lunes, 30 de noviembre de 2015

PARÍS: ABRE LA CUMBRE DEL TERMOSTATO. COMIENZA HOY LA REUNIÓN DE LÍDERES MUNDIALES. MARCHA MUNDIAL CONTRA LA EMISIÓN DE CARBONO. Multitudinarios reclamos en los 5 continentes.

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LA MARCHA DE ZAPATOS VACÍOS. AVAAZ PRESENTE.-- Más de 10 mil zapatos, incluidos unos enviados por el papa Francisco, cubrieron ayer una parte de la plaza de la República de París, para simbolizar la imposibilidad de organizar manifestaciones en la ciudad con ocasión de la Cumbre Climática (COP21) a causa de la amenaza terrorista.
La asociación Avaaz concibió esta colecta popular de zapatos como alternativa a la multitudinaria manifestación que inicialmente estaba programada al inicio de la COP21, y que fue anulada como todas las concentraciones en la vía pública en aplicación del estado de emergencia decretado tras los atentados de París del pasado día 13.

AVAAZ.- La marcha de los zapatos vacíos, abre la Cumbre de Termostato. Más de 10 mil pares de zapatos, incluidos los del papa Francisco, abren la Cumbre por el Cambio Climático en París 2015.
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Béline Joye, de Avaaz, explicó a la agencia Efe que el objetivo era “ofrecer una alternativa a los parisinos” en nombre del “derecho a la libertad de expresión”, en este caso para decir que “el medio ambiente es una de las causas de todo lo que nos ocurre actualmente”. Joye indicó que en la Plaza de la República se habían colocado “más de 10 mil zapatos”, y que en total habían recogido entre 13 mil y 15 mil, en gran medida en París y sus alrededores, pero también en otras regiones de Francia e incluso en el extranjero.
Sobre el mensaje que Avaaz quería enviar a los negociadores en la Cumbre Climática que se abre esta tarde en el complejo de Le Bourget, al norte de París, indicó que su principal reclamación es establecer normas para que en el horizonte de 2050 el 100% de la energía sea de origen renovable. Entre los que aportaron su calzado a este acto estuvo el cardenal brasileño Cláudio Hummes, junto a un par de zapatos negros con cordones del papa Francisco. Hummes explicó a la prensa que el Pontífice “quería también participar (...) de esta forma simbólica”.

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París, sitiada - protegida del terrorismo - pero prohibió la manifestación pacífica de AVAAZ, miles de ciudadanos exigiendo a los Líderes políticos del mundo que asuman la responsabilidad frente a las consecuencias - ya presentes - sobre el Cambio Climático Global. La humanidad está en serio peligro producto del propio sistema capitalista - hoy en mayor peligro- por el nuevo proceso de acumulación mundial, el capitalismo de la expropiación y desposesión de los recursos naturales, la biodiversidad y los conocimientos ancestrales. El Consenso de los Commodities.
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PARÍS: ABRE LA CUMBRE DEL TERMOSTATO. COMIENZA HOY LA REUNIÓN DE LÍDERES MUNDIALES.
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Página /12 lunes 30 de noviembre del 2015.

Ciento cincuenta líderes de Estados abrirán hoy las deliberaciones por el compromiso mundial para el cambio climático. Aunque se producen cambios, las expectativas de modificar la actual tendencia son escasas. Oficialmente cierra el 11 de diciembre. Ciento cincuenta jefes de gobierno de todo el mundo tomarán la palabra hoy en el inicio de la Cumbre del Clima en París, entre ellos el anfitrión François Hollande, Barack Obama (Estados Unidos), Xi Jinping (China), Narendra Modi (India) y Vladimir Putin (Rusia). Protegidos por 2800 policías y gendarmes, los participantes en la COP21 intentarán sellar un acuerdo mundial para limitar a dos grados la subida del termostato respecto de la era preindustrial. De no ser así, los climatólogos predicen el agravamiento de fenómenos que ya son visibles, como el derretimiento de los glaciares o la desaparición de especies.
Los negociadores de 195 países iniciaron ayer las discusiones de la conferencia del clima, observando un minuto de silencio por las 130 víctimas de los ataques del 13 noviembre. El cónclave que busca un acuerdo para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero durará hasta el 11 de diciembre. La cita puede servir también para otros encuentros bilaterales en un mundo con conflictos abiertos, empezando por la amenaza jihadista en Siria e Irak, que provocó esta semana un serio incidente entre dos teóricos aliados, Moscú y Ankara.
Proveniente de Washington, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, llegó a París con la esperanza de alcanzar un acuerdo para frenar el cambio climático. “Soy optimista en cuanto a lo que podamos realizar, porque vi a Estados Unidos hacer progresos increíbles estos últimos siete años”, escribió en su página de Facebook. “La cumbre es la oportunidad de ser solidario con nuestro aliado más antiguo, tan sólo dos semanas después de los ataques salvajes cometidos allá”, añadió.
Hasta los bancos se dan cuenta de que el cambio climático “empezará a ser inquietante si no se anticipa”, afirmó Pierre Forestier, de la Agencia Francesa de Desarrollo, para quien “desde hace dos o tres años hay una verdadera tendencia a la desinversión”, no sólo motivada por un interés de marketing de dar una imagen ecológica sino que está “basada a la vez en una noción de riesgo y en una noción de oportunidades de posicionamiento comercial y de ventaja comparativa en el futuro”. Aun la agencia de calificación norteamericana Standard and Poor’s incluye ahora el riesgo clima en sus elementos de valoración.
Las ONG Corporate Knights, 350.org y South Pole Group lanzaron un simulador de resultados. Para 13 de las 14 empresas participantes se demostró que si hace tres años hubiesen decidido desinvertir, habrían obtenido 22 mil millones de dólares de rendimiento suplementario.
El acuerdo de París, de alcanzarse, entraría en vigor en 2020. “Las condiciones para que sea un éxito están reunidas, pero no está ganado de antemano”, advirtió Laurent Fabius, que se mostró “cauto y activo”. En tanto, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo ser “optimista”. Cuando los mandatarios abandonen París, los negociadores tendrán hasta el sábado para entregar un texto de compromiso. A partir del lunes 7 empieza la recta final, con los ministros de cada país directamente involucrados en las negociaciones, que se cierran oficialmente el viernes 11.


LOS EFECTOS QUE YA SE NOTAN.
Mientras en la Cumbre políticos y científicos discuten sobre las consecuencias devastadoras del cambio climático, ese escenario catastrófico hace tiempo que ya es una realidad para los habitantes de muchos Estados insulares como Madagascar, Fiyi, Palau y Kiribati.
En la isla de Madagascar, al este de Africa, los pescadores se ven obligados a navegar cada vez más lejos para poder capturar suficientes peces; en las Fiji, el agua potable para los 800.000 habitantes es cada vez más escasa a causa de prolongadas sequías, y en Palau y Kiribati, se teme un éxodo masivo de la población ante el peligro de que las islas lleguen a ser inhabitables.
“Nosotros no necesitamos advertir sobre escenarios de horror, porque ya los estamos viviendo muy de cerca todos los días”, dijo el experto en medio ambiente Tojonirina Mmarolahy, que trabaja en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Madagascar. “Lo que necesitamos es un cambio de política y acciones para evitar lo peor”, remarcó.
La pesca siempre ha sido uno de los principales medios de subsistencia para los malgaches. Hoy, los caladeros están parcialmente contaminados por algas venenosas que proliferan a causa de la subida de las temperaturas del mar. “Ellos comen para vivir, pero el hecho de que ahora haya gente que muere cuando come pescado demuestra la dimensión del problema”, afirmó Mmarolahy durante una conferencia en Manila, la capital de Filipinas, sobre el peligro que supone el cambio climático para los Estados insulares.
Filipinas sufrió en 2013 el peor tifón del que se tiene conocimiento en este país, el Haiyan, que causó más de 6300 muertos y millones de personas que perdieron todo lo que tenían. Los tifones son un fenómeno normal en esta región, pero desde hace algunos años las tormentas vienen adquiriendo una fuerza cada vez más devastadora.

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Alrededor de un centenar y medio de militantes contra las emisiones de carbono fueron detenidos en refriegas con la policía parisina.

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MARCHA MUNDIAL CONTRA LA EMISIÓN DE CARBONO. Multitudinarios reclamos en los 5 continentes, el día anterior al inicio de la cumbre del Cambio Climático.

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Página /12 lunes 30 de noviembre del 2015.


Miles de personas marcharon en París, Londres, Madrid, Barcelona, Sydney, México y Río de Janeiro, entre otras ciudades. Reclamaron por las emisiones de gas carbono y los gobiernos atados a las corporaciones. En París se produjeron incidentes.

En vísperas de la cumbre del clima que se inicia hoy en París, cantidad de movilizaciones y centenares de actos atravesaron los cinco continentes. Los manifestantes instaron a los líderes mundiales reunidos en Francia a un acuerdo contra el cambio climático. Bajo extraordinarias medidas de seguridad y ante la prohibición de desfiles en la capital gala, manifestantes pacíficos y grupos violentos desafiaron el estado de emergencia decretado tras los últimos atentados jihadistas. En una verdadera cadena humana, miles de concurrentes se tomaron de la mano y finalizaron el acto simbólicamente a las puertas del Bataclan, donde el 13 de noviembre murieron acribilladas 90 personas a manos del ISIS. “Por un clima de paz”, rezaba uno de tantos carteles. En tanto, la organización Greenpeace infló un globo aerostático frente a la Torre Eiffel. Pero también hubo incidentes con la policía, que a su vez respondió reprimiendo con gases. Resultaron detenidos 150 activistas, a quienes el presidente François Hollande calificó como “escandalosos”. En Gran Bretaña, más de 50 mil personas participaron de una marcha por las calles del centro de Londres para pedir a los líderes mundiales medidas contra el calentamiento global, algo que se replicó en varias ciudades de Australia con pancartas que solicitaban “Protejan a nuestra casa común”. En España, 10 mil personas se congregaron en las calles de Madrid, al igual que en Barcelona, Sevilla y muchas ciudades en todo el mundo. El sábado, en Alemania, ecologistas se encadenaron al tren de la ministra alemana de Medio Ambiente que debía salir desde Francfort hacia París, provocando el retraso del convoy.
Tras los atentados de París que dejaron 130 muertos, ciudadanos de todo el mundo y organizaciones medioambientales llevaron a cabo grandes desfiles en Seúl, Londres, Madrid, Río de Janeiro, Nueva York y México DF con el objetivo de exigir medidas que impidan transformaciones irreversibles como grandes sequías o la elevación del nivel de los océanos, que según estudios ocurrirán inevitablemente a lo largo de este siglo si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan a su nivel actual.
Por ello, las agendas climática y de seguridad confluyeron en las calles de París. La Coalición Clima 21, de 130 organizaciones, que tuvo que renunciar a manifestar en las calles de París por medidas de seguridad, propuso formar una gigantesca cadena humana en la que miles de personas se dieron la mano a lo largo del bulevar Voltaire, en el este de París, rindiendo homenaje a los 130 muertos por los atentados del 13 de noviembre. En esa protesta, las consignas ambientalistas se mezclaban con el desafío a quienes sembraron la muerte en la ciudad. “No les tememos a los terroristas, ni a las multinacionales”, proclamaba una pancarta colgada del cuello de una mujer, en referencia a los grandes grupos industriales acusados de acelerar el cambio climático. Pacíficamente, más tarde rompieron filas delante de la sala de conciertos Bataclan, donde se produjo el más letal de los ataques.
También en París, la policía francesa denegó la entrada a unas mil personas al país invocando medidas de seguridad, como parte del estado de emergencia que se decretó tras los atentados reivindicados por el Estado Islámico (EI). No obstante ello, y al grito de “¡estado de emergencia, Estado policial!”, varios centenares de manifestantes, muchos de ellos encapuchados, lanzaron proyectiles contra la policía, que con sus unidades antidisturbios replicó con granadas de gases lacrimógenos: 150 personas fueron detenidas en esos incidentes y el presidente François Hollande juzgó la acción de “escandalosa”. “Hay elementos perturbadores que nada tienen que ver con los defensores del medio ambiente”, dijo.
En el Reino Unido, una gran manifestación pidió en Londres medidas contra el cambio climático. En un domingo lluvioso, la marcha –que llegó a ocupar las calles de la capital británica a lo largo de más de un kilómetro y medio– comenzó cerca de Hyde Park y pasó frente al Parlamento en Westminster, antes de dirigirse hacia Millbank, a orillas del Támesis.
La protesta londinense, la mayor de los 2 mil eventos programados en todo el mundo durante el fin de semana, reunió también a organizaciones no gubernamentales como ActionAid, Oxfam, Amigos de la Tierra, Greenpeace y WWF. El director ejecutivo de Amigos de la Tierra, Craig Bennet, afirmó: “Llegó el momento de actuar. Desde Australia hasta Mozambique, en Filipinas tanto como en Londres, millones de ciudadanos están urgiendo a los líderes a ponerse en pie ante una crisis global que provoca inundaciones, tormentas, sequías y eleva el nivel de los mares”, afirmó el activista. Famosos como la actriz Emma Thompson y la diseñadora de moda Vivienne Westwood participaron en un acto al que también acudieron el líder del Partido Laborista británico, Jeremy Corbyn, y la dirigente del Partido Verde, Caroline Lucas. “La gente pacífica es la que menos contribuyó al cambio climático, pero estamos pagando el precio del aumento del nivel del mar y la salinización del agua potable. No tengo fe en los gobiernos porque muchos de ellos están atados a las corporaciones, pero tengo fe en la gente y en los movimientos sociales”, declaró Westwood. Corbyn aseguró que “es posible un mundo más verde, más justo, más equitativo y más productivo. Venciendo la amenaza del calentamiento global no sólo mejorarán las perspectivas para nuestros hijos y nietos sino que también mejorarán nuestras vidas aquí y ahora”.
Decenas de miles de personas se manifestaron en Australia en el tercer día de marchas en el mundo para reclamar acciones de envergadura contra el cambio climático a los dirigentes del planeta, que hoy se reúnen en París.
“No hay planeta B”, rezaba una pancarta en Sydney. “¡Solidaridad mundial!”, proclamaban desde Melbourne. En Adelaida, 5 mil manifestantes se congregaron para advertir contra las consecuencias del cambio climático para la salud, la seguridad alimentaria o el desarrollo, en particular para las poblaciones más pobres.
En España, y encabezada por un grupo de 20 niños, 10 mil manifestantes, muchos con globos verdes, participaron en Madrid de una marcha que arrancó en la plaza Cibeles y llegó hasta la Puerta del Sol. “Hay que salvar el jardín que nos dejaron nuestros padres y abuelos”, declaró María Jesús Sánchez, una geóloga de 58 años. “Esto también es una muestra de solidaridad con todas las personas en París que estaban preparando manifestaciones y que por los atentados han sido suspendidas. Ningún atentado nos va a silenciar. La gente está en la calle y tiene cosas que decir”, dijo Corina Mora, de 40 años, de un grupo ecologista. Entre los mensajes se podía leer “La Tierra es tu hogar” y “Ayúdame, ayúdate”.
“Creemos que estamos en un momento crítico y decisivo de la historia de la humanidad. Es un punto de inflexión: o actuamos ahora o posiblemente no haya marcha atrás”, estimó Luis Blasco, un veterinario de 31 años.
Para reclamar acciones urgentes a los representantes de los 195 países reunidos en Le Bourget, la gente tomó las calles en otras 25 ciudades de España, entre ellas Barcelona y Sevilla. También se registraron sendas manifestaciones en Seúl, Río de Janeiro, Nueva York, México y otras ciudades del mundo.

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domingo, 29 de noviembre de 2015

SOCIÓLOGO FRANCÉS ROSANVALLON: “TENEMOS DEMOCRACIA ELECTORAL, PERO NO DE EJERCICIO”.

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Su actor central es la sociedad civil y una serie de ideas que van hasta la creación de un Consejo consagrado al funcionamiento democrático.– Podemos evocar perfectamente la necesidad de instaurar un cuarto poder. Hoy tenemos el por Ejecutivo, que es el más importante, el Poder Legislativo, y el poder imparcial, que es el Poder Judicial y que también puede ser el poder de una autoridad independiente, por ejemplo las cortes constitucionales. Pero se requiere un cuarto poder de control, de vigilancia y de evaluación que debe contar con instituciones. Estas pueden ser permanentes como la Corte Constitucional, cuyo rol es supervisar que la ley sea conforme con los principios generales del funcionamiento la sociedad. Pero también se puede crear un Consejo del funcionamiento democrático que vigila la calidad democrática de los gobernantes. No es todo. Este mecanismo de control debe también basarse en las intervenciones ciudadanas directas. En este cuarto poder hay una parte que puede institucionalizarse, por ejemplo el consejo del funcionamiento democrático, y otra parte que podría ser la creación de comisiones públicas, una suerte de pequeñas asambleas temporales compuestas por ciudadanos elegidos mediante un sorteo, por representantes de asociaciones o expertos. En este tipo de instituciones la noción de sorteo es importante porque va más allá de la democracia participativa. La esencia del sorteo consiste en probar que todos pueden tener un lugar. El sorteo valoriza a los ciudadanos anónimos. Por ello es importante otorgarle un lugar a la vez práctico y moral. En paralelo a la institucionalización de este cuarto poder es preciso igualmente que ese cuarto poder repose sobre nuevas instituciones. La democracia electoral elaboró su modo de funcionamiento con los partidos políticos. Los partidos políticos organizaron la democracia electoral. Ahora bien, para organizar este cuarto poder, esa democracia de ejercicio, hacen falta organizaciones ciudadanas de un nuevo tipo.

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“Es preciso que los comportamientos políticos participen de la democracia,” sostiene Rosanvallon.

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SOCIÓLOGO FRANCÉS ROSANVALLON: “TENEMOS DEMOCRACIA ELECTORAL, PERO NO DE EJERCICIO”.
Entrevista a Pierre Rosanvallón, autor del “Buen Gobierno”, que presenta en Buenos Aires.
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Para Rosanvallon, el corazón del empobrecimiento democrático está en la relación viciada entre gobernantes y gobernados, y en la transformación del Poder Legislativo en una suerte de aliado del gobierno y no, como debería ser, en ojo de los ciudadanos.
Por Eduardo Febbro
Desde París Página /12 domingo 29 de noviembre del 2015.
Existen numerosos ensayos teóricos sobre la democracia, pero no hay ninguna teoría sobre el arte de gobernar y las responsabilidades que van con él. El sociólogo Pierre Rosanvallon llena esa espacio vacío con una amplia reflexión no ya sobre la democracia, sino sobre la práctica democrática en sí, entiéndase, el gobierno. El libro El buen gobierno, publicado en la Argentina por la editorial Manantial y presentado este 2 de diciembre a las 19 horas en el Centro Franco Argentino (Alianza Francesa) en presencia del autor, inicia una nueva etapa de la reflexión sobre nuestras democracias pero, ahora, desde otro planteamiento original: la relación entre gobernantes y gobernados, o sea, mucho más allá de la representación democrática y el acto electoral en sí. Para Rosanvallon, representación y elección son sólo dos momentos de la democracia, dos elementos de la problemática cuyo funcionamiento no alcanza a explicar la crisis democrática. El corazón del empobrecimiento democrático está en la relación viciada entre gobernantes y gobernados y en la transformación del poder legislativo en una suerte de aliado del gobierno y no, como debería ser, en ojo de los ciudadanos. El Ejecutivo manda por encima de todo. Los gobiernos no escuchan a los ciudadanos, los parlamentos no están atentos a las demandas y los problemas de la sociedad y ya nadie se somete a las reglas de transparencia. Ello conduce al autor de El buen gobierno a afirmar que si bien los poderes son elegidos democráticamente, estos no gobiernan de forma democrática. La semilla del mal no es entonces la llamada “crisis de la representación” sino, objetivamente, “la crisis del mal gobierno”. Pierre Rosanvallon propone en este ensayo un reordenamiento de la relación entre gobernantes y gobernados y la creación de comisiones democráticas independientes con la sociedad civil como operadora central de la supervisión de la calidad democrática. Con este libro, Pierre Rosanvallon concluye un ambicioso trabajo de reflexión histórica iniciado hace diez años con la publicación de La contra democracia, seguido por La legitimidad democrática, La sociedad de los iguales. Estos libros, junto con El buen gobierno, sintetizan las grandes mutaciones democráticas contemporáneas al tiempo que, cada uno a su manera, apunta hacia las transformaciones negativas que han conducido a lo que Rosanvallon llama hoy “la democracia atrofiada”.
–Su libro El buen gobierno culmina un recorrido sociológico, filosófico e histórico sobre la democracia que se extiende a lo largo de diez años. ¿Qué ha cambiado en el curso de esta década?
–En primer lugar, estoy muy feliz de volver a Buenos Aires por cuarta vez en diez años. Buenos Aires en un lugar intelectual muy vivo. Para mí, es muy importante que mi trabajo sobre la democracia no se limite únicamente a la reflexión sobre Europa. Mi trabajo se ha enriquecido mucho mediante la comprensión de otros terrenos. América latina es para mí un terreno de reflexión central sobre la democracia. Con respecto a la pregunta, lo que cambió fue la situación en Europa, la cual evolucionó hacia un cierre de las democracias, hacia el ascenso de las extremas derechas y hacia un repliegue de las sociedades sobre si mismas. Los elementos de la crisis de la democracia que había diagnosticado hace 10 años se fueron reforzando y radicalizando. Por consiguiente, hoy es más que nunca necesario reflexionar acerca de la situación actual de la democracia y encontrar los medios de mejorarla y sacarla del camino sin salida en el cual se encuentra.
–Usted llega a la Argentina para presentar un libro muy oportuno, El buen gobierno, y además en un momento de transición democrática histórica: un gobierno de otra tendencia que llegó al poder a través de un proceso también histórico para esa corriente política. En este contexto, su libro plantea como punto central la relación entre gobierno y gobernados y la falla sísmica que se sitúa entre ambos.
–Hasta ahora, la mayoría de las reflexiones sobre la democracia se concentraron en los problemas de representación, la mala representación. Creo que hemos ingresado en régimenes políticos en los que hay que reconocer que el poder central suplantó al Poder Legislativo. Sin embargo, la democracia fue concebida para que se instalara un poder parlamentario representativo. Debemos hacer que ese poder Ejecutivo participe de la democracia porque ahora está participando a medias en la democracia. El Poder Ejecutivo forma parte de la democracia mediante el sufragio universal que elige al jefe del Estado. Pero es sólo un permiso para gobernar que no está acompañado ni de un código de circulación, ni de una escala de sanciones. El gran problema de nuestras democracias consiste en que tenemos una democracia electoral, lo que yo llamo una democracia autorizada, pero no contamos con una democracia de ejercicio.
–Lo que renueva el análisis de la democracia en su trabajo es la originalidad analítica que usted introduce cuando se refiere a que no existe una teoría democrática sobre la acción gubernamental.
–Exactamente. Hay teorías sobre las instituciones, pero no existe una teoría democrática sobre la práctica. Creo que los ciudadanos se dan cuenta de que lo que está en tela de juicio no son las instituciones sino los comportamientos políticos. Por eso es preciso que los comportamientos políticos participen de la democracia.
–En ese sentido, usted afirma algo muy fuerte, que va en contra de las ilusiones o certezas: “No estamos gobernados de forma democrática”.
–El fin de las dictaduras y la irrupción del sufragio universal fueron un progreso fundamental. Pero es solo la mitad del camino y hay que completarlo. Si no lo hacemos veremos que, al igual que en muchos países, si bien se pasó a la etapa de la democracia electoral, la situación se quedó en esa fase y, por consiguiente, asistimos a la instalación de democracias autoritarias. Es el caso de la Rusia de Putin, de la Turquía de Erdogan.
–En lo que atañe a las democracias occidentales, usted las identifica como “democracias atrofiadas”, marcadas por un desencanto. Pocas personas adhieren a los partidos políticos o a los sindicatos porque estos no representan más el núcleo de acción social.
–Los partidos políticos fueron instituciones que desempeñaron el papel de intermediarios entre la sociedad y el poder, representaban a la sociedad ante el poder. Hoy ocurre todo lo contrario. Los partidos políticos no cumplen más una función ascendente sino descendente. Hoy vemos cada vez más cómo los partidos políticos defienden la acción del gobierno si están en la mayoría, o si no la critican. Pero esa función de intermediario, de representante, casi no existe más. Por eso uno de los grandes problemas de la democracia consiste en encontrar fórmulas alternativas de representatividad. Este término de representatividad o representación tiene dos sentidos distintos: un representante puede ser un delegado, pero representar quiere decir tornar presente en el debate social las realidades vividas por los ciudadanos. Diría entonces que la representación por delegación funciona más o menos bien, pero la representación de los problemas en el debate público está mucho más atrofiada. Es esencial concebir la democracia no sólo como una legitimidad para instalar una institución, sino como la legitimidad del comportamiento democrático de la institución.
–Otro de los grandes límites democráticos que usted plantea es el del Poder Legislativo. Usted demuestra que el Poder Legislativo ha dejado de cumplir su función porque está de rodillas ante el gobierno.
–En una sociedad moderna el poder dirigente es el poder de la acción cotidiana. Le compete al Parlamento poner en funcionamiento reglas generales, pero la ley ha cambiado de naturaleza. Antes había una distinción entre la ley como gran principio general y la acción cotidiana del poder que consistía en administrar casos particulares y cotidianos. Hoy, ambos están mezclados y es por eso por lo que los parlamentos tienen menos autonomía que antes en la producción de la ley. La ley dejó de ser un conjunto de reglas generales para convertirse en un conjunto de reglas particulares. El Parlamento ha dejado entonces de desempeñar el papel que debe tener. El papel del legislador en el Parlamento se debilitó y su función de controlador, de supervisor, de evaluador, no ha emergido con suficiente fuerza. Lo que esperamos del legislador y del Parlamento es que desempeñe todos estos roles con la sociedad civil.
–En cierta manera, hasta los parlamentos son menos democráticos.
–Efectivamente. Debemos democratizar el Parlamento y esto equivale a que todo un conjunto de prerrogativas parlamentarias, controlar, supervisar, evaluar, que son atribuciones muy antiguas del Parlamento, sean ejercidas por el Parlamento y también por la sociedad civil.
–Esa carencia conduce al paradigma que se plasma entre el momento de la elección y el momento del ejercicio del poder. Lo hemos visto en Francia en las dos últimas elecciones. Nicolas Sarkozy decía “trabajar más para ganar más” y François Hollande afirmó que su enemigo era “la finanza”. A final, una real tomada de pelo a los electores.
–Aquí hay una contradicción estructural de las democracias. La democracia reposa sobre la posibilidad de tener un pluralismo, es decir, sobre la competición electoral. Pero el problema de la competición electoral radica en que provoca una inflación de promesas. Podemos decir que la competición política funciona de forma muy distinta a la de la competición económica. La competencia económica hace bajar los precios, la competición política hace subir las promesas. Para tener éxito en una campaña electoral hay que saber poner de lado los problemas molestos, pronunciar discursos contradictorios ante poblaciones diferentes, hay que saber seducir. Sin embargo, cuando se trata de gobernar, la realidad nos golpea en pleno rostro. Esta contradicción está en el corazón de la desmoralización de los ciudadanos. La sociedad asiste permanentemente a la ampliación del foso entre el mundo del discurso de las campañas electorales, y el discurso del gobierno.
–¿Cómo salir de esa disyuntiva?
–Se trata de una contradicción muy grave que ocupa un lugar central en la crisis de la democracia. A partir del momento en que se reconoce que existe la competición electoral y que ésta forma parte de la vida de la democracia, existe también el riesgo de que el foso se siga ampliando. Para evitarlo, debe progresar el sentido de hablar con sinceridad en lugar de las promesas. Hablar con la verdad es uno de los elementos de la construcción de la confianza. Creo que necesitamos comprender que la democracia reposa sobre instituciones formales y, también, sobre instituciones invisibles. Existen tres instituciones invisibles: la confianza, la legitimidad y la autoridad. Tal vez, la más importante sea la confianza porque es ella la que le permite a un gobierno ser eficaz. La confianza significa que se puede plantear una hipótesis sobre el comportamiento futuro de una persona. Para que esto sea posible es preciso que la palabra no se mueva. Si la palabra pasa de la palabra del candidato a la palabra del gobernante, construir la confianza es imposible. Ya no podemos esperar esta virtud de los dirigentes políticos. Creo que los ciudadanos deben intervenir con fuerza para poner en tela de juicio estas conductas.
–Hoy, muchos pensadores, sobre todo del campo digamos progresista, hablan del fin de la democracia, se refieren a que estamos en un período de post democracia. ¿Usted coincide con este análisis?
–No. Creo que el término post democrático es inadaptado. Podemos más bien hablar del ingreso a un período post electoral de las democracias, lo que no es lo mismo. Post democracia es un juicio negativo según el cual toda la vida electoral no es más que una fachada y que, en el fondo, vivimos en un mundo que ha dejado de ser democrático. No se trata de eso. Creo, sí, que hoy asistimos al límite de la dimisión electoral de la democracia. La primera gran conquista de la democracia fue la organización electoral, la organización de una elección abierta y pluralista. Ahora tenemos ante nosotros la segunda revolución democrática, estamos ante el umbral de esa segunda revolución. El problema consiste en saber si somos conscientes de ello y si somos capaces de formular los elementos. Esa es la meta de mi libro: una suerte de guía para entrar en la edad de la segunda revolución democrática.
–En ese orden de ideas, usted impugna el poder de la persona, su efecto mediático, por encima de los programas, o sea, los contenidos de la oferta democrática. Ello conduce al razonamiento implacable: los dirigentes, una vez electos, no actúan de forma democrática.
–Sí, efectivamente. Los dirigentes políticos son electos democráticamente pero hay que hacerlos ingresar en un funcionamiento democrático. La democracia tiene dos dimensiones: la nominación, o sea la elección, y el funcionamiento. Necesitamos una democracia de funcionamiento, lo que no es el caso hoy. Evidentemente, si reducimos la democracia a la mera elección podemos tener una visión muy pesimista porque, a menudo, las elecciones están manipuladas y producen avances limitados. Pero hay que tener en cuenta que la democracia no puede limitarse a este momento electoral. La democracia debe ingresar en la segunda fase de la construcción democrática. Por ello tengo una mirada critica y severa sobre el estado de las democracias y, al mismo tiempo, al diseñar un nuevo horizonte para la vida democrática, mi optimismo presente puede ir acompañado de un optimismo hacia el futuro.
–Aquí llegamos a otro de los fundamentos de su ensayo: las propuestas. Su actor central es la sociedad civil y una serie de ideas que van hasta la creación de un Consejo consagrado al funcionamiento democrático.
–Podemos evocar perfectamente la necesidad de instaurar un cuarto poder. Hoy tenemos el por Ejecutivo, que es el más importante, el Poder Legislativo, y el poder imparcial, que es el Poder Judicial y que también puede ser el poder de una autoridad independiente, por ejemplo las cortes constitucionales. Pero se requiere un cuatro poder de control, de vigilancia y de avaluación que debe contar con instituciones. Estas pueden ser permanentes como la Corte Constitucional, cuyo rol es supervisar que la ley sea conforme con los principios generales del funcionamiento la sociedad. Pero también se puede crear un Consejo del funcionamiento democrático que vigila la calidad democrática de los gobernantes. No es todo. Este mecanismo de control debe también basarse en las intervenciones ciudadanas directas. En este cuarto poder hay una parte que puede institucionalizarse, por ejemplo el consejo del funcionamiento democrático, y otra parte que podría ser la creación de comisiones públicas, una suerte de pequeñas asambleas temporales compuestas por ciudadanos elegidos mediante un sorteo, por representantes de asociaciones o expertos. En este tipo de instituciones la noción de sorteo es importante porque va más allá de la democracia participativa. La esencia del sorteo consiste en probar que todos pueden tener un lugar. El sorteo valoriza a los ciudadanos anónimos. Por ello es importante otorgarle un lugar a la vez práctico y moral. En paralelo a la institucionalización de este cuarto poder es preciso igualmente que ese cuarto poder repose sobre nuevas instituciones. La democracia electoral elaboró su modo de funcionamiento con los partidos políticos. Los partidos políticos organizaron la democracia electoral. Ahora bien, para organizar este cuarto poder, esa democracia de ejercicio, hacen falta organizaciones ciudadanas de un nuevo tipo.
–Los partidos políticos están muy poco mencionados en su libro...
–Y sí... Como se han especializado en la gestión de las campañas electorales, en la selección del personal político, tienen muy poco espacio en esta democracia de ejercicio.
–¿Y Podemos en España o Syriza en Grecia se acercan a este modelo?
–No, es diferente. Podemos es una renovación interna de los partidos políticos. Podemos quiso ser un partido político de nuevo estilo. Esto es algo positivo, desde luego. Syriza es lo mismo. Se trata de una renovación de la vida partidaria. Sin embargo, la emergencia de nuevas instituciones ciudadanas no cumplen la función de renovar los partidos políticos. Se trata de renovar las fuentes de la democracia, de redefinir la noción clásica de tomar el poder. Antes, tomar el poder quería decir poner a la cabeza del poder a una persona en quien se deposita la confianza. Esa es la definición de la democracia electoral. Pero la verdadera toma del poder consiste en que la vida misma del poder no sea distante, que su funcionamiento, sus acciones, estén permanentemente bajo el ojo del ciudadano. Durante la Revolución Francesa, el símbolo más permanente fue el ojo del pueblo.
–Vuelvo a su fórmula de democracia de ejercicio. En ella, usted introduce tres condiciones: la visibilidad, la responsabilidad y la reactividad.
–Reactividad hay que entenderlo como un poder que escucha a la sociedad y que toma en cuenta su opinión de manera permanente y no sólo en los períodos de campaña. Quiere decir igualmente la organización de formas de deliberación pública, organizar un va y viene permanente entre el poder y la sociedad. Visibilidad y transparencia corresponden al hecho de que sentirse dominado por un poder equivale a estar ante un poder opaco. El Euro grupo, por ejemplo, es el prototipo del poder opaco, que funciona como una caja negra. La democracia es un poder visible, con un funcionamiento transparente de las instituciones.
–¿Acaso el otro gran drama de la democracia o se sitúa en la desigualdad compulsiva entre el ciudadano y los actores del sistema financiero ?. Un ejemplo, en Francia, empresas que tienen dos o cuatro empleados pagan más impuestos que Facebook o Google. Evasión fiscal, corrupción, privilegios monárquicos, paraísos fiscales, fondos buitres. Todo esto es altamente tóxico para la democracia.
–La lucha contra la corrupción está en el corazón de la democracia. La corrupción es el secuestro de un bien público por un interés privado. La corrupción también corrompe las instituciones porque estas dejan de servir el bien público para servir a los intereses privados. La democracia es el reino del interés público. La corrupción es el veneno de la democracia. En los dos ejemplos que usted da, no hay que ser del todo pesimistas. Los Estados han tomado conciencia de todo lo que les cuesta la evasión fiscal y la corrupción.

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sábado, 28 de noviembre de 2015

CAPITALISMO, UN SISTEMA DE EXPLOTACIÓN.

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En los últimos 20 años el 1% más rico de la población duplicó su riqueza y el 0,1% más opulento, la triplicó. La relación entre los ingresos de los gestores de las empresas y los subalternos de las mismas pasó de una proporción 30/1 en 1970 a 350/1 en 2010. Mientras, según la OCDE, en el periodo 1970-2010 las tasas de desempleo se dispararon en la misma proporción en que se hundieron los salarios. Pero dado que el mecanismo principal con el que actualmente cuentan los países centrales es la fiscalidad, la gran cuestión es cómo se ha repartido la carga impositiva en las últimas décadas. Jorge Negro pone el ejemplo de Gran Bretaña, donde en 1940 el tipo marginal máximo sobre la renta se situaba en el 100%, y se mantuvo en torno a esa cota hasta que Thatcher llegó al poder en 1980. También con el Thatcherismo los días de huelga por cada mil empleados cayeron en picado, al igual que la inflación. Los economistas neoliberales hubieran considerado “confiscatoria”, hoy, la fiscalidad máxima sobre la renta (tipos marginales) en Estados Unidos: el 80% en 1920 y en torno al 90% durante la segunda guerra mundial.


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CAPITALISMO, UN SISTEMA DE EXPLOTACIÓN.

El activista del Frente Cívico, Jorge Negro, imparte una Conferencia sobre la vigencia de “El Capital” en el siglo XXI.

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Enric Llopis.

Rebelión sábado 28 de noviembre del 2015.


Durante su naufragio, Robinson Crusoe –el personaje alumbrado por Daniel Defoe en 1719- logró salvar alguna herramienta, ropas escasas, una Biblia, lápices y una libreta. Al día siguiente, dado que quería permanecer vivo, se vio obligado a dotarse de los medios de producción para obtener de la naturaleza los bienes necesarios. Como buen ilustrado, organizó a conciencia su jornada laboral: tiempo para la pesca, obtención del agua, confección de la ropa, descanso… Requería una cantidad ingente de trabajo para sobrevivir, en una situación de autoconsumo y escasez crónica, dado que se hallaba solo en la isla. Tampoco podía guardar los excedentes. Pero las cosas cambiaron con la aparición del segundo personaje, Viernes. Surgieron entonces los problemas de convivencia, la ética y la política, que no tenían lugar en la isla primigenia. El dilema de Robinson Crusoe consistía en plantearle a Viernes la cooperación entre personas libres o, por el contrario, una relación asimétrica, de desigualdad, en la que sólo Viernes trabajara y provisionara la subsistencia de los dos.

Una obra vasta y compleja como “El Capital” de Marx tiene esta disyuntiva como sencillo punto de partida. El activista, graduado en Filosofía, miembro del Frente Cívico y promotor de seminarios de lectura sobre Pensamiento Político y Social, Jorge Negro, ha ahondado en la vigencia de las reflexiones de Marx en una conferencia titulada “El capital: una reflexión para el siglo XXI”, organizada por el Frente Cívico-Valencia y el sindicato estudiantil Acontracorrent. Uno de los sentidos de la lectura de “El Capital” aparece condensado en la frase del escritor Stefan Zweig: “Una ley inexorable de la historia impide a los seres humanos ser conscientes a los actos que dan forma a su época”.

Jorge Negro recuerda la importancia que en la obra de Marx adquieren los “modos de producción”, entendidos como la forma dominante en que la sociedad organiza la producción, reparte la riqueza y gestiona los excedentes para reproducir el orden social. Si pretende transformarse el mundo de manera eficiente, añade, “no es suficiente con los cambios de tipo moral”. “No se producirá un cambio social duradero si no cambian los medios de trabajo, la división laboral, la ciencia y la técnica, por tanto, es necesario modificar el sistema productivo”, explica.

El capitalismo, según una de sus definiciones canónicas, de la época de Adam Smith, es un sistema productivo que se impone por su capacidad (utilidad social) de proveer y repartir riqueza en una sociedad de mercado con una amplia división del trabajo. Teóricamente, el mercado regula los intercambios según la ley de la competencia, al tiempo que se da una libertad de elección absoluta entre empresa, trabajadores y consumidores. “Hasta que llega una crisis y estropea este modelo teórico”, recuerda Jorge Negro. Además, cuando los “desajustes” entre la oferta y la demandan llevan a un exceso de capital, “los estados suelen resolver el problema mediante la guerra”.

El presidente del PP en Cataluña durante cinco años, vicepresidente del Parlamento Europeo durante una década y exdirigente de la formación ultraconservadora Vox, Alejo Vidal-Quadras, señaló nítidamente en un mensaje a través de twitter los límites morales del sistema capitalista: “Por sorprendente que suene, la opulencia y la extravagancia de una minoría selecta es la condición indispensable para el progreso general”. Pero no es el único paladín del capitalismo que revela su pensamiento profundo. El geógrafo marxista David Harvey recuerda que Alan Budd, uno de los asesores de Margaret Thatcher, confesó en un descuido que las políticas antiinflacionistas de los años 80 resultaron ser “una muy buena forma de aumentar el desempleo, e incrementar el paro fue una forma extraordinariamente atractiva de reducir la fuerza de la clase trabajadora… Lo que se diseñó allí fue en términos marxistas una crisis del capitalismo que volvió a crear un ejército de reserva del trabajo, que ha permitido a los capitales generar grandes beneficios desde entonces”. Otra reflexión “inconfesable” la formuló el archimillonario Warren Buffet (tercera fortuna mundial en 2015 con un patrimonio de 64.400 millones de dólares, según la revista Forbes): “Por supuesto que hay una lucha de clases, y es mi clase, la de los ricos, los que la están librando y vamos ganando”.

Pero más allá de planteamientos teóricos y afirmaciones descaradas, el capitalismo se define, según Jorge Negro, como “un sistema de competencia perverso, que esconde sus reglas tras la opacidad del mercado; además, genera violencia, desigualdad y miseria”. Por otro lado, “cosifica y vuelve competidores a sus víctimas, los trabajadores”. Uno de los elementos que invariablemente se repiten en el sistema económico capitalista es la crisis, que se resuelve históricamente mediante el desempleo, la desposesión, la concentración de capital, una creciente explotación y el subconsumo.


Ya durante la primera revolución industrial, la economía capitalista manifestó unos efectos destructivos que atacaban, incluso, los pilares del liberalismo político. Jorge Negro subraya que entre 1750 y 1790, “como consecuencia de décadas de expolio”, se produjo una manifiesta disminución de la estatura en la población europea. Entre los varones ingleses, la talla media de 1,75 metros en 1750 pasó a 1,70 en el año 1790 (entre las mujeres pasó de 1,72 a 1,64). La tendencia fue general en el viejo continente, salvo en países como España, eminentemente agrarios y pobres, donde la media se mantuvo en 1,63 metros. La talla media en Francia pasó de 1,65 (1790) a 1,63 (1790) y a 1,56 en el año 1832.

En los últimos 20 años el 1% más rico de la población duplicó su riqueza y el 0,1% más opulento, la triplicó. La relación entre los ingresos de los gestores de las empresas y los subalternos de las mismas pasó de una proporción 30/1 en 1970 a 350/1 en 2010. Mientras, según la OCDE, en el periodo 1970-2010 las tasas de desempleo se dispararon en la misma proporción en que se hundieron los salarios. Pero dado que el mecanismo principal con el que actualmente cuentan los países centrales es la fiscalidad, la gran cuestión es cómo se ha repartido la carga impositiva en las últimas décadas. Jorge Negro pone el ejemplo de Gran Bretaña, donde en 1940 el tipo marginal máximo sobre la renta se situaba en el 100%, y se mantuvo en torno a esa cota hasta que Thatcher llegó al poder en 1980. También con el Thatcherismo los días de huelga por cada mil empleados cayeron en picado, al igual que la inflación. Los economistas neoliberales hubieran considerado “confiscatoria”, hoy, la fiscalidad máxima sobre la renta (tipos marginales) en Estados Unidos: el 80% en 1920 y en torno al 90% durante la segunda guerra mundial.

¿Cuáles son los problemas globales generados por el capitalismo en el siglo XXI? Es la cuestión a la que trata de responder el seminario del Frente Cívico. El estancamiento en el crecimiento de la economía, las desigualdades sociales disparadas, el “saqueo” de lo público, la violencia global, la corrupción y las “puertas giratorias”. “Los estados son meros consejos de administración de las empresas, como ya advertía Marx en 1862”, resume Jorge Negro. La posibilidad que le quedaría al capitalismo para legitimarse, opina el activista, es garantizar el crecimiento económico, una moneda sólida y la equidad social, aunque “la tendencia es la contraria”. El diagnóstico apunta a la consolidación de un libre mercado no violento en los países centrales del sistema capitalista, con una politización oligárquica de la economía y una “des-democratización” de la vida pública. Éste es a grandes rasgos el panorama, al que cabría agregar una atomización de la vida social.

A los ciudadanos, partidos y movimientos antagonistas con el sistema se les presentan tres “alternativas”: la espera de un improbable “colapso” capitalista (advierte Jorge Negro que no se cumplieron las expectativas de Marx, y que la economía capitalista ha demostrado contar con mecanismos de “ajuste” que le han permitido sobrevivir). La segunda opción consiste en “adaptarse” (la población) a la posibilidad de una dictadura planetaria, desarrollada por una plutocracia que controle los recursos vitales (energía, agua potable, bosques…). Por último, es posible imprimir coherencia y unidad a la lucha de los desposeídos, lo que debería apuntar a un cambio en la base material del modo de producción capitalista, sus mecanismos de desposesión y la propiedad privada de los recursos naturales, la ciencia y la tecnología. “Un desafío extraordinario”, concluye Jorge Negro.

¿Cuáles son los elementos vigentes de la lectura de “El Capital”? Marx desarrolla su análisis (sobre todo en el libro I de “El Capital”) para un capitalismo nacional acotado; hoy se han modificado las fronteras y los límites de ese acotamiento, pero las reglas con las que funciona el capitalismo son las mismas, explica el activista del Frente Cívico. “El patriarcado, la prostitución o la explotación infantil más brutal, que en el siglo XIX se escondían en la trastienda de los talleres domésticos, hoy se han tratado de invisibilizar; en el caso de la prostitución y las drogas, se han sacado a las rotondas y los polígonos industriales, pero la explotación también se ha desplazado a los países de la periferia del sistema: donde no la veamos”. En resumen, “40 años de neoliberalismo han puesto en tela de juicio el contrato social”. Y lo ha hecho en todo el planeta, donde mil millones de personas viven con menos de un dólar al día. ¿Tienen conciencia de clase? Sostiene Jorge Negro que el sistema “es tan perverso que los niveles mayores de conservadurismo se hallan en muchas ocasiones en las clases más desposeídas, como los parias de India”. “No pueden permitirse el hecho de enfrentarse al sistema; no hay filosofía sin la barriga llena”, concluye.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.


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