jueves, 28 de agosto de 2014

FALSEDADES DE LA PARTIDOCRACIA NEOLIBERAL: GLOBALIZACIÓN ES DEMOCRÁTICA.

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La democracia en tiempos de la globalización, es el gobierno de las élites político empresariales del capital corporativo transnacional, sus políticas son sinónimo de verticalismo, violencia, imposición, salvajismo, concentración de poder, centralización política. Democracia es el gobierno, impuesto, controlado en forma diaria y permanente por los organismos multinacionales como el BM, el FMI, el BID, etc. Es el gobierno de los bancos – la bancocracia -, es el gobierno de las corporaciones transnacionales, el gobierno de los poderes facticos globales,  gobierno de las corporaciones de la industria militar,  gobierno en muchos países asociado a los paraísos fiscales, tienen a su servicio mafias de sicarios, bandas de criminales hoy globalizada, es la deformación cruel, aterrador, de un gobierno de la economía criminal, cuyo objetivo estratégico es la captura del Estado – el narco-Estado - . Por otro lado la democracia en tiempos de la globalización, en tres décadas de hegemonía y poderes oscuros ha originado la mundialización del desempleo, millones de desocupados, millones sin servicios básicos, millones de jóvenes sin derecho al futuro. Esta es la democracia que aplica e impone políticas salvajes, asimétricas, injustas, bárbaras,  que ha originado hoy la más profunda y extensa mundialización de la desigualdad económico social, ha generado con sus políticas la globalización de la indiferencia, los gobiernos de los países globalizadores ante la muerte de miles de ciudadanos pobres que huyen de la extrema pobreza o la guerra criminal, que asesinan a miles con las balas de la globalización. Gobiernos de la Unión Europea que cierran los ojos y tapan sus oídos para no ver ni menos oír lo que hoy sucede en sus costas con miles de migrantes transcontinentales.


La globalización del hambre, la pobreza, la miseria. Esta es la democracia en tiempos de la globalización.
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Democracia en tiempos de la globalización es hoy el saqueo, explotación y desposesión de los recursos naturales, biodiversidad y Conocimientos Ancestrales – parte de nuestra cultura popular histórica – es la Política del nuevo modelo de acumulación del capitalismo de las mega corporaciones concentradas en el nuevo Consenso de los Commodities, el capitalismo de la desposesión de los recursos naturales, ahí está la democracia electoral, la democracia de los viejos partidos políticos, de los caudillos y falsos dirigentes, de los corruptos de la anti-política que hoy han asaltado la política, los movimientos políticos y con el apoyo del poder de los medios de comunicación – la dictadura mediática – han secuestrado el Estado para ponerlo a su absoluto servicio. Es la democracia de los lobbies, de todos aquellos que realizan fieles servicios – siempre en la oscuridad – de saqueo, explotación, pillaje, al servicio de las corporaciones transnacionales y los poderes facticos mundiales. Finalmente por ahora, esta es la democracia, que una vez que se sintió “triunfadora” – con la Caída del Muro de Berlín – y en forma prepotente, a partir de las Políticas del Consenso de Washington, vía la llamada flexibilización social, eliminó los derechos sociales y laborales de los trabajadores – producto de esta política nefasta y fascista han creado los nuevos esclavos asalariados del siglo XXI -. Esta es la democracia, que a nivel global hoy en tiempos de la crisis estructural sistémica, “asesina” directamente a millones de Adultos Mayores condenándolos con la destrucción de sus pensiones y derechos reducidos a niveles de sobrevivencia inhumana. Es la democracia que hoy asesina a miles de niños en el mundo de la extrema pobreza, la desigualdad económico-social, la indiferencia, la exclusión violenta y mata a diario en el mundo de la guerra. Es la democracia de los misiles al modelo del imperio yanqui, que hoy exporta al mundo.


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FALSEDADES DE LA PARTIDOCRACIA NEOLIBERAL: GLOBALIZACIÓN ES DEMOCRÁTICA.
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José Luis Vega Carballo.

El País.cr jueves 28 de agosto del 2014.


Columna "Pensamiento Crítico".

Hoy día se debate mucho la conexión entre capitalismo globalizado y democracia en vista de la popular tesis neoliberal de que no hay democracia sin empresa y propiedad privadas, y sin comercio y mercados libres. Por lo cual, en la medida en que la globalización económica fomenta a estas dinámicas planetarias relacionadas con las libertades y derechos empresariales, en esa misma medida supuestamente se vuelve un factor clave de los procesos de democratización dentro y más allá de los Estados-Nación. Se habla así de un tal capitalismo que podría ser a la vez democrático-popular y global, lo mismo que compatible con la más plena vigencia de los Derechos Humanos.

Sin embargo, estamos de nuevo ante una falsedad, semejante a las dos anteriores que rebatimos: que la globalización es apolítica, ideológicamente neutra y pacífica en la medida que se basa  en una gran “revolución democrática” que la acompaña conforme se liberalizan y ensanchan los mercados, se echa abajo el proteccionismo junto a las barreras aduanales, y se rompen las fronteras nacionales de los países metropolitanos y periféricos del Sistema-mundo del capitalismo neoliberal; ello apoyado por las llamadas “Reformas Estructurales” bancomundialistas, los acuerdos de inversión, y los tratados de libre comercio. Veamos si esta tesis se sostiene.

Las falacias en torno al tema.

1. Lo primero a observar, es que el proceso globalizador del gran capital debilita y extrae los centros de decisión tanto económicos como políticos de las periferias, donde se ubican Costa Rica y el resto de los países latinoamericanos, y los desplaza hacia el exterior de las fronteras y los Estados Nacionales de ese “Sur global”. Se transfieren a instancias internacionales como los grandes organismos financieros (Banco Mundial y FMI entre otros), la banca corporativa, una constelación de súper-poderosas corporaciones transnacionales incontroladas, entidades que funcionan como verdaderos “semi-Estados” prepotentes. Ya mencionamos en la anterior columna que, a este proceso subordinante y alienante, se agregan las policías y ejércitos (antiguamente) nacionales. En este proceso de deterioro, los Estados-Nación han sido arrasados y con ellos el asiento por excelencia de los regímenes democráticos, a fin de trasladar la toma de decisiones a los espacios de organismos y monopolios transnacionales que no funcionan democráticamente, sino según fórmulas autoritarias y burocráticas en beneficio de los poderes e intereses económicos y de acuerdo a los montos de las cuotas que éstos aportan para financiarlos. Lo único que allí cuenta es el poder del dinero, los bancos y las grandes corporaciones.    

2. Indiscutiblemente, han sido los parlamentos, los sistemas de partidos y los partidos políticos de los Estados-Nación los mayores perdedores, al quedar rebajados y postrados con funciones sumamente recortadas. Por una parte, se concentra la autoridad en el Poder Ejecutivo, lo cual ha servicio para reforzar el tradicional presidencialismo en nuestro medio, de baja iuntensidad democrática; y, por otra, se origina toda una novedosa serie de “poderes fácticos” o de hecho, la mayoría ilegítimos e ilegales ajenos al control público democrático. Al privatizarse los sectores públicos, sus instituciones y empresas, los Estados y las élites políticas formales(o clases políticas) han sido relegados a un segundo o tercer plano del escenario de la política interna para no hablar de la exterior, sobre la cual han perdido el control en todas partes. Incluso muchas de sus funciones se transfieren directamente -y sin disimulos- a esos poderes, convirtiendo a las políticas públicas en palancas de apoyo de los sectores privados y de los mercados transnacionalizados. Asimismo, el enorme endeudamiento público interno-externo ha contribuido mucho a ello y a sujetar a los Estados al crédito y los dictados de los organismos financieros internacionales. En suma: al final son los poderes fácticos antidemocráticos los grandes ganadores en la globalización, al  acaparar el ejercicio del poder político real, en detrimento de un poder público que subyace como autoridad solo formalmente democrática e inhabilitada en la práctica para ejercer control nacional efectivo sobre las fuerzas e intereses supra-nacionales desordenados. 

3. Como secuela de todos esos procesos que conllevan el incremento incesante de la dependencia y la dominación externas, la democracia queda alienada y marginada, impedida de ejercer influencia en el nivel supra-nacional, y disminuida o acabada en el nivel nacional. Se vuelve entonces ficticia o de fachada; e igual sucede con las Constituciones Políticas de los desprotegidos, desmantelados y maltrechos (otrora)Estados-Nación. Lo mismo acaece con los Poderes Judiciales de los endebles Estados, conforme se firman tratados comerciales y de inversión internacionales a granel, al amparo de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Muchas de las funciones y atribuciones de esos poderes pasan del mismo modo a ser función de una jurisdicción exterior con rango superior a la nacional, como sucede con el arbitraje de disputas empresas-Estados en la esfera del Banco Mundial, en el CIADI. Se produce así un completo condicionamiento y sujeción de la ley interna al Derecho Comercial e Internacional privado. Lo mismo sucede con todos los Derechos Humanos, cuyo rango es rebajado. Bajo tales condiciones, no puede hablarse de refuerzo alguno de la democracia representativa ni de los Derechos Humanos como fruto de la globalización, sino de todo lo contrario.



La democracia de los misiles, la democracia de la industria de la guerra, la democracia del imperio, la democracia de la transnacionalización de los monopolios imperialistas. Esta es la democracia en tiempos de decadencia final de occidente?
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4. En resumen, tiene sobrada razón José Luis Sampedro, el gran escritor y economista español, al afirmar:

“La globalización es totalmente antidemocrática porque supone transferir el poder desde lo político al poder financiero y económico. Mientras que al poder político en una democracia se le controla por la votación de los ciudadanos, a las corporaciones financieras no las controla nadie nunca. Y eso que se llama eufemísticamente desregularizar las transacciones, supone ponernos en manos de las compañías financieras”.

Y concluye diciendo:

“Se puede ya definir de manera precisa la globalización como «constelación de centros con fuerte poder económico y fines lucrativos, unidos por intereses paralelos, cuyas decisiones dominan los mercados mundiales, especialmente los financieros, usando para ello la más avanzada tecnología y aprovechando la ausencia o debilidad de medidas reguladoras y de controles públicos». El resultado es la creciente concentración planetaria de las riquezas y del poder económico.” (De su libro: EL MERCADO Y LA GLOBALIZACIÓN, Ediciones Destino: Madrid, 2002)

En igual sentido se pronuncia el Papa Francisco, en su encíclica del 2013 “EVANGELII GAUDIUM”:

“El liberalismo es una tiranía que vacía de poder los Estados…Algunos todavía defienden las teorías de la ‘recaída favorable`, que presuponen que cada crecimiento económico, favorecido por el libre mercado, llegue a producir de por sí una mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que nunca ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza grosera e ingenua en la bondad de los que detienen el poder económico y en los mecanismos sacralizados por el sistema económico imperante”.

En conclusión.

Si deseamos en países como Costa Rica profundizar y ampliar la democracia –incluso si solo fuera en su versión meramente liberal o formal-, se vuelve imperativo el luchar a brazo partido contra este tipo de capitalismo y globalización antidemocráticos, haciendo que la política, la ciudadanía y los espacios públicos recuperen y perfeccionen las políticas en pro del bien común, la solidaridad y los Derechos Humanos Integrales. 

Sería ésa una opción que pasa por poner freno a la concentración de los poderes económico-financieros y fácticos locales y transnacionales; y por acabar con el sistema de la corrupción e impunidad que el capitalismo globalizado y las estrategias neoliberales de los últimos treinta años, nos han acarreado. Solo así sería posible avanzar hacia una “democracia del Pueblo ciudadano” y no quedarse anclados al molde de una arcaica “democracia de los partidos”, o partidocracia neoliberal-oligárquica al servicio de los poderes que han dominado el escenario local e internacional en ese aciago período.

Como bien lo esclarece el sociólogo y jurista portugués Boaventura de Sousa Santos en su seminal ensayo, titulado “¿DEMOCRACIA O CAPITALISMO?:

“La democracia liberal sobrevivirá en la medida en que el capitalismo global se pueda servir de ella. La lucha de quienes ven en la derrota de la democracia liberal la emergencia de un mundo repugnantemente injusto y descontroladamente violento debe centrarse en buscar una concepción de la democracia más robusta, cuya marca genética sea el anti-capitalismo. Tras un siglo de luchas populares que hicieron entrar el ideal democrático en el imaginario de la emancipación social, sería un grave error político desperdiciar esa experiencia y asumir que la lucha anticapitalista debe ser también una lucha antidemocrática. Por el contrario, es preciso convertir al ideal democrático en una realidad radical que no se rinda ante el capitalismo”.

Esperamos, pues, sinceramente que al develar ésta y otras las falsedades de la partidocracia neoliberal hayamos aquí contribuido a ese proceso emancipador de construcción de una democracia pos-neoliberal; lo mismo que a la lucha por recuperar la dignidad, la soberanía, la autonomía y la capacidad redistributiva del ingreso, del poder y las oportunidades de nuestro Estado, hoy convertido en un vil engranaje al servicio de los grandes intereses transnacionales sin capacidad de maniobra y avasallado como nunca antes en su historia, desde 1821 a la fecha.

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(*) Sociólogo.

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