos de cohesión tribal, con el establecimiento de límites vagos entre la violencia verbal, la violencia simbólica y la violencia física.


La historia del insulto es larga y fascinante, sombría incluso. Su origen está asociado al temor a los otros, y esos otros pueden ser considerados como bárbaros, temibles, inferiores, o, de alguna manera, indeseables. Ese miedo inspira, en el fondo, la construcción de fronteras de segregación entre clases, estratos y grupos sociales, fronteras que luego suelen “naturalizarse” con el empleo de un lenguaje soez y ofensivo. Su uso cotidiano puede ser visto como legítimo, pero también puede ser analizado como expresión de un déficit civilizatorio, impropio de los tiempos democráticos, de respeto a los derechos humanos contemporáneos y contradictorio de los principios contra la discriminación. Hay por su puesto varios tipos de insulto: el personal, el político, el social, el intelectual.


El insulto personal, implica un asunto entre por lo menos dos individuos, que recurren a la descalificación del otro con una sarta de adjetivos empleadas para “eliminarlo” simbólicamente, a fuerza del empleo de groserías, gestos o en el último de los casos, para anticipar el uso de la violencia física pura y dura. Las otras formas del insulto van de la mano de la injuria, la difamación, la ofensa o la calumnia y forman parte del arsenal simbólico cotidiano para diferenciar, excluir, denostar o herir a ciertas ideas o ciertos individuos o grupos y por ello es también un instrumento de conflictividad social, de fractura y marginación. De manera paralela, el uso masivo y cotidiano de los insultos tiene propiedades cohesivas para tribus y pandillas, facciones y sectas, deportivas o no y suelen ser empleados para fortalecer identidades y diferenciarse de los otros. La historia negra del nazismo, por ejemplo, muestra este uso selectivo de insultos para distinguirse del resto, para generar una conciencia de superioridad racial sobre la mayoría de los mortales.

Pero hay otro tipo de insultos más  sofisticados o inteligentes, empleados cuidadosamente para vengar afrentas o para rebajar a los oponentes y adversarios. El insulto literario, por ejemplo Schopenhauer, Wilde o Baudelaire lo elevaron al nivel de una de las bellas artes. Otro como Borges, lo convirtieron en elogio, más que en denostación. Lo cierto es que hasta para insultar se requiere inteligencia, una práctica mordaz hasta irónica que para ser efectiva, requiere de buena dosis de ingenio e imaginación para penetrar profundamente en el adversario y en los enemigos. Vista así un insulto facilón, pedestre es esencialmente un acto inofensivo, un grito sin gracia, una voz ineficaz, sino recurre al contexto específico en el que puede tener los efectos deseados.

El uso de un insulto en masa es intimidante, aunque puede ser divertido para los gritones. Y las masas suelen reaccionar, no juzgar. Schopenhauer escribió a mediados del siglo XIX:

“La multitud tiene ojo y oídos, pero no mucho más, a lo sumo una paupérrima capacidad para juzgar e incluso escasa memoria”. Irónico y desconfiado, el gran ensayista alemán en poso apreciaba a las multitudes. Decía: “Es poco lo que piensa la gran masa; pues no dispone del ocio y el ejercicio necesarios. De ahí que conserve sus errores durante mucho tiempo”.

El filósofo español Pancracio Celdrán, publicó en 1995 un volumen titulado “Inventario general de Insultos”, en el cual define al insulto como: “un asalto, un ataque, un acontecimiento”. Su función es mostrar desestimación, malquerencia por el otro, humillación. En particular la palabra “puto”, tiene un origen en el siglo XV en España y su acepción principal es la del “individuo o sujeto de quien abusan libertinos y degenerados, gozando con esa indignidad como goza hombre con mujer”, para utilizar las palabras de la época. Bernal Díaz del Castillo, en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España dirigió el calificativo a los indios, dados a este “pecado nefando”, como le califica el mismo. El significado de la palabra ha permanecido, desde entonces como una descalificación de los homosexuales, como parte de los códigos morales y simbólicos del orden social mexicano de todos los días.

Nuevos tiempos han relocalizado el uso de ese calificativo, pero aún conserva su carácter hiriente, sus connotaciones peyorativas. El uso de esa palabra en los estadios por parte de los aficionados mexicanos fue un fogonazo en medio del Mundial, y sus impactos e interpretaciones corrieron como pequeños incendios en varias direcciones. Para algunos es motivo de vergüenza y escarnio nacional. Para otros un acto de barbarie. Para no pocos un inofensivo acto de diversión “idiosincrática”, como lo llamaron las autoridades deportivas, el propio entrenador de la selección y no pocos periodistas y reporteros de la fuente. Para algunos más, es una expresión verbal que permite aplacar los impulsos de la violencia física de los aficionados. En cualquier caso el acto y las reacciones son en sí mismas reveladoras de los tiempos que corren, una expresión del espíritu de los tiempos dominados por la adicción al escándalo y a los posicionamientos morales, políticos e intelectuales frente a prácticas impropias o inevitables de las masas. Pero bien visto el pequeño escándalo, podría servir para realizar una buena Sociología del insulto mexicano contemporáneo, algún esfuerzo sistemático y serio para determinar la función, los alcances, las propiedades disruptivas o cohesivas de los insultos en el orden social moderno.


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