viernes, 3 de octubre de 2014

GRECIA, LA HORA DE LAS ALTERNATIVAS.

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Las que mayor difusión tuvieron desde un primer momento fueron las encaminadas a paliar la debacle que se cernía sobre los más desfavorecidos, que comenzaron a quedarse sin trabajo, sin ingresos y sin la cobertura de servicios sociales básicos. Clínicas de atención primaria y farmacias para quienes quedaban fuera del sistema público de salud, comedores sociales, guarderías... y, al tiempo, redes de intercambio de bienes y servicios, huertos urbanos colectivos y lo que se denominó en un primer momento el “movimiento de la patata”, en todas sus variantes. Muchas alcaldías se prestaron para organizar encuentros semanales o quincenales en los que productores locales ponían a la venta, sin intermediarios y a precios mucho más bajos que en los supermercados, todo tipo de alimentos de primera necesidad como patatas, aceite, leche, quesos y un largo etcétera de artículos. Los puntos de distribución comenzaron a crecer, así como las listas de productos ofertados, llegando en la actualidad a conformar una extensa red en la que, bajo la forma de cooperativas de consumo, se venden una amplia variedad de productos. El papel de las mujeres.  Un aspecto destacado dentro de esta actividad organizativa ha sido el papel de las mujeres a la hora de poner en pie y mantener en funcionamiento numerosos proyectos. Como nos explicaron desde el Movi­miento de Mujeres contra la Deuda y la Aus­teridad, los efectos de las políticas neoliberales “nos afectan especialmente a las mujeres en todos los aspectos de nuestras vidas. Así que debemos organizarnos para resistir, pues nadie más lo va a hacer por nosotras. Con la eliminación o la privatización de los servicios públicos, el Estado se deshace de sus compromisos con los ciudadanos trasladando la responsabilidad a las familias”. En otras palabras: “Las mujeres se ven obligadas a sustituir, o más bien a reemplazar, el Estado del bienes­tar”. Y, además, gratis.
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GRECIA, LA HORA DE LAS ALTERNATIVAS.

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Antonio Cuesta.

Diagonal.-  viernes 3 de octubre del 2014.

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Mientras la manifestación en las calles menguaba, una multitud de proyectos sociales nacía en la Otra Grecia.

La crisis ha golpeado con fuerza a todas las estructuras de Grecia, desde las económicas a las sociales, pasando por las políticas. Tras un primer periodo de huelgas, manifestaciones y ocupaciones de edificios públicos, el reflujo en la contestación política ha venido acompañado de una creciente actividad organizativa. En pocos años, Grecia ha visto nacer y asentarse una miríada de proyectos e iniciativas que buscan resolver necesidades materiales, afectivas o culturales a partir de la cooperación, constituyendo una verdadera emergencia de una nueva economía social y solidaria que sitúa a las personas y su bienestar en el centro.

Aunque la llegada de la crisis abonó el terreno para la germinación de pequeños proyectos, fueron las políticas de austeridad, aplicadas a partir de 2010, las que multiplicaron el crecimiento de estos grupos, que apuestan por la democracia directa, el igualitarismo y la solidaridad como mecanismos para superar la recesión económica y la descomposición social.

A las decenas de pequeñas cooperativas, tiendas de comercio justo y cafés-restaurante organizadas de manera asamblearia y autogestionada, sin jerarquías ni propietarios, vinieron a sumarse nuevas iniciativas surgidas a partir de las protestas de los indignados griegos desa­rrolladas en la plaza Syntagma de Atenas en 2011. Su impulso procedió del mismo tejido social de los barrios, de las asambleas vecinales, de los grupos de mujeres o de trabajadores desempleados que apostaron por fórmulas cooperativas para poner en marcha pequeñas empresas o reflotar las quebradas.

Las que mayor difusión tuvieron desde un primer momento fueron las encaminadas a paliar la debacle que se cernía sobre los más desfavorecidos, que comenzaron a quedarse sin trabajo, sin ingresos y sin la cobertura de servicios sociales básicos. Clínicas de atención primaria y farmacias para quienes quedaban fuera del sistema público de salud, comedores sociales, guarderías... y, al tiempo, redes de intercambio de bienes y servicios, huertos urbanos colectivos y lo que se denominó en un primer momento el “movimiento de la patata”, en todas sus variantes. Muchas alcaldías se prestaron para organizar encuentros semanales o quincenales en los que productores locales ponían a la venta, sin intermediarios y a precios mucho más bajos que en los supermercados, todo tipo de alimentos de primera necesidad como patatas, aceite, leche, quesos y un largo etcétera de artículos. Los puntos de distribución comenzaron a crecer, así como las listas de productos ofertados, llegando en la actualidad a conformar una extensa red en la que, bajo la forma de cooperativas de consumo, se venden una amplia variedad de productos.


El papel de las mujeres.

Un aspecto destacado dentro de esta actividad organizativa ha sido el papel de las mujeres a la hora de poner en pie y mantener en funcionamiento numerosos proyectos. Como nos explicaron desde el Movi­miento de Mujeres contra la Deuda y la Aus­teridad, los efectos de las políticas neoliberales “nos afectan especialmente a las mujeres en todos los aspectos de nuestras vidas. Así que debemos organizarnos para resistir, pues nadie más lo va a hacer por nosotras. Con la eliminación o la privatización de los servicios públicos, el Estado se deshace de sus compromisos con los ciudadanos trasladando la responsabilidad a las familias”. En otras palabras: “Las mujeres se ven obligadas a sustituir, o más bien a reemplazar, el Estado del bienes­tar”. Y, además, gratis.

Ha sido necesario que se abriera una sima estructural a los pies del sistema de libre mercado para que muchas alternativas económicas comenzaran a demandar espacio y preeminencia ante un modelo insostenible y agotado. Su reivindicación se basa en una relectura de las relaciones sociales y en la interpretación de nuevos acuerdos entre la actividad productiva y el ecosistema urbano o natural. El agrietamiento del “pacto social” por el Estado del bienestar ha venido a revivir los instrumentos que el movimiento obrero construyó en otras épocas –mutualidades, redes de apoyo–, convirtiendo a los ciudadanos en sujetos activos

La hora de las alternativas.

Pero ¿de qué modo los proyectos económicos alternativos pueden contribuir al cambio de paradigma que se está tratando de llevar a cabo en Grecia? Por una parte, la implicación de los trabajadores y trabajadoras en pie de igualdad en los procesos de construcción de modelos coope­rativos –bien sean para la producción o para la comercialización de bienes o servicios– trae a un primer plano los principios de la democracia participativa, tan lejana de la representativa a nivel político como de la toma de decisiones en el mundo laboral. La adopción de este tipo de prácticas no sólo influye en el ámbito de las decisiones dentro de la empresa, también alcanza al espacio común de la política local, un paso imprescindible para el avance de un modelo alternativo. Sin duda queda aún mucho por hacer en la lucha del movimiento social en Grecia, pero resulta innegable que la hora de las alternativas ya ha llegado.

Los recortes en la financiación de los hospitales públicos, así como en el volumen de sus plantillas, y el establecimiento de tasas por el uso de los servicios sanitarios ha dejado a cerca de un tercio de la población fuera del sistema público de salud. Como consecuencia las clínicas sociales han tenido una rápida y amplia difusión por toda la geografía griega.

Uno de estos centros, quizá el de mayor experiencia y recursos, es la Clínica Comunitaria Metropolitana de Elliniko, en las afueras de Atenas. Según explicaron a Diagonal, la consigna “nadie está solo durante la crisis” no es sólo una frase para las más de 200 personas que trabajan a diario de forma voluntaria, sino un código ético. La clínica ofrece una veintena de especialidades y cuenta con una farmacia que provee medicinas, fundamentalmente a enfermos crónicos sin recursos. Las intervenciones quirúrgicas o las enfermedades graves que no pueden ser tratadas en el centro son atendidas de forma gratuita tanto en el sector público como en el privado por profesionales que han aceptado saltarse las normas. Se calcula que en los dos primeros años de funcionamiento se han llevado a cabo más de 22.000 consultas.

El desarrollo de iniciativas de comercialización o intercambio de productos y servicios ha corrido paralelo a la diversificación y el fortalecimiento del movimiento social que las ha generado. Con la idea de fomentar un tipo de relaciones no consumistas, surgió la Red de Intercambio y Soli­daridad de la ciudad de Volos, de 100.000 habitantes. Uno de sus promotores, el ingeniero Jristos, lo expresó de este modo: “Nuestra iniciativa no vino motivada por la crisis económica, sino por la necesidad de aplicar nuestros valores y cambiar el actual sistema económico”. Otra de las fundadoras, Marita Hupis, nos explicó las bases del proyecto: “igualdad, paridad, transparencia, solidaridad y participación”. Basado en una moneda de intercambio –el TEM– y un avanzado sistema informático, tan sencillo en su funcionamiento como eficaz en los resultados, la Red facilita el intercambio de productos y servicios que van desde la fruta y verdura hasta la ropa, pasando por ópticas, carnicerías o talleres mecánicos, además de múltiples trabajos profesionales (médicos, abogados, electricistas).

El 11 de junio de 2013, el Gobierno griego cerró en cuestión de unas horas la Radio Televisión de Grecia (ERT) mediante una acción ilegal y antidemocrática. Cinco canales de televisión, 29 emisoras de radio, junto a la orquesta y el coro de la ERT, fueron clausurados, mientras que 2.600 empleados quedaron en la calle. Desde el primer momento los trabajadores ocuparon todas las instalaciones de la ERT y comenzaron a emitir de manera ininterrumpida informaciones y entrevistas. Tras más de 15 meses, un canal de televisión y 16 estaciones de radio continúan en el aire a través de internet gracias a la autogestión de una parte importante de la plantilla y al apoyo económico de miles de personas. Ni siquiera el desalojo por la fuerza, el 7 de noviembre de 2013, de los estudios centrales de la cadena consiguió acabar con un modelo informativo libre, social y de calidad.

“Los trabajadores han demostrado que ellos solos pueden hacer funcionar la cadena, sin necesidad de jefes”, nos relata Babis Kokosis, uno de los locutores de radio, sin que esto sea una tarea fácil, pues “la mayoría de los que continúan en el proyecto han tenido que buscarse otros trabajos, o fuentes de ingreso alternativas”. Para Loukas Panourgias, otro de los participantes, la iniciativa no sólo ofrece información y entretenimiento, sino que “está preservando bienes, instalaciones y un espacio radioeléctrico que pertenecen a los griegos y que a los políticos que ordenaron el cierre parece no importarles”.


Los recortes más salvajes de la historia. 

Grecia comenzó a principios de 2010 con los recortes, que fueron endureciéndose una vez que acordó su paquete de ayudas con la UE y el FMI en mayo de ese año. Y todavía más cuando se amplió el préstamo con la firma del segundo memorando, llegando la oleada de ajustes a todos los rincones de la sociedad y la economía. Los acuerdos aprobados incluyeron medidas de excepción que afectaron a los salarios, las pensiones y los servicios públicos, al tiempo que se inició un aumento progresivo de la presión fiscal y un vasto programa de privatizaciones como en ningún país occidental se había aplicado nunca.

Una iniciativa contra los intermediarios. 

Una variante de la eclosión de nuevos métodos de comercialización es la ideada por la cooperativa de ganaderos de Tesalia-Pieria, organización nacida en 2011. Desde su creación, la cooperativa ha buscado formas rentables para eliminar a los intermediarios y servir la leche de forma directa a los consumidores. Para algunos de los cooperativistas más jóvenes las crisis imponen redefinir las relaciones entre el productor y el consumidor. Finalmente decidieron aplicar en Larissa, capital de la comarca, un modelo existente en algunos países europeos que consiste en suministrar leche fresca, en perfecto estado de conservación, 24 horas al día, a través de máquinas expendedoras similares a las de los refrescos. El resultado obtenido rompió todas las previsiones y en poco tiempo tuvieron que ampliar el número de puntos de venta.

¿Qué pasó con el periódico recuperado? .

En agosto de 2011, la empresa editora de Eleftherotypia dejó de pagar a sus más de 800 empleados. Cuatro meses después se declaró una huelga indefinida. El 15 de febrero de 2012 vio la luz el primer número del periódico Los trabajadores de Eleftherotypia, publicado bajo la ocupación de facto de las instalaciones y en régimen de autogestión. Diez días después se publicó el segundo –y último– número. En noviembre de 2013, se anunció que un nuevo grupo editorial se haría cargo de la revista dominical y la página web de Eleftherotypia. La mayoría de los trabajadores respiraron tranquilos, pero para los más inquietos fue el momento de anunciar la creación de Efimerida ton Syntakton (Diario de Periodistas). El nuevo periódico apareció pocos días después y ha llegado a estabilizar su tirada en torno a los 8.000 o 9.000 ejemplares.

Kinisi 136, por el agua pública. 

A medio camino entre una cooperativa autogestionada y un movimiento político reivindicativo se encuentra Kinisi 136 (Iniciativa 136), una plataforma ciudadana opuesta a la privatización de la Empresa de Agua y Saneamiento de Tesalónica (EYATH) y que propone la gestión social de la misma a través de cooperativas en cada distrito. Trabajadores, organizaciones vecinales e incluso instituciones locales decidieron optar por la compra para evitar la especulación y la inseguridad sanitaria y medioambiental que supondría la gestión privada de un bien como el agua. El objetivo de los promotores es “proporcionar agua a hogares y empresas, garantizando alta calidad, precios bajos, protección del medio ambiente, funcionamiento democrático y justicia social”. Pese a que la iniciativa consiguió reunir todos los condicionamientos legales, técnicos y financieros para participar en la licitación, fue apartada de forma ilegal y la decisión se encuentra en los tribunales. El pasado 26 de mayo el Tribunal Supremo Administrativo consideró inconstitucional la venta de la Empresa Pública de Agua de Atenas, lo que a buen seguro puede repetirse en el caso de EYATH.

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Antonio Cuesta es Corresponsal en Grecia de la agencia Prensa Latina y autor del libro ‘Solidaridad y autogestión en Grecia’. Además forma parte Dyskolo, un proyecto editorial sin ánimo de lucro, concebido contra los que pretenden convertir los libros en mercancía y buscando establecer una nueva relación entre quienes escriben y cuantas personas disfrutan de la lectura. Los libros de Dyskolo (solo en formato digital) no tienen un precio marcado, ni se reservan derechos de autoría, ni DRM. Pero en contrapartida contribuyen a difundir la cultura y generan un beneficio social.


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