jueves, 30 de junio de 2016

ESPAÑA. 26J: EL BIPARTIDISMO SE REFUERZA POR LA DERECHA.

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Lo que viene ahora es un gobierno de la derecha con apoyos implícitos o explícitos del PSOE. Tienen que hacerlo bien, vestirlo adecuadamente y no dar sensación de gobierno de coalición, pero habrá acuerdo, al menos durante los dos próximos años. A pesar de lo que el stablishment vendió y ahora defiende con pasión, lo que viene es todo menos estabilidad política y social. Lo que nos espera ahora son los ajustes estructurales pendientes, es decir, los recortes en el gasto público, las enésimas reformas en el mercado laboral y, me temo, una nueva vuelta de tuerca en la delicada cuestión de las pensiones. La troika, no hay que olvidarlo, ha sido la otra gran vencedora estas elecciones y ahora exigirá su parte del botín.

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El bipartidismo resiste, pero por el lado derecho.

ESPAÑA. 26J: EL BIPARTIDISMO SE REFUERZA POR LA DERECHA.
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Manolo Monereo.

Cuarto Poder. Jueves 30 de junio del 2016.

A la memoria de Rudi Dutschke


Parecería que el problema central de estas elecciones ha sido el retroceso electoral de Unidos Podemos (UP). Más claramente, que el triunfo de la derecha tiene menos importancia que los resultados de UP. Es un viejo asunto, el enemigo peor es el más próximo; se hace política desde él y contra él sin importar la correlación real de fuerzas, las razones objetivas de los avances y los retrocesos y, en definitiva, en juzgar al mismo nivel a los que tienen el poder y a los que luchan contra él. Los resultados de UP deberían ser analizados con mucha precisión porque no fueron detectados por las encuestas, ni siquiera por las realizadas a pie de urna. Lo que pasó, se decantó en un momento final y no estaba asegurado desde el principio.

No es la primera vez que esto ocurre en España. Ya pasó en el 93 cuando fue elegido Felipe González. La gente se movilizó masivamente a pesar de la corrupción, del GAL y de la “cal viva” y volvió a premiar al PSOE, es decir, se votó “con la nariz tapada” y se ocultó el sentido del voto. Me temo que ahora ha pasado lo mismo: la derecha se ha movilizado plenamente y UP ha sido neutralizada. En el centro, una parte de nuestra cultura política que creíamos desaparecida y que siempre acaba siendo el resorte último del poder. Me refiero al miedo a la inestabilidad, a los cambios, a la ingobernabilidad. En la Transición a esto se le llamó ‘consenso’, que no era otra cosa que una alternancia pactada entre partidos dinásticos consentida por el poder.

Esto explica la razón última de la victoria del PP. Muchos no salen de su asombro: ¿cómo es posible que un partido, maquinaria perfecta de corrupción, haya vuelto a ganar las elecciones incrementando además votos y escaños? Porque ha ganado en sitios emblemáticos, en Madrid, en el País Valenciano, en Galicia, en Extremadura, en Andalucía… Lo más grave es que, en los últimos días, surgió el escándalo de un ministro del Interior, de Fernández Díaz, que mostraba en todo su esplendor en funcionamiento de las “cloacas” del Estado contra los enemigos políticos de la derecha. Ni por esas; volvieron a ganar y de qué manera. El otro gran asunto fue la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, presentada como una catástrofe universal y un mal absoluto que amenazaba nuestro futuro. Esto último, a mi juicio, jugó poderosamente para afianzar la cultura de la estabilidad y del consenso en torno a la derecha política, en torno al poder de verdad.

El PSOE ha ido a lo suyo. Se podría decir que hubo una perfecta división del trabajo de los partidos dinásticos turnantes. La derecha se polarizó poderosamente contra Unidos Podemos y el PSOE hizo el trabajo sucio por la izquierda a la hora de demonizar a UP. Susana Díaz, como siempre, lo expresó con mucha claridad: se ha vencido al enemigo populista y ese era el principal objetivo del PSOE. Este sigue bajando en votos y en escaños y renuncia de hecho a ser alternancia real al PP. Tarde o temprano, una vez conseguido su objetivo principal —neutralizar a UP— tendrá que resolver sus problemas internos y no parece demasiado segura la jefatura de Pedro Sánchez.

UP ha perdido, de los votos posibles, algo más de un millón. Supone un retroceso en un camino plagado de éxitos. Es pronto para entender lo que ha pasado. Hay diversos elementos que parecen haber contribuido a este resultado. Una parte de IU y de Podemos parecen no haber estado de acuerdo con la convergencia; la cuestión nacional y el derecho a decidir sigue siendo una cuestión compleja, no siempre bien resuelta en el imaginario social de los hombres y mujeres de UP. No sabemos con certeza qué importancia ha podido tener para los votantes de UP el miedo a la desestabilización o la desmovilización ante unas encuestas siempre vencedoras.

A la campaña de UP le ha faltado, a mi juicio, polarización y un discurso claro y nítido alternativo. Nos hemos polarizado con la derecha sin la fuerza necesaria y dejando sin respuesta, muchas veces, a los ataques permanentes del PSOE. No hemos sido capaces de construir una agenda alternativa a la del poder. Europa, mejor dicho, la UE, apenas si salió en el debate cuando estaba “cantado” que unos días antes de las elecciones se dirimía el Brexit, las grandes cuestiones políticas, las reformas sustanciales de la Constitución aparecieron poco y ahí andaba, nada más y nada menos, que el Estado federal, la independencia de la justicia o la cuestión de la corrupción, por no hablar del cambio de sistema electoral. Faltó discurso en positivo explicando un proyecto de país factible, realizable y, a la vez, radical.


Pablo Iglesias y Ada Colau, fueron los grandes perdedores. NO funcionó la Alianza de Podemos e Izquierda Unida, Hubo mucho miedo y basura política.
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Lo que viene ahora es un gobierno de la derecha con apoyos implícitos o explícitos del PSOE. Tienen que hacerlo bien, vestirlo adecuadamente y no dar sensación de gobierno de coalición, pero habrá acuerdo, al menos durante los dos próximos años. A pesar de lo que el stablishment vendió y ahora defiende con pasión, lo que viene es todo menos estabilidad política y social. Lo que nos espera ahora son los ajustes estructurales pendientes, es decir, los recortes en el gasto público, las enésimas reformas en el mercado laboral y, me temo, una nueva vuelta de tuerca en la delicada cuestión de las pensiones. La troika, no hay que olvidarlo, ha sido la otra gran vencedora estas elecciones y ahora exigirá su parte del botín.

Hay una cuestión que merece la pena subrayar, la relación entre conflicto social y ciclo electoral. La hipótesis de la que partimos muchos de nosotros es que el ciclo electoral ha estado marcado por el conflicto social en un sentido preciso: UP ha sido el instrumento y el modo de intervención de un movimiento social que creyó posible el cambio político. Esto ya no es así. El conflicto social retornará con fuerza y pronto se verá que ha sido el auténtico protagonista en la sombra en este último ciclo electoral.

UP debe de continuar y afianzarse como el verdadero partido de la oposición a las derechas y a las políticas neoliberales. La unidad es un proceso complejo y difícil. Pensar que, sin más, se produciría una suma mecánica de votos de ambas formaciones ha sido un error que nos obliga a entender que los procesos políticos son siempre difíciles y que no hay atajos cuando se es una fuerza alternativa a los que mandan y no se presentan a las elecciones. Hay que situar a UP en el centro de un proyecto histórico de resistencia, acumulación de fuerzas y construcción de un nuevo país. UP es un instrumento para ir más allá de una coalición electoral y devenir en fuerza política unitaria.

El tiempo de las maniobras terminó y ahora llega la dura realidad de la guerra de posiciones. Debemos pensar nuestra acción política —nos lo enseñó un joven rojo alemán que hoy tendría 76 años— como una larga marcha a través de las instituciones, entendiendo por estas las de la sociedad civil, las estatales y las de la vida cotidiana. Cerco mutuo, acumulación de fuerzas y el conflicto social en el centro. Se trata de un nuevo proyecto de país capaz de asegurar la soberanía popular, el desarrollo del Estado social y la defensa de las libertades fundamentales. Todo que ganar, nada que perder.


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miércoles, 29 de junio de 2016

ATAQUE SUICIDA EN UN AEROPUERTO DE ESTAMBUL.

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CONDENA EUROPEA.- Muchas veces condenan los propios responsables?. Reunidos en una cumbre en Bruselas, varios jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europea (UE) y miembros de la Comisión Europea (CE) condenaron el atentado en el aeropuerto de Estambul y enviaron sus condolencias al gobierno turco. El presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, expresó su “repulsa y condena al terrible atentado en el aeropuerto de Estambul” en la red social Twitter, y recalcó que “la barbarie no se impondrá mientras estemos unidos”. “Nuestros pensamientos están con las víctimas de los ataques del aeropuerto de Estambul. Condenamos estos actos atroces de violencia”, dijo el primer ministro de Bélgica, Charles Michel. La presidenta lituana, Dalia Grybauskaité, consideró “despreciable” el ataque terrorista y sostuvo que “estamos con la gente de Turquía”. El primer ministro luxemburgués, Xavier Bettel, se mostró “profundamente afectado” por el atentado. La jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, dijo que tras “otro atentado terrorista trágico, la UE está con los turcos”. “Unidos contra el terror”, afirmó el comisario europeo de Ayuda Humanitaria y Gestión de Crisis, Christos Stylianides, quien condenó este “atentado cobarde” y expresó su apoyo al pueblo y al gobierno turcos.


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Hasta cuando esta lacra del terrorismo que acaba con la vida de inocentes, como lo ocurrido el ,día de ayer en el, Aeropuerto de Estambul, Turquía, Murieron gente inocente, por la irresponsabilidad de los poderosos, entre ellos las corporaciones y sus élites político-financieras.
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ATAQUE SUICIDA EN UN AEROPUERTO DE ESTAMBUL.
Decenas de personas murieron cuando dos terroristas abrieron fuego y luego detonaron cinturones con explosivos.
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El ataque causó dos explosiones y un tiroteo cerca del estacionamiento de la zona de partida de la terminal internacional del aeropuerto, el más grande de Turquía. El premier turco dijo que las primeras sospechas apuntan al Estado Islámico.

Página /12 miércoles 29 de junio del 2016.

Un grupo de atacantes, incluyendo dos suicidas, detonó ayer explosivos luego de ser tiroteados por fuerzas de seguridad en el aeropuerto Ataturk, de Estambul, el más grande de Turquía, cerca de las 22 hora local. Alrededor de 50 personas murieron y al menos 120 resultaron heridas en el atentado.
Ningún grupo reivindicó los ataques de ayer y el gobierno no acusó de inmediato a nadie en particular. Sin embargo, el premier turco Binali Yildrim dijo que los primeros indicios “apuntan al Estado Islámico.” El presidente de Turquía, Recept Tayyip Erdogan, condenó el atentado contra el aeropuerto y destacó que este tipo de ataques podría haber pasado en cualquier otra ciudad del mundo. “Condeno con dureza este ataque. Tenemos que estar unidos en la lucha contra el terrorismo. Este ataque podría haber pasado en cualquier ciudad”, dijo Erdogan en un comunicado.
“Espero que el ataque contra el aeropuerto Ataturk sea un punto de inflexión para la lucha común contra todas las organizaciones terroristas del mundo”, agregó.
El ministro del Interior turco dijo en un comunicado que se produjeron dos explosiones y un tiroteo cerca del estacionamiento de la zona de partida de la terminal internacional del aeropuerto, que es el más grande de Turquía y uno de los dos de Estambul, situado en la parte europea de la ciudad.
La cadena de noticias CNN Turk afirmó que las explosiones fueron causadas por atacantes suicidas que detonaron bombas que llevaban consigo luego de que fuerzas de seguridad abrieran fuego contra ellos.
En un primer momento, el ministro de Justicia turco, Bekir Bozdag, dio cifras menores. “Desgraciadamente, 10 personas murieron, según los primeros datos que tenemos. Un terrorista disparó con un Kalashnikov y después se hizo explotar antes de ser abatido por la policía”, explicó sucintamente en el Parlamento de la capital, Ankara. Y fuentes médicas reportaron 20 heridos. Las cifras fueron aumentando con el correr del tiempo y, según las autoridades, pueden variar.
Según el diario turco Hürriyet, entre los muertos hay dos policías locales, agregó el diario en su edición online sin citar fuentes.
Según las primeras informaciones de medios turcos, dos de los suicidas se inmolaron delante y justo en la entrada del aeropuerto, respectivamente, y otro en un estacionamiento cercano. Otros testigos dijeron que vieron a cuatro atacantes.
Una empleada del principal aeropuerto turco relató a una radio local que una de las explosiones sucedió justo en la entrada de la terminal de salidas internacionales, donde se encuentra el primer control de seguridad para los viajeros. Según el diario francés Libération, otro representante del gobierno afirmó que la policía abrió fuego sobre dos sospechosos en la entrada del aeropuerto, que enseguida activaron sus cargas explosivas. La CNN de Turquía dijo que uno de los kamikazes se inmoló en la terminal y el otro en el estacionamiento.
La entrada a la zona de pasajeros del aeropuerto, ubicado en el sector europeo de Estambul, se encontraba sometida a controles de seguridad, con arcos detectores y escáneres, según medios locales.
Imágenes de canales de TV mostraron a ambulancias y taxis que evacuaban de la zona a varias personas que sufrieron heridas. Y fotos difundidas por las redes sociales mostraban cuerpos tirados en el piso e importantes daños materiales. Al lugar se desplazaron medio centenar de ambulancias y según los medios turcos los taxistas comenzaron a trasladar a los heridos a los hospitales. El Ministerio del Interior turco organizó un centro de crisis para seguir las consecuencias del atentado.
“Estábamos en el control de pasaportes. Oímos un tiroteo. Eran cuatro personas y empezaron a disparar contra la gente. Entonces se hicieron detonar”, relató a CNN Turk una mujer que estuvo en el lugar del ataque. No quedó claro el porqué de la discrepancia entre el número de atacantes reportado por esta testigo y los tres de los que se informó oficialmente. Otra testigo dijo: “Escuché primero disparos y entonces una explosión. De nuevo disparos y gente corriendo por todos lados”.
Aún no se sabe nada sobre las nacionalidades de las víctimas.
De acuerdo con testimonios citados por la misma cadena, dos violentas deflagraciones sacudieron la terminal de vuelos internacionales, lo que provocó pánico entre los pasajeros.
Numerosos soldados y policías fueron desplegados en la entrada de la terminal atacada, en la que también se veían camiones de bomberos.
Fueron suspendidos todos los vuelos en el Ataturk, el aeropuerto más grande de Turquía, situado en la parte europea de Estambul, con un movimiento de 60 millones de pasajeros por año.
El segundo aeropuerto de Estambul, el de Sabiha Gokcen, ya fue atacado en diciembre de 2015, en un atentado en el que perdió la vida una mujer del personal de mantenimiento y que fue asumido por el grupo armado kurdo Halcones de la Libertad del Kurdistán (TAK).
Turquía fue golpeada desde el año pasado por una serie de atentados mortales, atribuidos a los rebeldes kurdos y al Estado Islámico. Abdullah Agar, un experto en cuestiones de seguridad y en terrorismo, que fue entrevistado por la CNN Turk, se decantó por la tesis del atentado jihadista. “La forma, los métodos, se parecen muchísimo”, aseguró, comparando este atentado con los ataques ocurridos en el aeropuerto y el subte de Bruselas.
Muchos medios señalaron que tanto el Estado Islámico (EI), a quien Turquía combate en la vecina Siria junto a otros países, y el ilegal Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), son las dos organizaciones que podrían estar detrás de este atentado.
Turquía ha sufrido decenas de atentados en los últimos años, cometidos por separatistas kurdos, por grupos islamistas como el EI o agrupaciones de extrema izquierda.
El país se encuentra en estado de alerta por amenaza terrorista y Estambul ya ha sido escenario durante 2016 de dos atentados suicidas atribuidos al EI en lugares turísticos y que causaron una quincena de muertos.
En Ankara dos atentados reivindicados por los Halcones por la Libertad de Kurdistán (TAK, por sus siglas en kurdo), un grupo que se desprendió del PKK, con coches bomba, dejaron más de 60 muertos.

El TAK se responsabilizó del último gran atentado en Estambul, el pasado 6 de junio, cometido contra un colectivo policial y que causó 11 muertos.
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martes, 28 de junio de 2016

LAS LUCHAS CIUDADANAS EN TORNO A INTERNET.

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Hoy han quedado atrás las ideas utópicas de los inicios de Internet, que daban por sentado que sería un espacio autogestionado de intercambio, donde florecería la democracia directa, así como medios de comunicación democráticos y participativos, oferta y recepción de servicios sin intermediarios, libre intercambio de información y conocimientos: en suma, un espacio de comunicación sin fronteras ni jerarquías, de relaciones horizontales en red, bajo control descentralizado.  De hecho ello ha ocurrido en diverso grado; pero ha quedado como un asunto marginal en el contexto global de Internet, quizás porque no se percibió a tiempo que implicaba una lucha clave. En efecto, en la última década y media, se ha producido una acelerada concentración de la infraestructura clave, de las plataformas más utilizadas y de los mecanismos de control y gobernanza en la Red de Redes.  A ello ha contribuido el dominio que mantiene EEUU sobre gran parte de la infraestructura crítica y los aspectos más estratégicos de la gobernanza de Internet, con lo que impone un control unilateral sobre el que hoy es el más importante sistema de comunicación mundial.  A ello se añade el “efecto red” (que significa que los usuarios tienden a optar por utilizar las mismas plataformas donde ya hay más personas), que ha permitido la conformación de empresas internacionales cuasi monopólicas que acaparan cada vez más –y controlan a su antojo– los espacios donde se convive e interactúa en Internet, en particular las redes digitales.


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LAS LUCHAS CIUDADANAS EN TORNO A INTERNET.
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Sally Burch.

ALAI. América Latina en Movimiento.

Sábado 25 de junio del 2016.

Crecientemente, Internet y el ciberespacio son el escenario de disputas de poder, donde superpotencias y corporaciones transnacionales protagonizan una pugna mundial por conquistar y dominar esta nueva dimensión, integrándola en el marco de los conflictos geopolíticos, geoeconómicos y militares.  Esta pugna tiende a dejar en segundo plano otra disputa –no menos relevante– entre distintas visiones de Internet, que enfrenta esta óptica de poder y dominio con otra, centrada en afianzar los derechos y el empoderamiento de la ciudadanía a través de su apropiación de la tecnología y los nuevos espacios comunicacionales.  Esta segunda pugna tiene como escenario las luchas de innovación y resistencia, desde el ámbito local hasta el mundial, para ir conquistando, paso a paso, derechos, garantías y políticas de defensa del interés público en el ámbito virtual.

Hoy han quedado atrás las ideas utópicas de los inicios de Internet, que daban por sentado que sería un espacio autogestionado de intercambio, donde florecería la democracia directa, así como medios de comunicación democráticos y participativos, oferta y recepción de servicios sin intermediarios, libre intercambio de información y conocimientos: en suma, un espacio de comunicación sin fronteras ni jerarquías, de relaciones horizontales en red, bajo control descentralizado.  De hecho ello ha ocurrido en diverso grado; pero ha quedado como un asunto marginal en el contexto global de Internet, quizás porque no se percibió a tiempo que implicaba una lucha clave.

En efecto, en la última década y media, se ha producido una acelerada concentración de la infraestructura clave, de las plataformas más utilizadas y de los mecanismos de control y gobernanza en la Red de Redes.  A ello ha contribuido el dominio que mantiene EEUU sobre gran parte de la infraestructura crítica y los aspectos más estratégicos de la gobernanza de Internet, con lo que impone un control unilateral sobre el que hoy es el más importante sistema de comunicación mundial.  A ello se añade el “efecto red” (que significa que los usuarios tienden a optar por utilizar las mismas plataformas donde ya hay más personas), que ha permitido la conformación de empresas internacionales cuasi monopólicas que acaparan cada vez más –y controlan a su antojo– los espacios donde se convive e interactúa en Internet, en particular las redes digitales.

Es más, ahora, Washington, en su búsqueda por extender aún más su dominio mundial y favorecer a sus empresas, ha incluido las tecnologías y plataformas digitales en las negociaciones de los nuevos tratados de libre comercio, como el Tratado Transpacífico –TPP- y el Transatlántico -TTIP-.  Por ejemplo hay cláusulas del TPP que obligan a los países signatarios a permitir la transferencia transfronteriza no regulada de datos de usuarios; y que prohíben que los gobiernos exijan que las empresas almacenen estos datos en servidores locales.  Ello podría vulnerar cualquier legislación nacional de protección de la privacidad frente a la vigilancia o los abusos del marketing.  Otra cláusula permitiría a cualquier empresa demandar a un proveedor de servicios Internet en un país signatario, que dé de baja de sus servidores un sitio Web con contenidos que considera afectan sus derechos de propiedad.  No está claro si eso pasaría por una decisión judicial, como debería ser.

Luchas en torno a las políticas públicas.

Si antes, muchas personas venían argumentando que no se necesita de la intervención estatal para reglamentar y gobernar los espacios digitales, hoy queda cada vez más en evidencia que no se los puede dejar librados solo a la “autogestión” o a las leyes del mercado; sin reglamentación, se impone la ley del más fuerte.  Por lo general hay acuerdo que se necesitan políticas públicas y mecanismos de gobernanza: la disputa es en torno a qué tipo de políticas públicas –si son para defender los intereses ciudadanos o particulares–, y quienes las definen.

En un ámbito tan amplio y complejo, hay muchas disyuntivas por resolver.  Para mencionar algunas: ¿Qué equilibrio establecer entre la seguridad del Estado y de la ciudadanía (por ejemplo, frente a supuestas amenazas terroristas) y las garantías de privacidad de las comunicaciones y de las personas?  ¿A quién pertenece los datos de los usuarios de Internet, que se recopilan en ingentes cantidades y que se vuelven una gran fuente de lucro y poder?  ¿Qué priorizar entre el derecho de acceso a la información y los conocimientos, y los llamados derechos de propiedad intelectual?  ¿Es justo permitir que los proveedores de servicios de Internet discriminen los contenidos que se transmiten por sus canales, mediante cobros diferenciados, creando así una Internet de primera y de segunda clase?  ¿Se debe permitir a los nuevos servicios en línea (intermediación de ventas, transporte, empleos…) que hagan competencia desleal, sin reglamentación, con servicios tradicionales que sí están sometidos a reglamentos?

Entre los casos más emblemáticos de los últimos meses se destaca la lucha en India en torno a la neutralidad de la red (o sea, el principio que los proveedores de conectividad deben dar acceso a los contenidos sin privilegiar a un participante de la red por encima de otros); lucha que culminó exitosamente este año, cuando la autoridad regulatoria de telecomunicaciones adoptó una histórica decisión de prohibir las tarifas discriminatorias para los servicios de datos.  La decisión respondió a una amplia movilización entre la población contra servicios de tipo “tasa cero”, como la iniciativa Free Basics de Facebook.  Promocionada por la empresa como una oportunidad para poblaciones desconectadas de tener su primer acceso (limitado, pero sin costo) a Internet a través del celular, el fallo considera más bien que tales prácticas son particularmente perjudiciales para países en desarrollo como India, porque “van en contra de las características básicas de Internet y deben ser restringidas de entrada, debido a las consecuencias de largo alcance que seguramente tendrían en la estructura de la Internet y los derechos de los interesados.  Una vez que se permitan tales prácticas, podría ya no ser posible cuantificar, medir o remediar las consecuencias a corto y mediano plazo”.

Entretanto, varias ciudades han tenido enfrentamientos con empresas que ofrecen sitios para contratar transporte privado, como Uber, cuya interfaz acopla choferes con pasajeros y que cuenta con un sistema de precios que fluctúa según la demanda.  Estos servicios están sacando de la calle a los taxis tradicionales, que tienen que cumplir con una serie de regulaciones y operar con precios fijos.  Es más, Uber se considera intermediario y no empleador, por lo que los choferes no reciben ningún beneficio social.  Cuando las ciudades buscan reglamentar el servicio, Uber utiliza su plataforma para movilizar a sus usuarios contra las autoridades, táctica con la que venció incluso a las pretensiones de la ciudad de Nueva York de reglamentar sus servicios.  Sorprendentemente, la ciudad de Austin, Texas, ganó recientemente una pugna con Uber y Lyft, cuando acudió a una consulta popular en torno a si se debe obligar a los choferes de estos servicios a someterse a controles de identidad, como garantía para la seguridad de los pasajeros.  No obstante una campaña beligerante y costosa de estas empresas (en la que invirtieron más de 10 millones de dólares), la moción ganó el apoyo de la ciudadanía; y las empresas, en represalia, se retiraron de la ciudad.

 En América Latina…

En nuestra región, hay situaciones muy dispares en la adopción de políticas públicas respecto a la nueva realidad digital de la comunicación y el conocimiento.  El Marco Civil de Internet de Brasil fue uno de los avances más significativos, ya que garantiza la neutralidad de la red, obliga a las empresas proveedoras a asegurar la privacidad de las comunicaciones y, por lo general, defiende los derechos de los usuarios.  Elaborada con amplia participación ciudadana, y aprobada hace dos años, esta ley solo entrará plenamente en vigencia ahora, desde que, en uno de sus últimos actos antes de ser suspendida de sus funciones por un golpe parlamentario el pasado 12 de mayo, la presidente Dilma Rousseff firmó el decreto de reglamento del Marco Civil.  Pero el presidente encargado Michel Temer ha anunciado su intención de rever las últimas decisiones de Rousseff y la industria de telecomunicaciones ya tiene propuestas presentadas ante el Congreso contra el marco civil.

Otra iniciativa innovadora es el Código Orgánico de Economía Social del Conocimiento e Innovación (COESC), en Ecuador, actualmente en consideración de la Asamblea Nacional, que fue elaborado asimismo con aportes de la ciudadanía.  La propuesta base del COESC apunta a “la construcción de un sistema económico social y solidario; y, a la transición desde una matriz productiva excluyente y monopólica, basada en la extracción de recursos finitos, a una incluyente y democrática, basada en el uso intensivo de recursos infinitos – los conocimientos, la creatividad y la innovación”.

Iniciativas como éstas en el ámbito local o nacional son importantes porque, más allá de su implementación in situ, van configurando antecedentes que inspiran nuevas luchas e iniciativas en otros lugares.  Pero no hay que perder de vista que hay límites a lo que se pueda legislar en el ámbito nacional, siendo que el ciberespacio no tiene fronteras.

Las empresas que dominan Internet –una docena de transnacionales estadounidenses– tienen tanto poder que ni en EEUU existe la voluntad política de aplicarles las leyes antimonopolio.  Rusia y China tienen sus propias plataformas; China bloquea el ingreso de algunas corporaciones como Facebook y Twitter y Rusia ha aumentado las restricciones.  La Unión Europea ha emprendido acciones legales contra Google y otras corporaciones estadounidenses por abusar de su poder de monopolio, o por competencia desleal (por ejemplo, de Skype o WhatsApp, con las empresas telefónicas).  Pero la mayoría de países no tienen la capacidad de enfrentar esas gigantes.  Mientras tanto, los organismos mundiales de gobernanza de Internet son dominados por esas mismas empresas y el gobierno estadounidense.

En este contexto, se requiere crear nuevas instituciones democráticas, en lo nacional y lo internacional, con el mandato de generar soluciones a las nuevas realidades digitales y formular políticas públicas, desde un enfoque del interés público.  Pero es poco probable que ello se dé a menos que haya una fuerte presión social en ese sentido, que implicaría construir puentes entre las diversas luchas y movimientos que comparten la visión de una Internet ciudadana.

 Sally Burch es periodista británica-ecuatoriana.


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lunes, 27 de junio de 2016

EUROPA: LO QUE LOS MEDIOS NO DICEN SOBRE LAS CAUSAS DEL BREXIT.

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BREXIT DE LA UNIÓN EUROPEA, NO DE LA OTAN.- Atilio A. Boron.-
El triunfo del Brexit en el referendo abre toda una serie de interrogantes. La mayoría de los analistas ha puesto el énfasis en el examen de sus consecuencias sobre los mercados, su exacerbada volatilidad y la cotización de las principales monedas. Sin restarle importancia a este asunto creemos que está lejos de ser lo más significativo. Los mercados son entidades veleidosas, siempre sujetos a esa “exuberante irracionalidad” denunciada por Alan Greenspan, el ex chairman de la Reserva Federal de Estados Unidos, de modo que pronosticar la ruta a corto plazo de su derrotero una vez consumada la salida del Reino Unido de la Unión Europea es un ejercicio ocioso y condenado de antemano al fracaso. Más importante nos parece ponderar lo que esto significa en términos políticos: un golpe si no mortal pero sin duda muy duro al proyecto de una Europa unida.
Con su deserción Londres debilita a un grupo de naciones que, con su asociación, había tratado de reposicionarse en términos más favorables en el turbulento tablero de ajedrez de la política internacional. Si con el Reino Unido adentro la Unión Europea era un segundo violín en el concierto de naciones, con los británicos afuera de la UE su gravitación cae aún más vis a vis China y Rusia, para comenzar. Fue Angela Merkel quien mostró la mayor preocupación y reclamó que sus asociados “mantengan la calma y la compostura” ante la mala noticia. Pero la canciller alemana es una de las responsables de la profundización de la senda autodestructiva por la que se internó Bruselas en los últimos años: la perversión de un proyecto que tenía como metas una Europa Social, una Ciudadanía Común Europea y que en con el paso del tiempo se transformó en un programa para beneficio de la gran banca, sobre todo alemana, y al puro y exclusivo servicio del capital. Los griegos, donde se inventó la democracia, pueden dar fe de la furia destructiva de la Unión Europea, que al caerse la hoja de parra de su hueca palabrería democrática puso en evidencia los alcances de la descomposición del viejo proyecto europeo: un ardid para reforzar el poder económico, político e ideológico de los grandes conglomerados empresariales sacrificando todo lo que se opusiera a sus designios.
Una UE que acompañó a Washington en todas sus tropelías y todos sus crímenes en el escenario internacional y que ahora recoge los amargos frutos de su complicidad. Era obvio que la destrucción perpetrada por Occidente en Irak, Libia y ahora Siria provocaría una incontenible marea de refugiados que no tienen sino un solo lugar adonde dirigirse: Europa. Washington puede alegremente incurrir en tales atrocidades porque está protegido por dos océanos que lo convierten en un destino inalcanzable para quienes huyen del infierno desatado en sus países. Pero Europa está ahí nomás. Y ese torrente humano despertó los peores instintos en buena parte de las poblaciones europeas que pretenden ponerse a salvo de las consecuencias de sus acciones. Por eso la xenofobia fue un componente decisivo del triunfo del Brexit. Por eso la saludó con alegría un xenófobo probado y confeso como Donald Trump, desde Escocia y los representantes de la derecha en casi todos los países europeos. Una UE debilitada en lo político, pero donde las artes de la política son cada vez más toscas y rudimentarias en la medida en que la contundencia de las armas se torna cada vez más importante para contener la marea de los descontentos. Londres se fue de la UE pero, como Jens Stoltenberg –el Secretario General de la OTAN– se apresuró a declarar, el Reino Unido sigue siendo parte de esa nefasta institución, la mayor organización criminal del planeta. Y en tiempos como estos eso es lo que cuenta. Lo grave sería que decidiera salirse de la OTAN. Pero por ahora no hay peligro de que tal cosa vaya a ocurrir.

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Ni el propio Gabinete del Primer Ministro Cameron - los Tories o conservadores) se pusieron de acuerdo en una sola Política. (O fuera o seguir en la U.E). Al final muchos de estos distinguidos caballeros y señoras hicieron campaña para salir de la U.E- (Es decir el Brexit) mientras el Primer Ministro hacía una campaña fría, sin llegar a los Ciudadanos en favor de permanecer en la U.E. Ahora a cosechar sus indecisiones políticas.
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EUROPA: LO QUE LOS MEDIOS NO DICEN SOBRE LAS CAUSAS DEL BREXIT.
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 Vicenc Navarro.

Público sábado 25 de junio del 2016.

No hay pleno conocimiento y conciencia en las estructuras de poder político y mediático (que en terminología anglosajona se llama el establishment político-mediático) que gobiernan las instituciones de la Unión Europea, así como las que gobiernan en la mayoría de países que constituyen tal Unión, de lo que ha estado ocurriendo en la UE y las consecuencias que las políticas propuestas e impuestas por tales establishments han estado teniendo en las clases populares de los países miembros. Durante estos años, después del establecimiento de la Unión, se ha ido germinando un descontento entre estas clases populares (es decir, entre las clases trabajadoras y las clases medias de renta media y baja) que aparece constantemente y que amenaza la viabilidad de la UE.
El rechazo de las clases populares a la UE.

Indicadores de tal descontento han aparecido ya en muchas ocasiones. Una de las primeras fue el resultado del referéndum que se realizó en varios países de la UE que, por mandato constitucional, tenían que hacer para poder aprobar la Constitución europea. En todos los países donde se realizó el referéndum, la clase trabajadora votó en contra. Los datos son claros y contundentes. En Francia, votaron en contra el 79% de trabajadores manuales, el 67% de los trabajadores en servicios y el 98% de los trabajadores sindicalizados; en Holanda, el 68% de los trabajadores; y en Luxemburgo, el 69%. Incluso en los países en los que no hubo referéndum, las encuestas señalaban que, por ejemplo en Alemania, el 68% de los trabajadores manuales y el 57% de los trabajadores en servicios hubieran votado en contra. Unos porcentajes parecidos se dieron también en Suecia, donde el 74% de los trabajadores manuales y el 54% de los trabajadores en servicios también hubieran votado en contra. Y lo mismo ocurrió en Dinamarca, donde el 72% de los trabajadores manuales hubieran también votado en contra.
El rechazo a la UE por parte de la clase trabajadora ha ido aumentando.

Otro dato que muestra tal rechazo fue el surgimiento de partidos que explícitamente rechazaron la Unión Europea, partidos cuya base electoral fue precisamente la clase obrera y otros segmentos de las clases populares que antes, históricamente, habían votado a partidos de izquierdas, siendo el caso más conocido (pero no el único) el del partido liderado por Le Pen y que, según las encuestas, podría ganar las próximas elecciones en Francia. En realidad, la identificación de los partidos de izquierda tradicionales con la Unión Europea (y con las políticas neoliberales promovidas por el establishment de tal Unión) ha sido una de las mayores causas del enorme bajón electoral de estos partidos en la UE (y, muy en particular, entre las bases electorales que les habían sido más fieles, es decir, entre las clases trabajadoras). Para que baste un ejemplo, en Francia, si la mitad de los votos (predominantemente de la clase trabajadora) que habían apoyado al partido de Le Pen hubieran sido para la candidata socialista Ségolène Royal, ésta hubiera sido elegida Presidenta de Francia. En paralelo con la pérdida de apoyo electoral, los partidos socialdemócratas en la UE perdieron también gran número de sus militantes. El caso más dramático fue el del Partido socialdemócrata alemán que, junto con la pérdida de apoyo electoral, perdió casi la mitad de sus militantes, de 400.000 en 1997 a 280.000 miembros en 2008.
La evidencia es pues abrumadora que la identificación de tales partidos de izquierda (la mayoría de los cuales han sido partidos gobernantes socialdemócratas que han jugado un papel clave en el desarrollo de las políticas públicas promovidas por la UE) con la Unión ha sido una de las principales causas de su enorme deterioro electoral y de la pérdida de su militancia.

El rechazo a la UE ha ido aumentando más y más entre las clases populares, a la vez que ha ido aumentado el apoyo entre las clases más pudientes

Por desgracia, las encuestas creíbles y fiables sobre la UE (que son la minoría, pues la gran mayoría están realizadas o financiadas por organismos de la UE o financiadas por instituciones próximas) no recogen los datos de la opinión popular sobre la UE según la clase social. Sí que los recogen por país, y lo que aparece claramente en estas encuestas es que la popularidad de la UE está bajando en picado. Según la encuesta de la Pew Research Center, las personas que tienen una visión favorable de la UE ha bajado en la gran mayoría de los 10 mayores países de la UE (excepto en Polonia). Este descenso, desde 2004 a 2016, ha sido menor en Alemania (de un 58% a un 50%) pero mayor en Francia (de un 78% a un 38%), en España (de un 80% a un 47%). Grecia es el país que tiene un porcentaje menor de opiniones favorables a la UE (un 27%).
Ahora bien, aunque raramente se recoge información por clase social, sí que se ha recogido el distinto grado de popularidad que la UE tiene según el nivel de renta familiar. Y, allí, los datos muestran que hay un gradiente, de manera que a mayor renta familiar, mayor es el apoyo a la UE. Es razonable, pues, suponer que la parte de la población que tiene una visión más desfavorable de la UE es la clase trabajadora y otros componentes de las clases populares.
Y lo que también aparece claro en varias encuestas es que una de las mayores causas de tal rechazo es la percepción que las clases populares tienen del impacto negativo que tiene, sobre su bienestar, la aplicación de las políticas propuestas por el establishment político-mediático de la UE. Esta percepción es mucho más negativa entre las clases populares (clase trabajadora y clases medias, de renta media y baja) que no entre las clases más pudientes. En realidad, el rechazo, siempre especialmente agudo entre las clases populares, es claramente mayoritario entre la gran mayoría de la población. Ahí vemos que, según la encuesta Pew, el 92% de la población en Grecia desaprueba la manera como la UE ha gestionado la crisis existente en Europa; tal porcentaje es de 68% en Italia, el 66% en Francia y el 65% en España, países donde precisamente el descenso del porcentaje de población con la opinión favorable de la UE ha sido mayor.


 Ahora deben asumir directamente las consecuencias del retiro: Restricción de la migración, desplome de los mercados, aumento del precio del oro, caída de la Libra esterlina, fuga de capitales, vaída del PIB británico, aumento del desempleo, etc.
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Este rechazo a la UE existe también entre la clase trabajadora del Reino Unido.

Es en este contexto descrito en la sección anterior, que debe entenderse el rechazo de las clases populares del Reino Unido, rechazo que ha ido claramente acentuándose en los barrios obreros de aquel país, y muy en especial en Inglaterra y el País de Gales. El voto de rechazo a la permanencia en la UE procede en su mayoría de las clases populares. Y ha sido un voto no solo anti-UE pero también (y sobre todo) un voto anti-establishment británico y, muy en particular, anti-establishment inglés, siendo este último el centro del establishment británico, pues concentra los mayores centros financieros y económicos del país. El establishment británico y el establishment de la UE habían movilizado todo tipo de presiones (por tierra, mar y aire) a fin de que el referéndum fuera favorable a la pertenencia. De esta manera, es un claro signo de afirmación y poder que las clases populares se opusieran y ganaran al establishment. Por otra parte, los datos mostraban que lo que ha ocurrido, iba a ocurrir. La popularidad de la UE en el Reino Unido pasó de ser un 54% (ya uno de los más bajos de la UE) en 2004 a un 44% en 2016 (según Pew). En realidad, el Reino Unido es el país donde el porcentaje de población opuesta a dar mayor poder a la UE es mayor (65%) después de Grecia (68%) Y, según otras encuestas, el sector menos entusiasta con la UE eran las clases populares, que gradualmente han ido transfiriendo su apoyo electoral del Partido Laborista al partido UKIP (el partido anti UE).
La supuesta excepcionalidad de España.

Es un dicho común en los mayores medios de comunicación que España es uno de los países más pro-UE, lo cual es cierto, pero solo en parte (lo mismo era cierto con Grecia). Es lógico que Europa, percibida durante muchos años como el continente punto de referencia para las fuerzas democráticas, por su condición democrática y su sensibilidad social, se convirtiera en el “modelo” a seguir por países como España, Portugal y Grecia, que sufrieron durante muchos años dictaduras de la ultraderecha, seriamente represivas y con escasísima conciencia social. Para los que luchamos contra la dictadura, Europa Occidental era un sueño a alcanzar.

Pero, debido al control o excesiva influencia del pensamiento neoliberal en el establishment político mediático de la UE (muy próximo al capital financiero y al capital exportador alemán, que ha estado configurando las políticas públicas neoliberales que los establishment político-mediáticos de cada país de la UE han hecho suyas), este sueño se ha convertido en una pesadilla para las clases populares, particularmente dañadas por tales políticas neoliberales. Las reformas laborales que han dañado el estándar de vida de estas clases y los recortes de gasto público, con el debilitamiento de la protección social y del estado del bienestar, así como la desregulación en la movilidad del capital y del trabajo, han sido un ataque frontal a la democracia y al bienestar de las clases trabajadoras, realidad muy bien documentada (ver mi libro Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante, Anagrama, 2015). La pérdida de soberanía nacional que conlleva la UE ha significado la pérdida de soberanía popular, causa del deterioro de su bienestar. La evidencia de que ello es así es contundente, clara y convincente. Es más que obvio que esta Europa no es la Europa de los pueblos, sino la Europa de las empresas financieras y de los grandes conglomerados económicos.
¡No es chauvinismo lo que causa el rechazo a la UE!.

Ante esta situación, el establishment político-mediático europeo quiere presentar este rechazo como consecuencia de un retraso cultural de las clases populares, todavía estancadas en un nacionalismo retrógrado, que incluye un chauvinismo anti-inmigrante que merece ser denunciado. John Carlin, en el El País, 24.06.16, define este rechazo (Brexit) como resultado “de la mezquindad, ignorancia, carácter retrógrado, xenofobia y tribal” de los que votaron en contra de la permanencia. Y así se está interpretando, por parte de la mayoría de los medios de comunicación europeos, el voto de rechazo a la UE por parte de las clases populares británicas. Este mensaje intenta ocultar las causas reales de tal rechazo, causas que he descrito en este artículo. Olvidan que, si bien todos los xenófobos votaron a favor de la salida del Reino Unido de la UE, no todos los que así votaron eran xenófobos.

En esta manipulación están participando poderes de la socialdemocracia europea que no han entendido todavía lo que está ocurriendo entre lo que solían ser sus bases. No quieren entender que el rechazo que está ocurriendo es hacia esta Europa que la socialdemocracia ha contribuido a crear, una Europa que carece de vocación democrática y sensibilidad social. El maridaje de los aparatos dirigentes de las socialdemocracias con los intereses financieros y económicos dominantes en la UE (y en cada país miembro) ha sido la causa de su gran declive, que todavía no entienden porque no quieren entenderlo. Lo que pasa en Francia, dónde hay un gobierno socialdemócrata que está intentando destruir a los sindicatos (como la señora Thatcher hizo en el Reino Unido), o en España, dónde el PSOE fue el que inició las políticas de austeridad, son indicadores de esta falta de comprensión de lo que está ocurriendo en la UE, y que es el fracaso de las izquierdas para atender a las necesidades de las clases populares. De ahí la transferencia de lealtades que están ocurriendo, en lo que refiere a los partidos.

Es lógico y predecible que las políticas neoliberales y los partidos que las aplican sean rechazados por las clases populares, pues son éstas las que sufren más cada una de estas políticas, incluyendo la desregulación de la movilidad de capitales y del trabajo. Regiones enteras en el Reino Unido han sido devastadas, siendo sus industrias trasladadas al este de Europa, creando un gran desempleo en las regiones. Y la desregulación del mundo del trabajo, acompañada de la dilución, cuando no destrucción, de la protección social, ha creado una gran inestabilidad y falta de seguridad laboral. En realidad, fueron las políticas del gobierno Blair y del gobierno Brown (1997-2010) las que sentaron las bases para este rechazo generalizado hacia la UE. Tales gobiernos de la Tercera Vía facilitaron la llegada de inmigrantes a los que los empresarios contrataron con salarios más bajos. Y así se inició el desapego con la Unión Europea (ver “Don’t blame Corbyn if Brexit wins”, Denis McShane).

En España, frente al descrédito del partido socialdemócrata (PSOE) debido, entre otras razones a su participación en la construcción de esta Europa, han aparecido una serie de fuerzas políticas, tanto en la periferia como en el centro (Unidos Podemos y confluencias), que están canalizando este desencanto popular acentuando, con razón, que esta no es tampoco nuestra Europa, y que se requieren cambios profundos para recuperar la Europa democrática y social a la que aspiramos y que debe construirse. Así de claro.


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