miércoles, 23 de mayo de 2018

PERÚ. CAMBIO CLIMÁTICO, LA CUENTA REGRESIVA EMPIEZA YA.

&&&&&

EL CAMBIO CLIMÁTICO DESDE LAS CIUDADES.- “El cambio climático es consecuencia del modelo de crecimiento urbano que hemos creado en Occidente desde el siglo XIX. Mientras el modo de crecimiento y consumo en las ciudades siga siendo como el actual, altamente demandante de energía, y en particular energías fósiles, que ocupa y destruye territorios, recursos y ecosistemas a un ritmo superlativamente mayor que el propio crecimiento de la población que absorbe, el cambio climático será una realidad y pondrá en riesgo la supervivencia de nuestro mundo.   Muchas ciudades, afortunadamente, están creando ellas mismas sus alternativas de modos de vida sostenibles en transporte, en gestión de residuos sólidos, en consumo de agua, en producción de energía, etc. Por ello, no habrá desarrollo sostenible sin ciudades sostenibles.

¿Por qué actuar en las ciudades?.- La población mundial es desde hace pocos años mayoritariamente urbana. Es la primera vez que esto sucede en la historia de la humanidad.  Más importante aún, la tendencia a la urbanización se mantendrá en las próximas décadas, acompañada del crecimiento de la población mundial. Para 2030, el 60% de la población mundial será urbana y para 2050 llegará al 70%. Para dicho año, la población urbana mundial se habrá duplicado y pasado de 3,4 a 6,3 millardos de personas. Siendo parte de un país y una región predominante urbanos (en torno al 78% en ambos casos), quizás esta tendencia parezca aceptable y no llame la atención. Sin embargo, el rápido proceso de urbanización a escala planetaria tiene una fuerte repercusión sobre el consumo de energía y, por tanto, sobre el cambio climático: dado que la matriz energética mundial se centra en combustibles fósiles, el incremento de la población urbana implica un incremento en el consumo de dichas fuentes, haciendo que las ciudades se conviertan en la principal causa del cambio climático: en la actualidad, el 67% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) proviene de las ciudades y la demanda de energía de las ciudades representa el 80% del consumo total (Sánchez Rodríguez 2013: 8). Debido a las dificultades conceptuales y empíricas de una medición de este tipo, un estudio de las Naciones Unidas se muestra más cauteloso con los resultados, ofreciendo rangos: medidas a partir de la producción, las ciudades serían responsables de entre el 40% y el 70% de las emisiones de GEI; medidas sobre el consumo, los niveles oscilan entre 60% y 70% (ONU Hábitat 2011: 28).

Zonas altamente densificadas y ciudades enteras se convierten en “islas de calor”: al predominar el hormigón en las construcciones, las viviendas y oficinas se calientan más, incentivando el uso de aire acondicionado para enfriarlas. El efecto inmediato del uso del aire acondicionado es la emisión de más calor, incrementando la temperatura media atmosférica de las ciudades y generándose una retroalimentación perversa.  De modo que cualquier esfuerzo serio de mitigación que ataque las causas del cambio climático debe centrarse en el modelo insostenible de ciudad que hemos desarrollado en el último siglo: poco densificada, organizada en torno al automóvil, consumista. Las ciudades no solo consumen energía sino territorios que proveen servicios ecosistémicos fundamentales para la misma vida en la ciudad: en los últimos cincuenta años, la población de São Paulo aumentó 2,5 veces, pero su área creció 11 veces, convirtiendo bosques o suelo agrícola en núcleos urbanos y suburbanos, reduciendo la superficie boscosa y, por tanto, su capacidad de absorber CO2. El caso de Lima es bien conocido: el suelo agrícola de los ríos Rímac, Chillón y Lurín se ha reducido o ha sido incluso eliminado totalmente (Municipalidad Metropolitana de Lima 2014: 177). El área urbana de Lima se incrementó en 11.800 hectáreas en los últimos 14 años “y más de 20.000 en los últimos treinta años” (MML 2014: 178).......” Fuente ARGUMENTOS. Revista de Análisis y Crítica.

/////




PERÚ. CAMBIO CLIMÁTICO, LA CUENTA REGRESIVA EMPIEZA YA.
*****
Luis Hallazi.

Rebelión miércoles 23 de mayo del 2018.


Hace un mes se aprobó la Ley Marco de Cambio Climático, Ley 30754, después de cinco años de negociaciones y más de siete proyectos diversos, finalmente se llegó a un mínimo consenso.

Podríamos decir que fue un logro del congreso, pero esto es faltar a la verdad, el actual congreso en su abrumadora mayoría, no tuvo interés alguno en aprobar esta norma, la presión vino en un primer momento de afuera, al ser los anfitriones de la COP 20, el 2014, y tener la obligación moral de dar señales de interés. En un segundo momento los propios efectos del calentamiento global como el denominado “niño costero” generaron las condiciones para aprobar esta norma.

Lo cierto es que tenemos una ley marco con 7 capítulos, 23 artículos, 13 disposiciones complementarias y un glosario de términos, ley que en su conjunto pocos conocen; no es la mejor norma, porque no hay leyes perfectas, son éstas finalmente instrumentos con la intención de enfrentar fenómenos que escapan a una interpretación exegética.

La ley marco, nos da la posibilidad histórica de empezar a construir una política nacional que comprenda la aprobación de diversos instrumentos en todos los niveles de gobierno y manera multisectorial para enfrentar de modo directo y sin vacilaciones los efectos que ya está generando el cambio climático.

El nuevo liderazgo en el Ministerio de Ambiente dio una señal importante hace una semana, cuando lanzó el proceso participativo de elaboración del reglamento de dicha ley. Donde mostró una propuesta que empezará con la publicación del Documentos Cero para después pasar a un proceso de aportes por ejes temáticos y grupales a través de reuniones macro regionales, para lograr un reglamento que garantice la implementación de la ley.

Sin embargo al lanzamiento le faltó mayor contundencia para que dicha propuesta sea enriquecida desde los actores no estatales y superar por ejemplo la reuniones macro regionales para lograr mayor participación; retos que están en las manos de dichos funcionarios para dar una vuelta de tuerca a lo que ha significado la tímida participación de la sociedad en la formulación de instrumentos que nos gobiernen, y que mejor momento de hacerlo, cuando necesitamos del aporte de todos y todas para enfrentar uno de los mayores desafíos de la humanidad que será mantener en raya la subida de la temperatura global por debajo de 2°.

No hay vuelta atrás, ésta norma es el punto de partida de nuevas leyes e instrumentos que por ejemplo nos permitan tener una política de incentivo de energías renovables y reducción de energías fósiles, instrumentos que permitan el monitoreo y medición de las emisiones de gases de efecto invernadero, así como la medición de la huella de carbono de productos, leyes que incentiven el transporte bajo en carbono, el impulso de tecnologías innovadoras y sobre todo acciones concretas para detener la deforestación y desglaciación.

En ese sentido, la protección de derechos medio ambientales o de tierras y territorios de pueblos indígenas cobran un significativo valor, el Estado no puede continuar con esa incoherencia regulativa y muchas veces esquizofrénica, que significa un día luchar contra el cambio climático y al otro aprobar normas que rebajan estándares ambientales y territoriales para beneficiar únicamente a proyectos de inversión con serios impactos en la degradación del ambiente y los territorios; además de altas emisiones de gases de efecto invernadero.

No solo se trata de cumplir con el Acuerdo de París, se trata de que, si cada Estado no hace su trabajo observando su realidad y proponiendo medidas agresivas para mitigar y adaptarse al cambio climático en nuestros sensibles ecosistemas, tendremos miles de desplazados y vidas que lamentar.

Mientras tanto, las negociaciones este año continúan en la COP 24 de Bagkok, donde se tendrá el manual de implementación del Acuerdo, con el objetivo de que las emisiones bajen de acuerdo a las Contribuciones Nacionales Determinadas que cada país se comprometió a cumplir. El 2020 cada país presentará nuevas Contribuciones Determinadas cuyo balance de cumplimiento se hará el 2023 y así sucesivamente. La situación es clara, vamos en cuente regresiva y no hay tiempo para el insensato negacionismo que, desde EE.UU. ha promovido Trump, dejando incluso de financiar al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), por el contrario, es necesario desarrollar una conciencia crítica como especie y que entendamos que el cambio climático es real, dudar de ello no garantiza nuestra supervivencia, sino que puede llevarnos a la destrucción.

Luis Hallazi es abogado e investigador en derechos humanos.

*****

No hay comentarios: