sábado, 25 de octubre de 2014

IGUALA (MÉXICO) Y LA GOBERNABILIDAD LATINOAMERICANA. (DEMOCRACIA FALLIDA Y NARCO-ESTADO?.)

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GOBERNABILIDAD? DEMOCRACIA? NO. PERO SÍ VIOLACIÓN DE  LOS DERECHOS HUMANOS.- Cuidado estamos ingresando sin control en una sociedad, (anomia social, absoluta) un escenario sumamente complejo violento, peligroso, turbulento, multipolar; violación de los Derechos Humanos. México - un modelo de democracia fallida - un Estado inviable? o un narco estado? no es la excepción. Ha reventado el problema de violación de los derechos de 43 estudiantes, desaparecidos (¿asesinados?)  de la Escuela Normal Rural de Iguala, Estado de Guerrero - por el doble poder que existía – donde el poder narco era el dominante, violento, asesino. Decimos cuidado,  en nombre de la Democracia se están cometiendo miles de abusos y violación de los derechos sindicales de millones de trabajadores, derechos sociales, culturales, ambientales de millones de ciudadanos de los pueblos originarios. Cuidado que la Gobernabilidad sea utilizada para justificar la criminalización de los movimientos sociales – conflictos sociales – como derechos de reivindicación de los trabajadores y los pueblos en defensa de sus territorios como patrimonio histórico-cultural en Nuestra América, la Patria Grande de todas las generaciones presentes y nuestro derecho al futuro

Mientras la democracia de los sectores progresistas avanza en América latina, por la otra acera de la larga avenida política del siglo XXI – donde se dice y se habla todos los días de Gobernabilidad – ahora, secuestrada como política de las clases sociales reaccionarias, explotadoras y dominantes, las nuevas oligarquías financiero-comercial-exportadoras, políticas neoliberales violentas – cargadas de corrupción, violencia, destrucción – anti-política y un espacio público inseguro, violento, asesino – de bandas organizadas de delincuentes y sicarios, asesinos a sueldo – sumado a ello el proceso de descomposición estructural de gobiernos que ante su incapacidad política de resolver las reivindicaciones y derechos de los trabajadores y los pueblos están criminalizando los conflictos sociales, mientras avanza en forma arrolladora y dominante el Nuevo Consenso de los Commodities el capital corporativo global - o la imposición del nuevo proceso de acumulación mundial del capitalismo – el capitalismo de desposesión (pillaje, expoliación, saqueo) de los recursos naturales, la biodiversidad y los conocimientos ancestrales. Cuidado que en nombre de la Gobernabilidad, es estén cometiendo asesinatos colectivos y directamente favorecer la “consolidación” de la economía criminal.
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La pareja que bailaba entre cadáveres. Alcalde de Iguala, Estado de Guerrero, José Luis Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda. Emanación de la podredumbre política mexicana.  En sucesivos ataques la policía, con el apoyo de sicarios de Guerreros Unidos. Inició una salvaje persecución de los jóvenes de la escuela de Normalistas Rurales.  Según fuentes Federales, el Alcalde ordenó asesinar a los 43 estudiantes. Quería evitar una manifestación contra su esposa.
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IGUALA (MÉXICO) Y LA GOBERNABILIDAD LATINOAMERICANA.
(DEMOCRACIA FALLIDA Y NARCO-ESTADO?)

Las instituciones no se muestran capaces de reaccionar o de prevenir un remolino que pone en riesgo la gobernabilidad.

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Diego García Sayán.
El País (Internacional) jueves 23 de octubre del 2014.
Lo ocurrido en Iguala, en Guerrero, México, con la desaparición (o masacre) de 43 jóvenes estudiantes ha ocupado, con razón, varias primeras planas. Por el horror e impunidad de la acción del crimen organizado, por el involucramiento del poder local en ese caso, y porque hay razones suponer que un hecho como ese es una especie de “punta del iceberg” de un proceso fuera de control. Que refiere y amenaza no sólo a México sino, en alguna medida, al resto de América Latina.
Una primera advertencia: hablar de América Latina, como realidad homogénea tiene algo de simplificación dadas las diferencias entre países en datos claves como delincuencia, pobreza o estabilidad institucional. Hay, sin embargo, algunas tendencias gruesas que atraviesan a la mayoría de países de esta región de más de 500 millones de habitantes. “Lo bueno, lo malo y lo feo”, puede servir, así, como una especie de titular sobre lo ocurrido en el último decenio en buena parte de los países.
Lo bueno; lo hay en la última década. Por ejemplo, un crecimiento económico promedio de 80%, reducción de la pobreza en un 30 % y expansión de la clase media en un 30%, con lo que algunas decenas de millones de latinoamericanos —al menos por ahora— dejaron de ser pobres. Sombras en el panorama: fin del boom de los precios de las materias primas.
En lo político-institucional: consolidación de las elecciones como fuente de los Gobiernos y una relativa estabilidad y continuidad político-electoral. Ejemplo reciente: las elecciones en Bolivia y las dos vueltas de las brasileñas, en donde las propuestas de Dilma y Aécio no son antagónicas. Las polarizaciones electorales hoy son, más bien, un tema “europeo”.
También es notable la consolidación y expansión de capacidades nacionales de protección de derechos humanos. La dinámica del “diálogo jurisprudencial”, en el que los jueces nacionales hacen uso creciente de los avanzados estándares de la jurisprudencia del Tribunal Interamericano de Derechos Dumanos; y éste, a su vez, recoge decisiones innovadoras de altas cortes nacionales.
Los procesos de creciente violencia e impunidad criminal han dejado de ser locales o nacionales.
Lo malo, es la otra cara de estos mismos desarrollos y puede repercutir —positiva o negativamente— dependiendo de cómo se le maneje. Un par de ejemplos. Ha habido crecimiento, pero no un desarrollo paralelo de aparatos públicos más eficientes y confiables en áreas como la educación o la salud pública o en servicios fundamentales. Esto amenaza la estabilidad institucional y política, pues entre los “demonios” del crecimiento está una nueva clase media con gran capacidad de presión y movilización. Como lo ha analizado Fukuyama, el curso de la acción política de una clase media vigorosa, descontenta y en acción, es explosivo.
Otro: sociedades con creciente demanda democrática pero con una maquinaria e institucionalidad pública básicamente incapaz de acompañar esa demanda. Un ejemplo: la consulta previa a los pueblos indígenas, tema en la agenda de 14 países latinoamericanos, pero para el cual no se ha generado una institucionalidad y procedimientos viables y sostenibles.
Lo feo... y, muy feo, es la nueva dimensión del crimen organizado y otras formas de criminalidad, como el pandillaje (las maras). La aparente “fusión” entre bandas del crimen organizado, como los Guerreros Unidos, con facciones del poder político local le da a lo de Iguala una dimensión distinta y particular, pero que nutre de ese mismo telón de fondo.
Hay países en los que esto ya eclosionó, pero en muchos otros las corrientes son también poderosas aunque, acaso, aún subterráneas. El hecho es que las instituciones no se muestran capaces de reaccionar —o de prevenir— un remolino que pone en riesgo la gobernabilidad misma y los procesos económicos y de inversión que han arrojado tan auspiciosos resultados en la última década en la mayoría de países. Y no es sólo cuestión de la estadística sobre delitos que aumentan, sino la gravísima expansión del crimen organizado con lo que ello conlleva de impune penetración en áreas importantes de los Estados.
Esto ya tiene terribles consecuencias en la sociedad. La victimización en algunos países está superando las peores cifras de épocas de las guerras internas o de violaciones masivas y sistemáticas por gobiernos autoritarios. El estimado en un estudio para ACNUR sobre desplazados, da cuenta que sólo en el año 2013 el 2% de la población salvadoreña se desplazó para protegerse de la coacción de las maras. O la versión proporcionada por el jefe policial salvadoreño de que habría ya más de 2.000 “desaparecidos” por acción de las maras.
Este bolsón de “lo feo” pone en jaque a la gobernabilidad y todos los avances que se pueden haber tenido en el último decenio. Parecería que no se sabe bien qué hacer y que cada cual está ensayando y experimentando por su lado. Es obvio que no hay fórmulas fáciles ni varas mágicas, pero, sin duda, no es aceptable la tesis ingenua de que para tener éxito hay que “acabar, primero, con la pobreza”. Por cierto, que hay que enfrentar la pobreza, pero el dato es que no es en los países con ingresos per cápita más bajos del continente (por ejemplo, Nicaragua o Bolivia) en donde la delincuencia campea más.
Urgen planes de corto, mediano y largo plazo que reemplacen anuncios efectistas. Esto es, verdaderas estrategias institucionales en ámbitos como las responsabilidades y tareas de la policía, la justicia, los municipios y la participación ciudadana para prevenir el crimen. El telón de fondo es que estos procesos de creciente violencia e impunidad criminal han dejado hace rato de ser “locales” o nacionales. Son problemas regionales y repercuten sobre la gobernabilidad del conjunto.
No es cuestión, por cierto, de “intervención” en asuntos soberanos, pero sí de poner seriamente en agenda el diseño de estrategias y de respuestas regionales que nutran a cada país. Por ejemplo, compartiendo de manera rigurosa las buenas experiencias —que las hay— en materia de prevención y respuesta, las que deberían ser conocidas sistemáticamente, estudiadas y utilizadas en lo que sea replicable. Un proyecto de cooperación sur-sur podría ser, por ejemplo, parte de las tareas de una o más de las organizaciones de la sopa de letras de regionales y subregionales que se han creado. A mi juicio, que sean capaces —o node aportar algo en este terreno, debería ser criterio para la validez de su propia existencia. ¿Veremos eso?.

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