martes, 5 de enero de 2016

LA IZQUIERDA DEL SIGLO XXI ES ANTINEOLIBERAL.

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La Izquierda del siglo XXI es antineoliberal?. Pero con Programas, alternativas o plataformas políticas alternativas de clase o simplemente alternativas democráticas?.-  Brasil, Argentina, Venezuela, Ecuador, Uruguay, Bolivia,  países con gobiernos de izquierda democrática, progresistas e incluso el caso de Venezuela con programas de gobierno post-neoliberales – ubicados en la doctrina del Socialismo del Siglo XXI -, opinión que se ha venido manejando en América Latina – en los círculos académicos, en los centros de información de los respectivos procesos políticos, en la propia manifestación presidencial en los Certámenes Internacionales o en los Foros Internacionales como el Foro Social Mundial de Porto Alegre (Ahora en poder de las ONGs y Movimientos Sociales) – y ahora cuando, algunos pensadores muy respetables en América Latina, comienzan a cuestionar y unos pocos expresan que el “ciclo progresista llegó a su fin”. Nos preguntamos: los gobiernos neoliberales – desde los más moderados, responsables, democráticos (Uruguay, Ecuador, Chile) pasando por los de “centro”, con políticas sociales que han generado efectos muy importantes en la sociedad (Brasil, Argentina) hasta los más radicales, de izquierda revolucionaria como Bolivia, Venezuela, en sus programas de gobierno, en sus plataformas de lucha y los sucesivos triunfos democráticos, “Tocaron o NO el Estado”, cuestionaron el carácter del Estado actual – entre los resabios del viejo populismo asistencialista – dependentista de los 80’ del siglo XX – y la imposición de las políticas neoliberales, los 90’ y las políticas del Consenso de Washington, que destrozaron ese modelo – y tampoco lograron tener un “modelo ideal de Estado” para América latina, que el  propio Fukuyama, NO estaba de acuerdo por haber sido “reducido” en su tamaño y ellos – los neoliberales – planteaban su “privatización y modernización”.
Dos derrotas políticas y un proceso anti-político en marcha de destitución Presidencial, hoy están presentes en Nuestra América;  Argentina (gobierno) y Venezuela (Asamblea Nacional, llamado el “Parlamento burgués) y Brasil un proceso golpista en marcha desde la Cámara de Diputados (pero increíble un movimiento de corruptos – demostrado, con hechos comprobados de corrupción de lavado de dinero y cuentas ilegales en paraísos fiscales (Suiza) – contra otros corruptos en el gobierno (algunos de ellos ya en la cárcel). La situación de Bolivia, es totalmente diferente, desarrollando un Proyecto Político Histórico del Socialismo Andino, del “buen vivir”, el crecimiento macro-económico, base y fuente del desarrollo económico-social sustentable – de protección y defensa de la Madre Tierra (La Pacha Mama).  Pero el Tema Central de hoy es Argentina un gobierno de la derecha política-empresarial que en el transcurso de 20 días está liquidando lo que se avanzó en más de 10 años de gobierno “progresista” de los Kirchner  y volvemos a preguntarnos las políticas sociales muchas de ellas exitosas, han continuado el proceso social y político y las transformaron en Políticas de Estado o simplemente estas políticas sociales – curaron las heridas sociales (el hambre, la pobreza) de la población necesitada, solo por un tiempo y cuanto más hay que preguntar, pero sólo una final, el movimiento político en el Gobierno, es decir “El Frente por la Victoria” – rompió o no con las tendencias presentes de corrupción, oportunismo, transfuguismo y otras lacras sociales y políticas que hoy la derecha las acusa y se las pone como propiedad del gobierno?.

Venezuela es absolutamente distinto desde el punto de vista político- hoy es un escenario de escenarios de las clases y la lucha de clases – en su máxima expresión política, aquí no hay lugar y menos terreno para posiciones políticas neutrales. Es la lucha política de clases entre un gobierno con programa político post-neoliberal – el neoliberalismo fue atacado en sus raíces por las políticas del Comandante Chávez – y el sistema tradicional fue defendido primero por golpistas, posteriormente ante su derrota optaron por la no participación y años después cuando el imperio impuso la guerra económica – aisló y combatió a Venezuela en todos los Foros Nacionales e Internacionales – hasta terminar con la guerra contra los precios del petróleo, la fuente principal de ingresos del gobierno y los Programas Sociales y Revolucionarios. En Venezuela si se atacó políticamente al viejo estado, generado por años de políticas neoliberales desde el Consenso de Washington, hasta la llegada al Poder del Presidente Chávez. La Pregunta es si el Presidente Maduro, tuvo la capacidad política de saber continuar esta gran reto político e histórico o no tuvo la suficiente sabiduría e inteligencia para continuar el proceso y por el contrario cayó en el populismo político y social y combinado con la crisis económica impuesta desde fuera - hoy es derrotado por la derecha más radical – y hambrienta de poder de América Latina – por la sencilla razón, que el imperio – no puede darse el lujo, de perder otro país en América Latina, es decir otra Cuba – y por ello su apoyo a la oposición política por mil formas y caminos para traerse abajo el proceso político Bolivariano? En un país mega-diverso y con recursos naturales de gran necesidad para la humanidad en el presente siglo. Lo que hoy vemos en Venezuela, es el escenario político entre dos sistemas, dos modelos históricos, dos alternativas políticas de clase. Socialismo del Siglo XXI – nos guste o no (la revolución o es copia ni calco, es creación heroica de los pueblos) y el neoliberalismo – su doctrina única, su dios mercado, su veneno corrupto en las instituciones, que se juega su última “carta política” y como siempre camuflado, escondido hoy en la supuesta reconquista política e histórica de la Democracia, la Libertad y los Derechos Humanos. La burguesía anti-nacional, en absoluta dependencia del imperio,  con el “rostro” muy bien sofisticado y pintado,  hablando de Democracia. Pero qué Democracia?.


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LA IZQUIERDA DEL SIGLO XXI ES ANTINEOLIBERAL.
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Emir Sader.

La Jornada domingo 3 de enero del 2016.

La izquierda realmente existente es una categoría histórica, que varía conforme las condiciones concretas de lucha. Ya fue una izquierda de clase contra clase, que incluía a corrientes anarquistas, socialistas y comunistas. Ya fue antifascista, conforme las corrientes de ultra derecha se fortalecían, especialmente en Europa. Ya fue democrática y popular, socialista, conforme las fuerzas propias que tenía y los enemigos a enfrentar.

Conforme el capitalismo ha ingresado en su era neoliberal y ha asumido la centralidad de las tesis del libre comercio, de la mercantilización, se planteó a la izquierda el desafío de la ruptura con el modelo neoliberal y la construcción de alternativas superadoras de ese modelo, que se han denominado posneoliberales.

Hace década y media esa perspectiva no estaba clara. las ONG, algunos movimientos sociales e intelectuales planteaban la lucha en el nuevo periodo como una lucha anti-política, anti-Estado, anti-partidos, proponiendo como su centro una sociedad civil, con límites no claramente definidos frente al liberalismo. Proponían que los movimientos populares mantuvieran una autonomía respecto a la política, al Estado, a los partidos. Han impuesto esa orientación como predominante en los foros sociales mundiales, con algunos movimientos como los piqueteros argentinos y los zapatistas mexicanos, como los ejemplos de esa orientación.

Una década y media después, el campo de lucha quedó mucho más claro, no sólo teóricamente, sino principalmente en el campo político concreto. Las fuerzas que se han fortalecido –especialmente en América Latina, pero también en Europa – han sido las que han centrado su lucha en la superación del neoliberalismo. Han redefinido el papel del Estado, en lugar de oponerse a él. Han recuperado el lugar de la política y de los partidos, en lugar de rechazarlos. Tesis como las de Tony Negri y de John Holloway sobre el carácter reaccionario del Estado y la posibilidad de transformar el mundo sin tomar el poder, entre otras, personificaban esas teorías, que han quedado superadas por la realidad, mientras el FSM se ha vaciado en manos de las ONG.

Son los gobiernos que han logrado un inmenso proceso de democratización social, en países como Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador, eligiendo y reeligiendo gobiernos con amplio apoyo popular, los que han surgido como las referencias de la izquierda en el siglo XXI. Han logrado la hazaña de avanzar a contramano de las corrientes predominantes en el capitalismo en escala mundial, disminuyendo la miseria, la pobreza, la desigualdad y la exclusión social.

Se han proyectado así como el eje y la referencia de la izquierda en escala mundial, con líderes reconocidos como Hugo Chávez, Lula, Néstor y Cristina Kirchner, Pepe Mujica, Evo Morales y Rafael Correa, entre otros. La realidad concreta ha probado quien tenía razón en el debate sobre la naturaleza de la izquierda en el nuevo periodo histórico.

Mientras esos liderazgos se han afirmado, las que debieran ser las referencia han desaparecido –como es el caso que debiera ser paradigmático del autonomismo piquetero– o han quedado reducidos a la intranscendencia, como es el caso de los zapatistas. Todo ha pasado sin que los intelectuales que han propuesto a esa vía como alternativa hayan mínimamente hecho un balance de ese fracaso. Como son intelectuales desvinculados de la práctica política concreta no tienen responsabilidades por lo que han escrito ayer y se dedican a otras tesis.

Muchos de ellos, fracasadas las tesis autonomistas, se han dedicado a la crítica de los gobiernos que han avanzado concretamente en la superación del neoliberalismo. Sin captar el carácter nuevo de esos gobiernos, los han tildado de traidores, de extractivistas, de neodesarrollistas, muchas veces aliándose con la derecha –la verdadera alternativa a esos gobiernos– contra las fuerzas progresistas en esos países. No han captado la naturaleza esencialmente antineoliberal de esos gobiernos. Algunos intelectuales, latinoamericanos o europeos, pretenden ser la conciencia crítica de la izquierda latinoamericana, con sus posiciones desvinculadas de las luchas y las fuerzas concretas, sin que sus tesis hayan desembocado en la construcción de ninguna fuerza alternativa. Las opciones a los gobiernos posneoliberales –como queda claro en Venezuela, en Argentina, en Brasil, en Uruguay, en Bolivia, en Ecuador– siguen siendo las viejas fuerzas de la derecha, mientras que las posiciones de ultra izquierda siguen en sus posturas críticas, sin ninguna injerencia en las luchas concretas. No por acaso sus defensores son intelectuales, que hablan desde sus cátedras académicas sin ningún arraigo en las fuerzas sociales, políticas y culturales reales.

Mientras tanto, los únicos gobiernos que han avanzado en la superación de las políticas de centralidad del mercado, de eliminación de los derechos sociales, en la subordinación a la hegemonía imperial estadunidense, han sido los que han sabido definir la centralidad de la lucha contemporánea como la lucha antineoliberal.

No sólo en América Latina, incluso en Europa, la definición de la centralidad de las luchas contemporáneas de la izquierda alrededor de la superación del modelo neoliberal, se impone, sea en España, en Portugal, en Grecia, con la conciencia de que al lucha contra la austeridad es la forma que asume en Europa la lucha antineoliberal, relegando otras posiciones a los libros y a las cátedras académicas.

Incluso en el momento en que gobiernos posneoliberales enfrentan dificultades reales para pasar de la primera a una fase más avanzada de sus luchas, las posiciones ultra izquierdistas, que hablan del fracaso de esos gobiernos, no explican su propio fracaso, al no lograr construir ninguna fuerza alternativa a esos gobiernos, lugar ocupado por fuerzas de derecha. Hablan de fin de ciclo, cuando lo que se presenta no es la superación de un ciclo, sino formas de recomposición conservadora, de retroceso neoliberal, que no superan un ciclo, sino, al contrario, se proponen retroceder a un ciclo anterior.

La izquierda del siglo XXI es, así, antineoliberal: es la que logra construir fuerzas concretas, alternativas bajo la forma de gobiernos, de plataformas, de grandes liderazgos contemporáneos. El resto son palabras que el viento lleva, sin cambiar ni la realidad y, al parecer, ni la cabeza de los que las escriben y son derrotados junto con ellas.

La historia de la izquierda contemporánea está escrita y protagonizada por los que logran avanzar en la construcción de alternativas concretas al neoliberalismo.


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